La copa de la amargura se derrama sobre mi corazón:
hieren mis oídos palabras que brotan
de unos labios incandescentes
en la quietud del silencio.
Ascienden por los pliegues de la inocencia
hasta la noche donde aún descansa la placidez de los sueños
y caen
como ascuas encendidas
por la orilla de mi corazón cansado.
Pájaros heridos revolotean por los labios de los lirios
que beben el aroma de la noche
en la transparencia de la luna.
Mas, ay,
la amargura sigue derramándose a través de la clepsidra del tiempo
y vuestros corazones permanecen mudos
ante tanta indignidad.
De Cárcel de amargura
© Julio Noel
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