Tu mirada se sumergió en el fondo del océano.
Estabas sola en la inmensidad de la noche,
tu voz era el silencio que acariciaba mis manos
cuando mis labios rozaban
la piel de tus pétalos.
Entre los sollozos de la noche,
una ternura se posó
en la comisura de mis labios
como una fragancia derramada
sobre la nieve de tus senos.
Mis labios se posaron en tu perfume
y tus pétalos se derritieron entre mis dedos.
Después la noche se sumergió en su inmensidad
y tu mirada se ocultó en las profundidades del océano.
De Pétalos rojos
© Julio Noel
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