Palabras,
y sólo palabras,
buscamos
en la explosión de la primavera
y
en el fondo del agua.
Palabras
como blancas palomas
que
se derriten en la nieve azulada
de
los claros arroyos
que
muerden la montaña.
Palabras
como libélulas que revolotean
sobre
el espejo del agua
en
los aromas de mayo
y
en sus cálidas mañanas,
que
surcan el aire
con
sus traslúcidas alas
y
acarician el tiempo
y
las sonrisas del aura.
Palabras
como abejas que recorren
los
colores del alba
y
besan en ellos
sus
frágiles fragancias
para
endulzar las angustias de la vida
y
sus penas más amargas.
Palabras
como pétalos de flores
que
cubren de oro y grana
la
vida gris que nos rodea
entre
los recuerdos y la nostalgia.
Palabras
como aromas que se expanden
por
el éter y el agua
como
racimos de violetas
con
sus azules fragancias
y
nos hacen olvidar de este mundo
los
fétidos miasmas.
Palabras
como trinos celestes
de
los pajarillos que cantan
en
los bosques nemorosos
los
acordes del alma.
Palabras
como el amor que une
dos
corazones que se aman
bajo
el perfume del heliotropo
a
la luz de la luna pálida.
Palabras
que sueñan, que lloran,
que
ríen, que revolotean, que cantan,
palabras
que llenan de color,
que
aromatizan, que seducen y que aman,
palabras
eternas para salvar un mundo
que
desfallece sin palabras.
De Las violetas lloran lágrimas azules
© Julio Noel