Vi gritos desaforados en gargantas enfurecidas,
venas hinchadas como aguzos,
ojos desorbitados,
manos encrespadas que querían crucificar el miedo,
labios que alargaban la rabia contenida hasta
rozar la luz
en horizontes lejanos.
Vi corazones que rompieron
las cadenas del dolor en un estallido delirante.
Luego vi suspiros prisioneros en pechos heridos,
lágrimas congeladas en los párpados del miedo,
palabras que salían hacia dentro,
la amargura descrita por manos trémulas.
Después, la soledad, el frío, el miedo y bocas abiertas
al espanto.
De Cárcel de amargura
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