Flor que naciste en el jardín puro de la infancia,
que tus cándidos labios libaban la inocencia,
que con tu aroma encendías el azur del éter,
que tus albinas lágrimas lavaban la pureza.
Flor que violaste la nieve de tu castidad,
que te ruborizaste al besar la adolescencia,
que arrebolaste el cielo azul en tu juventud,
que heriste los ojos del pudor con tu belleza.
Flor que fundiste en el mar tus fragantes lágrimas,
que exhalaste tus colores en la primavera,
que del céfiro besaste las alas doradas,
que en el resplandor brillaron tus risas y esencias.
Flor que naciste cándida como la luz del alba,
que en tu juventud perdiste tu blanca inocencia,
mira cómo rueda devastador el tiempo
hacia el hondo abismo de su implacable existencia.
De Aromas de nostalgia
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