Amanece lentamente sobre mis ojos la lluvia de lágrimas
de la aurora, lluvia que quema el dolor de mi mirada
en la penumbra del olvido.
Luz que ilumina la fragancia de las flores
y guía el vuelo de los pájaros hacia la libertad azul.
¡Ah quién pudiera volar como ellos
hacia esos mares sin orillas,
hacia la inmensidad azul
del cielo!
Amanece lentamente sobre mis ojos y yo sigo ciego.
Mis ojos sólo pueden ver la amargura de mi prisión,
la lobreguez de mi llanto,
el sabor de mi tristeza.
¡Ah quién fuera mirlo para cantar a la luz
en su orilla!
De Cárcel de amargura
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