Querubín te vuelve esa colorada sonrisa
que con su aterciopelado aroma se posa
en los castos labios de una delicada rosa
como áurea abeja que bebe su color sin prisa.
Tu mirada pura de verde esencia se irisa
cuando perlas resbalan por tu cara llorosa,
son como lágrimas que derramara una diosa
ante el arrebolado encanto de una sonrisa.
¿Hasta cuándo dormirás, mi dulce agonía,
tú que has sido para mí mi luz y mi guía
en el piélago de la sombra desesperada?
Como los efluvios que encienden la noche oscura,
así brotarás tú, oh dechado de hermosura,
en el rojo sueño de una rosa perfumada.
De Aromas de nostalgia
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