Cuando se apagan los suspiros de la noche
en el risueño despertar de la alborada,
de un aroma verdeamarillento se llena
el hálito de tu vaporosa mirada.
Como brumas que en el aire se derriten
al besar los sonrosados labios del alba,
así se desvanecen tus sombrías penas
y se tiñe de luz tu cara de grana.
El velo malva de la noche se licúa
cuando se encienden tus fulgurantes fragancias
que brillan en los lenes brazos de la aurora
con alegres lágrimas y soplos de nostalgia.
Eres cual céfiro que en la madrugada besa
el dulce murmullo de la corriente clara,
o cual oreo que en las áureas tardes de otoño
mece los encendidos sueños de mi infancia.
De Aromas de nostalgia
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