Una sombra marchitó la candidez de mi inocencia
y me obligó a beber las heces de mi dolor.
Subí con pasos cansados hasta lo más hondo de mi
amargura y allí bebí la hiel de mi desencanto,
allí bebí
el sabor del abandono
y la sed
de la nostalgia.
¡Oh copa de melancolía que te has roto en mis manos!
Subí hasta la profundidad de mis recuerdos
y vi unos ojos que lloraban
lágrimas de silencio.
Llanto de fuego que quemaba mis venas
y derretía el color de mi amargura en los labios
de mi corazón.
¡Oh tristeza y locura!
De Cárcel de amargura
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