Hubo un tiempo en que se secaron las fuentes de mis ojos
y el frío mordía las uñas del sueño.
Bajo la álgida blancura se cobijaba
la tristeza de unas manos incapaces de esconder
la amargura del corazón.
Las horas se deslizaban lentamente y los pasos del silencio
resonaban en mis oídos como lejanas notas arrancadas por el viento
a la melodía del vacío.
Se abrió la luz
a un cielo de transparencia
y beatitud,
pero una sombra diabólica serpenteó por el olvido.
¡Ah, melancolía derramada en la amargura de mis ojos y
en el llanto de mi corazón!
De Cárcel de amargura
© Julio Noel
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