miércoles, 15 de diciembre de 2021

Pétalos rojos



1


Una sonrisa triste cae por tus labios

hasta hacer sangrar mis recuerdos,

vas como paloma herida

volando en las alas de mis sueños.

El crepúsculo llora lágrimas de sangre

sobre la nieve de tus pétalos,

tus pétalos se tiñen de arrebolado carmín

que derrite de mi corazón el hielo.

Desde la cerúlea herida de la mañana

lanza sus notas la alondra al viento,

cautiva de su melancólico canto,

inmersa en su cárdeno lamento,

y la tristeza cae por tus labios

como puñal de lluvia por mis recuerdos.

Herida como blanca paloma

vuelas en las alas de mis sueños.






2


Cortaré el aire

para ver si sangra tu aroma

en el canto de un zafiro azul

o en los pétalos de una rosa.

Besaré tus labios

para beber la sangre que derraman

en las alas de un pájaro de luz

posado en el arrebol del alba.

Me hundiré en el color

de tu mirada

para flotar en las olas

de tus ojos

y cortaré la fragancia

de los pétalos de una rosa

para acariciar la ternura

de tu aroma.





3


¡Qué sola estabas en mis recuerdos!

Tu sonrisa se dibujaba

en el carmín de unos pétalos

que por mí suspiraban.


¡Qué sola estabas en mis sentimientos!

Tus besos se deshacían

en el rubor de un aroma

que en el aire ardía.


¡Qué sola estabas en mis sueños!

Tus ojos lloraban

en el arrullo de las olas

de tu mirada.








4


Rompo el color de tus pétalos

para tocar la sonrisa de tu fragancia

y en el sonrojo de tus labios bebo

el aroma de la añoranza.

En las olas del mar me alejé

hasta la luz de un lucero,

en las olas del mar me alejé

para beber el aroma que yo más quiero.

Rompo el rubor de tus labios

para beber la sangre de la amapola,

rompo el carmín de tus pétalos

para morir del mar en una ola.

En una ola del mar me alejé

para beber el dolor de tus pétalos,

en una ola del mar me alejé

para morir de amor en un sueño.






5


                                                                                                                                                Por un beso… ¡yo no sé

                                                                                                                                                qué te diera por un beso!


                                                                                                                                                               G. A. Bécquer



¡Ay, qué daría yo por la caricia de tus labios

que llueven fragancias y ternura en mi boca

cuando bebo el rubor de tus suspiros

entre los pétalos de la rosa!

Por un beso tuyo yo daría…,

no sé qué te daría por un beso,

te daría el alma mía

porque sin tus besos vivir no puedo.

¡Morir por un beso de tus pétalos rojos!

¡Morir por el rubor y la ternura de tus besos!







6


Desde una noche herida de verano

recordé el dolor de tu ausencia

que se rompió en mi boca

como la mirada curva en un espejo.

Mis labios, manchados de sangre,

mancillaron la herida de tus pétalos

derramando dolor sobre el cristal del agua.

Me asomé a la boca de tu ausencia

y sólo vi la cicatriz de tu pasión

que se perdía en la curva del silencio.

Una bofetada de aire tibio hirió mis palabras

que se desangraban en el arco rojo de tus labios

cuando mi dolor se rompía

en los cristales del agua.

Entonces mis labios bebieron

la ausencia de tu mirada.






7


Hoy se quedó sola la tristeza después de la lluvia.

Tus ojos derramaron una lágrima

que se deslizaba por el cristal verde

de tu mirada.

Avanzabas sola por el silencio del camino

con el peso del dolor en tus manos

y en tus labios un suspiro.

Caminabas sola al borde de tu alma

buscando la ternura de tus pétalos

que la había borrado el agua.

Una gota de rocío

hilvanó en tus labios una sonrisa amarga,

que hirió los míos,

y en el cielo azul

se posó el arco de mi nostalgia.








8


En el jardín de tu infancia tejo mis sueños.

Tu sonrisa se estrella

en el aroma de tus pétalos

y cae ensangrentada

a la mar de mis recuerdos.

Busco mi infancia

(¿acaso tuve infancia?)

y no la encuentro.

Por el camino del olvido

se van mis recuerdos

a un mar ignoto,

a un lago azul al borde del tiempo,

y entre los lirios blancos

hallo tu amor eterno.

Tu fragancia quedó enredada

entre mi boca y tus besos.





9


En tus pétalos de aire y luz

canta un pájaro de silencio,

sus notas resbalan en el rubor de tu aroma,

se deslizan por el río de mi dolor

y llegan al mar de nuestros besos.

Una fragancia azul recorre mis venas,

el carmín de la brisa mece tus pétalos,

una sombra de luz brilla en tus ojos,

ojos en los que arde la llama de mi fuego.

Canta, pájaro de cristal, canta,

canta entre las sombras del silencio,

canta, pájaro de cristal, canta,

y enciende las llamas de mis besos.









10


Reposa al borde de la ternura,

tú que abrazas el aguamarina con tu mirada,

tú que enciendes el fuego con tus pétalos,

tú que derramas suspiros de fragancia.

Reposa al borde de mi llanto,

tú que bebes el acíbar de mis lágrimas,

tú que saboreas la amargura de mi hiel,

tú que acaricias el dolor de mi alma.

Bebe conmigo el cáliz de nuestro amor,

bebe conmigo el fuego que nos abrasa,

bebe conmigo la dulzura de un beso,

bebe conmigo la copa de tu fragancia.

Vive en la levedad de mi sueño,

vive en el eco de mi palabra,

vive en el olvido de mis recuerdos,

vive en el regocijo de mi nostalgia.






11


¡Qué largo era tu beso!

Su redondez acariciaba el infinito.

Tus labios, ruborosas fragancias,

beben mis suspiros

como pájaros que arden en la lluvia

y picotean las gotas de rocío.

Soledad, flor ajada,

asciendes hasta el último grito,

esfera donde se inmolan las horas,

océano donde habito.

Amanecer de ruborosas fragancias,

copa llena de vino,

pétalos rojos que derraman ternura

en mis labios lívidos.

¡Qué largo era tu beso!

Su redondez llegaba hasta mi delirio.







12


En la blancura de la noche nació

la ternura en tus labios,

caía desbordada por el perfume de tus pétalos

en el silencio azul. Un pájaro

voló hasta la luz de tus ojos.

En tu risa se estrelló su canto.

Las lágrimas de la luna besaban tu piel

como la besara la blancura de los nardos

aquella tarde de abril

en que tu ternura rozó mis labios.

¡Oh rosa roja de primavera,

tus pétalos se derriten en mi arrebato

en la blancura de la noche en que brotó

la ternura en tus labios!





13


Soñar contigo bajo el arco de la noche

sumergido en el silencio azul,

tus ojos por luceros

donde sólo estás tú.


Soñar contigo en la elipse del alba

sumergido en el aroma de tus pétalos,

beber el carmín de tu fragancia

en el susurro de un beso.


Soñar contigo en el mar de mi nostalgia

inmerso en el azul de las olas,

bogar y bogar por su orilla

con mi dolor a solas.









14


Por tus pétalos resbala un suspiro de luz,

lágrima de plata arrancada a la luna,

cristal que hiere mis ojos

en el espejo azul de una gota de lluvia.

Gota de lluvia que rompe tu fragancia

en los labios de la ternura,

espejo azul en que se reflejan

el mar y la luna.

Por el carmín de tus labios resbala mi mirada

como pétalos de lluvia

que arden en el helor de tus besos

y ya no regresan nunca.

Lágrimas de plata resbalan por tus pétalos

arrancadas a los suspiros de la luna.







15


Los besos de la luna

han borrado de tus labios el color del olvido

y los aromas de la añoranza

se han marchitado como pétalos de lirio.

Hoy mis manos tejen en las olas urdimbres

con peces de plata y el perfume del tomillo,

quiero capturar el color de tus ojos

en las aguas verdes de mi delirio

y el aroma de tu mirada

en el piélago de tu abismo.

Vuelve a mí desde ese mar de silencio

donde te has escondido,

vuelve a mí y esculpe en mis labios

el color del olvido.








16


Llegaste a mí envuelta en un sueño de cristal,

con los aromas de la rosa en los labios,

la cabellera esparcida al viento

y una sonrisa en las manos.

Llegaste a mí suspendida en una ola de espuma,

ceñida con lirios y nardos,

y como alondra que bebe el alba

depositaste en mi boca el agua de tu cántaro.

Tu voz se quebró en el espejo del agua

cuando nos besamos,

y una paloma blanca alzó el vuelo

hasta el edén de los enamorados.

Ven conmigo, paloma blanca,

ven conmigo, náyade de los ríos y los lagos,

juntos beberemos el rocío del alba

entre pétalos de lirio y perfume de nardos.






17


Eras como agua de lluvia

que caía en las alas de mis sueños,

eras rocío en la mañana,

aljófar de cristal,

lágrima de nácar

en la ternura de unos pétalos.

Mi boca se deshacía en la miel de tus labios

y mis labios bebían la blancura de tus senos,

rosa de cristal,

flor de lis,

azucena de mis sueños.

Eres agua de lluvia

en el carmín de mis recuerdos.









18


Tu aroma se sumergió en la inmensidad de la noche…

Era como incienso que caía al agua

en la profundidad de mi sueño.

Espera.

Te haré un vestido con la luz de las estrellas

y con el canto del silencio…

y en la primavera

volveremos a amarnos bajo el aroma del rododendro.

Tu sonrisa,

carmín de amapola,

voló hacia el cielo azul

como una mariposa

y su arrebol

se posó en mi boca.

Volveremos a amarnos cuando el mar se quede sin olas.







19


La luna estaba sola en la inmensidad de la noche

y tu olor se mecía como una ola

en la comisura de mis labios.

Tú eras la que sonreías a los pájaros del viento

entre todos los pájaros

que volaban por el océano del silencio.

Mis manos

tocaban la plenitud de tus aromas

escondidos en los pétalos de la rosa.

Y tus labios

bebían el dolor de mi boca

que se derramaba por la infinitud de tu cuerpo.

La luna lloraba en la inmensidad de la noche

al ver pasar

la incertidumbre de nuestros nombres.

Entonces escuché el aroma de tus besos.





20


Aún recuerdo aquellos cabellos sueltos,

hebras de oro que doraban el viento

cuando caminabas

por la senda de mis sueños.

Tus labios suspendidos

en las hojas de mis recuerdos

y mis palabras rotas

entre el aroma de tus pétalos

que se derramaba por el cristal del agua.

Una sonrisa tuya

vino a robarme un beso

cuando la tarde ya moría.

Aún recuerdo cómo caían tus caricias sobre mi piel

como la lluvia de otoño

sobre los ocres y amarillos de la espesura.

Y en tu mirada se perdía un océano

de ternura.

¡Ah, qué lejos quedan aquellos recuerdos!





21


Una lluvia de caricias recorre tu piel

bajo la plateada mirada de la luna

en la inmensidad de la noche.

Sonríes con una mirada de ternura

que se rompe en mis dedos

bajo un cielo estrellado de besos.

Copos de fragancia caen de tus labios

en la nevada alfombra de mis sueños.

Con ellos tejo yo alas de cristal

que me llevan a recorrer el mapa de tu cuerpo,

como alondra herida que extraviada busca

la cadencia de su gorjeo.

Alas de cristal en luna de plata

rompieron mis sueños.








22


Quisiera escuchar en tu sonrisa

el perfume de tus labios

para apresarlo con mis manos.

La brisa del atardecer enmudeció aquel beso

que se quedó prendido en la melancolía

de la luna.

(Y la noche derramó lágrimas

que habían resbalado por la ternura de tus pétalos).

Hay aromas que nacen

en el silencio

de tu emoción.

Quiero acariciar la palabra

que escuchaban mis labios

cuando la copa de nuestros besos

se rompió en tu corazón.







23


Atravieso la calle del espanto

para cerciorarme de que no estás allí,

tus ojos me miran desde la ventana del vértigo,

una pasión carmesí resbala por mis labios.


Te busco en el envés de las hojas,

en los aullidos del viento,

en el perfume de las rosas,

en la mentira de mis sueños.


Te busco y no te encuentro.


Busco el mar de tus ojos para beber tu mirada,

busco la cúspide de tus senos,

busco el perfume de tus labios

para beber el aroma de tu aliento.


Te busco y no te encuentro.







24


Volverás a mi inocencia

en la madrugada del viento

cuando el canto del mirlo

se estrelle en el espejo de la fuente

y por tu imagen se derrame el aroma del mirto.

Volverás a mí

cansada de oír el berrido del viento

en el desierto de tu voz

escondida en las sombras del silencio.

Volverás a mí

como paloma herida

que corta el dolor de mi mirada

en la noche lejana de mis sueños

bajo el eco del agua.





25


Lenta desciende tu sonrisa hacia mis labios,

las horas de tu mirada

se pierden en un vasto océano

donde las clepsidras han muerto,

la luz de tus ojos cabalga por los pétalos de la rosa

en una noche de incendio,

tus cabellos son perfume que se quema

en el ardor de mis besos.

El brillo azul de una estrella me contemplaba

en la sombra de mis sueños

cuando el arrebol de unos labios

se posó en la comisura de mis besos.

¡Que ya no galope más

el caballo de mis sueños!








26


Otra vez la sombra de tu fragancia

se sumerge en la espesura de la noche

y tengo que beber el perfume de tus pétalos

en el agua sin orilla que fluye por el hueco de tu mirada.

En el vacío de tu ausencia

se esconde un lago de verdes esperanzas

lleno de sueños y brumas.

Flores de niebla cubren sus orillas

y pájaros de espuma revolotean

por la penumbra de tus pupilas.

Una lluvia de amapolas incendió

la inmensidad de la noche

y dos lágrimas de plata rodaron

de la melancolía de la luna.

Mi sueño se desbocó en la llanura gris

de la mañana.






27


Tu sonrisa se derramaba por el rubor de tus labios

y se mezclaba con el arrebol de tu fragancia.

Eras una niña aún,

pero el dolor de tu mirada penetraba

en la savia de los robles

y se esparcía por el bosque de niebla

de mis sentidos.

Un aullido azul descendió desde tus labios

hasta mis ojos.

Tus lágrimas ahogaron la luz de los pájaros

que atravesaban el cristal de la mañana.

Del rubor de la rosa se borró

la sonrisa de tus labios.








28


Un lago azul de nostalgia ocultó

el nacimiento de los pájaros.

Tú querías vivir en los pétalos de la rosa,

oculta en su sombra de luz,

para que nadie pudiera acariciar

la sonrisa de tus labios.

El agua de tu mirada manaba desde tus ojos

hasta mis manos

y fluía por el río del dolor

hasta la nostalgia azul del lago.

¡Si pudiera beber el carmín de tu aroma

en una copa de sándalo

para olvidar el sabor rojo de tu llanto…!

Pero sólo soy una brisa que se mece

en la piel azul del lago.








29


Rosa del amanecer,

por la sonrisa de tus pétalos resbala

el rosicler del alba

mientras una gota de rocío

se esconde entre los pliegues de tu mirada.

Rosa de rocío,

rosa del alba,

por tus pétalos resbala la luz de la luna

que níveas perlas derrama

de la noche en la amargura.

Rosa del amanecer,

tu aroma enciende mis labios

mientras una sonrisa azul

se estremece entre mis brazos.








30


Te has quedado cubierta de espanto

ante la sombra del olvido.

Fijas tu mirada

en el sonido del eco que se han llevado las mariposas

en la noche de mis sueños

y vas contando margaritas

por los pétalos que se han roto en mis labios.

Tu sonrisa se esconde

en el carmín de las amapolas

que apacientan rebaños de estrellas.

Por la cúspide de la noche

se divisa el arco de la luna

que baja a bañarse en el espejo del río.

Una a una resbalan tus lágrimas

por el aroma de la rosa

en busca de un amor que se ha ido.






31


Como los aromas del sueño 

te vas despojando de los pétalos

en el crepúsculo de la tarde.

Una luz horizontal desciende sobre tu fragancia

roja.

La brisa de tus labios se esconde en mi asombro

como los pájaros de sombra

que vuelan hacia el borde del atardecer.

La noche cae sobre mis ojos

y un velo azul borra tu sonrisa.

Ahora que tus perfumes se esparcen

por la piel del agua,

una ola

rompe mi mirada

y un beso se estrella

en la orilla de tus pétalos.







32


Pondré mis labios en el perfume más hondo

de tus pétalos

y beberé la nostalgia

de mis sueños.

Pondré mis manos en la sonrisa más profunda

de tus besos

y acariciaré la ternura y el carmín

de tus labios,

¡oh encantadora alegoría,

flor de mis desvelos!

Pondré en el mar de tus ojos la sal

de mis anhelos

y beberé el aguamarina

que mana de ellos,

¡oh flor de lis, azucena blanca, lirio azul,

dulce veneno!






33


Viniste a mí en un pétalo lleno de ternura,

tu sonrisa en el cáliz de una flor,

tus labios de sangre que perfuman

el inefable suspiro del amor.

Viniste a mí, gacela de las nieves,

bañada en la luz del sol,

desnuda entre rosas y claveles,

envuelta en el velo de la pasión.

Un canto amarillo llegó a mis oídos

prendido en el pétalo de una flor,

como la fragancia del mirto

dulce y olorosa era su voz,

sembró en mi corazón herido

la semilla de la ternura y del amor,

mas, ay, el pájaro abandonó su nido

y me dejó sumido en un profundo dolor.






34


Tu aroma cae como lluvia ensangrentada

en los suspiros de la noche,

río de lágrimas que va llevando mis penas

al mar de mis emociones.

La luna detiene su paso

para ver tus lágrimas rodar

por el carmín de tus pétalos,

por el azul del mar.

Tu fragancia cae como fuego ardiente

entre los gemidos del bosque,

lluvia de llamas que enciende

el estallido de mis pasiones.

La luna suspira

al ver tus lágrimas rodar,

la luna suspira

en la orilla del mar.





35


Te espero solo en la noche,

con tu ausencia entre mis brazos,

con tu fragancia en mis dedos,

con los suspiros de la luna

rodando por tus pétalos,

con la nostalgia al borde de mis labios.

Te espero en la orilla del horizonte,

inmerso en la luz de la luna,

para decirte tantas cosas…,

para beber tus lágrimas de dulzura.

Te espero en el piélago de mis sueños,

en los mares de mi fantasía,

en el aroma de tus besos,

en el rubor de tu poesía.






36


Si no te hubieras ido...,

¡ah, si no te hubieras ido!

Habría derramado poesía para ti

en los pétalos de los lirios,

habría dibujado con la sangre de tu aroma

nubes de grana en el cielo vespertino,

habría robado sueños a la luna

para estar contigo,

habría grabado tu nombre en las estrellas

a fuego y cuchillo,

habría…

Habría bebido el mar de tus ojos

y la ternura de tus labios habría bebido.

¡Habríamos bebido tantos licores…!

¡Ah, cuántos licores habríamos bebido!

Pero te alejaste de mí,

te alejaste de mí y rompiste entre tus manos

la copa de amor que no bebimos.






37


Si volvieras a mi lado...,

¡ah, si a mi lado volvieras!,

detendría el tiempo en el fulgor plateado de la luna,

detendría el tiempo en la sonrisa de las estrellas

para darte el aroma de la rosa

o la nívea fragancia de la azucena,

la colonia azul de la lavanda

o el blanco perfume del jazmín y la madreselva.

Si volvieras a mi lado...,

¡ah, si a mi lado volvieras!,

pondría la ternura de un beso en tus labios,

en tu frente rizaría la sortija de tus guedejas,

besaría el carmín de tus pétalos

y en tu boca bebería licor de fresas.

Pero te has ido y entre mis brazos

has dejado el hueco de tu ausencia.








38


La frente de la luna palidecía en el azul,

tus manos acariciaban mis manos,

una perla de rocío resbalaba

por el perfume de tus labios

y una gota de ternura se deshacía

en suspiros amargos.

Entonces,

en la luz cenital del alba

estalló un olor azul a orquídeas

que iba extendiendo sus alas

por el contorno de tu sonrisa.

Y el arrebol fragante de la rosa

encendió en la noche alba

el delirio de mi boca.






39


Hirió mi piel

el olor a violetas de tus manos,

manos como pétalos de amapolas

que volaron hasta el borde de mis sueños.

Una lluvia de plata borró la noche

y un silencio azul despertó

el gorjeo de los pájaros.

Tu mirada se hundió en un océano

y tu sonrisa

se rompió entre mis dedos.

La noche

se derramó sobre tu ternura

y mi nostalgia bebió el aroma

de tus besos.








40


Copa de fragancia en la noche,

aroma carmesí entre mis manos,

ardiente pasión en la penumbra de mis emociones,

roja eternidad rota entre mis brazos.

Arrojaste tu velo carmesí,

derramaste el rubor de tus pétalos en mis labios,

surgiste en la espuma de una ola como Venus Afrodita

y te mostraste desnuda en tus encantos.

En el sosegado despertar del alba

quise besar la sonrisa de tus labios,

pero el aterciopelado carmín de tus pétalos

se deshizo entre mis manos.

¡Oh rosa de primavera,

delicado aroma de abril,

rosa de mis desengaños!







41


Estalla tu color

en la curva azul del tiempo,

mientras en la orilla de tu boca

se confunde mi dolor con tu lamento.

De tus rojos corales ha brotado

el aroma de un beso:

paloma herida

que se desvanece entre mis dedos.

Como el nacer del alba

se escapa una sonrisa de tus pétalos,

en mis labios la quisiera posar

para decirte cuánto te quiero,

y llenar con ópalos verdes

de tus ojos el piélago.








42


Deja que mis dedos toquen el silencio de tus labios,

que entre en la ternura de tus pétalos,

que tu sombra me abrace en este mar de aromas

que invade tu cuerpo.

Una lluvia de emociones se derrama sobre mis manos

cuando acaricio tu piel,

una nube de deseos se eleva hasta tocar la plenitud

de la noche

y mis dedos se alargan hasta rozar el borde

de tu silencio.

Sombra que te desvaneces en la sombra,

pasión, locura, ensueño,

deja que acaricie la sonrisa de tus labios,

que beba la redondez de tus besos,

que tus ojos me abrasen,

amor eterno.






43


Con la plenitud de la luz de tus labios

llegaré a tu ausencia.

Te buscaré entre las fragancias y los pétalos caídos

en los colores dorados del otoño.

Seguiré las huellas de tu sonrisa

en el sonrojo de la rosa

y beberé en él el rubor de tus besos.

Nostalgia de mi ayer,

sólo tengo en mis manos

el dolor de tu recuerdo

y el latido de tu ausencia.

Ausencia que se diluye

en el fuego de tus pétalos.










44


Eres la fragancia de la rosa

o la brisa que besa el carmín de la amapola,

flor que ardes en el fuego de la tarde.

Esperaré a que llegues suspendida sobre una ola

y que me traigas el aroma de tu sonrisa

en el rubor de tu boca,

lirio que besas el reflejo de la luna.

Esperaré sumergido en las noches azules,

a la orilla del mar,

bebiendo la brisa como gaviota que vuela

y vuela sin poderte alcanzar.

Y beberé el silencio de la noche

y la luz de las estrellas...

Beberé la sonrisa del alba

hasta embriagarme con tu presencia.






45


Ya no recuerdo los puñales de frío

que se clavaban en mi memoria

ni las flores blancas que caían

en la profundidad que soportaba mi dolor.

Todo era desolación en la mueca del frío.

De tus labios ya no manaba el perfume rojo

de mi sed. Sólo la blancura helada de la

desesperación. ¡Ah!, la luna lloraba

lágrimas de plata que se congelaban

en el asombro del río.

Y tu mirada se perdía

en el eco de mi voz.

Unos pétalos tiñeron de sangre

la blancura de las flores

que caía en el abismo de mi dolor.









46


El arrebol de tus pétalos

engalanó el crepúsculo de grana.

Los dedos de la sombra van llenando

de silencio azul el horizonte.

La noche cabalga sobre la luna

y ahora los búhos ya no sueñan con musarañas.

Un lirio blanco llora sobre el agua

y tus lágrimas se rompen como perlas

en el reflejo de la luna.

Hay horas para beber tus suspiros

con acíbar y limón en el cáliz del dolor.

Besaré esa lágrima que se derrite en tus labios

como gota de fuego que abrasa mi pecho

y me abandonaré en el sueño del amor.






47


Cuando te vayas,

¿qué aroma recordará el último pétalo

de tu boca? ¿De qué color será

la fragancia de tus suspiros?

Una nube azul de pájaros

oscurece el horizonte de mis sueños

mientras dos olas se besan en un mar de lirios.

¿Es el perfume de la rosa,

o es el aroma de mi delirio

que va en busca de unos labios

en la orilla de tu ausencia heridos?

Tu boca rezuma perfume de azahar,

tus labios manan agua de mirto.

Cuando vuelvas,

beberé en la copa de tus pétalos

el aroma de tus suspiros.









48


La infinitud de tu mirada se derramaba por el mar

que tú mecías en el arco de las olas.

Surgiste de la espuma triunfante

como una Venus Afrodita.

Un chorro de fuego se deslizaba

por la curva de tus ojos

y el sonrojo caía a la arena

en una lluvia de pétalos.

Dibujaste una sonrisa en la mueca del aire

y de tu boca se escapó una palabra

como flecha que corta la luz y el tiempo.

Entonces tus labios besaron el silencio.







49


Sonrojada en la luz de la tarde

sonríes al viento

que resbala por el color de tus pétalos.

Aromas embriagadores

se derraman en mis manos

al acariciar tu mirada.

Eras esbelta en la noche.

Un volcán de perfumes brota de tus labios

cuando me hundo en el piélago de tus ojos.

Tus palabras picotean mi dolor

como gorriones inquietos

que huyen de tu ausencia.

Amanecer de nostalgia.







50


A la orilla del agua

soñar que estoy contigo,

beber la luz del alba,

pensar que no te has ido.

Sentir los labios del viento

acariciar la desnudez de tu piel,

besar el carmín de tus pétalos

como si fuera la última vez.


A la orilla del agua

soñar con tu sonrisa,

beber la ternura de tu mirada,

tocar el calor de tus caricias...

Y dejarme llevar por las olas

a un paraíso de sueños infinitos

con el fantasma de tu voz a solas.


A la orilla del agua.







51


Rocié con el aroma de tus pétalos

el color de la esperanza

que encerraban tus bellos ojos

en el piélago de tu mirada.

Busqué en el azul del cielo

el color de mis sueños

que se iba deslizando

entre nubes de algodón y terciopelo.

Con el verde de la esperanza

y el azul de los sueños

tejí un color de ilusiones

para irisar las llamas de nuestros anhelos.

Al alba escuché el canto de la calandria

encadenado a la luz de un lucero.








52


La lluvia de abril se tiñó de sangre

al estrellarse contra tus pétalos

y tú enrojeciste como las ventanas del aire

que se abren a la declinación del ocaso.

Eres una mancha de carmín en la tarde

de silencio.

Por tus labios resbaló una sonrisa

para portar en sus alas

el aroma de un beso,

beso que se quemó

en la noche de mis recuerdos.

Mis labios ya no beben

el aroma de tus besos,

beben la lluvia de abril

que derramó su sangre en tus pétalos.







53


Soñé que tus labios me besaban,

que tus pétalos ardían

como amapolas en llamas.

Soñé que mis manos se deslizaban

por los lirios azules

de tu mirada

y que mis dedos

acariciaban los rizos

de tus besos.

Soñé que mis palabras se perdían

en el aroma de tu aliento

y que nuestras almas volaban solas

en busca de aquel amor ya muerto.

Soñé que tú soñabas que yo soñaba

con nuestros lejanos recuerdos.









54


Partimos los dos:

tú por el lucero de la tarde,

yo por el del alba.

Tu sonrisa mecía el silencio de la noche,

el hálito de mi corazón, la luz de la alborada.

Partimos los dos en el bajel de nuestros sueños

en busca del oro de la mañana,

tu cabellera flotaba al viento,

mi amor volaba en tus alas.

Partimos en el corcel de nuestras ilusiones

en busca del país de la magia.

Tú te desvaneciste en el arrebol de tus pétalos,

yo me apagué en el mar de tu mirada.







55


¿Eran tus lágrimas las que caían

por la ternura de tus pétalos

o era el llanto de la noche

que venía a robar el color de tus besos?

Blanca paloma,

¿escondiste tu vuelo

en el rumor de las olas

o en el azul del cielo?

Era tu sonrisa la que resbalaba

por la tersura de tu terciopelo

en la noche azul

en que vine a robarte un beso.

¿Eras tú, oh blanca paloma,

la que suplicaba, entre lirios y rododendros,

a la orilla del mar,

que bebiera el rubor de tus pétalos?









56


Dame tu aroma.

No te refugies en tu ausencia

ni escondas tus lágrimas

en tu último recuerdo.

Déjame llegar hasta tus labios

para beber la luz de tus pétalos

y escuchar la dulzura de tus fragancias

derramada en la orilla de mis sueños.

Déjame besar las caricias de tus manos,

déjame acariciar la ternura de tus besos,

déjame rozar el color de tus labios

para beber la luz de tus pétalos.

Déjame tocar el confín de tu ausencia

para no morir en el vacío de mis recuerdos.





57


Tus pétalos son destellos,

ráfagas de luz y de aroma

que se purifican en el crisol del tiempo.

Tus pétalos son rubíes que ruborizan

la blancura de tus besos,

amapolas que sangran

cuando toco su perfume con mis dedos,

claveles rojos que encienden

el fuego de mis anhelos.

Cuando derrama su cantar la calandria

por la quietud de mis sueños

y desde el lucero del alba le contesta

el gárrulo jilguero,

tu fragancia se hunde en mi nostalgia

y mis labios arden entre tus pétalos.









58


Tú que conoces el cálido aroma de las rosas

y el blando vuelo de los pájaros que se han ido,

tú que conoces el murmullo de las olas del mar

y la sonrisa azul de las flores del lirio,

tú que conoces los arcanos secretos de las rocas

y el dolor que derrama un corazón herido,

rasga el velo que oculta la luz de mis ojos,

rompe las cadenas que atan mis sentidos.

Apaga la sed que va quemando mis labios

con el agua que mana de la fuente del olvido,

así, lentamente, irá ardiendo en mi memoria

la amorosa llama de tus pétalos encendidos.

Pienso en la noche que quise besar tu aroma

y lloro tu ausencia en mi dolor escondido.






59


Unos labios caían rodando

por la plenitud de tus pétalos

y unas manos volaron como palomas

para posarse en la blancura

de tus senos.

Volaste hacia la luz de las estrellas

mientras me hundía

en el abismo de tu mirada,

¡oh rosa encendida,

cáliz de púrpura fragancia,

que te derramas en la inmensidad

de tu ausencia!

Posa en mis manos tu ternura

para que acaricie el rubor de tu sonrisa.







60


En el silencio de la noche,

que como plomo pesa en mis párpados,

estás tú, pétalo o fragancia solitaria

que ilumina la voz de mi insomnio.

Tus manos, blancas como lirios,

acarician mi desvelo

que restaña el dolor de la noche.

Tus ojos arden en las tinieblas

como verdes luceros.

Entonces se rompe el silencio

y un grito desgarrador huye

por las arterias del aire

hasta más allá del universo.

Mi insomnio,

como pájaro de alas pensiles,

cuelga de tu ausencia en el vacío.





61


He escuchado la voz del silencio

en el jardín de azucenas

que ilumina el crepúsculo

de tu mirada.

Ibas sola

por el camino de la duda

en busca de la seguridad del mar.

El rubor de tus pétalos

encendió

tu ajada piel.

Entonces,

una ola de frío

arrastró mi angustia

por las cañerías de mis venas.









62


Al acariciar la piel de tus pétalos

busco el fuego de aquellos besos

que arden en el recuerdo del olvido.


La sonrisa de una flor va flotando

por la orilla del viento

deshecha en destellos infinitos,

su perfume estalla

entre mis dedos

como burbujas multicolores en el vacío.


De tus labios volando se escapa

la frescura de tu boca,

de mis labios, un suspiro.








63


¿No oyes la voz de las estrellas

que se pierde entre los aullidos del viento

en el murmullo de la noche?

Toca la blancura de los lirios

que se rompe

en la suavidad del agua

y aspira la sonrisa de las flores

que se empapa

en la fragancia de la rosa.

Acaricia con tu mirada

el dolor de mis dedos,

que no hiera nunca más la ternura de tus pétalos.

Cuando no oigas ya nada,

búscame

en el alarido del silencio.







64


Escucho el perfume del amanecer

que se derrama

por la ternura de tus pétalos

como un mar de soledad

en la lluvia del silencio.

Oigo una voz azul que grita

desde la profundidad de mis sueños:

es el eco de tu soledad,

es el claro de luna

que cae como lluvia de plata

sobre mis labios muertos.

Estás sola en el mar,

y en tu soledad lloras mi recuerdo,

como llora el rocío en la rosa

o la fragancia de la azucena

en la dulzura de un beso.






65


Sueño que te sueño

cada noche que estoy contigo,

sueño que te sueño

y que sueño es todo lo que he vivido.


Vi brillar

tus labios entre los lirios,

vi sonreír

tus ojos entre los mirtos.


Y ahora,

¿quién llevará tu aroma

hasta el olvido?

¿Quién cerrará mis ojos

para que no beban en tus pétalos

su rubor encendido?








66


Pétalos de aroma rojo eres

en nieve azul esculpidos

que van dejando en mis labios

besos de amor encendidos.

¿Quién vio

en la angustia amarilla de la tarde

derramar lágrimas a un lirio?

¿Quién escuchó

en el piélago de tus ojos

el amargo expirar del olvido?

Pétalos de aroma rojo

en nieve azul esculpidos,

vais derramando fragancias

por los mares del olvido.





67


¿Qué aroma roto llegó a mí

en los labios del alba?

¿Fue el perfume de tus besos

o fue la voz de la alondra

que hirió

el sonido del silencio?

No fuiste tú, no,

la que hirió la luz del alba,

fue el vuelo de la paloma,

que en vez de volar al mar

voló a la montaña.

Tu perfume llegó a mí,

pero no tu voz,

que se quedó dormida

en la luna de plata.







68


¿Eres tú, realmente,

o es la brisa de tus labios

que desgarra el silencio de la noche?

¿Eres tú

o es la fragancia de una rosa

que llena el vacío de tu ausencia?

Cuando sepas besar la bravura del viento

o beber la luz de la luna,

cuando sepas estrechar entre tus manos

la blancura de la azucena

o el dolor de mi llanto,

entonces acariciaré

el color de tus pétalos

y la sonrisa de tus labios.

Pero ahora sólo besaré

el hueco de tu nostalgia.






69


¡Qué lejano aquel sonrojado resonar

de tus pétalos

en los labios de una mariposa!

¡Qué lejano aquel perfume

que en mis labios

derramaba la rosa!

Un aroma o una gota de rocío,

un beso roto por un suspiro,

una lágrima que se derrite en la nieve

de tus manos,

un gemido lejano,

una ola en tus pupilas,

un sueño, un adiós, una sonrisa...

Y entre los dos,

la sombra del olvido.








70


Tú y yo

y nadie más,

tú, en mis sueños

y yo, en tu mirar.

Después, la luna y el viento,

y las olas del mar.

Después, el rubor de tus pétalos,

la dulzura de tus besos,

el rumor del silencio,

la noche dormida

y mi soñar.

Tú y yo

y nadie más,

tú y yo

y las olas del mar.






71


Cuando te miro en el límite del olvido,

veo un susurro lejano de aromas

que revolotean en el atardecer.


Cuando te miro en el borde de una estrella,

veo una sonrisa que llora

en la amplitud de un perfume.


Cuando te miro en los quejidos del viento,

veo unos labios que se ocultan

en el carmín de unos pétalos.


Cuando te miro en los ojos de mis sueños,

veo una fragancia que resbala

entre las caricias de mis dedos.








72


Tu mirada se sumergió en el fondo del océano.

Estabas sola en la inmensidad de la noche,

tu voz era el silencio que acariciaba mis manos

cuando mis labios rozaban

la piel de tus pétalos.

Entre los sollozos de la noche,

una ternura se posó

en la comisura de mis labios

como una fragancia derramada

sobre la nieve de tus senos.

Mis labios se posaron en tu perfume

y tus pétalos se derritieron entre mis dedos.

Después la noche se sumergió en su inmensidad

y tu mirada se ocultó en las profundidades del océano.







73


Así vienes a mí:

como la nieve que cae

en la blancura de los lirios,

como el arrebol que acaricia

la ternura de la rosa,

como el perfume que besa

una gota de rocío,

como un sueño sin alas,

como un pájaro de luz,

como la brisa,

como la lluvia,

como el viento.

Vienes a mí

como una sonrisa prendida

en el rubor de unos pétalos.







74


Amor, te has ido

por las orillas del tiempo

y por los ríos del olvido.

Has muerto en los labios de la luna

una álgida noche de invierno.

Ya no bebes los besos

que derramaban unos pétalos

en la brisa del amanecer,

ni la blancura de un lirio,

ni el dolor de mi delirio.

En el hueco de tu ausencia

sólo queda el aroma de unos pétalos

que ahora acaricio entre mis manos

para besar tus recuerdos.

Ya no sé si eres tú

o una mariposa que vuela

sobre las cenizas del silencio.





75


Entre la sonrisa de unos pétalos

tembló tu voz. No eras tú

la que hablaba, era el silencio

de tus manos que acariciaba

mi mirada cuando una nube

de perfumes selló nuestros labios.


Entonces estalló la luz

y quisiste ocultarte tras la luna.


Y te ocultaste

entre las rosas y el silencio,

con tu voz azulada

y tus labios ensangrentados

acariciando el dolor de mis besos.








76


Sola en la blancura del alba.

Perlas de rocío recorren

la sonrisa de tu cara.

Tus manos acarician las hojas del tiempo

que rompen la brisa de la mañana,

tus ojos se pierden

en el piélago de tu mirada

y tus pétalos colman la copa de mis sueños

con el rumor de su fragancia.

Bebe conmigo el néctar de tus labios

en un cáliz de plata,

hecho con las lágrimas de la luna

y con los suspiros de mi nostalgia.

Sola en la noche azul,

sola en la blancura del alba.






77


Eres la rosa abierta de mi jardín olvidado.

Caminas por los pasos perdidos

del mar de mis sueños.

Un perfume redondo estalla

en los muros de la noche.

Lágrimas de fragancia brotan de tus pétalos

para ensangrentar la lividez de mis labios.

Mis manos acarician tu sonrisa

bajo una lluvia de plata

que cae de la luna

mientras escucho en tu mirada

el arrullo de tus ojos.

¡Oh rosa de abril

en noche de insomnio!






78


Eres la brisa del amanecer en el carmín de unos pétalos.

Sola en la lluvia del tiempo

y en la luz de tu mirada.

Única en los pensiles pletóricos de fragancia.


Eres la ola que invade el hueco de mis sueños.

Gota de lluvia que horada el aroma

de un beso. Gaviota que vuela

sobre el ancho mar.


Eres el oro de la tarde que cae sobre mi llanto.

Risa del aire que se fue.

Fulgor del lucero del alba.

Canto del ruiseñor al anochecer.


Eres el silencio de unos labios que me hablan.

Sonrojada sonrisa que llora.

Perfume de unos pétalos que se derriten

en la pasión de mi boca.





79


Suspendida en un sueño azul

apareciste

ante mis ojos mortales.

Un rayo verde

brotó

de tu mirada

para herir el fondo de los mares.

El sonrojo de tus pétalos

tembló

ante el candor de una fragancia

que besó el carmín de los rosales.

Entonces te desvaneciste

entre mis brazos

y tu hechizo

se deshizo en el aire.








80


Desnuda surgiste ante mis ojos

en el silencio sonoroso de la noche.

Una lluvia de oro caía desde tu cabeza

hasta el horizonte de tu mirada.

Eras sonrisa en el viento

y pétalo etéreo

que rompía la luz del agua.

El rubor de tus labios

heló

el ardor de mi pasión

y una fragancia azul

cautivó

el eco de mis palabras.

Pero te fuiste de la luz de mis ojos

y te sumergiste en la noche callada.






81


¿A qué mar debo dirigir mis pasos

para hallar tus ojos?

Guíame hasta el piélago infinito

donde se esconde tu mirada,

porque sin tus ojos

me perderé en la oquedad del aire,

en la luz sin sombras,

en la ausencia llena de silencios y palabras.

Tu voz resuena en mis recuerdos

como susurro de flores en la sonrisa del alba,

como el canto del ruiseñor

en una noche de luna llena,

como el silbido del viento

en el vuelo azul de mi nostalgia...

Y tu mirada se pierde en el mar de mis sueños.








82


Al atardecer tus pétalos huyen de su color

como pájaros que se zambullen

en el océano de la noche,

y mis ojos se quedan atónitos

contemplando

el espejo oscuro de tu fragancia.

Como una ola tu mirada impregna

el viento azul

que se posa en el borde de tus labios,

pito real de alas rotas

que en su pico lleva

el aroma de un beso.

Y mis labios sangran su dolor

en el límite sombrío de la playa.







83


A lo lejos

se oye cantar un corazón

en la sombra.

El mar está en calma

y tus pétalos se rompen

bajo el carmín de su fragancia.

La tarde se derrite en un fuego abrasador

que arde en los labios de tu ausencia.

Eres pasión en la redondez de una rosa.

Una sonrisa suspendida en el aire

deja caer tu rubor en mi boca

como lluvia de fuego

que apaga

de tus ojos las olas.

El mar rompe su calma

y el corazón ya no canta en la sombra.








84


Fundirnos en un sueño,

tu sonrisa en mis manos,

tus lágrimas en mis besos,

y bajar y bajar hasta las estrellas,

y subir y subir hasta el abismo del océano.

Tus manos en una caricia,

tu boca en un espejo,

tus ojos en el mar

y mi dolor en tus besos.

Bajar y bajar hasta tu fragancia,

subir y subir hasta el rubor de tus pétalos,

y volver en la luz de la mañana

a soñar que volamos

en las alas de nuestros recuerdos.






85


Te zambulliste como una ondina

en el asombro de mis ojos.

Una sonrisa tuya se posó

en la sombra de mi mirada

como mariposa

que acaricia

la ternura de una flor.

El fuego de tus pétalos

quemó la luz del agua

que susurraba al lado de tus caricias.

Junto a mí pasó

un perfume alado.

Y mis besos…,

mis besos cayeron

en el manantial de tu sonrisa.







86


Prisionero en su color

está el aroma de tus pétalos.

Como lluvia sonrojada

cae sobre mis dedos

cuando acaricio

el olor de tu fragancia.

Un susurro de silencio

nada por el arco de tus labios

para sumergirse en el abismo

de tu mirada.

Cae la sonrisa de la luna

en el hueco de la noche

y en el color de tus pétalos

se oculta

el canto del ruiseñor.

Tu cabello ondea en un espejo de plata.






87


Eras aroma en el aroma

que las caricias del viento besaba,

eras la luz de mis ojos

que en la ternura de tus pétalos

se posaba.

Juntos bebimos el céfiro

que nos sonreía en la mañana,

juntos en nuestros sueños

volamos hacia la felicidad

de la idílica Arcadia.

Eres aura en el aura,

aliento divino,

pétalo que coloreas

la plenitud de tu fragancia.

Eres el fuego que enciende

el soplo azul de mi alma.




88


No era la brisa ni el viento, no.

Eras tú que pasabas besando el color de unos pétalos amarillos

como el pájaro que bebe el rubor de una nube.

Eras tú que derramabas la sonrisa de tus labios

como pétalos rojos en un racimo de lirios.

Eras tú que te sumergías en la luz del alba

como el vuelo de la alondra en la orilla del olvido.


El oro de tus cabellos cayó sobre mis manos,

el perfume de tu sonrisa se estrelló en mis labios

aquella tarde de nuestro primer beso.


No era la brisa ni el viento, no.

Era tu aroma que se rompía en la luz de un espejo,

era tu mirada que se estrellaba en una ola,

era tu sonrisa que caía como una cascada

por el abismo de tu boca.


Aún me duele tu ausencia

cuando recuerdo aquella tarde azul y oro.




89


No era tu mano la que acariciaba mis besos,

ni tu boca la que sonreía en mis labios,

ni la niña de tus ojos la que tocaba la melodía

que se hundía en el vuelo azul de los pájaros.

No era la ternura de tus pétalos

ni la nieve de tus manos

ni el oro de tus cabellos

ni la brisa que se escondía tras los álamos.

Si no eras tú,

¿quién cantaba en mis sueños

la canción lírica de los enamorados?

¿Quién posaba sus besos

en mis labios?

Era una sílfide que por el aire

se llevaba mis suspiros más amargos.









90


Solo ante la luz del agua

vuelven a mí los momentos

que llenaron de sueños azules

los rincones más dulces de mi infancia.

Recuerdo la sonrisa de tus labios

entre las flores del jardín

donde mi soledad se escondía suspirando.

El oro de tus guedejas

acariciaba el perfume del jazmín

que caía en mis manos.

Los pétalos de una rosa

se sonrojaron

ante la sonrisa de tu mirada.

Tu mirada se perdía en el verdemar del océano.








91


¿Dónde están tus ojos

cuando en la noche oigo rumores

que ciegan mis ojos?

¿Dónde está tu mirada

cuando en la noche mis sueños

cabalgan sobre un corcel de plata?

¿Y tus labios?

Tus labios, pétalos de amapola

que se derriten en el sonrojo de mis besos.

Tus labios que acarician el terciopelo de la rosa

en el jardín de mis anhelos,

labios de fantasía,

labios de ensueño.

¿Dónde estás tú

cuando en la noche abro mis ojos y no te veo?

¡Oh, ausencia perdida en el mar,

sin barca y sin remos!






92


En las noches que me invade el olvido

siento ganas de beber el perfume

que tus labios derraman en el dique del vacío.

Rozo tu ausencia con la ternura de mis besos

mientras mi llanto resbala

por la sonrisa de tus pétalos.

Y mis manos se adelgazan hasta tocar

las caricias de un aroma

que se lleva el viento.

Tus palabras se van alejando de mí

por las llanuras de un mar inmenso.

Quiero asirlas,

pero se deslizan entre mis dedos.

Entonces apareces tú,

nadando,

en las brumas de mis sueños.





93


Como lluvia de oro

que bañara el jardín del silencio

cae en mis labios

el aroma de tus pétalos.

Por el viejo camino de la tarde

van caminando mis recuerdos,

por aquel camino dorado

que conducía al jardín de tus besos.

Tus pétalos ocultan el silencio

en que se desangra la tarde,

lluvia de fuego que se mece

en la brisa de los rosales.

Mi voz se hundió en tus pupilas

buscando los besos de tu aroma

que se van suspirando

por las lágrimas de una rosa.






94


Mi corazón sangra

en tu jardín sin rosas.


Como lluvia de rocío

cae mi melancolía gota a gota

por el rubor de los pétalos

que hiere el sonreír de las rosas.


Mi melancolía se sumerge

en el mar de tu boca.


En un rosal desnudo

solitaria llora la alondra

su canto de dolor

a la ausencia de las rosas.


Mi corazón sangra

en un jardín sin sonrisas y sin rosas.




95


Eres la rosa del atardecer

que va sembrando fragancias como sueños

por el camino que acaricia

la luz de tus pétalos.

Un lirio que derrama su nostalgia

sobre el dolor de mi pecho,

que va pintando brisas de oro

por los topacios del cielo.

Como lluvia de abril cae en mis labios

el dulce aroma de tus besos,

aroma que tiñe de rubor

la nieve de tus pétalos.

Eres la rosa del atardecer

que va sembrando fragancias como sueños,

sueños que quedan prendidos

en el oro de tus cabellos.








96


Acariciando el color de tus pétalos

busco en cada suspiro

el rumor de una fragancia

que una tu corazón al mío.

Desnuda como una ola llegas a mí.

En tus manos de nácar

portas dos lirios:

su perfume lleva

los besos de amor que nunca nos dimos.

¡Ay, el borde de mis labios

acaricia la ternura de una flor

antes de desvanecerse en la sombra del olvido!

Unos pétalos se apagan

en un amor encendido.






97


En las horas tristes del rocío

va cayendo sobre mil piel

el aroma de tus pétalos heridos.

El temblor de mis dedos se estrella

contra el hueco de tus palabras,

palabras que como pájaros de nieve

se posan en la ternura de tu fragancia.

En la ribera de tus labios

mana una fuente aromas

que llevan sonrisas y flores,

agua de jazmín y rosas.

Suspendida en el aire azul de la mañana

me sonríes bajo el sonrojo de tus pétalos

como ninfa enamorada.








98


Más allá de tu ternura

se escuchaba el eco del silencio

como un suave aroma

que se derretía entre las llamas de unos pétalos.

El dolor de tus labios caía

en las olas de espuma blanca

que cabalgaban por el mar de mis sueños

y tu sonrisa se posaba en mis manos

como la sombra de un pájaro

en el azul del cielo.

¡Oh ternura hecha rosa

en el carmín de unos pétalos!

¿Cuándo podré apagar con mis labios

la sed de tus besos?

No quiero seguir tocando el dolor de tu perfume

con las caricias de mis dedos.






99


Te alejaste de mí

como se aleja el perfume de la flor,

sin dejar huellas en su camino.

En tu vuelo no sembraste pétalos de rosas

ni versos de amor,

sólo la semilla del olvido.

Te alejaste

dejando en mis manos los besos de tu fragancia

y el color de tu aroma esparcido

por la sonrisa del alba.

Te alejaste de mí

como se alejan los sueños

una cálida noche de verano a la luz de la luna.

Te alejaste

dejando en mis labios

el dulce sabor de tu ternura.







100


Más allá de la noche

encontraré el cristal de tus ojos

y sumergido en un mar de silencio

me hundiré en un rumor sin fondo.

Regresaré por la orilla del tiempo

para beber la malvasía de tu boca

que se esconde en el color de tus pétalos.

Y me hundiré en el fuego de tus labios

para dejarme llevar como una ola

por la miel de tus besos.

Más allá de la noche

me sumergiré en la lluvia de tu fragancia

y entre mis manos acariciaré

el sonrojo de tu cara.

Y regresaré por la orilla del tiempo

para beber la miel de tus besos.


© Julio Noel 


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