¡Cuántas veces gritó mi voz en el sonido del silencio!
¡Cuántas veces se estrelló mi palabra contra el muro
de la iniquidad!
Unos ojos henchidos de odio
y el espanto de una boca se cruzaban siempre
en mi camino.
¡Oh cantos de libertad!
A través de las ventanas de mi dolor podía ver la claridad azul
y beber el canto de los pajarillos que huían de su sombra
perseguidos por la luz.
¡Oh libertad!
¡Quién pudiera ser dueño de su albedrío
y romper con los sueños las cadenas de esta prisión
y poder volar! ¡Volar y volar
como los pajarillos hasta la azul inmensidad!
De Cárcel de amargura
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