Hay horas que no se pueden vivir.
Hay horas de angustia y soledad que rompen el silencio de unos labios.
Horas amargas llenas de vacío y abandono.
Horas que se sumergen en el mar de la tristeza.
Y es que palabras sin nombre hieren tus oídos como ecos metálicos,
hieren tu corazón como latidos de campanas
que tañen la nostalgia del dolor,
hieren tus ojos como espinas que atraviesan
tu mirada de espanto,
hieren tu piel como cuchillas que laceran
el color de tus sentimientos.
La frialdad de la voz sigue martilleando las horas amarillas del tiempo
que pesan en el hastío de unos corazones cansados.
Y caen lágrimas estériles desde el vacío de unos ojos
hasta lo hondo de la amargura y el frío.
De Cárcel de amargura
© Julio Noel
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