¡Qué largo era tu beso!
Su redondez acariciaba el infinito.
Tus labios, ruborosas fragancias,
beben mis suspiros
como pájaros que arden en la lluvia
y picotean las gotas de rocío.
Soledad, flor ajada,
asciendes hasta el último grito,
esfera donde se inmolan las horas,
océano donde habito.
Amanecer de ruborosas fragancias,
copa llena de vino,
pétalos rojos que derraman ternura
en mis labios lívidos.
¡Qué largo era tu beso!
Su redondez llegaba hasta mi delirio.
De Pétalos rojos
© Julio Noel
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