jueves, 4 de abril de 2019

MEDULIO, CAUDILLO DE LOS ASTURES. EPÍLOGO.



                                                                EPÍLOGO




Los romanos, después de la derrota total de los astures, habían comenzado a explotar las minas por muchas zonas del territorio astur, especialmente las metulas en la zona de Bergidum, que con el tiempo serían las minas de oro más importantes del imperio. Estaban horadando por todas partes el monte Tilenus, con el fin de construir unos canales para llevar el agua a las metulas. Para ello empleaban millares de esclavos y un número indeterminado de hombres libres, que vivían y trabajaban en condiciones infrahumanas. Se cree que utilizaron alrededor de sesenta mil hombres. Les obligaban a horadar las montañas para abrir túneles por donde después discurriría el agua. La obra de ingeniería era fastuosa, pero las condiciones de trabajo de aquellos hombres eran infrahumanas. Muchos de ellos morían. Unos, por las condiciones durísimas de los trabajos. Otros, por las enfermedades que los mismos trabajos les producían, como la silicosis. Muchos, sencillamente por accidentes laborales, ya que en cuantiosas ocasiones tenían que trabajar colgados literalmente de cuerdas, suspendidos sobre enormes abismos en los que acababan precipitándose. El sistema de extracción utilizado para obtener el valioso metal era el de ruina montium, que consistía en acumular un gran volumen de agua en grandes depósitos y soltarla precipitadamente en el momento oportuno. De esta manera conseguían erosionar la tierra. El ímpetu del agua arrastraba los materiales más ligeros y blandos y depositaba los más pesados y duros, entre ellos el oro. En los doscientos cincuenta años que duró la explotación de las minas de las metulas, se cree que extrajeron la ingente cantidad de un millón quinientos mil kilogramos del preciado metal. No en vano pretendieron conquistar aquel territorio.
Éste fue, pues, el motivo principal por el que lucharon durante más de diez años para conquistarlo. Su ambición no tenía límites. No querían perder las ingentes cantidades de oro que sus entrañas encerraban. Para conseguir el orden y la paz en todo aquel territorio crearon la ciudad de Asturica Augusta, que en un principio albergó a la Legio X Gemina.
Desde allí controlaban todas las explotaciones mineras de la zona y el transporte del valioso metal a través de las calzadas que abrieron para comunicar Asturica con el resto de Hispania. También asentaron cerca de Lancia la Legio VI Victrix, que con el tiempo la sucedería la Legio VII Gemina y entre ambas darían origen a Legionem. De esta manera tenían controlado militarmente todo el territorio astur y los pocos focos de insurgencia que surgían eran sofocados inmediatamente.
Por su parte, Fusco fue recompensado por los romanos con el mando del campamento de Asturica Augusta en premio por su valiosa ayuda.

© Julio Noel


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