Busqué en el grito de tu mirada
la quietud que debería cubrir la Tierra
con los aullidos de tus aromas
y la blancura de las azucenas.
Busqué en la rosada luz del alba
el somnífero que velara mis penas
con las caricias de tu azulada sonrisa
y la nieve perfumada de la madreselva.
Busqué más allá de los topacios azules
la inextinguible llama de una estrella
que alumbrara a los ojos humanos
la luz de la paz eterna.
Busqué el gemido de un violín
en el silencio azul de las violetas
y sólo hallé las fragancias de la noche
en las lágrimas de mis penas.
De Las violetas lloran lágrimas azules
© Julio Noel
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