1
Una sonrisa triste cae por tus labios
hasta hacer sangrar mis recuerdos,
vas como paloma herida
volando en las alas de mis sueños.
El crepúsculo llora lágrimas de sangre
sobre la nieve de tus pétalos,
tus pétalos se tiñen de arrebolado carmín
que derrite de mi corazón el hielo.
Desde la cerúlea herida de la mañana
lanza sus notas la alondra al viento,
cautiva de su melancólico canto,
inmersa en su cárdeno lamento,
y la tristeza cae por tus labios
como puñal de lluvia por mis recuerdos.
Herida como blanca paloma
vuelas en las alas de mis sueños.
2
Cortaré el aire
para ver si sangra tu aroma
en el canto de un zafiro azul
o en los pétalos de una rosa.
Besaré tus labios
para beber la sangre que derraman
en las alas de un pájaro de luz
posado en el arrebol del alba.
Me hundiré en el color
de tu mirada
para flotar en las olas
de tus ojos
y cortaré la fragancia
de los pétalos de una rosa
para acariciar la ternura
de tu aroma.
3
¡Qué sola estabas en mis recuerdos!
Tu sonrisa se dibujaba
en el carmín de unos pétalos
que por mí suspiraban.
¡Qué sola estabas en mis sentimientos!
Tus besos se deshacían
en el rubor de un aroma
que en el aire ardía.
¡Qué sola estabas en mis sueños!
Tus ojos lloraban
en el arrullo de las olas
de tu mirada.
4
Rompo el color de tus pétalos
para tocar la sonrisa de tu fragancia
y en el sonrojo de tus labios bebo
el aroma de la añoranza.
En las olas del mar me alejé
hasta la luz de un lucero,
en las olas del mar me alejé
para beber el aroma que yo más quiero.
Rompo el rubor de tus labios
para beber la sangre de la amapola,
rompo el carmín de tus pétalos
para morir del mar en una ola.
En una ola del mar me alejé
para beber el dolor de tus pétalos,
en una ola del mar me alejé
para morir de amor en un sueño.
5
Por un beso… ¡yo no sé
qué te diera por un beso!
G. A. Bécquer
¡Ay, qué daría yo por la caricia de tus labios
que llueven fragancias y ternura en mi boca
cuando bebo el rubor de tus suspiros
entre los pétalos de la rosa!
Por un beso tuyo yo daría…,
no sé qué te daría por un beso,
te daría el alma mía
porque sin tus besos vivir no puedo.
¡Morir por un beso de tus pétalos rojos!
¡Morir por el rubor y la ternura de tus besos!
6
Desde una noche herida de verano
recordé el dolor de tu ausencia
que se rompió en mi boca
como la mirada curva en un espejo.
Mis labios, manchados de sangre,
mancillaron la herida de tus pétalos
derramando dolor sobre el cristal del agua.
Me asomé a la boca de tu ausencia
y sólo vi la cicatriz de tu pasión
que se perdía en la curva del silencio.
Una bofetada de aire tibio hirió mis palabras
que se desangraban en el arco rojo de tus labios
cuando mi dolor se rompía
en los cristales del agua.
Entonces mis labios bebieron
la ausencia de tu mirada.
7
Hoy se quedó sola la tristeza después de la lluvia.
Tus ojos derramaron una lágrima
que se deslizaba por el cristal verde
de tu mirada.
Avanzabas sola por el silencio del camino
con el peso del dolor en tus manos
y en tus labios un suspiro.
Caminabas sola al borde de tu alma
buscando la ternura de tus pétalos
que la había borrado el agua.
Una gota de rocío
hilvanó en tus labios una sonrisa amarga,
que hirió los míos,
y en el cielo azul
se posó el arco de mi nostalgia.
8
En el jardín de tu infancia tejo mis sueños.
Tu sonrisa se estrella
en el aroma de tus pétalos
y cae ensangrentada
a la mar de mis recuerdos.
Busco mi infancia
(¿acaso tuve infancia?)
y no la encuentro.
Por el camino del olvido
se van mis recuerdos
a un mar ignoto,
a un lago azul al borde del tiempo,
y entre los lirios blancos
hallo tu amor eterno.
Tu fragancia quedó enredada
entre mi boca y tus besos.
9
En tus pétalos de aire y luz
canta un pájaro de silencio,
sus notas resbalan en el rubor de tu aroma,
se deslizan por el río de mi dolor
y llegan al mar de nuestros besos.
Una fragancia azul recorre mis venas,
el carmín de la brisa mece tus pétalos,
una sombra de luz brilla en tus ojos,
ojos en los que arde la llama de mi fuego.
Canta, pájaro de cristal, canta,
canta entre las sombras del silencio,
canta, pájaro de cristal, canta,
y enciende las llamas de mis besos.
10
Reposa al borde de la ternura,
tú que abrazas el aguamarina con tu mirada,
tú que enciendes el fuego con tus pétalos,
tú que derramas suspiros de fragancia.
Reposa al borde de mi llanto,
tú que bebes el acíbar de mis lágrimas,
tú que saboreas la amargura de mi hiel,
tú que acaricias el dolor de mi alma.
Bebe conmigo el cáliz de nuestro amor,
bebe conmigo el fuego que nos abrasa,
bebe conmigo la dulzura de un beso,
bebe conmigo la copa de tu fragancia.
Vive en la levedad de mi sueño,
vive en el eco de mi palabra,
vive en el olvido de mis recuerdos,
vive en el regocijo de mi nostalgia.
11
¡Qué largo era tu beso!
Su redondez acariciaba el infinito.
Tus labios, ruborosas fragancias,
beben mis suspiros
como pájaros que arden en la lluvia
y picotean las gotas de rocío.
Soledad, flor ajada,
asciendes hasta el último grito,
esfera donde se inmolan las horas,
océano donde habito.
Amanecer de ruborosas fragancias,
copa llena de vino,
pétalos rojos que derraman ternura
en mis labios lívidos.
¡Qué largo era tu beso!
Su redondez llegaba hasta mi delirio.
12
En la blancura de la noche nació
la ternura en tus labios,
caía desbordada por el perfume de tus pétalos
en el silencio azul. Un pájaro
voló hasta la luz de tus ojos.
En tu risa se estrelló su canto.
Las lágrimas de la luna besaban tu piel
como la besara la blancura de los nardos
aquella tarde de abril
en que tu ternura rozó mis labios.
¡Oh rosa roja de primavera,
tus pétalos se derriten en mi arrebato
en la blancura de la noche en que brotó
la ternura en tus labios!
13
Soñar contigo bajo el arco de la noche
sumergido en el silencio azul,
tus ojos por luceros
donde sólo estás tú.
Soñar contigo en la elipse del alba
sumergido en el aroma de tus pétalos,
beber el carmín de tu fragancia
en el susurro de un beso.
Soñar contigo en el mar de mi nostalgia
inmerso en el azul de las olas,
bogar y bogar por su orilla
con mi dolor a solas.
14
Por tus pétalos resbala un suspiro de luz,
lágrima de plata arrancada a la luna,
cristal que hiere mis ojos
en el espejo azul de una gota de lluvia.
Gota de lluvia que rompe tu fragancia
en los labios de la ternura,
espejo azul en que se reflejan
el mar y la luna.
Por el carmín de tus labios resbala mi mirada
como pétalos de lluvia
que arden en el helor de tus besos
y ya no regresan nunca.
Lágrimas de plata resbalan por tus pétalos
arrancadas a los suspiros de la luna.
15
Los besos de la luna
han borrado de tus labios el color del olvido
y los aromas de la añoranza
se han marchitado como pétalos de lirio.
Hoy mis manos tejen en las olas urdimbres
con peces de plata y el perfume del tomillo,
quiero capturar el color de tus ojos
en las aguas verdes de mi delirio
y el aroma de tu mirada
en el piélago de tu abismo.
Vuelve a mí desde ese mar de silencio
donde te has escondido,
vuelve a mí y esculpe en mis labios
el color del olvido.
16
Llegaste a mí envuelta en un sueño de cristal,
con los aromas de la rosa en los labios,
la cabellera esparcida al viento
y una sonrisa en las manos.
Llegaste a mí suspendida en una ola de espuma,
ceñida con lirios y nardos,
y como alondra que bebe el alba
depositaste en mi boca el agua de tu cántaro.
Tu voz se quebró en el espejo del agua
cuando nos besamos,
y una paloma blanca alzó el vuelo
hasta el edén de los enamorados.
Ven conmigo, paloma blanca,
ven conmigo, náyade de los ríos y los lagos,
juntos beberemos el rocío del alba
entre pétalos de lirio y perfume de nardos.
17
Eras como agua de lluvia
que caía en las alas de mis sueños,
eras rocío en la mañana,
aljófar de cristal,
lágrima de nácar
en la ternura de unos pétalos.
Mi boca se deshacía en la miel de tus labios
y mis labios bebían la blancura de tus senos,
rosa de cristal,
flor de lis,
azucena de mis sueños.
Eres agua de lluvia
en el carmín de mis recuerdos.
18
Tu aroma se sumergió en la inmensidad de la noche…
Era como incienso que caía al agua
en la profundidad de mi sueño.
Espera.
Te haré un vestido con la luz de las estrellas
y con el canto del silencio…
y en la primavera
volveremos a amarnos bajo el aroma del rododendro.
Tu sonrisa,
carmín de amapola,
voló hacia el cielo azul
como una mariposa
y su arrebol
se posó en mi boca.
Volveremos a amarnos cuando el mar se quede sin olas.
19
La luna estaba sola en la inmensidad de la noche
y tu olor se mecía como una ola
en la comisura de mis labios.
Tú eras la que sonreías a los pájaros del viento
entre todos los pájaros
que volaban por el océano del silencio.
Mis manos
tocaban la plenitud de tus aromas
escondidos en los pétalos de la rosa.
Y tus labios
bebían el dolor de mi boca
que se derramaba por la infinitud de tu cuerpo.
La luna lloraba en la inmensidad de la noche
al ver pasar
la incertidumbre de nuestros nombres.
Entonces escuché el aroma de tus besos.
20
Aún recuerdo aquellos cabellos sueltos,
hebras de oro que doraban el viento
cuando caminabas
por la senda de mis sueños.
Tus labios suspendidos
en las hojas de mis recuerdos
y mis palabras rotas
entre el aroma de tus pétalos
que se derramaba por el cristal del agua.
Una sonrisa tuya
vino a robarme un beso
cuando la tarde ya moría.
Aún recuerdo cómo caían tus caricias sobre mi piel
como la lluvia de otoño
sobre los ocres y amarillos de la espesura.
Y en tu mirada se perdía un océano
de ternura.
¡Ah, qué lejos quedan aquellos recuerdos!
21
Una lluvia de caricias recorre tu piel
bajo la plateada mirada de la luna
en la inmensidad de la noche.
Sonríes con una mirada de ternura
que se rompe en mis dedos
bajo un cielo estrellado de besos.
Copos de fragancia caen de tus labios
en la nevada alfombra de mis sueños.
Con ellos tejo yo alas de cristal
que me llevan a recorrer el mapa de tu cuerpo,
como alondra herida que extraviada busca
la cadencia de su gorjeo.
Alas de cristal en luna de plata
rompieron mis sueños.
22
Quisiera escuchar en tu sonrisa
el perfume de tus labios
para apresarlo con mis manos.
La brisa del atardecer enmudeció aquel beso
que se quedó prendido en la melancolía
de la luna.
(Y la noche derramó lágrimas
que habían resbalado por la ternura de tus pétalos).
Hay aromas que nacen
en el silencio
de tu emoción.
Quiero acariciar la palabra
que escuchaban mis labios
cuando la copa de nuestros besos
se rompió en tu corazón.
23
Atravieso la calle del espanto
para cerciorarme de que no estás allí,
tus ojos me miran desde la ventana del vértigo,
una pasión carmesí resbala por mis labios.
Te busco en el envés de las hojas,
en los aullidos del viento,
en el perfume de las rosas,
en la mentira de mis sueños.
Te busco y no te encuentro.
Busco el mar de tus ojos para beber tu mirada,
busco la cúspide de tus senos,
busco el perfume de tus labios
para beber el aroma de tu aliento.
Te busco y no te encuentro.
24
Volverás a mi inocencia
en la madrugada del viento
cuando el canto del mirlo
se estrelle en el espejo de la fuente
y por tu imagen se derrame el aroma del mirto.
Volverás a mí
cansada de oír el berrido del viento
en el desierto de tu voz
escondida en las sombras del silencio.
Volverás a mí
como paloma herida
que corta el dolor de mi mirada
en la noche lejana de mis sueños
bajo el eco del agua.
25
Lenta desciende tu sonrisa hacia mis labios,
las horas de tu mirada
se pierden en un vasto océano
donde las clepsidras han muerto,
la luz de tus ojos cabalga por los pétalos de la rosa
en una noche de incendio,
tus cabellos son perfume que se quema
en el ardor de mis besos.
El brillo azul de una estrella me contemplaba
en la sombra de mis sueños
cuando el arrebol de unos labios
se posó en la comisura de mis besos.
¡Que ya no galope más
el caballo de mis sueños!
26
Otra vez la sombra de tu fragancia
se sumerge en la espesura de la noche
y tengo que beber el perfume de tus pétalos
en el agua sin orilla que fluye por el hueco de tu mirada.
En el vacío de tu ausencia
se esconde un lago de verdes esperanzas
lleno de sueños y brumas.
Flores de niebla cubren sus orillas
y pájaros de espuma revolotean
por la penumbra de tus pupilas.
Una lluvia de amapolas incendió
la inmensidad de la noche
y dos lágrimas de plata rodaron
de la melancolía de la luna.
Mi sueño se desbocó en la llanura gris
de la mañana.
27
Tu sonrisa se derramaba por el rubor de tus labios
y se mezclaba con el arrebol de tu fragancia.
Eras una niña aún,
pero el dolor de tu mirada penetraba
en la savia de los robles
y se esparcía por el bosque de niebla
de mis sentidos.
Un aullido azul descendió desde tus labios
hasta mis ojos.
Tus lágrimas ahogaron la luz de los pájaros
que atravesaban el cristal de la mañana.
Del rubor de la rosa se borró
la sonrisa de tus labios.
28
Un lago azul de nostalgia ocultó
el nacimiento de los pájaros.
Tú querías vivir en los pétalos de la rosa,
oculta en su sombra de luz,
para que nadie pudiera acariciar
la sonrisa de tus labios.
El agua de tu mirada manaba desde tus ojos
hasta mis manos
y fluía por el río del dolor
hasta la nostalgia azul del lago.
¡Si pudiera beber el carmín de tu aroma
en una copa de sándalo
para olvidar el sabor rojo de tu llanto…!
Pero sólo soy una brisa que se mece
en la piel azul del lago.
29
Rosa del amanecer,
por la sonrisa de tus pétalos resbala
el rosicler del alba
mientras una gota de rocío
se esconde entre los pliegues de tu mirada.
Rosa de rocío,
rosa del alba,
por tus pétalos resbala la luz de la luna
que níveas perlas derrama
de la noche en la amargura.
Rosa del amanecer,
tu aroma enciende mis labios
mientras una sonrisa azul
se estremece entre mis brazos.
30
Te has quedado cubierta de espanto
ante la sombra del olvido.
Fijas tu mirada
en el sonido del eco que se han llevado las mariposas
en la noche de mis sueños
y vas contando margaritas
por los pétalos que se han roto en mis labios.
Tu sonrisa se esconde
en el carmín de las amapolas
que apacientan rebaños de estrellas.
Por la cúspide de la noche
se divisa el arco de la luna
que baja a bañarse en el espejo del río.
Una a una resbalan tus lágrimas
por el aroma de la rosa
en busca de un amor que se ha ido.
31
Como los aromas del sueño
te vas despojando de los pétalos
en el crepúsculo de la tarde.
Una luz horizontal desciende sobre tu fragancia
roja.
La brisa de tus labios se esconde en mi asombro
como los pájaros de sombra
que vuelan hacia el borde del atardecer.
La noche cae sobre mis ojos
y un velo azul borra tu sonrisa.
Ahora que tus perfumes se esparcen
por la piel del agua,
una ola
rompe mi mirada
y un beso se estrella
en la orilla de tus pétalos.
32
Pondré mis labios en el perfume más hondo
de tus pétalos
y beberé la nostalgia
de mis sueños.
Pondré mis manos en la sonrisa más profunda
de tus besos
y acariciaré la ternura y el carmín
de tus labios,
¡oh encantadora alegoría,
flor de mis desvelos!
Pondré en el mar de tus ojos la sal
de mis anhelos
y beberé el aguamarina
que mana de ellos,
¡oh flor de lis, azucena blanca, lirio azul,
dulce veneno!
33
Viniste a mí en un pétalo lleno de ternura,
tu sonrisa en el cáliz de una flor,
tus labios de sangre que perfuman
el inefable suspiro del amor.
Viniste a mí, gacela de las nieves,
bañada en la luz del sol,
desnuda entre rosas y claveles,
envuelta en el velo de la pasión.
Un canto amarillo llegó a mis oídos
prendido en el pétalo de una flor,
como la fragancia del mirto
dulce y olorosa era su voz,
sembró en mi corazón herido
la semilla de la ternura y del amor,
mas, ay, el pájaro abandonó su nido
y me dejó sumido en un profundo dolor.
34
Tu aroma cae como lluvia ensangrentada
en los suspiros de la noche,
río de lágrimas que va llevando mis penas
al mar de mis emociones.
La luna detiene su paso
para ver tus lágrimas rodar
por el carmín de tus pétalos,
por el azul del mar.
Tu fragancia cae como fuego ardiente
entre los gemidos del bosque,
lluvia de llamas que enciende
el estallido de mis pasiones.
La luna suspira
al ver tus lágrimas rodar,
la luna suspira
en la orilla del mar.
35
Te espero solo en la noche,
con tu ausencia entre mis brazos,
con tu fragancia en mis dedos,
con los suspiros de la luna
rodando por tus pétalos,
con la nostalgia al borde de mis labios.
Te espero en la orilla del horizonte,
inmerso en la luz de la luna,
para decirte tantas cosas…,
para beber tus lágrimas de dulzura.
Te espero en el piélago de mis sueños,
en los mares de mi fantasía,
en el aroma de tus besos,
en el rubor de tu poesía.
36
Si no te hubieras ido...,
¡ah, si no te hubieras ido!
Habría derramado poesía para ti
en los pétalos de los lirios,
habría dibujado con la sangre de tu aroma
nubes de grana en el cielo vespertino,
habría robado sueños a la luna
para estar contigo,
habría grabado tu nombre en las estrellas
a fuego y cuchillo,
habría…
Habría bebido el mar de tus ojos
y la ternura de tus labios habría bebido.
¡Habríamos bebido tantos licores…!
¡Ah, cuántos licores habríamos bebido!
Pero te alejaste de mí,
te alejaste de mí y rompiste entre tus manos
la copa de amor que no bebimos.
37
Si volvieras a mi lado...,
¡ah, si a mi lado volvieras!,
detendría el tiempo en el fulgor plateado de la luna,
detendría el tiempo en la sonrisa de las estrellas
para darte el aroma de la rosa
o la nívea fragancia de la azucena,
la colonia azul de la lavanda
o el blanco perfume del jazmín y la madreselva.
Si volvieras a mi lado...,
¡ah, si a mi lado volvieras!,
pondría la ternura de un beso en tus labios,
en tu frente rizaría la sortija de tus guedejas,
besaría el carmín de tus pétalos
y en tu boca bebería licor de fresas.
Pero te has ido y entre mis brazos
has dejado el hueco de tu ausencia.
38
La frente de la luna palidecía en el azul,
tus manos acariciaban mis manos,
una perla de rocío resbalaba
por el perfume de tus labios
y una gota de ternura se deshacía
en suspiros amargos.
Entonces,
en la luz cenital del alba
estalló un olor azul a orquídeas
que iba extendiendo sus alas
por el contorno de tu sonrisa.
Y el arrebol fragante de la rosa
encendió en la noche alba
el delirio de mi boca.
39
Hirió mi piel
el olor a violetas de tus manos,
manos como pétalos de amapolas
que volaron hasta el borde de mis sueños.
Una lluvia de plata borró la noche
y un silencio azul despertó
el gorjeo de los pájaros.
Tu mirada se hundió en un océano
y tu sonrisa
se rompió entre mis dedos.
La noche
se derramó sobre tu ternura
y mi nostalgia bebió el aroma
de tus besos.
40
Copa de fragancia en la noche,
aroma carmesí entre mis manos,
ardiente pasión en la penumbra de mis emociones,
roja eternidad rota entre mis brazos.
Arrojaste tu velo carmesí,
derramaste el rubor de tus pétalos en mis labios,
surgiste en la espuma de una ola como Venus Afrodita
y te mostraste desnuda en tus encantos.
En el sosegado despertar del alba
quise besar la sonrisa de tus labios,
pero el aterciopelado carmín de tus pétalos
se deshizo entre mis manos.
¡Oh rosa de primavera,
delicado aroma de abril,
rosa de mis desengaños!
41
Estalla tu color
en la curva azul del tiempo,
mientras en la orilla de tu boca
se confunde mi dolor con tu lamento.
De tus rojos corales ha brotado
el aroma de un beso:
paloma herida
que se desvanece entre mis dedos.
Como el nacer del alba
se escapa una sonrisa de tus pétalos,
en mis labios la quisiera posar
para decirte cuánto te quiero,
y llenar con ópalos verdes
de tus ojos el piélago.
42
Deja que mis dedos toquen el silencio de tus labios,
que entre en la ternura de tus pétalos,
que tu sombra me abrace en este mar de aromas
que invade tu cuerpo.
Una lluvia de emociones se derrama sobre mis manos
cuando acaricio tu piel,
una nube de deseos se eleva hasta tocar la plenitud
de la noche
y mis dedos se alargan hasta rozar el borde
de tu silencio.
Sombra que te desvaneces en la sombra,
pasión, locura, ensueño,
deja que acaricie la sonrisa de tus labios,
que beba la redondez de tus besos,
que tus ojos me abrasen,
amor eterno.
43
Con la plenitud de la luz de tus labios
llegaré a tu ausencia.
Te buscaré entre las fragancias y los pétalos caídos
en los colores dorados del otoño.
Seguiré las huellas de tu sonrisa
en el sonrojo de la rosa
y beberé en él el rubor de tus besos.
Nostalgia de mi ayer,
sólo tengo en mis manos
el dolor de tu recuerdo
y el latido de tu ausencia.
Ausencia que se diluye
en el fuego de tus pétalos.
44
Eres la fragancia de la rosa
o la brisa que besa el carmín de la amapola,
flor que ardes en el fuego de la tarde.
Esperaré a que llegues suspendida sobre una ola
y que me traigas el aroma de tu sonrisa
en el rubor de tu boca,
lirio que besas el reflejo de la luna.
Esperaré sumergido en las noches azules,
a la orilla del mar,
bebiendo la brisa como gaviota que vuela
y vuela sin poderte alcanzar.
Y beberé el silencio de la noche
y la luz de las estrellas...
Beberé la sonrisa del alba
hasta embriagarme con tu presencia.
45
Ya no recuerdo los puñales de frío
que se clavaban en mi memoria
ni las flores blancas que caían
en la profundidad que soportaba mi dolor.
Todo era desolación en la mueca del frío.
De tus labios ya no manaba el perfume rojo
de mi sed. Sólo la blancura helada de la
desesperación. ¡Ah!, la luna lloraba
lágrimas de plata que se congelaban
en el asombro del río.
Y tu mirada se perdía
en el eco de mi voz.
Unos pétalos tiñeron de sangre
la blancura de las flores
que caía en el abismo de mi dolor.
46
El arrebol de tus pétalos
engalanó el crepúsculo de grana.
Los dedos de la sombra van llenando
de silencio azul el horizonte.
La noche cabalga sobre la luna
y ahora los búhos ya no sueñan con musarañas.
Un lirio blanco llora sobre el agua
y tus lágrimas se rompen como perlas
en el reflejo de la luna.
Hay horas para beber tus suspiros
con acíbar y limón en el cáliz del dolor.
Besaré esa lágrima que se derrite en tus labios
como gota de fuego que abrasa mi pecho
y me abandonaré en el sueño del amor.
47
Cuando te vayas,
¿qué aroma recordará el último pétalo
de tu boca? ¿De qué color será
la fragancia de tus suspiros?
Una nube azul de pájaros
oscurece el horizonte de mis sueños
mientras dos olas se besan en un mar de lirios.
¿Es el perfume de la rosa,
o es el aroma de mi delirio
que va en busca de unos labios
en la orilla de tu ausencia heridos?
Tu boca rezuma perfume de azahar,
tus labios manan agua de mirto.
Cuando vuelvas,
beberé en la copa de tus pétalos
el aroma de tus suspiros.
48
La infinitud de tu mirada se derramaba por el mar
que tú mecías en el arco de las olas.
Surgiste de la espuma triunfante
como una Venus Afrodita.
Un chorro de fuego se deslizaba
por la curva de tus ojos
y el sonrojo caía a la arena
en una lluvia de pétalos.
Dibujaste una sonrisa en la mueca del aire
y de tu boca se escapó una palabra
como flecha que corta la luz y el tiempo.
Entonces tus labios besaron el silencio.
49
Sonrojada en la luz de la tarde
sonríes al viento
que resbala por el color de tus pétalos.
Aromas embriagadores
se derraman en mis manos
al acariciar tu mirada.
Eras esbelta en la noche.
Un volcán de perfumes brota de tus labios
cuando me hundo en el piélago de tus ojos.
Tus palabras picotean mi dolor
como gorriones inquietos
que huyen de tu ausencia.
Amanecer de nostalgia.
50
A la orilla del agua
soñar que estoy contigo,
beber la luz del alba,
pensar que no te has ido.
Sentir los labios del viento
acariciar la desnudez de tu piel,
besar el carmín de tus pétalos
como si fuera la última vez.
A la orilla del agua
soñar con tu sonrisa,
beber la ternura de tu mirada,
tocar el calor de tus caricias...
Y dejarme llevar por las olas
a un paraíso de sueños infinitos
con el fantasma de tu voz a solas.
A la orilla del agua.
51
Rocié con el aroma de tus pétalos
el color de la esperanza
que encerraban tus bellos ojos
en el piélago de tu mirada.
Busqué en el azul del cielo
el color de mis sueños
que se iba deslizando
entre nubes de algodón y terciopelo.
Con el verde de la esperanza
y el azul de los sueños
tejí un color de ilusiones
para irisar las llamas de nuestros anhelos.
Al alba escuché el canto de la calandria
encadenado a la luz de un lucero.
52
La lluvia de abril se tiñó de sangre
al estrellarse contra tus pétalos
y tú enrojeciste como las ventanas del aire
que se abren a la declinación del ocaso.
Eres una mancha de carmín en la tarde
de silencio.
Por tus labios resbaló una sonrisa
para portar en sus alas
el aroma de un beso,
beso que se quemó
en la noche de mis recuerdos.
Mis labios ya no beben
el aroma de tus besos,
beben la lluvia de abril
que derramó su sangre en tus pétalos.
53
Soñé que tus labios me besaban,
que tus pétalos ardían
como amapolas en llamas.
Soñé que mis manos se deslizaban
por los lirios azules
de tu mirada
y que mis dedos
acariciaban los rizos
de tus besos.
Soñé que mis palabras se perdían
en el aroma de tu aliento
y que nuestras almas volaban solas
en busca de aquel amor ya muerto.
Soñé que tú soñabas que yo soñaba
con nuestros lejanos recuerdos.
54
Partimos los dos:
tú por el lucero de la tarde,
yo por el del alba.
Tu sonrisa mecía el silencio de la noche,
el hálito de mi corazón, la luz de la alborada.
Partimos los dos en el bajel de nuestros sueños
en busca del oro de la mañana,
tu cabellera flotaba al viento,
mi amor volaba en tus alas.
Partimos en el corcel de nuestras ilusiones
en busca del país de la magia.
Tú te desvaneciste en el arrebol de tus pétalos,
yo me apagué en el mar de tu mirada.
55
¿Eran tus lágrimas las que caían
por la ternura de tus pétalos
o era el llanto de la noche
que venía a robar el color de tus besos?
Blanca paloma,
¿escondiste tu vuelo
en el rumor de las olas
o en el azul del cielo?
Era tu sonrisa la que resbalaba
por la tersura de tu terciopelo
en la noche azul
en que vine a robarte un beso.
¿Eras tú, oh blanca paloma,
la que suplicaba, entre lirios y rododendros,
a la orilla del mar,
que bebiera el rubor de tus pétalos?
56
Dame tu aroma.
No te refugies en tu ausencia
ni escondas tus lágrimas
en tu último recuerdo.
Déjame llegar hasta tus labios
para beber la luz de tus pétalos
y escuchar la dulzura de tus fragancias
derramada en la orilla de mis sueños.
Déjame besar las caricias de tus manos,
déjame acariciar la ternura de tus besos,
déjame rozar el color de tus labios
para beber la luz de tus pétalos.
Déjame tocar el confín de tu ausencia
para no morir en el vacío de mis recuerdos.
57
Tus pétalos son destellos,
ráfagas de luz y de aroma
que se purifican en el crisol del tiempo.
Tus pétalos son rubíes que ruborizan
la blancura de tus besos,
amapolas que sangran
cuando toco su perfume con mis dedos,
claveles rojos que encienden
el fuego de mis anhelos.
Cuando derrama su cantar la calandria
por la quietud de mis sueños
y desde el lucero del alba le contesta
el gárrulo jilguero,
tu fragancia se hunde en mi nostalgia
y mis labios arden entre tus pétalos.
58
Tú que conoces el cálido aroma de las rosas
y el blando vuelo de los pájaros que se han ido,
tú que conoces el murmullo de las olas del mar
y la sonrisa azul de las flores del lirio,
tú que conoces los arcanos secretos de las rocas
y el dolor que derrama un corazón herido,
rasga el velo que oculta la luz de mis ojos,
rompe las cadenas que atan mis sentidos.
Apaga la sed que va quemando mis labios
con el agua que mana de la fuente del olvido,
así, lentamente, irá ardiendo en mi memoria
la amorosa llama de tus pétalos encendidos.
Pienso en la noche que quise besar tu aroma
y lloro tu ausencia en mi dolor escondido.
59
Unos labios caían rodando
por la plenitud de tus pétalos
y unas manos volaron como palomas
para posarse en la blancura
de tus senos.
Volaste hacia la luz de las estrellas
mientras me hundía
en el abismo de tu mirada,
¡oh rosa encendida,
cáliz de púrpura fragancia,
que te derramas en la inmensidad
de tu ausencia!
Posa en mis manos tu ternura
para que acaricie el rubor de tu sonrisa.
60
En el silencio de la noche,
que como plomo pesa en mis párpados,
estás tú, pétalo o fragancia solitaria
que ilumina la voz de mi insomnio.
Tus manos, blancas como lirios,
acarician mi desvelo
que restaña el dolor de la noche.
Tus ojos arden en las tinieblas
como verdes luceros.
Entonces se rompe el silencio
y un grito desgarrador huye
por las arterias del aire
hasta más allá del universo.
Mi insomnio,
como pájaro de alas pensiles,
cuelga de tu ausencia en el vacío.
61
He escuchado la voz del silencio
en el jardín de azucenas
que ilumina el crepúsculo
de tu mirada.
Ibas sola
por el camino de la duda
en busca de la seguridad del mar.
El rubor de tus pétalos
encendió
tu ajada piel.
Entonces,
una ola de frío
arrastró mi angustia
por las cañerías de mis venas.
62
Al acariciar la piel de tus pétalos
busco el fuego de aquellos besos
que arden en el recuerdo del olvido.
La sonrisa de una flor va flotando
por la orilla del viento
deshecha en destellos infinitos,
su perfume estalla
entre mis dedos
como burbujas multicolores en el vacío.
De tus labios volando se escapa
la frescura de tu boca,
de mis labios, un suspiro.
63
¿No oyes la voz de las estrellas
que se pierde entre los aullidos del viento
en el murmullo de la noche?
Toca la blancura de los lirios
que se rompe
en la suavidad del agua
y aspira la sonrisa de las flores
que se empapa
en la fragancia de la rosa.
Acaricia con tu mirada
el dolor de mis dedos,
que no hiera nunca más la ternura de tus pétalos.
Cuando no oigas ya nada,
búscame
en el alarido del silencio.
64
Escucho el perfume del amanecer
que se derrama
por la ternura de tus pétalos
como un mar de soledad
en la lluvia del silencio.
Oigo una voz azul que grita
desde la profundidad de mis sueños:
es el eco de tu soledad,
es el claro de luna
que cae como lluvia de plata
sobre mis labios muertos.
Estás sola en el mar,
y en tu soledad lloras mi recuerdo,
como llora el rocío en la rosa
o la fragancia de la azucena
en la dulzura de un beso.
65
Sueño que te sueño
cada noche que estoy contigo,
sueño que te sueño
y que sueño es todo lo que he vivido.
Vi brillar
tus labios entre los lirios,
vi sonreír
tus ojos entre los mirtos.
Y ahora,
¿quién llevará tu aroma
hasta el olvido?
¿Quién cerrará mis ojos
para que no beban en tus pétalos
su rubor encendido?
66
Pétalos de aroma rojo eres
en nieve azul esculpidos
que van dejando en mis labios
besos de amor encendidos.
¿Quién vio
en la angustia amarilla de la tarde
derramar lágrimas a un lirio?
¿Quién escuchó
en el piélago de tus ojos
el amargo expirar del olvido?
Pétalos de aroma rojo
en nieve azul esculpidos,
vais derramando fragancias
por los mares del olvido.
67
¿Qué aroma roto llegó a mí
en los labios del alba?
¿Fue el perfume de tus besos
o fue la voz de la alondra
que hirió
el sonido del silencio?
No fuiste tú, no,
la que hirió la luz del alba,
fue el vuelo de la paloma,
que en vez de volar al mar
voló a la montaña.
Tu perfume llegó a mí,
pero no tu voz,
que se quedó dormida
en la luna de plata.
68
¿Eres tú, realmente,
o es la brisa de tus labios
que desgarra el silencio de la noche?
¿Eres tú
o es la fragancia de una rosa
que llena el vacío de tu ausencia?
Cuando sepas besar la bravura del viento
o beber la luz de la luna,
cuando sepas estrechar entre tus manos
la blancura de la azucena
o el dolor de mi llanto,
entonces acariciaré
el color de tus pétalos
y la sonrisa de tus labios.
Pero ahora sólo besaré
el hueco de tu nostalgia.
69
¡Qué lejano aquel sonrojado resonar
de tus pétalos
en los labios de una mariposa!
¡Qué lejano aquel perfume
que en mis labios
derramaba la rosa!
Un aroma o una gota de rocío,
un beso roto por un suspiro,
una lágrima que se derrite en la nieve
de tus manos,
un gemido lejano,
una ola en tus pupilas,
un sueño, un adiós, una sonrisa...
Y entre los dos,
la sombra del olvido.
70
Tú y yo
y nadie más,
tú, en mis sueños
y yo, en tu mirar.
Después, la luna y el viento,
y las olas del mar.
Después, el rubor de tus pétalos,
la dulzura de tus besos,
el rumor del silencio,
la noche dormida
y mi soñar.
Tú y yo
y nadie más,
tú y yo
y las olas del mar.
71
Cuando te miro en el límite del olvido,
veo un susurro lejano de aromas
que revolotean en el atardecer.
Cuando te miro en el borde de una estrella,
veo una sonrisa que llora
en la amplitud de un perfume.
Cuando te miro en los quejidos del viento,
veo unos labios que se ocultan
en el carmín de unos pétalos.
Cuando te miro en los ojos de mis sueños,
veo una fragancia que resbala
entre las caricias de mis dedos.
72
Tu mirada se sumergió en el fondo del océano.
Estabas sola en la inmensidad de la noche,
tu voz era el silencio que acariciaba mis manos
cuando mis labios rozaban
la piel de tus pétalos.
Entre los sollozos de la noche,
una ternura se posó
en la comisura de mis labios
como una fragancia derramada
sobre la nieve de tus senos.
Mis labios se posaron en tu perfume
y tus pétalos se derritieron entre mis dedos.
Después la noche se sumergió en su inmensidad
y tu mirada se ocultó en las profundidades del océano.
73
Así vienes a mí:
como la nieve que cae
en la blancura de los lirios,
como el arrebol que acaricia
la ternura de la rosa,
como el perfume que besa
una gota de rocío,
como un sueño sin alas,
como un pájaro de luz,
como la brisa,
como la lluvia,
como el viento.
Vienes a mí
como una sonrisa prendida
en el rubor de unos pétalos.
74
Amor, te has ido
por las orillas del tiempo
y por los ríos del olvido.
Has muerto en los labios de la luna
una álgida noche de invierno.
Ya no bebes los besos
que derramaban unos pétalos
en la brisa del amanecer,
ni la blancura de un lirio,
ni el dolor de mi delirio.
En el hueco de tu ausencia
sólo queda el aroma de unos pétalos
que ahora acaricio entre mis manos
para besar tus recuerdos.
Ya no sé si eres tú
o una mariposa que vuela
sobre las cenizas del silencio.
75
Entre la sonrisa de unos pétalos
tembló tu voz. No eras tú
la que hablaba, era el silencio
de tus manos que acariciaba
mi mirada cuando una nube
de perfumes selló nuestros labios.
Entonces estalló la luz
y quisiste ocultarte tras la luna.
Y te ocultaste
entre las rosas y el silencio,
con tu voz azulada
y tus labios ensangrentados
acariciando el dolor de mis besos.
76
Sola en la blancura del alba.
Perlas de rocío recorren
la sonrisa de tu cara.
Tus manos acarician las hojas del tiempo
que rompen la brisa de la mañana,
tus ojos se pierden
en el piélago de tu mirada
y tus pétalos colman la copa de mis sueños
con el rumor de su fragancia.
Bebe conmigo el néctar de tus labios
en un cáliz de plata,
hecho con las lágrimas de la luna
y con los suspiros de mi nostalgia.
Sola en la noche azul,
sola en la blancura del alba.
77
Eres la rosa abierta de mi jardín olvidado.
Caminas por los pasos perdidos
del mar de mis sueños.
Un perfume redondo estalla
en los muros de la noche.
Lágrimas de fragancia brotan de tus pétalos
para ensangrentar la lividez de mis labios.
Mis manos acarician tu sonrisa
bajo una lluvia de plata
que cae de la luna
mientras escucho en tu mirada
el arrullo de tus ojos.
¡Oh rosa de abril
en noche de insomnio!
78
Eres la brisa del amanecer en el carmín de unos pétalos.
Sola en la lluvia del tiempo
y en la luz de tu mirada.
Única en los pensiles pletóricos de fragancia.
Eres la ola que invade el hueco de mis sueños.
Gota de lluvia que horada el aroma
de un beso. Gaviota que vuela
sobre el ancho mar.
Eres el oro de la tarde que cae sobre mi llanto.
Risa del aire que se fue.
Fulgor del lucero del alba.
Canto del ruiseñor al anochecer.
Eres el silencio de unos labios que me hablan.
Sonrojada sonrisa que llora.
Perfume de unos pétalos que se derriten
en la pasión de mi boca.
79
Suspendida en un sueño azul
apareciste
ante mis ojos mortales.
Un rayo verde
brotó
de tu mirada
para herir el fondo de los mares.
El sonrojo de tus pétalos
tembló
ante el candor de una fragancia
que besó el carmín de los rosales.
Entonces te desvaneciste
entre mis brazos
y tu hechizo
se deshizo en el aire.
80
Desnuda surgiste ante mis ojos
en el silencio sonoroso de la noche.
Una lluvia de oro caía desde tu cabeza
hasta el horizonte de tu mirada.
Eras sonrisa en el viento
y pétalo etéreo
que rompía la luz del agua.
El rubor de tus labios
heló
el ardor de mi pasión
y una fragancia azul
cautivó
el eco de mis palabras.
Pero te fuiste de la luz de mis ojos
y te sumergiste en la noche callada.
81
¿A qué mar debo dirigir mis pasos
para hallar tus ojos?
Guíame hasta el piélago infinito
donde se esconde tu mirada,
porque sin tus ojos
me perderé en la oquedad del aire,
en la luz sin sombras,
en la ausencia llena de silencios y palabras.
Tu voz resuena en mis recuerdos
como susurro de flores en la sonrisa del alba,
como el canto del ruiseñor
en una noche de luna llena,
como el silbido del viento
en el vuelo azul de mi nostalgia...
Y tu mirada se pierde en el mar de mis sueños.
82
Al atardecer tus pétalos huyen de su color
como pájaros que se zambullen
en el océano de la noche,
y mis ojos se quedan atónitos
contemplando
el espejo oscuro de tu fragancia.
Como una ola tu mirada impregna
el viento azul
que se posa en el borde de tus labios,
pito real de alas rotas
que en su pico lleva
el aroma de un beso.
Y mis labios sangran su dolor
en el límite sombrío de la playa.
83
A lo lejos
se oye cantar un corazón
en la sombra.
El mar está en calma
y tus pétalos se rompen
bajo el carmín de su fragancia.
La tarde se derrite en un fuego abrasador
que arde en los labios de tu ausencia.
Eres pasión en la redondez de una rosa.
Una sonrisa suspendida en el aire
deja caer tu rubor en mi boca
como lluvia de fuego
que apaga
de tus ojos las olas.
El mar rompe su calma
y el corazón ya no canta en la sombra.
84
Fundirnos en un sueño,
tu sonrisa en mis manos,
tus lágrimas en mis besos,
y bajar y bajar hasta las estrellas,
y subir y subir hasta el abismo del océano.
Tus manos en una caricia,
tu boca en un espejo,
tus ojos en el mar
y mi dolor en tus besos.
Bajar y bajar hasta tu fragancia,
subir y subir hasta el rubor de tus pétalos,
y volver en la luz de la mañana
a soñar que volamos
en las alas de nuestros recuerdos.
85
Te zambulliste como una ondina
en el asombro de mis ojos.
Una sonrisa tuya se posó
en la sombra de mi mirada
como mariposa
que acaricia
la ternura de una flor.
El fuego de tus pétalos
quemó la luz del agua
que susurraba al lado de tus caricias.
Junto a mí pasó
un perfume alado.
Y mis besos…,
mis besos cayeron
en el manantial de tu sonrisa.
86
Prisionero en su color
está el aroma de tus pétalos.
Como lluvia sonrojada
cae sobre mis dedos
cuando acaricio
el olor de tu fragancia.
Un susurro de silencio
nada por el arco de tus labios
para sumergirse en el abismo
de tu mirada.
Cae la sonrisa de la luna
en el hueco de la noche
y en el color de tus pétalos
se oculta
el canto del ruiseñor.
Tu cabello ondea en un espejo de plata.
87
Eras aroma en el aroma
que las caricias del viento besaba,
eras la luz de mis ojos
que en la ternura de tus pétalos
se posaba.
Juntos bebimos el céfiro
que nos sonreía en la mañana,
juntos en nuestros sueños
volamos hacia la felicidad
de la idílica Arcadia.
Eres aura en el aura,
aliento divino,
pétalo que coloreas
la plenitud de tu fragancia.
Eres el fuego que enciende
el soplo azul de mi alma.
88
No era la brisa ni el viento, no.
Eras tú que pasabas besando el color de unos pétalos amarillos
como el pájaro que bebe el rubor de una nube.
Eras tú que derramabas la sonrisa de tus labios
como pétalos rojos en un racimo de lirios.
Eras tú que te sumergías en la luz del alba
como el vuelo de la alondra en la orilla del olvido.
El oro de tus cabellos cayó sobre mis manos,
el perfume de tu sonrisa se estrelló en mis labios
aquella tarde de nuestro primer beso.
No era la brisa ni el viento, no.
Era tu aroma que se rompía en la luz de un espejo,
era tu mirada que se estrellaba en una ola,
era tu sonrisa que caía como una cascada
por el abismo de tu boca.
Aún me duele tu ausencia
cuando recuerdo aquella tarde azul y oro.
89
No era tu mano la que acariciaba mis besos,
ni tu boca la que sonreía en mis labios,
ni la niña de tus ojos la que tocaba la melodía
que se hundía en el vuelo azul de los pájaros.
No era la ternura de tus pétalos
ni la nieve de tus manos
ni el oro de tus cabellos
ni la brisa que se escondía tras los álamos.
Si no eras tú,
¿quién cantaba en mis sueños
la canción lírica de los enamorados?
¿Quién posaba sus besos
en mis labios?
Era una sílfide que por el aire
se llevaba mis suspiros más amargos.
90
Solo ante la luz del agua
vuelven a mí los momentos
que llenaron de sueños azules
los rincones más dulces de mi infancia.
Recuerdo la sonrisa de tus labios
entre las flores del jardín
donde mi soledad se escondía suspirando.
El oro de tus guedejas
acariciaba el perfume del jazmín
que caía en mis manos.
Los pétalos de una rosa
se sonrojaron
ante la sonrisa de tu mirada.
Tu mirada se perdía en el verdemar del océano.
91
¿Dónde están tus ojos
cuando en la noche oigo rumores
que ciegan mis ojos?
¿Dónde está tu mirada
cuando en la noche mis sueños
cabalgan sobre un corcel de plata?
¿Y tus labios?
Tus labios, pétalos de amapola
que se derriten en el sonrojo de mis besos.
Tus labios que acarician el terciopelo de la rosa
en el jardín de mis anhelos,
labios de fantasía,
labios de ensueño.
¿Dónde estás tú
cuando en la noche abro mis ojos y no te veo?
¡Oh, ausencia perdida en el mar,
sin barca y sin remos!
92
En las noches que me invade el olvido
siento ganas de beber el perfume
que tus labios derraman en el dique del vacío.
Rozo tu ausencia con la ternura de mis besos
mientras mi llanto resbala
por la sonrisa de tus pétalos.
Y mis manos se adelgazan hasta tocar
las caricias de un aroma
que se lleva el viento.
Tus palabras se van alejando de mí
por las llanuras de un mar inmenso.
Quiero asirlas,
pero se deslizan entre mis dedos.
Entonces apareces tú,
nadando,
en las brumas de mis sueños.
93
Como lluvia de oro
que bañara el jardín del silencio
cae en mis labios
el aroma de tus pétalos.
Por el viejo camino de la tarde
van caminando mis recuerdos,
por aquel camino dorado
que conducía al jardín de tus besos.
Tus pétalos ocultan el silencio
en que se desangra la tarde,
lluvia de fuego que se mece
en la brisa de los rosales.
Mi voz se hundió en tus pupilas
buscando los besos de tu aroma
que se van suspirando
por las lágrimas de una rosa.
94
Mi corazón sangra
en tu jardín sin rosas.
Como lluvia de rocío
cae mi melancolía gota a gota
por el rubor de los pétalos
que hiere el sonreír de las rosas.
Mi melancolía se sumerge
en el mar de tu boca.
En un rosal desnudo
solitaria llora la alondra
su canto de dolor
a la ausencia de las rosas.
Mi corazón sangra
en un jardín sin sonrisas y sin rosas.
95
Eres la rosa del atardecer
que va sembrando fragancias como sueños
por el camino que acaricia
la luz de tus pétalos.
Un lirio que derrama su nostalgia
sobre el dolor de mi pecho,
que va pintando brisas de oro
por los topacios del cielo.
Como lluvia de abril cae en mis labios
el dulce aroma de tus besos,
aroma que tiñe de rubor
la nieve de tus pétalos.
Eres la rosa del atardecer
que va sembrando fragancias como sueños,
sueños que quedan prendidos
en el oro de tus cabellos.
96
Acariciando el color de tus pétalos
busco en cada suspiro
el rumor de una fragancia
que una tu corazón al mío.
Desnuda como una ola llegas a mí.
En tus manos de nácar
portas dos lirios:
su perfume lleva
los besos de amor que nunca nos dimos.
¡Ay, el borde de mis labios
acaricia la ternura de una flor
antes de desvanecerse en la sombra del olvido!
Unos pétalos se apagan
en un amor encendido.
97
En las horas tristes del rocío
va cayendo sobre mil piel
el aroma de tus pétalos heridos.
El temblor de mis dedos se estrella
contra el hueco de tus palabras,
palabras que como pájaros de nieve
se posan en la ternura de tu fragancia.
En la ribera de tus labios
mana una fuente aromas
que llevan sonrisas y flores,
agua de jazmín y rosas.
Suspendida en el aire azul de la mañana
me sonríes bajo el sonrojo de tus pétalos
como ninfa enamorada.
98
Más allá de tu ternura
se escuchaba el eco del silencio
como un suave aroma
que se derretía entre las llamas de unos pétalos.
El dolor de tus labios caía
en las olas de espuma blanca
que cabalgaban por el mar de mis sueños
y tu sonrisa se posaba en mis manos
como la sombra de un pájaro
en el azul del cielo.
¡Oh ternura hecha rosa
en el carmín de unos pétalos!
¿Cuándo podré apagar con mis labios
la sed de tus besos?
No quiero seguir tocando el dolor de tu perfume
con las caricias de mis dedos.
99
Te alejaste de mí
como se aleja el perfume de la flor,
sin dejar huellas en su camino.
En tu vuelo no sembraste pétalos de rosas
ni versos de amor,
sólo la semilla del olvido.
Te alejaste
dejando en mis manos los besos de tu fragancia
y el color de tu aroma esparcido
por la sonrisa del alba.
Te alejaste de mí
como se alejan los sueños
una cálida noche de verano a la luz de la luna.
Te alejaste
dejando en mis labios
el dulce sabor de tu ternura.
100
Más allá de la noche
encontraré el cristal de tus ojos
y sumergido en un mar de silencio
me hundiré en un rumor sin fondo.
Regresaré por la orilla del tiempo
para beber la malvasía de tu boca
que se esconde en el color de tus pétalos.
Y me hundiré en el fuego de tus labios
para dejarme llevar como una ola
por la miel de tus besos.
Más allá de la noche
me sumergiré en la lluvia de tu fragancia
y entre mis manos acariciaré
el sonrojo de tu cara.
Y regresaré por la orilla del tiempo
para beber la miel de tus besos.
© Julio Noel
No hay comentarios:
Publicar un comentario