Una noche de luna llena llamé a tu puerta
en la inmensidad de tu morada.
Tu voz no vino a mí.
Se alejó en una carroza blanca
por el mar de las estrellas
en busca del reino de la nada.
Até al hilo de tu voz
el color de mis palabras,
pero se las llevó el viento
entre rojos suspiros y verdes lágrimas.
Me quedé a solas contemplando
la noche blanca.
¡Abre en mi pecho el río de tu voz para que
en mi corazón brote la luz de tu llama!
De Lágrimas de plata en la noche
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