Desde la blancura de mi inocencia caí en la amargura
de mi presidio. Desde la blancura de mi inocencia
caí en la lobreguez del llanto.
Una lágrima furtiva
resbaló
por la lentitud del tiempo
hasta horadar los latidos de mi corazón.
Y un suspiro voló hacia la luz de la añoranza.
Cuánta soledad y abandono entre tanto vuelo herido.
Mis manos temblaban
al sentir el frío de una mirada
que se posaba en la orilla de mi espanto,
al sentir la furia de una sombra que se interponía
en mi camino.
¡Oh blanco candor de los campos perdidos!
De Cárcel de amargura