Deja que tus cabellos de oro vuelen al viento
entre las nieves de tus rosales
y que el rubí de tu boca encienda
la loca pasión de mis pesares
en los hálitos de las estrellas
y en el aroma de los mares.
Deja que busque en el color de tu mirada
el alivio de mis males
y que la brisa de tu fragancia me eleve
hasta las luces siderales
donde se ocultan las estrellas
y donde yo pueda darte
el fuego de mi pasión
que de ti me alejó una remota tarde.
Déjame que bese los labios de la luna
y siga por el camino de marte
hasta alcanzar el edén
donde empecé a amarte
y allí poder besar
los labios que de mí apartaste
una tarde de primavera
entre verdes trigales.
De Sonrisas y lágrimas de primavera
© Julio Noel
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