El frío de mi boca
ya no alberga palabras.
Se quedaron escondidas
en los recovecos del alma
cuando entre nuestros designios
se interpuso un mar de infamia.
Cerraste tus oídos
a mis súplicas más amargas
por un equívoco
en mis palabras.
Voy dando voces por el océano del silencio
donde nadie oye mis lágrimas
ni nadie me trae el eco
de una furtiva palabra.
Necesito oír de nuevo tu voz
para que en el silencio de mi alma
pueda escuchar otra vez
de las violetas la fragancia.
De Las violetas lloran lágrimas azules
© Julio Noel
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