Ay, el otoño de mi vida
va dejando
lágrimas de dolor
por los caminos de mi pasado,
por donde juntos fuimos
sembrando
sonrisas al viento
que se desprendían de nuestros labios
como aladas mariposas
o como cánticos
de pájaros de cristal que venían
a posarse en tu regazo.
En el florecer de la primavera
tus labios se unían a mis labios
y así bebíamos
el elixir apasionado
que se derramaba por los pétalos de las rosas
y por la blancura de los nardos
hasta el paroxismo
de nuestros corazones enamorados.
En la amarillez de mi otoño
ya sólo bebo el vino amargo
del inexorable paso del tiempo
que va dejando mi corazón vaciado
de la pasión loca
con que otrora nos amamos.
Ay, ¿dónde quedaron aquellas sonrisas
que acariciaban el calor de nuestras manos?
De Rosas de otoño
© Julio Noel
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