Antes de la noche amarga fue la luz. La luz que iluminaba
mi camino. Su claridad trasminaba la fragancia
de las flores, la transparencia
del aire, la melodía
del silencio.
Cielo azul por donde volaban mis sueños.
Destello que guiaba mis sentimientos por la hondura de mis emociones.
Como pájaro de cristal subía y subía hasta tocar la luz
en una estrella fugaz
y luego me confundía
con el aroma de las flores
como abeja que busca el néctar de su polen.
Soñar y soñar era mi destino a la orilla del mar
hasta que mis ojos quedaron deslumbrados
por la amargura de la noche.
De Cárcel de amargura
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