miércoles, 11 de septiembre de 2024

La sombra sin rostro vigila desde la apoteosis de la inclemencia

 

La sombra sin rostro vigila desde la apoteosis de la inclemencia.

Tiene una mirada verde de envidia, lívida

de ira.

Persiste en el odio y husmea

en la inocencia.

Gotas de rocío como lágrimas caen por la blancura de los

lirios hasta reblandecer la dureza de las rocas,

pero el corazón diamantino permanece infrangible.

Y es que hay horas amargas que no se pueden beber,

tinieblas tenebrosas que opacan la luz,

gritos de rabia que salen hacia dentro,

suspiros que se sumergen en los

latidos del corazón.

Y es que hay horas amargas que se hunden en el

olvido y el abandono,

horas que no se pueden vivir.

De Cárcelon de amargura 

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