En el límite lejano del tiempo la amargura ascendía
por el árido desierto de la tristeza.
Seguías inyectando tus ojos desorbitados
en mi dolor
y cada vez te alejabas
más del camino de la misericordia.
Ni una palabra dulce en tus labios ni un gesto de ternura
en tu mirada.
Sólo rencor y desprecio.
No podía ser más cruel mi abandono
ni más inhumano mi olvido. En la transparencia
del aire volaban melodías que perseguían la luz y
nacían vagas esperanzas en lo más recóndito
de mi corazón que poco a poco
se iban diluyendo en la
soledad de mi alma.
De Cárcel de amargura
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