En la soledad de las horas duerme mi angustia cansada de tanto esperar
la luz que la libere del redil del dolor.
Por la pendiente del engaño asciende
el sonido de una voz que va mordiendo lentamente los latidos
de mi abandono
como insaciable roedor.
Palabras hirientes que laceran mis sentidos
en las horas de la soledad.
Aguijones que se clavan en mi corazón.
Suspiros que se diluyen en el olvido.
¿Hasta cuándo perdurarán las heridas de la ausencia
en la blancura de los lirios?
¿Hasta cuándo rodarán lágrimas de dolor
por la inocencia de las flores?
De Cárcel de amargura
© Julio Noel
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