El otoño de mi vida va dejando
olores ocres y cetrinos
por las sendas del pasado
y por el dolor del camino.
Fatigados caminaban mis pies
por el polvo del olvido
cuando en las sendas de los años
una mirada se cruzó conmigo.
Su luz infundió en mí la esperanza
de beber juntos la copa de vino
que temerosa acercaba a nuestros labios
la cruel flecha de Cupido.
Tu mirada se fundió con el mar,
mi mirada, con el azul infinito,
nuestros pasos se alejaron
por la senda del olvido.
Los aromas del otoño me traen
la nostalgia que no bebimos
en la copa de amor
que nos brindó el dios Cupido.
De Rosas de otoño
© Julio Noel
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