Tuve miedo de una mirada iracunda que hendía el vuelo
de un sueño alígero. Tuve miedo del clamor de unos ojos que cortaba
las alas de la libertad. Tuve miedo del terror de una cárcel
que amarraba con hilos de espanto.
Tuve miedo del abandono.
Tuve miedo de la soledad.
Horas de tedio infinito fluían lentamente
por la orilla de mi corazón cansado
y mis ojos
derramaban
invisibles lágrimas amargas
que iban llenando con parsimoniosa lentitud
el aljibe de mi dolor.
Y por los huecos del desencanto veía alejarse la blancura
de la luz hacia horizontes de ensueño.
De Cárcel de amargura
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