1
En silencio llora tu llanto
lágrimas de fragancia
que gimen en tus pétalos
como pájaros de luz y agua.
Un rumor de abejas
con alas blancas
llena el rugido del silencio
en la noche callada.
Tu grito atravesó el muro negro
de la luna de plata,
pero yo sólo oí el rumor
de unas lágrimas
que en el silencio de mis labios
depositabas.
El grito de tu silencio
rompe los estallidos de mi alma.
2
En silencio oigo el color de tus pétalos
que a mis oídos canta
en las claras mañanas de abril
con el dulce despertar de la calandria.
Oigo el susurro de tus labios
que en mis labios depositan su fragancia
en esas sonámbulas horas
que llenan de rosa y azul la luz del alba.
Tus pétalos dibujan
una sonrisa colorada
cuando me acerco a ellos
para beber el color de su fragancia.
Y todo el murmullo de la noche
se rompe al caer en el agua-
marina de tus ojos
para sumergirse en mi mirada.
3
Tus labios besan la brisa del alba
en el rumor del silencio
y mi amor te va buscando
en las olas del océano.
Rojos suspiros tiñen
la luz de tus pétalos,
en ellos quisiera depositar
el color de mis besos.
Alas rotas se alejan en la sombra
por el camino de los sueños
y una lágrima se quema
en un mar de fuego.
Dame la brisa del alba
que acaricia el rumor del silencio,
dame el aroma de tus labios
antes de que se lo beba el viento.
4
Blanca sonrisa de azucena
que te miras en el espejo del agua,
mi corazón tu amor se lleva
por los jardines del alba.
La pasión de mis labios besa
el suspiro de tu mirada
que entre silencios de rocío deja
un blanco rumor de fragancia.
La nieve de tus senos beber quisiera
en la copa azul de la mañana
cuando rompe su canto la oropéndola
y sobre mi balcón lo derrama.
Blanca sonrisa de azucena
que besas la luz del alba,
llévame a las azules estrellas
que se ocultan en la sombra del agua.
5
En gritos estalló el silencio
de las amapolas
cuando vio enrojecer
los labios de tu boca.
En sigilosos aullidos asciende hasta
las nubes el color de tu aroma
cuando entre las flores de tu jardín
te ocultas en la sombra.
En silencio pronuncias
palabras amorosas
que llegan a mis oídos confundidas
con la fragancia de las rosas
una mañana de primavera. Tus labios
se ruborizan cuando mi boca
bebe el silencio que estalló
en el grito de la amapola.
6
Un silencio infinito en la noche
susurraba palabras de amor a tu oído
que como sonrisas de rosas perfumadas
encendían el fuego de tu delirio.
Una llamarada de pasión heló
la sangre en mis venas y como un cuchillo
cortó el silencio que te hablaba palabras de amor.
¡Tus labios y los míos
se dijeron tantas cosas
en un solo suspiro!
El silencio se calló en la noche estrellada,
la luna derramó lágrimas de plata en el río,
las rosas sonreían fragancias
y el aura besaba la blancura de un lirio.
Tus ojos hablaron sin palabras,
¡ay!, y mi corazón de amor quedó herido.
7
Un silencio atronador se oyó en la noche
que desgarraba pétalos de nieve en tu garganta,
tu grito rompió la negrura del viento
que arrastraba el amargor de tu fragancia.
El rumor de las olas se oía
en el topacio de tu mirada,
por tus venas corrían ríos de dolor que al
silencio de la noche arrojaban granizos como lágrimas.
El filo de tu voz cortó el aroma
que unía tu amor con mi esperanza
y entre los pétalos derramados
se retorcía el nudo de mi nostalgia.
El silencio bramó con su negra boca
los ecos azules de tus palabras
que yo rompí entre mis labios
para beber la amargura de tu fragancia.
8
Vienes a mí envuelta en silencio
en el murmullo de las flores que lloran
lágrimas de colores que se lleva el viento.
Tus aromas
en el rocío de la mañana se van volviendo
marchitas hojas,
y tus pétalos
derraman su carmín en mi boca
para seguir muriendo.
Deja tu corazón clavado en la rosa
de mi huerto
y llévame en el susurro de las olas
al fondo del océano.
No me dejes a solas
con los gemidos del silencio.
9
En silencio llora la luna
suspiros de plata
porque has huido
del viento y del agua.
¿Dónde has dejado
el rumor de tu fragancia
que llenaba de perfume
el jardín de mi nostalgia?
Ayer bebí el olor de tu carmín
y acaricié la luz de tu mirada
en el silencio de la noche
que para mí solo habitabas.
Hoy sólo puedo besar
el dolor de mis lágrimas
por un amor que ardió en la noche
y ahora se consume en sus llamas.
10
Tu silencio cortó la voz de mi corazón
cuando en tus labios quería depositar una palabra:
el amor ardió como mariposa
que el fuego quema sus alas.
Eras amapola en el aura ardiente,
lucero que alumbraba mis pisadas,
lluvia de otoño que caía silenciosa
en un mar de fragancias,
pero ahora desapareces
como sombra que se lleva el agua
y me dejas solo con mi pena,
roto en mi nostalgia.
¿Por qué callaste
y silenciaste mi voz en mi garganta?
11
Late en mí tu ausencia,
huye de mí tu aroma,
la voz de las piedras hiere mi corazón
porque tú te alejas.
Rompes el silencio de las flores
con tu presencia.
Mis pasos se hunden en el color de una ola
de unos ojos
que brillan como estrellas.
Tú callas.
Mi corazón late en los suspiros
de la noche que llora mi pena.
Flor que te vas en el rumor del silencio,
¡ay!, ¿por qué te alejas?
12
Escucha el rumor del silencio
contra la lluvia que cae en tus labios,
escucha la música de las estrellas
que rompe el canto
de los ruiseñores que en el silencio
azul de la noche
dormían en tu regazo.
Gritos de flores se mecen
en las sombras de los álamos
por donde se pierden
suspiros y llantos.
Quise coger los gritos de tu voz,
que se escondía entre los pájaros,
y tu fragancia se rompió en mil colores
en las caricias de mis manos.
¡Ay, cómo lloró el silencio
la noche en que nos amamos!
13
El contacto de tu voz
cuando besé el silencio de tus labios
hirió el carmín de la amapola.
Tu sonrisa se deshizo entre mis manos.
Un susurro de abejas vino a posarse
en la fragancia de tus pétalos y, cuando
busqué el calor de tus besos,
nuestros ojos se encontraron
como se encuentran la noche y la luna,
o las olas y los acantilados.
Tu voz se hizo silencio
en la noche de los enamorados
y tu piel habló palabras de amor
entre suspiros y llantos.
Dejaste caer tu aroma, flor de luz,
para herir mis labios.
14
¿Quién grita bajo el plateado
silencio de la luna?
¿Es el rocío de la rosa
o es una lágrima de amor que mis labios perfuma?
Tus pétalos destilan aroma
bajo la penumbra
de unos ojos que lloran lágrimas de amor
en el silencio de una noche de luna.
Y mis labios, rotos de sed,
beben la dulzura
de esos pétalos que derraman amor
en la penumbra.
El rocío de la rosa enmudece
ante el pudor de unos labios de lujuria.
15
¿Hubo un jardín
o fue el jardín un sueño?
J. L. Borges
¿Hubo luna en el mar
o el mar era silencio?
¿Hubo un aroma que se deshojaba
o fue tu amor sólo un sueño?
Un mar sin luna
bajo la sombra del desierto,
un rumor en el aire
que se va muriendo,
una palabra que se calla,
un suspiro, un beso,
una fragancia que se quema
en unos labios de fuego,
una caricia suspendida
en la blancura de tus senos...
¿Hubo luna en el mar
o tu amor sólo fue un sueño?
16
En el tenue despertar del alba
lloran los pétalos de la rosa
lágrimas de cristal que resbalan
por el color de su aroma.
Por el rubor de tus labios
se desliza el silencio de tu boca
que a gritos llama mi pena
suspendida entre el azul y las olas.
Te fuiste por el mar de tu ausencia
y me dejaste con mi dolor a solas
para que las lágrimas de cristal
apagaran el fuego de mi boca.
A mis oídos grita el silencio
palabras de amor rotas,
prendidas en los pétalos del alba
y en la fragancia de una rosa.
17
De abril una mañana
besaste el color de la rosa
en un mar de fragancias.
Caminabas silenciosa
sobre el rumor del agua
como un soplo que deshoja
la brisa del alba.
Tu mirada era ola
que rompía la luz malva
en los labios de la aurora.
Una ardiente lágrima
quemó el rubor de la amapola
que encendía la nieve de tu cara.
Y yo me quedé inmerso a solas
en una lluvia de luna blanca.
18
...que muero porque no muero
Sta. Teresa de Jesús
Yazgo junto al susurro del silencio
contemplando la sonrisa de una flor
que trae a mis ojos tu recuerdo.
En las caricias del aura siento una voz
oculta en el aroma del romero
cantándome palabras de amor,
y entre luces y sombras sueño
que en tus labios se triza el olor
de la rosa que yo más quiero.
¡Ay, amor, amor, amor!,
¿por qué eres sólo silencio
que habla a mi corazón
palabras que no entiendo?
Rompe este sueño de amor,
que muero porque no muero.
19
Y gritó el silencio en la noche
y tus ojos miraron la nada
en medio de un mar de estrellas
que sobre ti su sombra derramaban.
Y gritó el silencio en el jardín
y mis labios bebieron tus lágrimas,
gritó el silencio azul de la noche
y tus pétalos rompieron su fragancia,
gritó el pájaro gris de niebla
un grito de desesperanza
y tus ojos vieron
el vacío de tu mirada.
Y gritó mi dolor en la noche
un grito de infinita rabia
cuando vio que en la sombra
se hundían tus ojos llenos de lágrimas.
20
Aguamarina que resbalas
en el aroma de una flor
donde naufraga el bajel de mi pena,
acaricia en silencio mi dolor
que a gritos hiere mis venas.
Rubí que huyes por
los pétalos de tu ausencia,
derrite de tus labios con el rubor
este hielo que me quema.
Zafiro que apagas el ardor
que en tus ojos reverbera,
sofoca la llama de mi pasión
que por ti flamea.
Ópalo que enciendes el fulgor
de las lejanas estrellas,
ahoga en mi corazón
el fuego que me hiela.
21
La tarde de oro se moría
con las primeras sombras de la noche
y un susurro silencioso se oía
entre los quejidos de los robles.
Un grito ensordecedor rompió la calma
que llenaba el vacío del bosque
cuando la luz se apagó en el azul
y un aroma cálido y salobre
vino a posarse en mis labios.
Tu fragancia se desvaneció, entonces,
como rayo de sol
que desaparece en el horizonte.
¡Ay!,
en el negro silencio de la noche
pude ver el rumor de tus alas que se
posaba en los gemidos del bosque.
22
Gotas de rocío besan tus labios
en el rosado silencio del alba,
gemas que resbalan por los colores
donde se miran tus fragancias.
En el espejo azul del río
cae de tus ojos una lágrima
que ávidos buscan mis labios,
¡ay, quién pudiera besarla!
La lágrima se pierde en la corriente
y mi pena se la lleva el agua,
¡ay, quién pudiera ser gota de rocío
para beber tus lágrimas!
Gotas de rocío besan tus labios
en el rumoroso silencio de la mañana,
¡ay, quién pudiera ser clara gema
para acariciar tu fragancia!
23
Rosa del amor,
dos pétalos llevas en tu boca,
uno blanco como la nieve,
otro rojo como la amapola;
yo quisiera beber en tus labios
la nieve de tu sed roja
que enciende la llama de mi pasión
cuando mis labios roza.
El blanco silencio del alba
rompe la fragancia de la rosa
que llueve como rocío
sobre la llama de mi pasión loca;
y tus dos pétalos beben
la sed de mi boca:
uno blanco como la nieve,
el otro rojo como la amapola.
24
¡Qué silencio tan ensordecedor se esconde
entre tu mirada y la mía
cuando, al cruzarse nuestros caminos,
yo no te veo y tú no me miras!
Sólo nosotros dos conocemos
el amor que nació aquel día
cuando nuestras miradas se rozaron
y nuestros corazones estallaron de alegría.
Pero tu orgullo calló entonces
y en mi garganta murió la palabra no dicha,
en tus ojos asomó una lágrima
y en mi pecho se abrió una herida.
Hoy como ayer, al cruzarnos,
nos preguntamos por qué aquel día
tu orgullo enmudeció tu corazón
y mi lengua no dijo lo que sentía.
25
Un apagado gemido se escapa
de la sonrisa de las flores
cuando ven pasar a su lado
el aroma que tus labios esconden.
Como el rubor de la amapola,
se derrama tu fragancia sobre
la copa que yo libar quisiera
colmada de vinos y licores,
pero el carmín de tu fragancia se aleja
como el arrebol de la aurora en el horizonte,
para que yo no pueda beber en tu copa
la ambrosía que emanan las flores.
Y como del regreso de un sueño,
en la herida de mi pecho se oye
el apagado gemido de una sonrisa
que en el aroma de tus labios se esconde.
26
Soñar y soñar toda la vida,
gritar tus aromas al viento,
sangrar y sangrar por la herida
que me causó el susurro de tu silencio.
Andar y andar por la senda
que dejó el aroma de tus labios,
beber y beber la pena
que roe mi pecho enamorado.
Llorar y llorar por los caminos,
seguir de tus lágrimas la corriente,
caminar por la senda del olvido
hasta nunca jamás volver a verte.
Amar sin amar mil años,
o subir la montaña como Sísifo,
sufrir eternamente tu castigo
para tormento de mi desengaño.
27
Te quise tanto que dejaste de quererme,
te ocultaste bajo la sombra del olvido,
puedo encontrarte en el rumor del silencio
o en la espuma blanca del aroma de un lirio.
Te quise tanto que no puedo olvidarte,
aunque me olvide de la copa que bebimos,
aunque me olvide del fuego de tus labios,
aunque me olvide del sueño que vivimos.
Te quise tanto que no te quise,
o tal vez te quise sin haberte querido,
te quise tanto que me olvidaste,
o tal vez te olvidé yo por haberte querido.
Te quise tanto que ya no te recuerdo,
o te recuerdo como la sombra de mi delirio,
te quise tanto que ya sólo quiero
beber el licor que los dos bebimos.
28
Un silencio azul vela tu aroma
en el rumor de la noche callada,
es una sonrisa que vuela al viento
entre los pliegues de tu fragancia.
Por tus labios resbala el susurro
de ese silencio azul que habla
a mis oídos palabras de amor
que mueren en la noche callada.
Tu aroma se estrella en el silencio
que cubre el rumor de nuestra mirada,
como el agua que se precipita
en el níveo fragor de una cascada.
Hoy el rumor del silencio me trae
palabras de amor de mi amada
que murieron antes de nacer
entre los pliegues de su fragancia.
29
Hoy como ayer me siento triste
viendo pasar las nubes frente al mar,
hoy como ayer ya no me sonríes
con tu cara de rosa y tu boca de azahar.
Tu amor se fue como un sueño
por los caminos de la inmensidad,
y ahora las flores me hablan en silencio
palabras de amor que tú no oirás.
En las noches de luz de plata
veo unos ojos entre las nubes brillar,
pero esos ojos cuando los miro se apagan,
esos ojos se funden en las olas del mar.
Hoy como ayer me siento triste
cuando veo las nubes en el cielo pasar,
hoy como ayer tú ya no existes,
pues sólo has sido mi sueño de amar.
30
Hoy tu silencio se ha cruzado conmigo
para decirme lo que jamás me dirás,
que tu amor es de otro hombre
y que a mí no me amarás jamás.
Tus labios rezuman gotas de rocío
que se perderán en la mar,
y mi corazón se ha roto en suspiros
que tus ojos nunca verán.
De tus pétalos se ha caído un perfume
cuando a mi lado te he visto pasar,
lo acariciaré con mis labios
para poder los tuyos besar.
Hoy me has dicho con tu silencio
que no me amarás jamás,
pero de tus ojos se ha escapado
una lágrima para morir en el mar.
31
Abro las ventanas de mi corazón
y contemplo el aire azul, marino,
contemplo tu mirada en el mar
y la noche en el rocío.
Por tus pétalos resbalan gotas de ámbar
y aromas como suspiros,
que van sembrando en el aire
notas de amor y endechas de olvido.
El rubor de tus labios enrojece la nieve
de tus pómulos de lirio
y mi corazón sangra por la herida
de un amor no correspondido.
Abro las ventanas del aire
para contemplar el amor de mi delirio
y en la sombra del viento
veo el silencio de tu olvido.
32
¿Escuchas las fragancias de tu jardín?
Están ahí, dentro,
entre el silencio de las flores,
en el susurro de las abejas que acarician tus labios,
en las palabras que no me dices
cuando la soledad se estrella contra mis manos.
Oye tu sonrisa en el aroma de un rododendro,
o en la blancura de las azucenas que se derrama
por la playa dorada de mis sueños.
En el mar de tus ojos se agitan olas de silencio
que van humedeciendo mis labios
para decirte cuánto te quiero.
Escucha ese mar de silencio
que agita las fragancias de tu jardín
entre azucenas y rododendros,
que busca la mirada de tus ojos
y el color de tus pétalos
para depositar en tus labios
una sonrisa y un beso.
Entre las fragancias de tu jardín
se desliza silencioso mi sueño.
33
El rubor de tus labios le gritó a mi pecho
susurros de amor que no podía callar,
un aroma silencioso se alargó hasta el mañana
por donde subían cantando las olas del mar.
El dolor de tu mirada vibró al viento
como el verdor de las ramas al ver tu aliento pasar,
una ola de fragancias inundó el azul
y la herida de mi pecho comenzó a sangrar.
Mis labios quisieron besar el color de tus pétalos,
pero tu perfume se rompió en espuma y sal,
por el jardín de mi esperanza se desvaneció el eco
de un suspiro que se perdía en el susurro del mar.
Esperé tu llegada bajo la luz de las estrellas,
cuando la luna sus lágrimas comenzaba a derramar,
pero el rubor de tus labios le gritó al viento
que el dolor de mis labios no podía besar.
34
Un suspiro silencioso pasa
por las sombras de la noche
despertando en tus labios una ternura
que en lágrimas amargas se rompe.
Yo quisiera acariciar con mis labios
esas gotas de rocío que corren
por el terciopelo de tus pétalos
hacia el profundo abismo de la noche;
y beber con delirio el acíbar
del mar de tus ojos y que no brote
más pasión en tu mirada
y que tus labios y mis labios se fusionen
en un naufragio de amor
que nos hunda en el silencio del orbe.
Escucha, un suspiro de amor pasa gritando
tu nombre y mi nombre.
35
Por tu mirada resbala una gota de rocío
silenciosa como el rumor dorado
de la abeja que liba el polen
en el rubor de tus labios.
En las alas del aura se cierne
el perfume de un suspiro lejano
que me trae los recuerdos de aquel ayer
cuando tú y yo juntos soñábamos.
Hoy quisiera besar los rizos de tu aliento
que se deshacían entre mis manos
y beber el color de tus besos
y sentir el calor de tus abrazos…
Hoy quisiera que tu amor rodara
por los recuerdos de mi pasado,
cual resbala una gota de rocío
por el cálido aroma que acaricia tus labios.
36
Si en la luz de mis ojos ves un día
una lágrima que a nacer comienza,
es el dolor de mi corazón
que llora por tu ausencia.
Si en el velo azul de la noche
ves caer una estrella,
es la pasión de mi alma
que te señala su senda.
Si en el rubor de la amapola ves
que la sangre allí se refleja,
es la herida de mi corazón
que sangra por ti abierta.
Si en una gota de agua del río
ves un duendecillo que se aleja,
es el silencio de mi corazón
que en busca va de un amor que lo quiera.
37
¿Quién pone en tus labios el rubor de la amapola
que apaga el silencio de la noche?
¿Es la redonda sonrisa de la luna
o es el canto azul que rompe
el llanto de las estrellas que se hunde
en un abismo enorme?
¿Quién pone en tu mirada el color de la hierbabuena,
quién pone topacios azules en el horizonte
para que tus lágrimas no huellen
la lenidad de tu nombre?
¿Quién pone en las ondas de tu frente
llamaradas de oro y cobre
para que mis dedos se quemen,
mientras en tu boca escondes
el veneno que me mata
en el álgido silencio de la noche?
38
No debería morir la noche
para que plantaras tus besos
en las sombras del olvido.
No debería morir el silencio
que resbala por la fragancia de tus labios.
El mar dormido acaricia mis sueños
con lenguas de esperanzas rotas
que lanzan al viento
palabras como árboles caídos
en la crudeza del invierno.
No deberías depositar tu sonrisa
en los labios del silencio
para que mi corazón no sangre
con la herida del olvido. Mi amor ha muerto
tras las caricias de la noche helada
que han congelado tus pétalos.
39
Hoy te siento en los pliegues de la rosa
que esconde su aroma en el silencio de tus labios,
hoy te siento en la brisa que besa
el color de tus pétalos y la ternura de tus manos.
Un ligero perfume estremece nuestros besos
que se derraman en la noche azul cuando
tu mirada se posa en las olas del mar
para ahogar en ellas el color de tus encantos.
En el silencio de la noche te alejas de mí
como un luminoso sueño alado
y entre los pliegues de tu aroma
me quedo yo por ti suspirando.
Tu ausencia muerde mi corazón
con las espinas del olvido, como pájaro
que perfora la noche en su vuelo.
Un suspiro musita tu silencio a mi lado.
40
Tus labios en silencio cantan una canción
que habla de amor bajo la luz de la luna,
es el aroma de los pétalos de una flor
que se derrama sobre mí como suave lluvia.
La fragancia de sus lágrimas cae
en el mar de la noche con furia
y se estrella en las tinieblas de mis ojos
que miran cómo llora la luna.
En el ensordecedor silencio de la noche
se oye de los pájaros una música
que habla del amor que brotó
entre mi corazón y tu ternura.
Canta, ruiseñor, tu amor a las flores,
canta, ruiseñor, del bosque en la espesura
para que nuestro amor florezca
bajo los plateados besos de la luna.
41
Quiero escuchar el silencio de tu aroma
y permanecer a tu lado en esta playa
de arenas doradas que acarician mis pies
y de sonrisas que se mecen en los rizos del agua.
Ese silencio que me grita desde las olas,
ese silencio que para mí solo canta
canciones perfumadas por el color de tus pétalos,
delirios de amor que al fondo de tu corazón me trasladan.
Quisiera escuchar el silencio de tus ojos,
el silencio que hay en tu mirada
cuando se pierde en la luz de las estrellas
y en el mar de tu fragancia.
Quisiera ver el color de tus sentimientos,
quisiera oír el silencio de tu alma
cuando nuestros corazones se dicen tantas cosas
sin que entre tú y yo medie una palabra.
42
En silencio tu amor se fue
por los mares de fragancias y suspiros
como una nostalgia azul que volara
en las alas de la melancolía y del olvido.
El rubor de un beso se posó en el dolor
de mis labios cuando tú ya te habías ido,
fue la sonrisa de una amapola que
entre las caricias del aire hacia mí vino.
Tu aroma derramó un tul de llamas
en los topacios infinitos
y un beso de amor vino a posarse
en mi corazón como la blancura de un lirio.
En el silencio de la noche
el rubor de tus labios exhaló un suspiro
que llenó de llamas el azul del cielo
para borrar las lágrimas de Sirio.
43
El mar, ese mar que agita sus brazos
entre la blanca espuma,
el mar, ese mar que ahoga tus ojos
bajo la suave caricia de la lluvia.
El mar que se llevó el rumor de tu aroma
hasta el silencio de plata que ciega la luna,
el mar, ese mar que robó tus besos
para que mis labios no besaran tu ternura.
Ese mar de sombras agitadas
que bate permanentemente su bravura,
el mar, ese mar que se llevó tu fragancia
hasta las eternas alturas,
es el mar que le robó a mi alma
el rubor de tu hermosura,
es el mar que en silencio canta
una canción de amor a la luz de la luna.
44
Llegaste a mí un día azul
envuelta en el manto del silencio,
llegaste a mí sumergida en tu verde mirada,
llegaste a mí en un dulce sueño.
Entraste en mí por los resquicios de mi alma,
entraste en mí por las ventanas de mis sueños,
entraste en mí por las caricias de tus ojos,
entraste en mí por tu rumoroso silencio.
Bebí el color de tu aroma,
bebí el color de tus besos,
bebí el color que por tus labios resbalaba,
bebí el color de tus sentimientos.
Y te alejaste de mí en las olas del mar
y te alejaste de mí en las alas del viento
y te alejaste de mí en un sueño de amor
y te alejaste de mí por la senda de mis recuerdos.
45
El silencio de esta noche susurra
las caricias de tu mirada en las olas del mar,
esa mirada se derrite entre mis dedos
cuando me sumerjo en el perfume de tu soledad.
La noche susurra en silencio,
sobre las olas riela la melancolía lunar,
en tus ojos se refleja mi mirada,
en tus labios arde una sonrisa celestial.
En el silencio de la noche yo quisiera
la sonrisa de tus labios besar
bajo la luz de las estrellas,
bajo el argénteo esplendor lunar.
Una voz se alza en el silencio de la noche,
un grito que me hace temblar,
tu mirada muere en mis ojos
y tu sonrisa se apaga en el susurro del mar.
46
A tu lado he venido como aedo que busca
en el fondo del mar el recuerdo del olvido.
Mis versos resbalan por el aroma de tus labios
como en las mañanas de mayo las gotas de rocío
en el carmín de la rosa
y en la nieve de los lirios.
A tu lado he venido y de tu lado no puedo alejarme
porque me atas a tus besos con la sed del delirio.
Voy buscando por la senda del recuerdo
aquellos besos furtivos
que cayeron de los pétalos de una rosa
cuando recorríamos el silencio del viejo camino.
A tu lado he venido como mendigo que busca
en la copa de tus labios un nuevo vino:
el licor de tu perfume
que se ahoga en el mar del olvido.
47
En silencio oigo el dolor de la amapola
que enciende el oro de los trigos
y en silencio bebo las lágrimas que derramas
en las cálidas noches de estío,
cuando el ruiseñor eleva su canto a las estrellas
y tú susurras palabras de amor a mi oído.
En silencio oigo el dolor de tu corazón que se derrama
por tus venas, como la blancura por el lirio,
y en silencio recojo ese dolor en el cáliz de la rosa
para beber su aroma cuando tú no estás conmigo.
En el silencio de la noche oigo las lágrimas
que la luna llora cuando en su camino
rompe el color de tu mirada
en los mares del olvido.
En silencio bebo el cáliz de tu dolor
y la amargura de mi delirio.
48
Aquel silencio que toca con su grito
las estrellas del cielo,
aquel silencio que rompe con su fragor
el perfume de tus pétalos,
es el silencio que una noche de estío
vino a sonreírme en el sopor de mis desvelos.
Sus labios me hablaron de amor,
sus palabras se las llevó el viento
entre fragancias que coloreaban
el jardín de mis sueños.
Un silencio ensordecedor
se estrelló contra mi pecho
y un murmullo silencioso vino a susurrarme
palabras de amor junto a mi lecho.
El aroma de unos delicados labios
se alejó de mí en silencio.
49
Esos aromas rotos por los gritos del silencio,
esos aromas que queman tus labios por dentro
se derriten en las noches heladas del invierno
cuando el color de tus palabras se hiela en mi fuego.
Esas fragancias escondidas en las comisuras de tus pétalos,
esa ternura desleída en el rubor de tus besos
se derrama como el perfume de la rosa cuando bebo
el licor de tus aromas en la copa de mis sueños.
Cuando me hablaste de amor, ¿por qué te fuiste en silencio
en la luz de las estrellas hasta lo más hondo del universo?
¿Por qué me abandonaste en el abisal dolor de mi pecho
y te desvaneciste como fatal sombra de espectro?
Vuelve a mí, fantasma de sombra y luz, y háblame en silencio
cuando en las noches de insomnio contigo sueño;
vuelve a mí, y haz que sienta lo que siento
cuando tus labios se derriten en la nieve de mi fuego.
50
Cuando muera, quiero que me entierren en el olor
que exhalan tus labios de fresa,
quiero que cubran mi cuerpo con los aromas
de las rosas, los heliotropos y las madreselvas.
Quiero beber las ruborosas fragancias, el perfume azul
y las níveas esencias
en el largo camino del silencio
que me lleve hasta ti en las estrellas.
Una voz de plata hablará a mis oídos
un lenguaje mudo que yo sólo entienda
para guiarme por la senda del silencio
y abrirme paso entre las tinieblas.
En el silencio de las olas,
bajo la suave luz de las estrellas,
beberé el aroma de tus labios
para que mis labios no mueran.
51
Anoche te alejaste de mí
por el rumor de la brisa.
Ibas dejando atrás
el silencio de tu melancolía
que el dolor de mi corazón
con su luz malva envolvía.
Te ocultaste en los mares de mis recuerdos.
Tus ojos me sonreían
desde las lejanas sombras de la noche,
allá donde el tiempo pasa sin prisa.
Mis manos quisieron acariciar
el color de tu sonrisa
que jugaba con las olas.
Pero una voz sigilosa, lila,
gritó en el silencio que en la noche
dejó el paso de tu melancolía.
52
¿Qué puedo hacer en este silencio
que grita a la luz de las estrellas?
¿Qué puedo hacer con el dolor de tus
pétalos que se oculta en el color de mi pena?
Tu mirada va rodando por las olas
que se rompen en la arena
cuando acaricio el carmín de tus labios
que entre mis manos se quema.
El rubor de un beso tuyo
en el estallido de mi alma resuena,
mientras las amapolas de tu cara
se mecen en el oro de tus guedejas.
¡Ay, qué puedo hacer con el aroma de tus labios
cuando te escondes en la luz de las estrellas!
¡Ay, qué puedo hacer con el dolor de tus pétalos
que corre por el interior de mis venas!
53
El silencio de tus labios me habló de amor
cuando tus besos perseguían la luz del alba
una mañana de abril en que por tus pétalos
resbalaban tiernas lágrimas.
El arrebolado rumor de tu aroma enmudeció
el jardín de tus labios con una palabra,
vino a posarse en el color de tus besos
que sonreían a la alborada.
Tu mirada también me habló de amor
cuando se perdía en el azul de la mañana
como pájaro que vuela
hacia el lucero del alba.
Déjame beber tu elixir de amor
en el cáliz que derrama tu fragancia,
déjame beber el silencio de tus labios
para que nadie más pueda oír tus palabras.
54
Fui buscando el color de tus labios
en el aroma de las rosas
y sólo hallé el silencio de las flores
y el susurro de las amapolas.
Me pediste que derramara mis besos
en la fragancia de tu boca
y te alejaste de mí sonriendo
por el rosicler de la aurora.
El aura me trajo en sus alas
los suspiros de las rosas
y el trino azul celeste
que para mí cantaba la alondra.
Te fuiste en el rumor del silencio
hasta los mares de la aurora
y me dejaste buscando
la fragancia de tu boca.
55
Vuela en tus ojos el agua del mar,
vuela en las olas el color de tu mirada,
vuela en el oro y grana de la tarde
el turquesa de mi canción desesperada.
El aroma es tu silencio, que me habla
de amor en la noche estrellada
cuando la luna duerme su sueño
y tus labios derraman mil fragancias.
El silencio habla en la noche,
una nota de color cae de una rama,
el rubor enciende tus labios
y de tus ojos se desprende una lágrima.
Muere de las estrellas el fulgor,
de azul y rosa se viste el alba,
y la tersura de una gota de rocío
por el carmín de tus pétalos resbala.
56
En el silencio de la noche te alejaste de mí
susurrando una sonrisa en el color de tus labios,
ibas presurosa hacia la luz de las estrellas
envuelta en un tul de fragancias azul y blanco.
Un ahogado grito hirió mi garganta
cuando me desperté y no estabas a mi lado,
te busqué en el hondo silencio de la noche
y no pude tocar el rubor de tus labios.
Te busqué entre las rosas de mi jardín,
te busqué en los trinos de los pájaros,
te busqué en los suaves susurros del alba
cuando por el cielo extendía su cerúleo manto.
Quisiera beber el perfume de tu boca
en la roja sonrisa de tus labios,
pero te alejaste en el silencio de la noche
para que no pudiera besarlos.
57
Algún día mi corazón recordará tus labios
en el crepúsculo dorado del silencio
que ahora tiñe de oro y grana
el aroma de tus pétalos.
En las álgidas llamas de la tarde,
los pájaros con sus vuelos
van escribiendo en sus páginas de sangre
nuestra historia de amor y fuego.
Algún día mi corazón recordará
que tus labios guardaron silencio
cuando en el crepúsculo dorado de la tarde
los latidos de mis pupilas te pidieron un beso.
Mi corazón recordará algún día
estos nostálgicos momentos
en que mis ojos te hablaron de amor
y tus labios guardaron silencio.
58
Esta tarde se expande por el jardín
de mis sueños un mar de esencias,
esta tarde oigo en el silencio de las flores
el rumoroso perfume de tu presencia.
Tus pétalos se desangran en el aroma
de las rosas cuando mis labios besas
en este piélago de ensueño que acaricia
con su rumor la luz de las estrellas.
Tu mirada se hunde en el verdemar
de las olas y tus ojos se queman
en ese silencio de amor que sólo
me habla de dolor y de penas.
Esta tarde oigo en mi jardín los
susurros de ese mar de esencias,
en silencio me hablan de ti cuando
con sus labios acarician mis penas.
59
Grita un silencio rumoroso
por el arrebolado celaje,
los suspiros de las nubes se encienden
derramando fuego y sangre.
Se mece de tus labios la púrpura
en los gemidos que clama el aire
y una voz que habla en silencio
me grita desde el carmín de los rosales.
Quisiera guardar para siempre
en mi corazón esas palabras y besarte
en medio del silencio estremecedor
una tarde de fuego y sangre.
En el ocaso de grana y oro deseé
el carmín de tus pétalos robarte,
pero te ocultaste sigilosa
en el fuego que encendía la tarde.
60
¡Qué triste es el silencio que asciende
por la luz olvidada del asombro infinito!
¡Qué triste es el recuerdo que se desvanece
entre las gotas de lluvia y la sombra del olvido!
Una mañana de mayo vi llover aromas de sangre
entre la candidez de unos lirios,
tu boca sangraba fragancias carmesíes
que se derramaban en el cáliz de mi suplicio.
Bebí en las hendiduras del viento
los aromas de tus labios heridos
y soñé que las alas de los ángeles
me trasladaban hasta el paraíso.
La blancura de una paloma voló en
el asombro de la luz hacia el infinito
para traerme las rojas nostalgias
que tiñeron de sangre la sombra del olvido.
61
En el aire se mece el silencio de oro
que atraviesa las mejillas sangrantes de las nubes,
un pájaro se detiene en el verdor de las ramas
para picotear los destellos de la lumbre,
silencioso desciende el rubor de mi nostalgia
por entre las caricias plateadas de los abedules.
Tus besos fueron míos en aquellas sonrisas doradas
que acariciaban los labios del mes de octubre.
En mi dolorido pecho se clava el puñal de sangre
que corta el sonrojo de las arreboladas nubes
para que mi pena se derrame por los pétalos
de la rosa, aquella que entre mis manos tuve
cuando la llama de tus labios quemó mis labios
una dorada tarde del mes de octubre.
Un silencio de oro muere en el aire
y en el ocaso se apaga el fuego de las nubes.
62
La brisa del mar baña mi frente
en este amanecer de silencio
en que bebo la frescura de las olas
como si fuera el aroma de tus pétalos.
Allá en la línea del horizonte,
entre la bruma y el cielo,
veo el esplendor de dos esmeraldas
que brillan más que luceros.
El rumor de tus labios se mece
entre ágatas y ópalos de fuego
que quemar quieren mi sed
para helar la pasión que por ti siento.
Por la sal de las olas avanza
la lilial sombra de un sueño
que con su alígero silencio apaga
el susurro de un beso.
63
Una pena se desliza por la lumbre de tus ojos
y cae y se ahoga en el silencio del alma
sin que mis manos puedan retenerla
ni mis dedos puedan acariciarla.
Una lágrima resbala por la fragancia de tus pétalos
y cae y se deshace en los cristales del agua
antes de que el hálito de mi boca pueda recogerla
y mis labios puedan besarla.
Un suspiro rueda por el rubor de tus labios
y cae y se rompe en el rosicler del alba
sin que el aroma de las rosas pueda detenerlo
ni el canto de la calandria.
Por tus ojos se desliza una pena,
por tus pétalos resbala una lágrima,
por tus labios rueda un suspiro...
y por mi corazón se desliza tu nostalgia.
64
Te alejaste de mí derramando aromas rojos
por la pasión del olvido.
Esquiva,
te envolviste en racimos
de estrellas en el silencio de la noche
y bebiste la inocencia de los lirios
para que yo no viera las lágrimas
que rodaban por el dolor infinito
de tus labios sangrantes.
Era tu amor como un cuchillo
que cortara la blancura de la nieve. Clavaste
tu despecho en mi corazón y partimos,
tú por la senda del rencor
y yo por el dolor del olvido.
65
La llama de tus labios encendía
el alba
con el arrebolado aroma que por tus pétalos
sangraba.
Sonreías, silenciosa, al mar de
tu mirada,
mientras las olas de tu perfume se rompían en el rumor de
la mañana.
Tus labios, sangre
en llamas,
bebían la pasión de mis labios que por ti
se derramaba.
Una canción de amor, de un ave
enamorada,
vino a inmolarse en el fuego encendido de
tus brasas.
66
Vuela el silencio de la noche
entre suspiros amargos
que arrojan dos luceros
enamorados.
Una lágrima rota rueda
por el filo de tus labios
como cuchillo que corta el carmín
de su perfume. Mi dolor, ensangrentado,
se derrama por esos pétalos de grana
para beber el hielo que quema tus labios.
Un suspiro tuyo rompe el silencio
de los enamorados
y todo el dolor que se alargaba hasta las estrellas
en el carmín de tus pétalos queda enterrado.
Vuela el rumor de la noche
entre suspiros amargos.
67
Transparente era el silencio
que por tus labios resbalaba
en el postrimer suspiro de la noche,
en el primer rumor del alba.
Un perfume redondo gritó tu corola
y se tiñó de carmín la luz blanca
que se cernía sobre el aroma de tus pétalos
y sobre el arrebato de tu mirada.
Mis labios besar quisieran el aroma
que por tus labios resbalaba
en el rosicler de la aurora,
en el oro y rosa de la mañana.
Pero tú alejaste tus besos
de mi boca apasionada
en aquel redondo perfume
que rompía la pureza del alba.
68
Ya no puedo vivir sin ti
en este locuaz silencio
en el que no oigo los clarines de tu libertad.
Una paloma blanca vuela por los etéreos caminos del cielo
hacia el espesor de la esperanza. En sus alas porta el color de la paz.
Veo el aroma de tus labios que produce sonidos extraños en mi pecho.
Una palabra tuya me bastaría para oír tu perfume
y para huir del rumor del silencio
que me rodea desde que tú ya no estás.
Una palabra tuya nada más y bebería en tus pétalos
el aroma que embriagaba la copa
de mis deseos.
Ya no puedo vivir sin ti
en este océano
de palabras rotas
y de rosas sin pétalos.
69
La curva del silencio se rompe
con la luz de alba
y un sollozo azul huye
de tus labios de grana.
En el horizonte de tus ojos se dibuja una ola
que atraviesa la línea verde de tu alma,
por ella fluyen los gorjeos de los pájaros
que el tul del cielo hilvanan.
Una gota de dolor, caída del silencio
de la noche, por tus pétalos resbala
y se estrella en el perfume de tus labios
que para mí sangran
lágrimas de sal
y brillos de nácar.
Un suspiro azul rompe
la luz del alba.
70
¡Ay, si yo pudiera encontrar
el sonido del silencio
que murió entre tus labios
en la fría sombra del invierno!
Una palabra mía cayó al borde
de la arena de tus pétalos
y tú la acariciaste como gota de rocío
que se deshace en las hojas de mis recuerdos.
Las amapolas de tu cara se arrebolaron
con el carmín de un beso
y a la orilla de tu mirada una lágrima
flotó como pluma que se lleva el viento.
¡Ay, si yo pudiera encontrar una palabra tuya
que cayó al mar del silencio
cuando bajo la mirada de la luna
me ofreciste amor eterno!
71
Quisiera llegar al borde del silencio
donde mis labios rompieron una flor
cuando en su aroma deposité un beso.
Te fuiste llorando lágrimas de amor
por el horizonte de mis sueños,
te fuiste y me dejaste solo ante la flor
que deshojaba la caricia de mis dedos.
De la brisa azul en el albor
se derramó la nostalgia de un jilguero,
de luz su melancolía y de color
llenó el perfume de mi huerto.
En la soledad azul de tu amor
quisiera depositar el aroma de un beso
que me llevara por los mares de la ilusión
hasta el confín de mis anhelos.
72
En el jardín de fragancias en que estarás conmigo
descansará tu mirada de su largo viaje.
Un mar de olas se perderá en el infinito
cuando reclines tu cabeza en la nostalgia de la tarde.
Y se perderá nuestro último beso
en el silencio de las flores
y en el aroma de los heliotropos
se posará el canto de los ruiseñores.
Una gota de lluvia recorrerá el rubor de tus pétalos
y se abrirá un rayo de esperanza en la voz de mis sueños.
Tus besos de fragancia caerán sobre el silencio de la tarde
como lluvia de oro sobre los rosales.
Y la tarde se habrá ido
entre sueños de rosas y aromas de olvido.
73
Mi pasión arderá en la calma de tus ojos
donde se ahogan todos los ríos
y mi dolor se alargará como la sombra
de tu perfume hasta el infinito.
Nuestros besos beberán el aroma
de las rosas y la candidez de los lirios
en el silencio de dos corazones que
por la flecha del amor han sido heridos.
El rubor de tus pétalos acariciará el dolor
de mis labios en una copa de vino
y se romperá en el cristal de los sueños
como las frágiles alas del dios Cupido.
Besaré con mis manos la calma de
tus ojos en el zafiro azul suspendido
y beberé con mis labios la pasión
de las rosas y el dolor de mi delirio.
74
El rumor de tus labios
encendió el carmín de mis anhelos
cuando volabas en alas de amapola
por el silencio azul del viento.
El rubor de tu aroma cayó
en la hoguera de mis deseos
para ahogar en mis labios
la ardiente llama de tus pétalos.
Bajo la sombra del dolor
y en la dulzura azul del silencio,
te elevaste, cautivadora y apasionada,
hasta los confines del universo.
Vuela en alas de plata
hacia la noche de mis sueños,
vuela en el rumor de tus labios
por el silencio azul del viento.
75
Por tus labios resbala una lágrima,
violeta azul robada al borde del silencio,
copa de fragancias que derrama su aroma
en la sonrisa que bebe la luz de tus pétalos.
He de borrar tus labios de sangre
para que no llueva el rocío de mi nostalgia
en la noche serena de tus ojos
donde muere el mar de tu mirada.
He de volar al azul de las estrellas
donde se esconde el color de tus besos
y he de beber la melancolía de la luna
para que en ella duerman mis sueños.
Anoche robé un suspiro de azahar
a unos labios que bebían una lágrima
y en la soledad abismal de tus ojos
se encendió un halo de esperanza.
76
Por ese mar se derrama tu mirada,
verde esperanza de mi corazón abierto,
por ese mar de estrellas azules
donde el rumor de mis labios ha muerto.
Un suspiro de alondra muere en mis manos,
un aroma tuyo teje mis sueños,
una sonrisa se baña en la arena,
una palabra rasga el silencio.
Por tu mirada resbala mi dolor,
por la caricia de tu piel, mi sufrimiento,
por la brisa que besa las olas,
la fragancia de tus pétalos.
Pregúntale al mar si ha visto en tu mirada
el manantial de mi corazón abierto,
pregúntale si ha visto grabado en la luna
el dolor de mi silencio.
77
Hay horas más tristes
que las de las noches calladas
cuando se oye el rumor del silencio
bajo los latidos del alma.
Hay momentos más tristes
que los de los gemidos del viento
cuando en los suspiros de tus labios
se oye llorar el silencio.
Las fuentes de tus ojos
manan dos ríos de lágrimas
que yo beber quisiera
para apagar la sed que me abrasa.
En el jardín de tus aromas
se rompió el carmín de tus pétalos
cuando de tus labios se escapó
la dulzura de un beso.
78
Como una ola llegaste a mí,
como una ola de perfumado silencio.
Ese silencio que en la noche
rompió el rumor de tu fragancia,
ese silencio que se esconde
bajo el sigiloso susurro del agua,
ese silencio que acaricia
la piel de las estrellas,
ese silencio que corre
por el dolor de mis venas.
Bebías el silencio de tus labios
mirando al mar
como una diosa caída del cielo
ante los ojos de mi altar.
Llegaste a mí como una ola,
como una ola, triste y sola.
79
Siempre heriste mi corazón, ruiseñor
del silencio que para mí cantabas
una canción en el edén de mi tedio.
Por las tardes te veía pasar ante el espejo
de mis sueños, vaporosa como una ola
en las alas del tiempo. Siempre heriste
mi corazón, alondra del viento,
que para mí cantabas una canción,
la canción del silencio. En tus labios
siempre veía la sonrisa de tus pétalos,
amapolas ruborizadas que cortaban el
dolor de mis sentimientos. Por las tardes
te veía pasar ante el espejo de mi soñar
con mis labios en tus besos y una caricia
en el blondo flotar de tu pelo. Siempre
heriste mi corazón, ruiseñor del silencio.
80
Tu ausencia se ahoga en el silencio del mar
que a veces cantaba tu nombre. En mi soledad,
de no estar solo, juegan tus recuerdos en el
fondo oscuro de mi memoria. Las horas, que
se deslizaban en el paraíso azul de nuestros
sueños, ahora las paso hilvanando mis versos
en el pergamino helado del invierno. Mis manos
acarician la frialdad de unos besos que guardo
en la caja azul de mis recuerdos. Su tapa conserva
el color de tus pétalos y, cuando la abro, un perfume
se desliza entre mis dedos hasta el fondo de mi
corazón, y por mis venas corre el fuego de aquella
pasión que vivimos en otro tiempo. Tu mirada se
hundía en el mar de tus olas y yo soñaba con tus
besos tras aquel rompeolas que vivió nuestro verano
de ensueño. Ahora te ahogas en el mar de tu ausencia
mientras mi boca canta tu nombre en estos versos.
81
El espectro de tu sombra ocultó la luna,
que lloraba lágrimas de plata en la quietud
del bosque. Tu mirada, mar sin nombre,
heló el fuego de mis venas y un aroma
aterciopelado besó la sonrisa de las flores.
El silencio nocturno se iluminó de estrellas
que perfumaban la noche y mi boca sólo pudo
beber la brisa que caía de la melancolía de las
hojas. Mis manos acariciaron el olor de la hierba
que ascendía hasta la infinitud del orbe, mientras
tú, mariposa sin alas, volabas por la verdad de
mis sueños. ¿Tu nombre? Para qué necesitaba yo
saber tu nombre si besabas la calma de mis labios
con el rubor de tus sueños. Tu sombra ardió en el
perfume de tus pétalos y la luna lloró lágrimas de
plata en el hondo silencio de mis recuerdos.
82
¡Qué silencio tan largo ha caído desde tus suspiros
a mis manos! El rubor de tus palabras se lo ha llevado
un pájaro de nieve que iba volando por la espesura de
tu mirada. Tus labios ya no se mecen con la brisa del
tiempo. Te has quedado sola y ya no gritas el silencio
alargado de las horas cuando tu carmín perfumaba el
jardín de las rosas. Sonreías a la lluvia de abril y sus
gotas acariciaban la suavidad de las amapolas. Fuiste
mía y yo bebí tu nombre en los labios de la rosa que
lloraba lágrimas de fragancia en el rumor de las olas.
Aquella tarde de primavera (los pájaros habitaban el
espesor de la frescura) tu mirada rompió la luz del
mar. Fuiste mía por un instante y yo bebí el silencio
que caía de tus suspiros antes de que muriera en el
oleaje. Te has quedado sola y ya no gritas tu nom-
bre cuando tu carmín perfuma el jardín de las rosas.
83
Por las olas te fuiste de la mar de mis sueños,
por las olas te escapaste como pluma que
se lleva el viento. El silencio rompió el
aroma de tus labios que sonreían al nacer
del alba, el silencio apagó los suspiros
que caían al agua. Por tus lágrimas corría
la fragancia de tus pétalos y por tu mirada...,
¡oh, verde turquesa perdido en el océano!
Mi boca se hundía en el abismo de tu pasión
y mis labios ardían en tus besos, rosa de
Alejandría, rosa del desierto.
Tus manos acariciaron la blancura
de una voz que se hundía en el silencio
de una flor desvaída en mis recuerdos.
84
En mi silencio vive tu hermosura que se rompe
contra las paredes de mis recuerdos.
Tú me sueñas y yo te sueño en las esquinas
del tiempo. Tus labios hieren los aromas
de las rosas que florecen en el invierno
y tus besos, que son mis besos,
se pierden en la sombra de mis versos.
Una palabra estalló en la blancura de la mañana
y llenó de silencio los gemidos de tu fragancia.
Bébeme en tu delirio, bébeme en la copa de
aroma que rebosa con tu amor y el mío.
Átame con la luz de las estrellas,
átame con los sonidos de tus aromas
para que mis ojos contigo los beban.
85
Hay silencios profundos que hilvanan
la oscuridad de la noche
y hay aromas que encienden el fuego
de tus lágrimas para que yo beba
las llamas de tus ojos
y el fulgor de tu mirada.
Hay rumores que callan el grito del silencio
que rompe el fragor de tu fragancia
en las claras noches de abril
cuando la luna derrama suspiros de plata.
Hay el silencio redondo de unos labios,
hay el vacío de una palabra,
hay el sonido de un corazón roto
que por ti palpita y sangra.
Hay silencios que hilvanan la noche
para que yo beba tu fragancia.
86
Voces que callan en el abismo de tu historia.
Por la boca de tus ruinas huyen los gritos de guerra
de los que iban a morir. Las flores crecen sobre
la sangre que vertió su memoria. La hiedra
abraza los latidos de las piedras y el musgo
oculta las cicatrices del tiempo. Pájaros de cristal
cantan sobre tus derruidas almenas. Al atardecer
la añoranza se alarga entre los colmillos del silencio.
Un aroma roto cae de tus labios como un largo suspiro
de nostalgia. Tus ojos se derraman sobre la mirada
de mis recuerdos y la noche cubre de espanto
el fantasma de los muertos. La luna llora lágri-
mas de plata sobre tus muros yertos
y sus labios acarician mis sueños.
Huye, paloma blanca, por el abismo del tiempo.
87
Tu mirada y mi silencio solos en la penumbra.
El aire acaricia las hojas de un roble.
El verdor huye como pájaro que vuela en busca
de la libertad y tu mirada se hunde en la brisa.
Dos lágrimas rodaron por el silencio de la
noche y una sonrisa se posó sobre la luna y
el mar. Eran las doce... y unos ojos se perdían
en la brisa. Una lluvia de estrellas
hirió el viento en la soledad de la noche
y los pétalos de tu fragancia se echaron a volar.
¡Tus ojos y mis labios solos en la penumbra!
Tu mirada cayó en el mar y mi silencio en la bruma.
Dos lágrimas rodaron en la noche
y una sonrisa se posó sobre el mar y la luna.
88
¡Cuánto dolor en tu ausencia
cuando camino a la luz de la luna
por los sigilosos senderos de mi inocencia!
Mi mirada se perdía en el océano de tus ojos
cuando mis ojos contemplaban tu pupila abierta.
Me sumergí en el piélago profundo de tu mirada incierta
y allá, en lo más hondo de su negrura, soñaba con tu amor.
Un pájaro verde, verde como una ola, me sonreía
y cantaba para mí una bella canción. Sus alas de agua
se derramaban sobre mi blanca candidez.
Unos labios de amapola se abrieron para mí
y, cuando intenté
besarlos, te vi partir.
¡Cuánto dolor en tu ausencia
cuando camino a la luz de la luna
por los sigilosos senderos de mi inocencia!
89
El color de tu sonrisa se lo llevó
el rumor del agua
una noche de silencio azul
que contigo soñaba.
Ya no puedo beber el aroma de tus labios
ni naufragar en el verdor de tu mirada,
ya no puedo besar la suavidad de tus pétalos
ni sumergirme en el dolor de tus lágrimas.
Ya el rosal perdió todas sus rosas,
ya perdió la tersura de su fragancia;
ya los lirios perdieron su inocencia,
ya perdieron su blancura inmaculada.
La brisa ya no llora amargura,
la luna ya no derrama luz de plata,
y en el silencio azul de la noche
el ruiseñor ya no canta.
90
Tus labios de amapola
beben la angustia del tiempo
en el arduo declinar de tu partida
por el camino del silencio.
Allá quedaron las rosas marchitas
en el jardín de mis sueños,
allá quedó el rubor de tu aroma
suspendido en la levedad de un pétalo.
Te fuiste por el camino del alba
para beber la luz de su lucero,
te fuiste como paloma blanca
suspendida en las alas del viento.
Como mariposa que vuela
por la cárdena senda del silencio
te fuiste tú por el camino del alba
dejándome abrazado a mis recuerdos.
91
Te busco por las ondas del mar,
las ondas del mar que habitan tu recuerdo,
ondina de las fuentes, rosa de Alejandría,
anémona nemorosa, rosa del desierto.
En las noches de ofuscadora luz,
luz de plata y rumoroso silencio,
te busco por los mares del olvido
y por los abismos de mis recuerdos.
Sueño con tus labios al besar,
al besar la sonrisa de tus pétalos,
nereida de los mares, rosa de Alejandría,
anémona nemorosa, rosa del desierto.
Te busco en la herida de mi corazón,
herida de mi corazón que tú has abierto,
porque eres la llama de mi amor,
amor que muere sin tu fuego.
92
Suspendida en la calma de la noche,
tus ojos contemplan la luz de plata
que cae sobre las olas de los recuerdos
en un mar de languidez y nostalgia.
Deja que la mudez de tu boca hable,
herido el silencio con sus palabras,
deja que las olas acaricien tus pies
y que la luna bese la quietud del agua.
Deja que una sonrisa hiera tus labios
y que en mis manos su aroma caiga,
deja que sus pétalos hieran mi corazón
para que mi dolor ondee en su fragancia.
Suspendida en la calma de la noche,
en la mar serena se perdió tu mirada,
las lágrimas del mar bebieron tus ojos
y la luna besó la placidez del agua.
93
En silencio llegaste a mi lado.
Pura como el agua,
pura como la nieve,
pura como la luz del sol.
Entre jazmines y rosas lloraba tu silencio
aromas transparentes
que ardían en el fuego de mi pasión.
Te deshiciste en música,
en fragancia,
en sombra que cabalgaba
sobre la espuma de las olas,
sobre la inmensidad azul.
Quise probar
la dulzura de tus labios,
pero te deshiciste en pasión
y luz.
94
El silencio se escapa de tus labios
como lluvia
que se lleva el viento
hacia el abismo de mi dolor.
Un pétalo tuyo resbala
por la pendiente de mis sueños
y en el aire triste de la tarde
arde en su rubor.
Por las olas del tiempo
vuela una palabra
que de tu boca partió
para depositar un beso
en los labios de mi corazón.
Habla, silencio, habla,
habla en el hueco de tu voz
y graba en mis sentimientos
el rumor de tu canción.
95
El aire está lleno de silencio
en la vasta soledad del mar de tu mirada.
¡Qué importa a dónde lleve el viento
tus caricias salobres
o el color de tu fragancia,
diosa de los mares,
ninfa de las fuentes y del agua!
Bebo el sabor de tu piel
en los pétalos rojos
que de tus labios se escapan.
Un aroma a miel
huye en la brisa del atardecer
por el piélago de tu mirada
y mis labios, rotos de pasión,
no pueden beber
el arrebol de tu fragancia.
96
¿Cómo llenar el vacío del silencio?
Con plumas de agua
del pájaro de nieve
que vuela por el río del olvido.
Con las alas del viento
que tejen el verdor de la espesura
en las noches de insomnio.
Con la sonrisa de tus labios
que se estrella en los pétalos de la rosa.
Con tu mirada
que se pierde en el mar de tus ojos.
Con la fragancia de tu boca
que siembra de arrebol
la caricia de las nubes.
Con tus besos y mis besos...
Con tus sueños y mis sueños…
97
Se desnuda tu aroma
en el grito mudo que da el alba
cuando del negro velo se despoja:
una brisa azul recorre el dolor
de mis labios alargado
hasta la sombra del lucero que se apaga.
El color de tu sonrisa hiere
el silencio de mi voz
mientras una palabra grita
en el fondo de mi corazón.
Se desnuda tu piel en mis manos
y un aroma rojo sangra por el terciopelo de tus pétalos.
Entonces bebo el sabor de tus besos
que se derrama en el dolor de mis labios.
El lucero pone su último grito en el cielo.
98
Soledad y silencio
son las alas que llevan mis sueños,
mis sueños que llenan de amor y vida
todos mis versos.
Soledad, triste soledad que llevas dentro de ti
todos mis recuerdos,
todas mis añoranzas,
todo mi silencio.
¡Soledad, oh soledad!
En ti siento arder las llamas del amor
y el dolor del olvido
de una pasión que murió
antes de haber nacido.
Una palabra que nunca se escuchó
y un suspiro que se llevó el viento
en los labios de un lirio.
99
Donde se ocultó tu mirada,
allá en lo más hondo de mi mismo,
encontrarás el consuelo
de aquel amor que perdimos.
En un mar sin fondo,
de dolor y abismo,
un mar que ya no anega tus ojos
con las lágrimas de mi olvido,
hallarás el sigiloso grito de mi voz
y el hálito de mis suspiros.
Donde se ocultó tu mirada,
allá en lo más hondo del abismo,
nuestros labios encontrarán
el beso que no nos dimos
y, como los ríos que van a la mar,
nuestro amor será infinito.
100
La noche dormía en silencio
su eterno sueño azul,
a lo lejos morían las notas
de un quejumbroso laúd.
En la piel de la brisa se acariciaba
una fragancia carmesí,
fragancia carmesí que yo besaba
pensando en ti.
A lo lejos se escuchaba
una triste canción,
eran las notas quejumbrosas
que exhalaba un ruiseñor.
Como una ola sobre el mar
sonaba la brisa de tu amor
y mis sueños se desvanecían
al besar la fragancia de tu canción.
© Julio Noel
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