La mañana de insomnio subía por los límites de la melancolía
hasta rozar el agobio de mi corazón cansado,
hasta herir la amargura de mi dolor.
Un gemido oculto en la noche de espanto,
en la noche sin orillas,
huía triste por los pliegues del tiempo, por la curvatura
del olvido, y mi dolor sangraba en mis manos.
¡Oh tiempo herido!
La luz
de una mañana de insomnio
se refugió bajo mis párpados mientras
el abandono exhalaba un grito desesperado.
¡Corazón roto por la apatía de unos lirios
blancos!
De Cárcel de amargura
© Julio Noel