Tú y sólo tú veían mis ojos en la luz más oscura
de la noche más lóbrega.
Eras sólo una voz
sin rostro
que golpeaba la exhalación más
tenue de mi alma.
Eras sólo la sombra de un fantasma.
Tu palabra hería los latidos
de mi corazón hasta romper el dolor de mis venas.
Tu palabra hería los latidos de mi corazón hasta teñir
de púrpura mis emociones
y hacerme caer
en la noche más desesperada.
Ven ya a mí, transparencia del alba, y redímeme
de estas cadenas tan amargas.
De Cárcel de amargura
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