En alguna sonrosada mañana de abril
los dedos de mi flébil fantasía han tejido
con finísimos hilos de oro y éter añil
el dorado velo de los sueños del olvido.
Inmaculados efluvios de sangre emanaban
de las heridas de mis recuerdos más queridos,
eran fragantes aromas que al aura arrojaban
los pétalos rojos de mis hirientes gemidos.
Blancas nubes de esencias volaron a los cielos
como enjambre de abejas que busca un nuevo nido,
de mis ojos la luz cegaron con sus vuelos
después de abandonar mi corazón herido.
Una mañana de abril, dulce y sonrosada,
mi flébil fantasía tejió un dorado velo
que cubrió la memoria de mi vida pasada
en el azul soñar por los caminos del cielo.
De Aromas de nostalgia
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