Aún recuerdo las horas amarillas que caían sobre mi soledad
en el lento paso del tiempo, la lluvia de tristeza que
velaba mis ojos para no ver la iniquidad de unos labios
que herían el silencio, unos labios que traspasaban la piel
de mis sentimientos.
Aún recuerdo las horas amarillas
que resbalaban por las paredes de mi abandono
hasta cubrir de llanto el hontanar de mi dolor,
hasta rebosar de hastío el cáliz
de mi amargura.
¡Cuántas veces grité para dentro gritos
de resignación y angustia!
¡Cuántas veces hui en alados sueños hasta el lago azul
donde enterré las lágrimas de mis desvelos!
Aún recuerdo las horas amarillas que caían por
mis párpados muertos.
De Cárcel de amargura
© Julio Noel
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