viernes, 11 de octubre de 2024

Sentía clavada en mi dolor una mirada llena de sangre

 

Sentía clavada en mi dolor una mirada llena de sangre.

Unos ojos inyectados en odio cruzaban

el álgido fuego que quemaba

mi corazón

y una sonrisa diabólica

se escondía tras una mueca sin rostro.

Una sombra se acercó a mí en la cárcel de mis sufrimientos,

una sombra vestida de negro.

Dos lágrimas de espanto rodaron por la tristeza

de mi soledad

como dos gotas de plomo derretido

que quemaran el hastío de tanta ausencia,

el abandono de tanto olvido,

la angustia de tanta nostalgia.

En los cristales de mi prisión revolotearon

dos pájaros heridos.

De Cárcel de amargura 

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