domingo, 21 de noviembre de 2021

Sonrisas y lágrimas de primavera


1


Las grávidas nubes de abril

derramaban sus lágrimas

en el redondo aroma de las rosas

que en el jardín de tu silencio lloraban.

El suave céfiro acarició

el dulzor de una fragancia

que sonreía a unos ojos verdes

ocultos tras una lágrima.

Por entre los blancos algodones

que el añil del cielo tamizaban

se fueron desvaneciendo

los sueños de mi nostalgia.

Abril sonreía a las níveas nubes,

cargadas de ilusión y esperanza,

que se perdían en el piélago azul

del mar de mi añoranza.





2


El silencio bramó al cerúleo cobalto de

abril con alaridos de color y fragancia

que encendían el pálido aroma de las flores

en el aterciopelado sonreír del alba.

Sonreían las dulzuras de tus encantos entre

perfumes de jazmines y suspiros de rosas

como plateadas perlas de rocío

que besaran el fuego carmesí de la aurora.

¡Ay, tus labios exhalaron dos besos de amor

que encendieron el rubor de las amapolas,

mientras mis suspiros se fueron apagando

en el verdemar de las quietas olas!

Abril reía al aroma de las flores

en el cristalino silencio de la mañana

y los perfumes de tus divinos encantos

se derretían en las sonrisas del alba.



3


Abril sonríe a las flores

con su velo azul de primavera,

abril acaricia los aromas y colores

que suspiran los jazmines y las madreselvas.

Los besos carmesíes de tus pétalos

se derritieron en los sueños de mi nostalgia

cuando quise acariciar entre mis dedos

el carmín de tu fragancia,

y el susurro de tus apasionados efluvios

se evaporó en las alas del céfiro,

ay, como los aromas de las rosas

en el arrebolado frenesí de tus besos.

Abril sonríe a dos almas gemelas

en las cristalinas aguas del río

cuando en el espejo de sus topacios

contempla el beso de dos blancos lirios.







4


La primavera vestía los grises alcores

de aromas amarillos y violáceos mantos,

la alondra derramaba sus frágiles cadencias

en el azul del cielo y el candor de los nardos.

Una abeja libaba el elixir de las flores

entre exhalaciones gualdas y suspiros cárdenos

que volaban hacia el intenso azur en racimos

de ambrosía y caracolas de lívido llanto,

y el color de mis emociones se derretía

en el aterciopelado carmín de unos labios

cuando beber quería el aroma de sus besos

en el silencio azul de una tarde de mayo.

La primavera vestía de vivos colores

el nebuloso sueño de dos enamorados

y pintaba en el carmesí de las amapolas

el susurro de unos labios apasionados.



5


El río áureo crece bajo la lluvia de abril

y se lleva mis recuerdos de primavera

en un efímero batel de cristal y plata

que se desvanece en los suspiros de la niebla.

Por la luz de sus aguas vuelan las arcoíris

entre risas añiles y cristales turquesa

que se llevan en su aturquesado regazo

los lívidos colores de mis amargas penas.

El fuego de tus pétalos arde en los cristales

cuando besas su piel con el color de tu esencia

y la risa carmesí de tu boca grana

se derrite en los aromas de las azucenas.

La lluvia de abril llora sobre el dorado río

lágrimas de plata y suspiros azul turquesa

que raudos se lleva la cristalina corriente

con mis efímeros recuerdos de primavera.







6


Abril llora lágrimas de cristal

y arroja suspiros entre las flores,

abril ríe entre rosas y azucenas

y llora entre fragancias y colores.

Tu cálida sonrisa se oculta entre

rojos rubíes y perlas de plata

cuando quiero acariciar tus labios

en el álgido frescor de tus llamas.

El azul de las flechas de Cupido

tus suspiros carmesíes sonrojan

cuando el color de tus pétalos besa

el aroma de las fragantes rosas.

Abril derrama lágrimas de plata

en el carmín de las amapolas,

abril ríe entre rosas y azucenas

para que pueda besar tus aromas.




7


La primavera me ofrece una copa de aromas

cuando tus aterciopelados labios suspiran

rojas fragancias en un mar de rosas

que se derriten en el color de tu sonrisa.

Mis manos acarician tus cálidos colores

en el sonrojado nacer del alba

cuando los blancos efluvios de todas las flores

se sumergen en un intenso mar de fragancias.

En los suspiros del aire huyen mis penas,

víctimas de tus crueles desengaños,

como los colores de tus cálidas esencias

en las apacibles y azules tardes de mayo.

El dorado zumbido de la abeja

liba el color de tus aterciopelados pétalos,

mientras la pasión de mis labios anhela

del rubí de tus labios arrancar un beso.







8


El rumor de la abeja contempla nuestro beso

que se derrite en el aroma de las flores

cuando la sonrisa de tu verde mirada

se diluye en el color de mis emociones.

El fuego ardió entre nuestros apasionados labios

como el carmesí en los pétalos de la amapola,

tus suspiros encendieron las alas del céfiro,

tus lágrimas ahogaron el rubor de las rosas,

nuestras miradas mudas se contemplaron

y mudas se dijeron muchas cosas,

y el cielo de abril se quedó mirando

el amor encendido entre los rojos aromas.

El rumor de la abeja contempla nuestro beso

que se derrite en el aroma de las flores

mientras la sonrisa del suave céfiro besa

el color de la primavera con sus acordes.





9


Abril reía en los

interminables amaneceres de cobalto,

sus aromas acariciaban

las cumbres y los collados,

las nubes lloraban lágrimas

que apagaban la sed de los álamos,

y nuestros besos acariciaban

los colores más álgidos

que rasgaban el aire en las alas ingrávidas

de los azules átomos.

Una flor surgió como copo de nieve

en el verdor de los prados,

y el color de la primavera estalló

en estrellas blancas y racimos violáceos

que llenó mis sentidos

de aromas dulces y cálidos.

Mi alma acariciaba

el color de los campos,

que ascendía entre las ramas de los árboles

y se escondía en los chopos más altos

para posarse de nuevo

en tus labios

y avivar el fuego de mi amor

que ardía en mi corazón enamorado.

Entre los suspiros de las flores

y las melodías de los pájaros,

abril reía en los

interminables amaneceres de cobalto

y mi amor se diluía

en el fuego de tus rojos labios.




10


El aroma rojo de tus labios

vive en el carmín de las rosas,

que sonríen en las blancas mañanas de abril

a nuestras almas que se aman a solas.

La abeja besa el color de los pétalos

y se baña en el carmesí de las amapolas,

la alondra llora en los trigales

y el jilguero, entre las sombras,

las flores conocen los besos de nuestro amor

que se queman en purpúreos aromas,

aromas que encienden el aire

con alas blancas y rojas,

y acarician el color

de los pétalos y las corolas,

como los rojos suspiros

que exhala tu boca.

Tu amor va soñando primaveras

de alegrías y malvarrosas

que pintan las sonrisas del aire

con el color de sus aromas.

Tu amor arde en la primavera

con apasionadas llamas rojas

que raudas se las lleva el viento

a la mar de verdes olas.

¡Ay, la fragancia carmesí de tus besos

dejó un rojo amargor en mi boca!





11


La primavera ha roto sus colores

en el carmín de las amapolas:

una lágrima tuya va rodando

por los labios de una rosa.

Quisiera robar esa lágrima

que suspira en tu corola

para acariciarla con mis labios

y derretirla en mi boca

como dulce licor

de un amor que se evapora

en los perfumes de la primavera

y en el carmín de las amapolas.

Entre los blancos jazmines

besar quiero la fragancia de tu boca

mientras acaricio entre mis manos

el color de tus aromas.





12


Labios de fuego

queman mi nostalgia

en el dulce fragor

de la mañana.

Anhelos carmesíes revolotean en el aire

con alas de oro y grana:

se llevan mis suspiros

entre azules fragancias

a la mar eterna

de nuestro amor en llamas.

La risa de las flores

sonríe a la mañana

con sus esencias carmesíes

y sus azules fragancias,

mientras mis labios acarician

el aroma de tu nostalgia

en los suspiros del céfiro

y en las sonrisas del alba.

Pétalos de fuego

queman mis alas

en el dulce respirar

de tus azules fragancias.





13


Tus aromas se diluían

en los colores de la primavera

como lluvia de abril

que apaga mis penas.

Ocultaste tus labios

en las sombras de la noche

para que yo no pudiera ver

la sonrisa de tus colores.

El rumor de tus suspiros me hirió

en el silencio de mi alma

como lágrimas de abril

en la noche azul y estrellada.

Tu cálida sonrisa

bebía la fragancia de las flores

en los colores de la primavera

y en el carmín de nuestros amores.




14


Una lluvia de oro caía

sobre tus rojos labios

sembrando esencias carmesíes

en unos ojos enamorados.

Voces de terciopelo se oían

en el silencio violáceo

que ensordecía el clamor

de tus rojos labios

entre la cándida sonrisa de las azucenas

y el aroma níveo de los nardos.

Un murmullo de fragancias

bebía el aliento cálido

de unos besos carmesíes

en las doradas tardes de mayo.

La suave brisa del atardecer

mecía en sus manos

la blandura de tus perfumes

y el terciopelo de tus labios

que exhalaban rojos suspiros

en un corazón enamorado.




15


La lluvia de abril caía en tus labios

como gotas de nácar en primavera

y libaba el color de tus pétalos

como mis sueños la luz de las estrellas.

Blancas sonrisas exhalaba al aura

el color de tus aromas

y con sus dedos carmesíes

encendía el rubí de tu boca.

Por tus inmaculadas mejillas rodaba

un racimo de perlas

arrancado a los suspiros de la noche

y a las lágrimas de las azucenas.

Tu sonrisa encendió los colores del viento

y sonrojó el carmín de la amapola,

y mis labios besaron el terciopelo

del color de tus aromas.




16


Bebí el color de tu aroma,

bebí la sangre de tus pétalos,

bebí el rubí de tus labios,

bebí la nieve de tus senos.

Una blanca mañana de primavera

hui en las alas de mis sueños

a los jardines donde crece la nostalgia

regada con las lágrimas del recuerdo.

Un alado corcel me llevaba

por las aguas cristalinas del tiempo

sumergido en los suspiros de tu fragancia

y en el carmín de tus pétalos.

Volé en alas de plata

a la vorágine del universo

envuelto en verdes torbellinos

que herían el viento,

y descubrí en los pliegues de tus aromas

las risas del silencio,

el color de la esperanza

y la dulzura de los sueños.

Volé en nubes de algodón

a los recovecos de mi pensamiento

donde se fraguan mis ilusiones

y se tiñen de carmín mis versos.

Bebí el color de la primavera,

bebí el dolor del tiempo,

bebí el rubor de las amapolas,

bebí el licor de tus besos.




17


La primavera sonreía

en los labios de tu fragancia

con aromas de colores

que volaban en alas de plata.

Un susurro amarillo ascendía

por la ladera verde y malva

que envolvía en rizos de oro

la dulce esencia de la mañana,

y el sordo rumor de las abejas

entraba por mi ventana

envuelto en dorados aromas,

aromas de mi infancia,

que me trasladaban a la verde ladera,

resplandeciente de luz gualda,

para beber las esencias amarillas

de la flor de la retama.

El dorado silencio se rompía

con el trino de la alondra parda

y con el cantar del jilguero

que se escondía

en el amarillo de una rama

para ocultar su melancolía

en la dorada fragancia.

El carmín de tus rubíes sonreía

en la primavera de oro y grana

al color de tus aromas

y al dolor de mi nostalgia.




18


Una verde mirada se perdía

en los aromas de la tarde

como destello de esmeralda

que se diluía en el azul del aire.

Sus flechas herían

los suspiros de mis ayes

en la plácida tarde de primavera

bajo la plateada sombra de un sauce.

Los acerados aguijones,

teñidos en mi sangre,

atravesaron indolentes

el carmín de los rosales

en los efluvios de la primavera

y en las sonrisas del aire.

Una roja fragancia se detuvo

en los labios de la tarde

y el beso del aura se la llevó

por los verdes trigales.




19


Tu redondo aroma sonreía

al cielo azul

una mañana de mayo

de plata y luz.

La colorada sonrisa

de los rubíes de tu cara

en rojos destellos diluía

el dolor de mi nostalgia.

Por los topacios azules

fluían rojas fragancias

que de rubor llenaron

el cristal de mis lágrimas.

El aroma de las flores tejió

un blanco tul

para que en él se posara

la sonrisa que tienes tú.



20


Bajo los pálidos rayos de la luna

bebíamos el aroma de terciopelo

que encendía las sombras de la noche

con grana y fuego.

Entre los verdes álamos se escondía

el susurro del silencio

y su sombra alargada trepaba

por las plateadas lanzas que herían el cielo.

Tu mirada se clavó en mi pupila

como la luz de un verde lucero,

yo quise besar el color de tus labios,

pero tus labios se derritieron

en el silencio de la noche

y en el aroma de terciopelo.

La luna apagó sus pálidos rayos

y enmudeció el canto el jilguero.


21


El aura besaba el carmín de una rosa

una risueña mañana de abril

cuando cantaba la alondra

su alegre canción para ti,

y mis labios bebían el aroma

de un rojo frenesí

que encendía el color de las flores

en el fuego de tu jardín.

Por tus labios se deslizó una sonrisa

del color del rubí

que hirió el delirio de mi corazón

y voló hacia el cielo añil

dejando en mis lívidos labios

un suspiro carmesí.

La alondra cantaba en un rosal

una canción para ti

mientras la sonrisa de tus labios se perdía

una risueña mañana de abril.



22


Entre vivos colores

y encendidas fragancias

abril se viste

con sus mejores galas.

Una lluvia de estrellas cubre

de los árboles las ramas

que alegres se acunan

con sus risas de nácar.

Entre la lluvia de estrellas

tu mano blanca

un ramito de aromas roba

para beber su fragancia,

y luego el céfiro mece

las estrellas nevadas

que sumergen tus guedejas

en un mar de frescura blanca.

En mis sueños bebo

esencias inmaculadas

que me trae la brisa

en sus azules alas.




23


La luz de la primavera lleva

racimos de colores

que rompen su fragancia

en abanicos de exhalaciones

por los campos de azucenas

y los mares de flores

que van sembrando caracoles de aromas

en el frenesí de dos corazones.

Tus labios el carmín de las amapolas

en mis labios rompen

cuando beber con ellos

mi pasión te propones.

Tus rubíes son alas de mariposa

que liban el color de las flores

en una mañana de abril

que su cara enciende con mil rubores.

La luz de la primavera lleva

aromas y canciones

que sonrojan la sonrisa del aire

con abanicos de colores.




24


En tus ojos sonríe

la luz de la primavera

como lluvia de abril

en la blancura de la azucena.

Por la noche estrellada

de azul celeste

vuelan y vuelan los sueños

de un corazón que no duerme.

En tus labios muere

el color de mi pena

como en la noche estrellada

la blancura de la azucena.

Por el cristal del río

y el espejo del agua

vuelan y vuelan los destellos

de una sonrisa colorada.



25


Tu sonrisa se derrite en los labios de la aurora

como en el mar el color de tu mirada

mientras mis suspiros se los lleva el viento

diluidos en acerbas lágrimas.

El céfiro besa el carmín de tus pétalos,

la brisa se baña en tu fragancia,

las flores susurran de amor

al silencio bellas palabras

que mudas vuelan por el aire

para confundirse con mis lágrimas.

Un jilguero desgrana sus notas

a las sombras que se escapan

y en el entrecejo de la noche

parpadea el lucero de la mañana.

Tu sonrisa se derrite en los labios de la aurora

y mis suspiros, en la luz del alba,

en un amanecer de abril

teñido de rosa y grana.




26


Tus ojos lloran verdes lágrimas

en los suspiros de la tarde

cuando tu aroma se esconde

entre las sonrisas de los sauces.

Hasta las blancas nubes ascienden

los gemidos del aire

que se llevan en sus alas azules

la fragancia de los rosales,

y los ojos de la primavera

derraman lágrimas de sangre

que empapan de rojos aromas

el verdor de los trigales.

Tus ojos lloran verdes lágrimas

en los suspiros de la tarde

que encienden de rojo frenesí

las sonrisas del aire.




27


La sonrisa de tus labios enrojece

el color de la amapola

cuando en las frescas mañanas de mayo

besar quiero la fragancia de tu boca.

El rubí de tus besos ruboriza

el carmín de la rosa

cuando mis lívidos labios

tus rojos labios rozan.

Por el aire vienen saltando

ramilletes de arrebolados aromas

que encienden el fuego de tu cara

y los besos de tu boca.

Una fresca mañana de mayo

cuando besé el perfume de tu boca

tu sonrisa se enrojeció

como el color de la amapola.




28


Alas de cristal y espejos de plata,

ríe el aire y llora el agua.


Por los colores de la brisa

vuela tu fragancia

en la sonrisa de abril

que se tiñe de grana

como los rubíes

que encienden tu cara.


Alas de cristal y espejos de plata,

ríe el aire y llora el agua.


Por las aguas de cristal

vuelan mis lágrimas

envueltas en los suspiros

que arroja mi alma

a las regiones etéreas

y a las honduras pelágicas.


Alas de cristal y espejos de plata,

ríe el aire y llora el agua.




29


El beso amarillo de tus pétalos

hirió el susurro del viento

en los labios de la aurora

y en la sonrisa del cielo.

Una abeja libó

el oro de tus labios

en la copa de aromas

de unos amores garzos.

El ámbar de tu corola

sangra perlas de plata

cuando tus labios besa el sol

al despertar el alba.

¡Ay!, tus labios amarillos beben

la sonrisa de la aurora

cuando el perfume de tus besos

mi corazón enamora.



30


Caminito del prado

te vi sentada

en los repliegues

de una fragancia.

Por el prado verde

ríen las margaritas

y lloran los claveles.

En la orilla del río

te lavabas la cara

con esencia de jazmines

y aroma de lavanda.

Por el prado verde

ríen las margaritas

y lloran los claveles.

En el espejo del río

tus ojos esmeralda

ven como la corriente

se lleva mis lágrimas.

Por el prado verde

ríen las margaritas

y lloran los claveles.




31


La lluvia de abril

ríe por las laderas

de morados aromas

y blancas azucenas.

Bebí la sonrisa de tus labios

una mañana de primavera

que tus fragancias se llevaba el viento

caminito de la alameda.

Bajo la sombra de los álamos

se escondían dos verdes gemas

que hirieron mi corazón

con sus afiladas flechas.

Mis labios quisieron besar

dos pétalos de fresa

que se ocultaban en el verdor

de la alameda.

Su carmín se desvaneció en el aire

y su aroma se ahogó en mi pena

antes de que pudiera besar

esos corales de fresa.

La lluvia de abril

ríe por las laderas

de morados aromas

y blancas azucenas.




32


Hoy te vi llorar

en las alas del viento,

hoy te vi llorar

en el helor del fuego.

Arrojabas tus lágrimas

por el color de tus pétalos

en la noche estrellada

de tus azulados sueños.

A los cuernos de la luna

subieron tus desvelos

y en su cuna de plata

se mecían tus lamentos.

Hoy te vi llorar

con lágrimas de terciopelo,

hoy te vi llorar

con los ángeles del cielo.



33


En el espejo de plata

de la corriente del río

una rosa busca

el aroma que ha perdido.

El carmín de tu sonrisa

mi corazón ha herido

cuando buscaba el aroma de una rosa

en la fragancia de los mirtos.

Tu aroma robaron mis labios

entre la nieve de los lirios

cuando tus pétalos arrojaban el carmín

a la corriente del río.

En el espejo de plata

tu rubor has visto

cuando buscabas el aroma

que se llevó el río.



34


El oro de tus guedejas se riza al viento

como volutas de humo en el rubor de la tarde,

las manos de nieve de una niña

cortan rojos aromas entre los rosales.

Tu voz de plata hiere las estrellas

en el fuego azul de las noches primaverales,

el color de tu sonrisa se desvanece

en los suspiros del aire.

En el bruñido azul del cielo

caen lágrimas de sangre

que se licúan en los rojos sentimientos

de mi roto corazón que al viento late.

Tus dorados bucles rizan el aura

en el oro de la tarde,

cuando el candor de una niña

se desvanece en la fragancia de los rosales.




35


La sombra de la noche se desvanece

en los rosados labios de la aurora

y el suave céfiro bosteza

entre suspiros de lirios y amapolas.

Blancas perlas besan el color de tus pétalos

suspendidas en el aliento de tu sombra

mientras el susurro de una abeja

liba el carmín de tu aroma.

En la sonrosada brisa del alba

tu fragancia se vuelve loca,

el color de tus labios se disuelve

en las papilas de mi boca

y la sonrisa de tu verde mirada

en mi mirada se posa.

En las frescas mañanas de abril

se esconde el vaho de tu aroma

entre níveas lágrimas de lirios

y rojos suspiros de amapolas.




36


Sólo el color de tu perfume,

no quiero más.

Tus besos y los míos

y después… la eternidad

en las alas del viento

y en las olas del mar,

solos tú y yo, y el carmín de tu aroma,

solos tú y yo,

y nadie más.

¿Para qué quiero honor y gloria?

¿Para qué quiero oro y vanidad?

Me basta con el color de tus besos,

me basta con nuestra soledad.

Solos tú y yo en este mundo,

solos tú y yo..., y las olas del mar.



37


El dorado zumbido de una abeja

hiere la fragancia de tus pétalos

en el purpúreo hilo del alba

que de carmín tiñe tus besos.

Una áurea mañana de abril

en la fronda plañía un jilguero

azules lamentos de amor

que arrancaban lágrimas al cielo.

Su voz lastimera

grababa notas de plata en el viento

para suplicar a su compañera

la dulzura de un beso,

pero sólo le contestó

la voz del silencio

en aquella mañana de primavera

vestida de terciopelo.

En el azulado hilo del alba,

cuando de carmín se tiñen tus besos,

una abeja dorada zumba

en el aroma de tus pétalos.




38


El carmín de tus besos

revolotea en el perfume de una rosa

mientras la pasión de mis labios

se derrite en tu aroma.

Por la sonrisa del alba

volaba una paloma,

en su candor llevaba suspendidos

los suspiros de mi boca

y en su pico,

la flecha del amor rota.

Vuela, paloma, vuela,

vuela por la luz y las sombras,

vuela, paloma, vuela,

vuela hasta la estrella más remota.

Por el carmín de tus besos

revolotea el perfume de una rosa

mientras la pasión de mis labios

besa la sonrisa de una amapola.




39


El silencio reía en las arrugas del viento

y le cantaba canciones al alba

en los cristalinos amaneceres de mayo

cuando la alondra de su pena se quejaba.

La roja fragancia de tus labios

encendió los latidos de mi alma

en los rumores amarillos de la brisa

que se mecía en las retamas.

En el canto del silencio

se escondía la ternura de tu mirada

como en las olas del mar,

el color de la esperanza.

Tu carmín se elevó al cielo

con la sonrisa de tu mirada

y mis labios besar quisieron

el color de tu fragancia.





40


Tú eres la voz del silencio

cuando me acerco a tu sonrisa

para darte un beso.

Los alegres colores de tu cara

me miraban sonriendo

reflejados en el espejo del agua.

El color de tu risa

se escondía en el silencio

de mi incolora vida.

Por el espejo del agua

iba sonriendo

el eco de tu mirada.

En la orilla del río

descubrí tu cara

adornada de lirios.

El jilguero cantaba

notas de amor

en el eco del agua.

Tú eres la voz del silencio

cuando me acerco a tu sonrisa

para darte un beso.




41


En las mañanas de abril,

cuando sonríen las rosas,

sólo me faltan tus besos

y el carmín de tu aroma.

Tus pétalos se disuelven

en la sonrisa de tu boca

cuando el ardor de mis labios

bebe el rubí de tu aroma.

Una esperanza verde

nada entre las olas

como el vuelo blanco

de una cándida paloma.

El frenesí de mis besos

muere entre las sombras

de unos rojos labios

que sonríen a las rosas.




42


Una mañana de abril tus lágrimas

encendían el cendal de la aurora

con níveas llamas de fuego

que quemaban el color de tu aroma.

En el velo del alba se derritió

el carmín de tu boca

cuando mis labios quisieron besar

la sonrisa de una rosa.

Entre blancos jazmines huye

el rubor de mi pasión loca

que no pudo beber tus lágrimas

ni el carmín de tu aroma.

Por el río fluyen mis penas

que en la mar se funden solas

entre los suspiros del aire

y el rumor de las olas.







43


Rosa de abril,

llevas en tus rojos labios

el carmín de la pasión

y el fuego de los enamorados.

Nace el rubor del alba

sobre los alcores cárdenos

una mañana de abril

que ríe entre los encantos

de tus colorados aromas

y de tus ojos glaucos.

Una arrebolada sonrisa se aleja

del rubí de tus labios

para posarse primorosa

en mis inertes párpados,

como fragancia que vuela

por el inmenso espacio

con alas de luz

y caricias de sándalo.

Rosa de abril,

no te evapores entre nardos,

acaríciame con tu sonrisa

y abrásame con tus labios.





44


El viento bebe tu perfume

en el oro de la tarde

cuando mis penas se desvanecen

en los suspiros del aire.

Una alondra desgrana su cantar

por los verdes trigales,

sus trinos desgarran mis sentimientos

y ahondan mis pesares

en la luz de oro

que impregna el aire

en esos dorados atardeceres

primaverales.

Tu aroma beben mis labios

como el aroma de los mares

que flamea al viento

en el oro de la tarde.




45


Mil colores hieren

el perfume de tus labios

en los besos azules que beben

la sonrisa de una tarde de mayo.

Tus rojos pétalos derraman

aromas colorados

en las alas del viento

y en el vuelo de los pájaros.

Vuelan por los espacios infinitos

mis suspiros más amargos

para libar tu consuelo

en los azules topacios

y para beber en el marfil de tu frente

la caricia de tus ojos glaucos.

Mil abejas liban

el carmín de tus labios

una tarde de oro,

¡dorada tarde de mayo!





46


¡Ay!, por el carmín de tus labios

se desliza mi pasión

como los suspiros de una abeja

en los pétalos de una flor.

Tu aroma le susurraba al viento

palabras de amor

en el silencio azul de la noche

para que no escuchara tu voz,

pero el silencio lanzó a las estrellas

gemidos de dolor:

el carmín de tu aroma atravesaba,

¡ay!, los latidos de mi corazón.

El silencio de la noche va susurrando

palabras de pasión

que se las lleva el viento

como los pétalos de una flor.





47


El silencio de tus labios

hirió mis sentimientos

una noche estrellada

cuando te pedí un beso.

El carmín de tu boca

se diluía en las alas del viento

cuando mis manos acariciaban

tu fragancia de terciopelo.

Bajo el aroma de un tilo

se perdió un “te quiero”

mientras escuchabas

el sonido del silencio.

En la noche estrellada

resplandeció un lucero

que encendió el carmín

de tus aterciopelados pétalos.






48


Volé al cielo infinito

en el carmín de tu aroma

una noche de mayo

que mi alma suspiraba a solas.

Tus rojos perfumes llegaban a mí

como racimos de rosas

que tejían en el aire

suspiros y aromas

y me llevaban volando

por las etéreas ondas.

Tu mirada interminable

se suspendía en las olas

entre verdes murmullos

y el vuelo blanco de una paloma

que se alejaba en el tiempo

de mi amoratada congoja

y huía por el espacio infinito

hasta la estrella más remota.

Volé al eterno espacio,

volé a las inconmensurables nebulosas

de mis sueños infinitos

para beber tu aroma.





49


En la noche de plata azul,

cuando canta el viento en las ramas,

te diré muy quedo al oído

el secreto que escondían tus lágrimas,

pero nunca te diré por qué corté aquel lirio

que en la noche azul lloraba

en los labios de una amapola

con suspiros de oro y grana.

Volaré por los espacios infinitos

para poner en tus labios de plata

una gota de luz

y en tus párpados

una estrella de ámbar.

En el silencio de la noche,

cuando ríe el viento entre las ramas,

besaré el oro de tus párpados

para beber tus lágrimas.






50


Por los caminos de plata

que recorren la noche azul

iba soñando

la sonrisa que tienes tú.

En el arrullo de las olas

se escondía el color de tu mirada

después de encender en tus ojos

su verde llama.

El carmín de tus labios se diluía

en el aroma de una rosa colorada

y una gota de fuego ardía

que mis labios quemaba.

Tus aromas hilaban en la noche

hilos de oro y grana

que tejían en el cielo azul

un dorado tul de plata.




51


Cuando la luna se mira

en el cristal del agua,

la sonrisa de tu perfume

ilumina su cara.

En el espejo del río

se miran las flores,

en la corriente del agua

se ahogan mis amores.

Una gota de tu risa

cayó al agua,

mis labios se quemaron

por ir a besarla.

En la noche de plata

brillas como mil soles,

mientras mi corazón sufre

mal de amores.






52


Cuando abres tus ojos

la noche se ilumina

con la luz de tus luceros

y el color de tu risa.

Una mañana de abril

lloraban dos lirios

lágrimas de nácar

por tu amor y el mío.

Una rosa blanca,

como la nieve del mirto,

bebía su níveo aroma

en el susurro del río.

En una noche estrellada

la luz de tus ojos ilumina

el brillo de dos luceros

y el color de tu sonrisa.




53


Siete pájaros azules

atravesaron el viento

como el perfume de tu boca

el color de tus pétalos.

Una gota de jazmín ardía

en el blanco terciopelo

que cubría el aroma de tus labios

cuando en ellos quise depositar un beso.

Tu roja fragancia

se desvaneció en el céfiro

y en mis labios quedó suspendida

la sonrisa de un beso,

como una mariposa ciega

que se consume en el fuego.

Siete pájaros azules

cortaron el cielo

cuando quise besar

el aroma de tus pétalos.




54


La noche me hace llorar

en oscuros lamentos

cuando no puedo ver

el color de tus anhelos.

Por la noche azul se van

las llamas de tus deseos

ocultas entre tinieblas

en la noche de mis sueños.

Un fulgor verde llega

hasta la penumbra de mi lecho

con su pupila encendida

que traspasa mi pecho,

es la luz de tu mirada

que alumbra mi sueño

en las horas oscuras de la noche

cuando por ti no duermo.

La noche me hace olvidar

el color de tus pétalos

cuando en ellos quiero depositar

el suspiro de un beso.



55


En los labios de la primavera

se derrite tu fragancia

cuando las gotas de rocío

besan tu luz inmaculada.

El aroma de tus pétalos

quema mi garganta

en las mañanas de mayo

al despertar el alba.

Un ramillete de perfumes

a mi alrededor canta

cuando mi pupila hiere

la luz de tu mirada.

Un amanecer de mayo

en el aire vi tu fragancia

que de grana y oro encendía

el terciopelo de tu cara.




56


Melodías de colores

atraviesan el aire

en el suave morir

del oro de la tarde.

Fragancias de abril

en naranjos y rosales

y aromas ondulados

en las olas de los mares.

Tus colores ascienden

en volutas espirales,

como el polvo que levantan

los suspiros del aire

en el caminito verde

que se pierde en los trigales.

Fragancias de abril

en naranjos y rosales

y aromas ondulados

en las olas de los mares.

Una dorada tarde de abril

tus suspiros volaban al aire

en la fragancia de tu boca

y en la sonrisa de los rosales.



57


Tu corola besaba la brisa

en el aroma del romero

y tus rubíes depositaban

en mis labios un rojo beso.

En las mañanas de abril,

cuando el sol encendía el cielo,

tu fragancia carmesí

besaba el color de tus pétalos.

En aquel remanso del río

me ofreciste la dulzura de tu seno

bajo la sombra de un álamo

que mecía su copa al viento

con los brazos extendidos

para sujetar el silencio.

El susurro del agua

besaste con tus pétalos

y en mis labios depositaste

una gota añil del cielo.



58


En el silencio de la luna

que llora a la medianoche

se oye el sonido de la campana

en el dolor de la torre.

Las lágrimas de tu fragancia

de mi mirada se esconden

en las sombras de la luna

que se deslizan en la noche

por las sonrisas del agua

y por los suspiros del monte.

Tus besos de carmín se ocultan

en los pétalos de las flores

cuando el reloj está a punto de dar

las campanadas de las doce.

Una lágrima de tu fragancia

mi corazón rompe

cuando el sonido del silencio

se oye en el dolor de la torre.



59


Las arcoíris volaban por el cristal de plata

bajo las lágrimas de la luna

una noche templada de mayo

cuando tu sonrisa acariciaba mi angustia.

El color de tus pétalos ondulaba el aire

en la nacarada corriente del río,

mientras los peces se llevaban mis sueños

a lo más hondo del abismo.

Tu aroma se miraba en el espejo

como la fragancia de una rosa

y mis ojos a la luz de la luna

contemplaban tu cara de amapola.

En el plateado espejo del agua

vi el carmín de tus besos

que se deshacía en los remolinos

como la bruma en el silencio.




60


Por el fluido silencio del río

vuela el carmín de tus aromas

para que en las tibias noches de mayo

tus caricias no lloren a solas.

Bajo el azul de la noche estrellada

abres incitante tu corola

entre los gemidos del agua

y el trémulo suspirar de las rosas.

Tus fragancias encienden el aire

con la llama de las amapolas

en el silencio azul de la noche

para desvanecerte en las sombras.

El fluido silencio del río

excita la pasión de tu boca

y tus besos fluyen al aura

que acaricia la dulzura de las amapolas.

Tus suspiros iluminan la noche

con el carmín de tus aromas

para que yo pueda besar

las lágrimas de una rosa.




61


Tus perfumes encienden el agua,

tus aromas queman el viento

una mañana de primavera

cuando te miras al espejo.

En los labios de la aurora

brillan una sonrisa y un beso

de dos almas que se separan

en el espacio y en el tiempo.

Tu mirada murió en el aire,

tu sonrisa se licuó en el viento

y mis labios se quemaron

por no pedirte un beso.

Tus perfumes acarician las rosas,

tus aromas beben el céfiro

un amanecer de abril

donde sólo habita el silencio.





62


El susurro de tu aroma hirió mis oídos

en el blanco despertar del alba

cuando mis sueños volaban por las estrellas

en busca del color de una fragancia.

Los acordes de tu rubor abrasaron la luz

del lucero que ilumina la mañana

y los lamentos de tu ardor

se clavaron en lo más hondo de mi alma.

Por el cielo voló una estrella

que se derretía en incandescentes brasas,

mientras el fuego de mis ojos

ardía en tu verde mirada.

El arrebol derretido de tus pétalos

se posó en el color de tu fragancia

cuando el sonrojo de mis besos

hirió la blancura del alba.




63


En las templadas noches de mayo,

cuando la luna suspira,

tus pétalos se derriten en rojas fragancias

que mis ojos hechizan.

En el plateado silencio,

el carmín de tus rubíes suspira

por un ardiente frenesí

que tu corazón cautiva.

Suspendida en el tul de tu fragancia,

de tus labios irradia una sonrisa

que se licúa entre los rizos del aura

para besarme con su caricia.

En la corriente del río

cae una lágrima furtiva

de tus verdes esmeraldas

que mi corazón cautivan.



64


Anoche,

lloraban lágrimas de nácar dos lirios

y gotas como perlas resbalaban

hasta la corriente del río.

Anoche,

morían dos amoratados suspiros

entre los barrotes de una reja

que separaban tu corazón del mío.

Anoche,

entre los álamos y alisos

el silencio suspendido lloraba

por un amor que se había ido.

Anoche,

cuando tu fragancia hirió mi oído,

te alejaste derramando verdes lágrimas

mientras yo bebía el color de nuestro delirio.




65


La luna está llorando

entre los árboles del río

por un amor que ha muerto

antes de haber nacido.

Tus labios de púrpura

la noche han encendido

con besos de fuego

y néctar de lirios.

En un campo de rosas,

mi corazón malherido

bebe aromas de tristeza

y lágrimas de olvido

por el licor de tus pétalos

que mis labios ha seducido.

Lágrimas de sangre llora la luna

entre el llanto de los olivos

por un amor muerto

sin haber nacido.



66


Ya se va la luna llorando

lágrimas de rocío

entre claveles y rosas,

entre azucenas y lirios,

por los campos de la muerte,

por los campos del olvido.

Ya se va la luna llorando

hacia el cosmos infinito

con los aromas de las rosas y los claveles,

con los perfumes de las azucenas y los lirios;

ya se va la luna llorando

por el monte del Olimpo

para encontrar la luz de tu amor

y traérmela en alas de zafiro.

Y una noche de mayo volverá la luna

llorando lágrimas de rocío

entre claveles y rosas,

entre azucenas y lirios,

y tu amor volverá a mí

desde las estrellas del Olimpo.



67


El lucero del alba sonreía

en los labios de la aurora

y la brisa de tu perfume acariciaba

el rubor de una rosa.

En el bruñido cristal del agua

se miraba la sonrisa de tu boca

que en el dorado nacer del día

sangraba fragancias y aromas.

Por el río volaban mis penas,

con sus alas rotas,

para morir en la mar

entre el rumor de las olas,

y tú permanecías impávida,

con una sonrisa loca,

mientras mis lágrimas herían

el terciopelo de la amapola.

En el alba sonreía el cielo

y lloraba la luna roja,

y el perfume de tus pétalos

se derretía en mi boca.



68


En el terciopelo esmeralda

sonreían las margaritas

una mañana de primavera

rota en perfumes lilas.

El frescor besaba el aura

que hasta mí venía

rebosante de aromas púrpuras

y de blanca alegría.

En sus alas portaba fragancias de amor

y en sus labios, una sonrisa

que acariciaba los racimos violáceos

y su licor bebía.

Una abeja libó la luz violeta

entre los perfumes de la lila,

mientras en el terciopelo esmeralda

sonreía una margarita.




69


Al romper el alba, el río

lloraba lágrimas de nácar

entre suspiros de estrellas

que morían en el espejo de plata.

Dos lirios, puros

como la nieve blanca,

vertían lágrimas de amor

a los colores del alba,

y un gárrulo ruiseñor

cándidas notas cantaba

en el verde esplendor

de la naciente alborada.

Mis labios besaron en tu boca

el sabor de una lágrima

que de tus pétalos caía

dulce e inmaculada.

El carmín de tus labios se diluía

en el color de una fragancia

una mañana de abril

cuando gemía el agua.








70


La luna viene llorando

entre naranjos y limoneros,

la luna viene llorando

por el camino del lucero.

Llora lunita, llora

entre los verdes trigales,

llora lunita, llora

lágrimas de sangre.

Ya se va la luna sola

caminito del cielo,

ya se va la luna sola

en busca del lucero.

Ya se van tus amores

ocultos en un sueño,

ya muere tu sonrisa

entre naranjos y limoneros.

Llora lunita, llora

entre los verdes trigales,

llora lunita, llora

lágrimas de sangre.






71


Corre el silencio azul

sobre los cárdenos alcores

en las doradas tardes de mayo

que mi corazón rompen.

Alas de luz se extienden

de uno a otro horizonte

suspendidas en el silencio azul

que llena todos los nombres.

En el lejano eco de la tarde

se oye la pena de una campana

que recorre silenciosa

los verdes campos de Osimara.

El viento verde desciende

por las arrugas de la montaña

para enjugar con sus manos

el dolor de mis lágrimas.

Las cristalinas aguas arrastran

los dorados aromas de la tarde

en los suspiros de las flores

y el dolor de los rosales.

Un silencio azul resuena

entre el Sur y el Norte

que en sus traslúcidas alas

se lleva tus viejos sones.




72


En el remanso de mi alma

resuena el color de tus aromas

como la blancura de la azucena

en la armonía de una barcarola.

En el remanso del río

mi pena se ahoga:

no puede escuchar la cadencia

de tus blancos aromas.

En el espejo del agua

se contemplan dos amapolas

y por el cielo azul

vuela el perfume de una rosa.




73


En una noche de luna

surgiste de entre las olas

como un suspiro que pasa

por el perfume de una rosa.

Tus pétalos encendieron la noche

con el carmín de las amapolas

y un beso de mis labios se quemó

en el color de tu aroma.

Tu rubor encendió las sendas del aire

en los suspiros de la aurora

para que mis ojos no vieran

las brasas que te arrebolan.

Las estrellas se marchitan en la noche,

la luna en su carro de plata llora,

el fuego de mi pasión se apaga

en las llamas de tu aroma.






74


El aura lloraba lágrimas de oro

una dorada tarde de mayo

cuando la sonrisa de tus pétalos moría

en el carmín de tus labios.

El aroma de las flores se perdía

con tus suspiros más amargos

en el oro de la tarde

por aquel camino que lleva al prado.

El color de tu mirada se perdía

en un océano de llanto

mientras mi pena besaba

el perfume de unos nardos.

Tu sonrisa besó los latidos del aire

una tarde de mayo

cuando mis besos buscaban

la caricia de tus labios.





75


A la luz de la luna

bebo tus lágrimas,

que rojas emergen

del color de tu fragancia.

En los suspiros del viento

se pierde tu mirada

para beber la luz

de las estrellas más lejanas,

y mi corazón se rompe

cuando me amas

bajo las lágrimas de la luna

y el color de tu fragancia.

A la sombra del limonero

acaricio tus nanas,

que ríen y lloran

en tus labios de grana.






76


Yo bebí el aroma de tus labios

a la luz de tus pétalos

una mañana de abril

caminito del cielo.

En la sonrisa de la aurora

libé el carmín de un beso

que tu fragancia exhaló

a la luz de un lucero.

Vagué por las estrellas,

subí al séptimo cielo,

ya no pude hallar

el color de tus besos.

Una mañana de abril,

cuando cantaba el jilguero,

escuché un aterciopelado suspiro:

era el aroma de tus besos.





77


En el rumor de aquella noche estrellada

llegaste hasta mí envuelta en un cálido aroma

que vestía el cándido color de la azucena

y las aterciopeladas fragancias de una rosa.

Tus pétalos besaron los labios del viento

y el aura besó el murmullo de las olas,

mis manos acariciaron la luz de tus besos

y el mar se quedó llorando su pena a solas.

La caricia de tu mirada hirió mi mirada,

el rubor de tus labios hirió la amapola,

el carmín de tus besos encendió mis labios

y mi delirio se quemó como una mariposa.

El blanco silencio de aquella noche estrellada

te trajo hasta mí vestida con un rojo aroma,

¡ay, quise depositar en tus pétalos un beso,

pero te ocultaste en mi ilusión más remota!







78


Tus besos se diluían

en el aroma de tus pétalos

una mañana de abril cuando morían

todas las estrellas del cielo.

El alba arrullaba en sus brazos

el sonido del silencio

oculto en el perfume de un jardín

lleno de sonrisas y ensueños.

El aura de la mañana se llevaba

el carmín de tus besos

a un paraíso perdido

entre azules terciopelos,

y en la sonrisa del alba,

en la brisa de tus pétalos,

se diluían todos tus aromas

y el color de mis sueños.



79


Alfileres de colores

besaban la tersura del agua

una sonriente mañana de abril

cuando bebí tus perlas de plata.

Las alas del silencio acariciaron

la ternura del aura

entre suspiros de amapolas

y sonrisas de oro y grana,

que besaban el velo de la aurora

en el despertar del alba

y sus aromas de fuego

ardían en el espejo del agua.

El carmín de tus labios derramó

en la ternura del río su fragancia

cuando la sonrisa de abril

acariciaba el alba.






80


Anoche derramaste lágrimas de amor

entre los suspiros de tus aromas

cuando viste llorar a la luna

lágrimas de plata sobre una rosa.

La dulzura de tus labios se diluyó

en el terciopelo de una amapola

como un ramillete de espuma blanca

sobre la grupa de una ola.

El viento se enroscó en sus garras

como una serpiente en su cola

cuando tu mirada hirió el aire

con la luz de la estrella más remota.

Anoche derramé lágrimas de amor

en la blancura de una paloma,

anoche vi llorar a la luna cuando

me dejaste con mi dolor a solas.





81


Las caricias de la luna

besan la sonrisa de tu cara

cuando tus labios rotos de pasión

susurran rojas fragancias.

Un frenesí palpita en tus pétalos,

en la luna se muere su llama,

rotos los labios de tu pasión,

en sangre ahogas el alba.

El hálito de tus aromas muerde el aire

en los suspiros de la mañana

y las lágrimas de las estrellas

en mi delirio han quedado clavadas.

Los labios de la luna besan

el terciopelo de tu fragancia

cuando mi corazón, roto de pasión,

en tu ternura se derrama.






82


Desnuda tu piel de terciopelo

ante la sonrisa de la mañana

mientras el rumor de una abeja

el éxtasis de tu elixir reclama.

Tu aroma en el éter se diluye

como roja pasión en llamas

que quemar quiere entre sus brazos

los suspiros de tu fragancia.

El carmín de tu aroma enciende

el ardor de mi pasión desbocada

que se disuelve en tus labios rojos

y en el color de tu mirada.

Desnuda el color de tus pétalos

en el nacer del alba

y sonríe con tus aromas

a una estrella que se apaga.





83


El aura de tus aromas

enciende el azul del cielo

entre el rubor de la amapola

y el carmín de tu terciopelo.

El rubí de tus labios

acarician las guedejas del céfiro

en las tibias mañanas de primavera,

mañanas de fantasías y ensueños.

Vendavales de colores

deshojaban el rubí de tus pétalos

en el frenesí de tus aromas

que sonrojaban el azul del cielo.

Unos labios rojos

encendieron la pasión de mi pecho

una mañana de abril

que sonreía ilusiones y ensueños.







84


Cuando muere la noche

y se desvanecen sus sombras,

en las plácidas mañanas de abril

bebo el vaho de tus aromas.

Una llamarada de fuego

asciende hasta mí olorosa,

envuelta en racimos de perfumes

y en esencias de rosas.

Por la alegre alborada risueños van

los colores de la amapola

en las caricias del viento

y en la blancura de una paloma.

La nieve de la azucena se disuelve

en el carmín de tu aroma

y la dulzura de tus senos,

en la sed de mi boca.



85


Una gota de oro rutila

en la nieve de tu cara

cuando la noche muere

y brilla la luz de la esperanza.

Tus pétalos de blancura

alegres sonríen a la mañana,

cuando por el aura revolotean

ramilletes de ígnea fragancia

que se posan en las alas del viento

y en el verdor de las ramas.

La nieve de tus labios

cubre las plácidas mañanas

de abril con el oro de tu corola

y una sonrisa blanca

que llena el aire de dulzuras,

como las abejas en el rumor de sus alas.







86


En el silencio azul de la noche

te sumergiste en tu verde mirada

para besar los labios del viento

que de mi delirio te alejaban.

El color de tus pétalos acarició

el rincón más oscuro de mi alma

cuando quise besar tus labios

en el silencio de la noche estrellada.

La luz de tu arrebol se desvaneció

y explotó el jazmín de tu fragancia

cuando derramaste una gota de miel

en el fuego de mi pasión desenfrenada.

Tus ojos acariciaron la desnudez de mi piel,

tu sonrisa acarició el dolor de mi alma,

tus labios exhalaron el carmín de su aroma,

¡ay!, y tú te desvaneciste en tu fragancia.


87


Busqué tus labios en los pétalos de una flor

y mis suspiros en la brisa de la aurora,

y tan sólo hallé lágrimas de soledad

en el ardiente carmesí de una rosa.

Mis labios bebieron el rojo elixir

que destiló el rubí de tu boca

y mi alma se embriagaba

con el néctar de tu copa.

El color de tus labios

bebió el rojo aroma

de la flor de mayo

en su corola.

Fuiste mía

una hora

suspi-

ran-

do

r

o

j

o

s

a r o m a s



88


Mis labios bebieron presurosos

el aroma de tus pétalos

una mañana de abril

cuando florecía el céfiro.

La primavera sembrada de flores

envolvía en fragancias tu cuerpo

y de tus rojos labios se desprendía

el aroma de tus besos.

Mis manos acariciaron tu perfume

en las sonrisas del silencio

y mis labios libaron la blancura

de tus aromáticos senos.

Una mañana de primavera,

llena de aromas y pétalos,

el rubí de tus labios besó

la caricia del viento.



89


Una noche de mayo

te vi jugar con las olas

cuando la luna depositaba

un beso de plata en tu boca.

Tus labios de grana se abrieron

al perfume de una rosa

que derramaba lágrimas de amor

y suspiros de congoja.

Quise besar el carmín de tus labios

y la brisa de tu aroma

que acariciaba la espuma del mar

y el susurro de las olas.

Inmerso en mis sueños

oí el graznido de una gaviota,

tú a mi lado ya no estabas

ni el perfume de la rosa.






90


Una ilusión separaba tu mirada

del batir de las olas,

tu sonrisa se deshacía en blancura

como la sal en las rocas.

A tu lado mi silencio escuchaba

el aroma de tu boca,

que se diluía en mis labios

como la levedad de la aurora.

Por el mar se deslizaban las velas

y por el aire, la blancura de las gaviotas,

en tu mirada se fundían mis penas

y en tus besos, mi pasión loca.

Hoy he vuelto a recordar

tu mirada batiendo las olas,

mis labios desvaídos por tu ausencia

y mi corazón roto entre las rocas.






91


Hoy bebí el viento

en el terciopelo de tus labios

cuando mis manos acariciaban

la fragancia de unos nardos.

Un ramillete de aromas

volaba por el espacio

como copo de blanquísima nieve

que cubriera los campos

un día de primavera,

un día de mayo,

entre sonrisas de azucenas

y fragancias de nardos.

Hoy bebí el aroma del viento

exhalado por tus labios

en el rumor de unos besos

y en las caricias de unas manos.






92


Déjame beber el aroma

que destila el color de tus pétalos

en esta mañana de rosa,

de oro, de carmín y de ensueño.

Por tus mejillas resbalan lágrimas,

ramilletes de luz de un lucero,

fragancias de color púrpura

y un frenesí de sangre y fuego.

El perfume de una fragancia reclama

la dulce caricia del céfiro

mientras tus labios se encienden

con la sonrisa del viento.

Yo quiero besar el aroma

que mana de tus pétalos

una mañana de mayo

sumergido en rojos terciopelos.




93


La sombra de tu carmín duerme

bajo tus pétalos de grana

en los labios de la aurora

y en el transparente azul del agua.

El rubí de tus labios sonríe

a las caricias de una fragancia

que vuela en las alas del céfiro

hasta la luna de nieve y plata.

Vuela por el cielo, vuela,

vuela roja fragancia

en los besos de la luna

y en los labios de una rosa colorada.

El arrebol de tu aroma duerme

bajo los suspiros de tu boca de grana

cuando la aurora ya se peina

en el espejo azul del agua.







94


Llegaste a mí una mañana de mayo

vestida de primavera,

en tu frente ceñías guedejas de oro

y en tus labios, un aroma de fresa.

En tu mirada batían verdes olas

que se llevaban a la mar mis penas

y por el aire volaron tus sonrisas

hiriendo mi corazón con sus flechas.

Tus pétalos ardieron en rojos aromas,

como lenguas de fuego en una hoguera,

y tu boca sonreía como blanca margarita

toda engastada por inmaculadas perlas.

Llegaste a mí una mañana de mayo

ceñida de lirios y azucenas,

con tus verdes flechas heriste mis ojos

y me dejaste ciego y sumido en mi pena.




95


Una mañana de abril

tu sonrisa acariciaba el viento

y mis labios bebían

el carmesí de tus besos.

Tu mirada se hundía

de tus ojos en el océano

y con el oro de tus guedejas

tejía yo mis dorados sueños.

Una fragancia colorada

se fue volando hasta el cielo

cuando acariciabas el aire

con esos labios de terciopelo.

Una mañana de primavera,

cuando derramaba flores el céfiro,

el rubí de tus pétalos me sonrió

entre los colores de un sueño.






96


Al nacer el alba

te vi en las alas del viento

sumergida en un aroma colorado

y rodeada de un halo de fuego.

El carmín de tus labios exhalaba

para mi boca un beso,

pero, ¡ay!, se perdió entre las flores

que iba sembrando el céfiro.

En los rosados labios del alba

expiraba el último lucero

que había destilado durante la noche

agua de luz para tus ojos negros.

Cuando las sombras se retiraban

para dormir su dulce sueño,

me enviaste la fragancia de tu boca

en el carmín de un beso.





97


En el blanco silencio del alba

desgranaba la oropéndola

su canto amarillo que en fuego

de amor mataba mi pena.

Por el eco del agua se deslizaban

las notas de oro, y en las azucenas

quedaban engastadas las gotas

de rocío, como plateadas perlas

                                                                         que caían al río.

Esconde mi pena

en el silencio sus amargas lágrimas

que el carmín de tus labios besan.

Por la sonrisa de la aurora

desgrana la oropéndola

notas de amor y nostalgia,

y el canto amarillo de sus quejas.





98


Por el terciopelo esmeralda

se pintan de amarillo tus colores

que rompen el silencio de la mañana

entre melodías de pájaros cantores.

Suspiras luz de oro en la pradera,

lejos se ven los cárdenos alcores

que lloran lágrimas violáceas

entre amarillos y verdores,

y los gigantes de granito,

suspendidos en el horizonte,

que duermen el sueño eterno

entre grises y ocres.

En la verde hierba reluce

el oro de tus colores

como cantos amarillos

de los pájaros cantores.





99


Entre sonrisas de ababoles

y lágrimas de primavera

se esconde el carmín de tu llanto

y la fragancia de la madreselva.

En el jardín de tus flores

me embriagó una dulce esencia

cuando absorbí en tus pétalos

la fragancia de la primavera.

Tus labios libaban

el perfume de mi pena

como liban el oro de las flores

los labios de la abeja.

Entre sonrisas y lágrimas

de la alegre primavera

se esconde el aroma de tus labios

y el dolor de mis penas.







100


Las lágrimas de la luna

besan tus pétalos de grana

una noche de primavera

envuelta en silencio y nostalgia.

La luna se baña en el río

y se mira en el espejo de plata

por donde vuelan silenciosos

los suspiros de tu mirada.

Se mecen las estrellas

en hilos de luz y agua

cuando la luna se oculta

en la sombra de una lágrima.

En la noche de luna llena

al viento derramas

los aromas de la primavera

y el dolor de mi nostalgia.



101


La noche muere en sus sombras,

el alba se ruboriza en sus colores,

tu aroma se licúa en tus pétalos

y tu mirada se pierde en las flores.

El cielo riela en azul cobalto

y la montaña se baña en resplandores,

en el plateado espejo del agua

se mira el canto de los ruiseñores.

Por el carmín de tus labios fluye una

fragancia que embriaga mis emociones,

mientras el susurro de la abeja liba

en tus pétalos el dorado polen.

El agua se lleva tu verde mirada

y mis ojos se esconden entre las flores,

tus rojos labios se alejan de mis labios

y un imposible entre ambos se interpone.




102


También nuestro amor tiene distancias.

Hay entre nosotros un intervalo

de colores, perfumes y fragancias

que nos enemistan con su regalo:

también nuestro amor tiene distancias.

Ayer te fuiste en las alas del viento

entre nubes de aromas y corales

y me abandonaste con mi lamento

en el carmín de los viejos rosales:

ayer te fuiste en las alas del viento.

Tus labios eran pétalos de rosa

que acariciaban la luz de mis ojos,

tu hermosura era la de una diosa,

por ti me desvanecía de hinojos:

tus labios eran pétalos de rosa.

Te conocí una mañana de mayo

entre el carmesí de las amapolas,

desde entonces he sido tu lacayo

que te persigue a través de las olas:

te conocí una mañana de mayo.




103


Tus labios hablaron a mis labios

palabras de amor una mañana,

palabras llenas de aromas

y silencios envueltos en fragancias.

Por la mirada de tu balcón salieron

mil palomas blancas

que surcaron el aire

sigilosas y calladas;

eran las palabras que pronunciamos en sueños,

eran los suspiros de nuestras almas,

que se alejaban de nosotros

entre silencios y nostalgias.

Una paloma blanca se detuvo

en el espejo del agua

que cubría el fondo de los valles

y hasta las cumbres más altas,

era el mar de nuestros sueños

que nos llevaba a otra galaxia

para vivir la luz de las estrellas

en una remota nebulosa azulada.

Tus labios hablaron a mis labios

en el silencio de la mañana

palabras de amor y ternura

que se deshicieron en el rumor del agua.





104


Tus aromas seducen

la fragancia de las flores

en las tardes de mayo

cuando nombras sus nombres.

En la corriente del agua

se reflejan tus colores,

la blancura de la azucena

y la melodía de los ruiseñores;

en ella se disuelve mi pena,

en ella se licúan mis dolores,

en ella se bañan nuestros besos,

en ella se aman nuestros amores.

El oro del ocaso tiñe

la sangre de nuestros corazones

una tarde de mayo

en la que olvidaste mi nombre.





105


El oro de la tarde se lleva

el carmesí de tu aroma

oculto en un transparente tul

y en los suspiros de una rosa.

El rubí de tus pétalos se ensortija

en los bucles de una caracola

cuando mis labios besar quieren

la fragancia de tu boca.

En el soto canta el jilguero,

en el trigal ríe la amapola

y en el mar del olvido

llora mi amor a solas.

Cuando la tarde se lleva tus besos

y se muere tu aroma,

mi pena se esconde

en el carmín de una amapola.





106


Rosa de abril

que brillas en tu hermosura,

dime, ¿por qué de mí te alejas

en los brazos de la noche oscura

y te escondes en la luz de las estrellas

olvidándome en esta penumbra?

Rosa de abril, enciende tus esmeraldas

que mis pasos alumbran,

abre la nieve de tus pétalos

para curar mi locura

y derrama en mis sedientos labios

de tus senos la blancura.

¡Ay, rosa de abril!,

esparce tu fragancia por la espesura

de este bosque nemoroso,

lleno de hermosura,

para que yo pueda besar

de tus labios la ternura

y en el cáliz de tu sonrisa,

la blancura.

¡Ay, rosa de abril, rosa de abril...!

¡Rosa inmaculada y pura!




107


Las manos del céfiro

van sembrando aromas

por los campos esmeralda

que visten la bella aurora.

En el dorado silencio del alba

una orla de carmín tus pétalos colora

con la sonrisa de la mañana

que el lejano horizonte enarbola.

Tus labios beben el fuego

de la fragancia que te arrebola

cuando mis labios quieren besar

el rubor de tu boca.

En sangre se encienden las llamas

de los pétalos de la amapola

cuando los acarician

los labios de la naciente aurora.

Cuando se apagan las sombras de la noche

y sonríen los labios de la aurora,

tus pétalos abren sus fragancias

para que mis manos acaricien tus aromas.



108


La noche llora mi llanto

cuando tus labios se apagan

en los silencios azules de las sombras

que esconden mi pena más amarga,

pero tus pétalos se llenan de aromas

y del carmín de tu fragancia

cuando los labios de la aurora

besan la luz del alba

y tus guedejas se mecen al viento

y a los suspiros de la mañana.

¡Oh, flor dichosa de la primavera

que naces al canto de la alborada

y a las caricias del céfiro

en estos versos del alma,

abre el rubor de tu boca

y exhala tu roja fragancia

a las alas del viento

y al divino canto de la calandria,

para que beba el perfume de tus pétalos

y aspire el color de tu fragancia!

El llanto de la noche llora en mis ojos

el dolor de tu nostalgia.

¡Ay!, sólo muere

cuando las sombras azules se apagan.



109


Deja que tus cabellos de oro vuelen al viento

entre las nieves de tus rosales

y que el rubí de tu boca encienda

la loca pasión de mis pesares

en los hálitos de las estrellas

y en el aroma de los mares.

Deja que busque en el color de tu mirada

el alivio de mis males

y que la brisa de tu fragancia me eleve

hasta las luces siderales

donde se ocultan las estrellas

y donde yo pueda darte

el fuego de mi pasión

que de ti me alejó una remota tarde.

Déjame que bese los labios de la luna

y siga por el camino de marte

hasta alcanzar el edén

donde empecé a amarte

y allí poder besar

los labios que de mí apartaste

una tarde de primavera

entre verdes trigales.


110


Por campos de zafiros,

ausente de temores,

bebo la luz de las estrellas

para saciar el mal de amores.

Náufrago de los mares,

seguí la estrella del norte

hasta alcanzar las fragancias

de un jardín lleno de flores.

Ausente de tus aromas,

bebí el sabor de los colores

y besé los labios de la aurora

para olvidar tu nombre.

Volé al azul del cielo,

volé sin horizontes,

volé por los espacios infinitos

lejos de la ley del hombre

y no pude hallarte

entre la tierra y el orbe.

Por campos de zafiros

busco de nuevo tu nombre

para beber en tu sonrisa

el perfume de tus amores.




111


Bajo la luz de las estrellas

bebo tu aroma

en las templadas noches de mayo

cuando tus pies besan las olas.

Por la suave brisa

un ramillete de fragancias flota:

son pétalos de colores

que se desprenden de tu boca

para acariciar el aura

entre las azules sombras.

Tus besos van volando

por la sal de las olas

como balandros de nieve

que se pierden en la mar remota

o como la blandura que en el aire

escribe el vuelo de una mariposa.

Mis labios se embriagan

en la fragancia de una rosa

mientras tus pétalos se licúan

en el carmín de una amapola.




112


El espejo del río

refleja tus aromas

un amanecer de mayo

a la luz de la aurora.

Por los cristales del río

corren tus fragancias

en las noches de abril

bajo la luna de plata.

Tu mirada se desvanece

en el verdor de las olas

como el rubor de tus pétalos

y el rubí de la amapola.

Una mañana de primavera

besé la sonrisa de tus labios

entre suspiros de azucenas

y las caricias de tus manos.




113


Deja que tus guedejas

vuelen al viento

entre las caricias de tus aromas

y el color de tus pétalos.

Por las olas de los mares

navegan mis sentimientos

en busca de una sonrisa

que se la ha llevado el céfiro.

Por el carmín de tus labios

vuela la pasión de mis besos

que se deshacen en la fragancia

y en la blancura de tus senos.

¡Ay!, deja que mis manos

acaricien la tersura de tu pelo

y que mis labios puedan besar

el aroma de tus pétalos.





114


Tu rosa se abre a la sonrisa de abril

en la quietud de un mar de aromas,

exhalas al aura fragancias carmesíes

que mueren en los labios de la aurora.

Por la corriente azul del río del alba

hasta tus labios sube mi pasión loca,

fuego que lame del árbol las ramas

y sus lenguas trepan a la alta copa.

Mi frenesí bebe tus rojos perfumes

y liba el carmín de tu boca

en esos labios aterciopelados,

fuego de rubíes y amapolas.

En las frescas mañanas de primavera

abres al viento los pétalos de tu rosa

como lenguas de fuego que encienden

en el alba la llama de mi pasión loca.




115


¡Rosa de mi pasión!

Bebe mi ardor con tus labios,

sumérgete en mi amor,

acaricia mi llanto con tus manos.

¡Rosa de mi pasión!

Aquieta mi locura con tus besos,

naufraga en mi dolor,

dame la blancura de tus senos.

¡Rosa de mi pasión!

Mata mi frenesí con tu mirada,

ahógate en mi excitación,

bésame con el color de tu fragancia.

¡Rosa de mi pasión!

Quema mi pena en tu fuego,

zambúllete en mi exaltación,

flagélame con el carmín de tus pétalos.

¡Rosa de mi pasión!





116


Tus labios acarició la luna

con sus lágrimas de plata

cuando el oro de la tarde moría

entre las sonrisas del agua.

El fuego de un lucero

encendió tu cara de grana

en el terciopelo de la noche

que mecía el mar de la nostalgia

y tus pétalos bebieron

el carmín de tu fragancia

bajo las lágrimas de la luna

en la arena blanca.

La furia de una ola te robó

las lágrimas de tu fragancia

y al fondo del mar se las llevó

para que no pudiera besarlas.





117


Hoy recuerdo aquel ayer

en que me sonreías con tu verde mirada

cuando uníamos nuestros abrazos

ante los ojos de la luna de plata.

El color de tus besos subía

a los resquicios de mi alma

en el blanco silencio de la noche,

silencio que por nuestro amor lloraba.

¡Ay!, en aquel silencio nocturno

quise besar tus labios de grana,

pero tú los alejaste de mí

bañados en una sonrisa colorada.

Hoy quisiera besar aquellos labios

que un día de mi boca apartaras

para recordar aquel ayer

en que me sonreíste con tu verde mirada.




118


Noche de plata,

el grillo corta el silencio

entre perfumes de rosas

y pétalos de terciopelo.

La luna se mira en el espejo del agua

y en su mirar ver quiero

el mar de tus ojos,

mar por el que me muero.

Bajo las lágrimas de la luna

se oye el canto del jilguero

que alegre desgrana sus notas

a las alas del viento.

En la noche de luz de plata

bebo la brisa del carmín de tus pétalos

al arrullo de las olas

mientras escucho la voz del silencio.




119


Soñaré caminos de viento

que me lleven a la luna

en carros tirados por alados corceles

de rosas y de plumas.

Tus labios sembraron su aroma

en racimos de púrpura

que encendieron mis sueños

en los brazos de la noche oscura.

Por el carmín de tus fragancias

volaba mi imaginación desnuda

en busca de tus pétalos

y de la redondez de tu hermosura.

En las noches de insomnio volaré

en alas de rosas y plumas

en busca de tus aterciopelados labios

y del aroma que susurran.



120


Sonrisas y lágrimas de primavera

son esas perlas que besan tus labios,

gotas de hidromiel que yo bebiera

si no existieran entre tú y yo agravios:

sonrisas y lágrimas de primavera.

Besos de colores hay en tu piel

que hieren de carmín mis sentimientos,

dulces suspiros de ambrosía y miel

que al paraíso trasladan mis lamentos:

besos de colores hay en tu piel.

Tus pupilas arden en verde llama

en la sonrosada luz de la aurora,

en el silencio mi voz por ti clama

y por el carmín de tus labios llora:

tus pupilas arden en verde llama.

Sonrisas y lágrimas de primavera

acarician de tu amor los rosales,

como los besos que yo te diera

un día entre los dorados trigales:

sonrisas y lágrimas de primavera.

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