martes, 23 de noviembre de 2021

Jardín de fragancias


1


En el denso silencio de la noche

se oía la ternura de un rosa

acurrucada en un ramillete

de suaves y fragantes aromas.

Sus suspiros encendían la noche

de exhalaciones amarillas y rojas:

¡luz de estrellas que

llora en su corola!

Mis labios quisieron beber

el licor de su copa,

pero su fragancia se derramó

en un océano de olas

como aura que se mece

en terciopelo de amapolas.

Mi boca ya no pudo beber

el frenesí de su boca.









2


Y se fue el amor llorando

por la aureola de tu verde mirada

entre suspiros de ausencia

y lágrimas de ilusión y esperanza.

Y se fue el amor llorando

por la veleidad y la arrogancia

de unos ojos que no miran

y de un corazón que no ama.










3


Ahora es de noche

en el jardín de tu existencia

y mis ojos claman clemencia

para no oír tu reproche.

Ahora me sumerges

en tu azul fragancia

y con dulce elegancia

a la luz emerges.

Tus labios azules

respiran el aroma

en la noche estrellada.

La voz equivocada

de una paloma

vuela por cárdenos tules.







4


La noche rompe tu perfume

con lágrimas de plata

a la pálida luz de la luna

que se estrella en la sonrisa del agua.

Tus aromas vuelan como mariposas

por un mar en calma

que rompe el silencio de la noche

ante la dulce mirada

de unos ojos celestes

que su pálida luz derraman.

Las sombras se estremecen

con una brisa perfumada

cuando la luna besa

el color de tu mirada.

En el silencio azul de la noche

se oye el zumbido de una fragancia.





5


Detrás de tus labios

veo un perfume azulado

que se esconde entre las arrugas de mi piel

y entre los pliegues de mis manos.

Veo tus lágrimas azules

derretirse en el espacio

de unos ojos negros

que lloran a mi lado

en el blanco silencio de la noche

y en la luz amarilla de los astros.

Tus lágrimas apagan la sed de mi amor

en el fuego de tus labios

cuando tú y yo juntos

en una caricia nos amamos.

Detrás del silencio azul de la noche

un rayo de luna entre los álamos

hirió el perfume de tus pétalos

que se licuó en mis labios.






6


En el amanecer era

brillante como un topacio.

Su voz recorría las estrellas

y su mirada acariciaba mis manos.

La flor nívea de la escarcha

era azul en sus labios.

En la delgadez de sus besos

se oía un suspiro lejano

que atravesaba el silencio

de un perfume violáceo.

En el amanecer de mis sueños

tus pétalos derramaron

lágrimas azules

que besaron mis labios

cuando la lividez de tus aromas

acariciaba mi manos.




7


Viniste a mí

con tus labios de ternura

derramando tu mirada

en el olor de la lluvia.

Tu aroma se diluía

en las gotas de agua pura

que por tus pétalos resbalaban

ahogando mi amargura.

Viniste a mí flotando en el aire

con tus guedejas rubias

para acariciar mis sueños

una noche blanca de luna

y me llevaste al mar de la añoranza

y al océano de la locura.

Viniste a mí con el terciopelo de tus pétalos

y los labios de tu ternura

para abrasar mi corazón

con besos ahogados en lujuria.






8


Adormecida en los suspiros

de oro y grana

te vi.

El cálido fulgor

de tu fragancia

vino hacia mí

en los efluvios de la mañana.

Tu redonda hermosura

de rubor inflamada

en la caricia del aura

y en los pétalos de tu cara.

Te vi vestida

de oro y grana

cuando tus labios se diluían

en los besos del alba.

Adormecido en el morir de la noche,

bebí tu fragancia.



9


Dormías en los tímidos brazos de la noche

como gacela que ya no teme a nada

en el aprisco de la inocencia

de ti misma olvidada.

Me acerqué a aspirar tu aliento

y a beber el licor de tu fragancia,

que se deshacía en los rizos del céfiro

y en el rumor de una dulce calma.

Tu piel se estremecía en el silencio

de la noche azul y estrellada

mientras mis labios rozaban tus labios

y tu boca se quemaba en mis llamas.

Cuando quise beber el aroma de tus pétalos,

ay, tus labios se deshicieron como agua

y entre mis brazos sólo quedó

el suspiro de una rosa perfumada.








10


Llorabas en el desvanecer de la noche

azules lágrimas y aromas

al alejarte de mi lado

en el lento morir de las horas.

Tu mirada ardía en el aura

o se diluía en las olas

como el ardor del frenesí

que quema mi pasión loca.

Tus labios se encendieron de grana,

como el rubor de la amapola,

mientras mis labios anhelaban besar

el fuego de tu boca.

Lloraste al nacer el alba

lágrimas azules y rojas,

mientras mi pena se fue quemando

en la soledad de mi alma rota.




11


Por la hierba corre tu perfume a esconderse:

una sombra azul y violeta

va dejando tras de sí

la melodía de una estela.

Tu mirada aguamarina

huye como pájaro que vuela

a los océanos infinitos de mi alma,

de mi dolor y mi pena.

El rubí de tus pétalos ruboriza

la sonrisa de unos ojos que besan

la brisa del amanecer

en los labios de la primavera.

Huye de mí tu aroma

en el esplendor de la hierba

por no beber

la amargura de mi pena.








12


Algo de mí aún espera

que tu aroma no se vaya

por la luz de las estrellas.

Ven, camina hacia mí, avanza

con el perfume en tus manos abiertas

y deposita en mis labios la esperanza

de tus lágrimas azules y violetas.

No me dejes sumido en la nostalgia,

no te vayas de mí, espera,

yo seguiré por el camino de la constancia

buscando la flor de la inocencia

hasta que pueda beber el carmín de tu savia.

No te alejes de mí, espera,

no dejes que tu aroma se vaya

y mi esperanza muera.





13


Siempre que nos amamos

besamos el aroma de los labios

entre la brisa del cariño

y las blancas caricias de las manos.

La sonrisa de tu mirada asciende

por el color de mi llanto

hasta la eterna beatitud

de los corazones enamorados.

En nuestro delirio de amor

tus besos se funden en mis labios

y los pétalos de tu perfume

se rompen entre mis manos.

La brisa de tu cariño enciende la noche

cuando unidos estamos

en nuestros sueño de amor

derretidos en un bálsamo.








14


Yo contemplaba el aroma de tus labios

en el beso de la alborada

mientras tu mirada se diluía

en la luz del cielo y en el color del alba.

Mi amor acariciaba tus pétalos,

que bullían en púrpura fragancia,

y tus doradas guedejas se retorcían

entre los dedos azules del aura.

Mis labios besaron el perfume

de tus labios escarlata

mientras dos gotas de rocío

resbalaron por tus verdes esmeraldas.

Sumergido en el rumor del aire,

envuelto en la luz del alba,

me quedé soñando

que soñando te besaba.




15


Te busco en la quietud de un aroma

oculta en el carmín de unos pétalos

que sonríen a la luz del alba

en el jardín de nuestros sueños.

Tu mirada se esconde

detrás de unos ojos negros

que se pierden entre las olas

del mar de mis recuerdos.

Tus labios se derraman

en el rubor de mis besos

cuando tu fragancia se derrite

entre las caricias de mis dedos.

Te busco en la dulzura de un perfume

y en la luz del universo

mientras vuelo por las estrellas

en las alas de mis sueños.







16


Tus ojos se estrellan en la luz

de unos pétalos que lloran

la lividez de unos suspiros

sobre el mar de tus aromas.

En el océano de tus fragancias

se sumergen los gemidos de mi boca

en busca de la miel de unos labios

que se derrite entre elixires de rosas.

La nieve de tus senos

bebe mi pasión loca

como la lenidad del aire

el vuelo de una cándida paloma,

y en el ardor de mis abrazos

tu fragancia se estremece toda

como el carmesí que arrulla el aura

en los labios de la aurora.





17


Sólo tienes aroma:

color que derramas en el aire,

suspiro que rompe la calma,

elixir que no bebe nadie.

Una lágrima tuya besa el carmín

de unos pétalos que arden

con los últimos rayos que doran

el lento morir de la tarde,

y allá, a lo lejos,

se oye la melodía del cante

de un pajarillo que llora

la melancolía que no escucha nadie.

Sólo tienes un perfume

que se derrite en el aire

cuando mi corazón llora

el lento morir de la tarde.








18


Tus labios tiemblan

como pétalos de amapolas

acariciados por la brisa

de un mar de aromas.

Lluvia de fragancias,

sumérgete en mi boca

cuando en tus labios se mece

la sonrisa de la aurora.

Llévame en la levedad de tus alas,

suspiro de rosas,

a la suavidad de tus pétalos

y a la ternura de tus aromas.

En tus labios se muere

el perfume de una rosa

cuando mi beso de amor

se deshace en tu boca.


19


Pétalo de dulce fragancia

que en mis labios te has derretido,

aroma del árbol prohibido

que en mi boca te derramas.

Helado fuego que te inflamas

en la llama de mi corazón herido,

flecha del amor, flecha de Cupido,

que con tu acero hieres mi alma.

En la noche de azulada brisa,

beberé con mi labios tus besos

y la blancura de tus senos.

Y beberé de tus labios la sonrisa

y besaré la suavidad de tu boca

y me embriagaré con tu aroma.




20


Dorada abeja quisiera ser

para libar el aroma de tus labios,

ocultar en tu seno mis agravios

y en tu dulce perfume renacer.

Como verde colibrí quisiera volar

para beber el néctar de tu boca

y después, con mis alas rotas,

de ti no poderme alejar.

Blanca fragancia que acaricias el aura

con el velo de tu castidad,

besar quisiera tus azules labios

y luego volar sin desmayo

hasta morir en las olas del mar.

O beber el color de tu aroma

y volar y volar como blanca paloma

sin poderte olvidar.

Como colibrí que apenas roza tu perfume

y tu dulce néctar con fruición consume

quisiera ser.

Y así sin rozar la levedad de tus pétalos

bebería la blancura de tus senos

para no desfallecer.

Dorada abeja quisiera ser

para en tu dulce perfume volver a nacer.



21


Nubes de fragancia

en el mar que azota el viento,

labios que se humedecen

en la dulzura de un beso,

lágrimas que resbalan

por el color de unos pétalos,

caricias derramadas

en las tardes de mis sueños

es todo cuanto de ti

deseo.

Entre las flores que por el campo

fue sembrando Céfiro,

voy buscando la blancura

que derrama tu pecho

para acariciar con mis labios

el aroma de tus besos.

Eres un ramillete de fragancias

que en el mar azota el viento.






22


Te busco y no te encuentro

en el verde follaje del alba,

te busco y no te encuentro

en el olor de una fragancia.

Hoy he bebido

el aroma de tus pétalos,

hoy he bebido

el elixir de tus besos.

Te busco en las nubes

y en la sonrisa del viento,

te busco en las estrellas

y en la lenidad de mis sueños.

Hoy he libado

la dulzura de tus lágrimas,

hoy he soñado

que soñaba.




23


Te recuerdo soñando aquellas tardes de oro,

tus ojos claros como los cristales del agua,

tu mirada adelgazándose en el océano

y tus blondas sortijas acariciando el aura.

Eras tú, sombra del olvido,

que en mi pecho una hoguera incendiabas,

eras tú, perfume de azucenas,

incienso divino, azul fragancia,

frágil nube que surca el cielo,

etéreo ángel de incorpóreas alas.

Te recuerdo bebiendo la brisa del mar

con el color de tu mirada,

tu voz como el canto del jilguero

y la clara sonrisa de abril

acariciando los pétalos de tu cara.

Eras tú, aroma de primavera,

flor de olvido, sueño de mi esperanza.






24


Cada vez que veo pasar tu aroma

por el cristal azul del viento,

mi corazón sangra

entre las llamas de tu fuego.

Frágil mariposa que

derramas el color de tus pétalos

cuando te elevas

en acrobacias de lábil vuelo,

báñame en tu fragancia,

envuélveme en tu perfumado velo,

déjame besar

el aroma de tus besos

y la nieve que emana

de tus blancos senos.

¡Aroma azul que pasas

por las alas de mis sueños!



25


Hoy he vuelto a caminar

sobre aquel aroma que bebíamos

en frágiles copas verdes

a la orilla del mar.

Tus manos, como blancas palomas,

acariciaban mis manos,

y mis besos

se perdían entre tus labios

mientras la dulzura de un ruiseñor

nos hacía soñar.

Hoy he vuelto a acariciar

el sabor de aquella fragancia

que se diluía entre las olas

para que tú y yo

nos besáramos a solas

frente a la verde inmensidad.

Hoy he vuelto a caminar

sobre aquel viejo aroma

a la orilla del mar.


26


Hoy he vuelto a besar

la lujuria de tus besos

junto a las olas del mar

hundido en la inmensidad del silencio.

Tus lágrimas derramaron su fragancia

en la lividez de mis labios

una noche azul en que nuestros besos

morían en las caricias de nuestras manos.

Tú y yo juntos

nos besamos

como una ola besa la arena

o el aura acaricia los álamos,

tú y yo juntos

nos besamos

como la abeja besa la flor

en los cálidos días del verano.

Hoy he vuelto a besar

la fragancia de tus pétalos

como se besan las olas en el mar

o las estrellas en el cielo.



27


Mis manos

aprisionan tu aroma

cuando me acerco a besar

la nieve de tu boca.

Por el aire huye una fragancia

a ocultarse en las sombras

cuando entre mis dedos se deshace

tu blanco perfume, flor de magnolia.

Por el aire huyen unos gemidos

a ocultarse entre las olas

cuando mis labios quieren besar

el almizcle de tu boca.

Mis dedos

acarician tu aroma

en la sonrosada sonrisa

de la aurora.







28


Si alguna vez vuelves a mí

con tu perfume derramado,

no acaricies mis sueños,

no beses mis labios,

sigue la voz del viento,

sigue las lágrimas del llanto.

Yo beberé el aroma

en el carmín de otros labios,

beberé el dulzor de un vino nuevo,

de un vino amargo,

que derrame en mi boca

el sabor de tu engaño.

No vuelvas a mí

sin el carmín de tus labios,

no vuelvas, no,

con tu perfume derramado.




29


Hoy tengo tu aroma

entre mis manos

como aquel primer día

en que nos amamos.

Tu fragancia asciende

a las alturas

como mariposa que vuela

a la luz de la luna

y a mis oídos sólo llega el eco

de tu ternura.

Tus lágrimas se rompen

entre mis dedos

cuando acaricio con mis labios

la blancura de tus pétalos.

Llora en mis brazos

tu dolor más amargo.








30


Te miré:

tus lágrimas se reflejaron en mi mirada,

tu llanto hirió mis ojos

y se lo llevó el aura.

Por el terciopelo de tus pétalos

se derramaba una fragancia

que voló al azul del cielo

en los pliegues del aura.

¡Ay!, mis labios besar quisieron

el aroma en llamas

que ardía

en tus labios de grana,

pero una lágrima resbaló por tus pétalos

y se derritió entre mis lágrimas

cuando iba a beber

el elixir de tu fragancia.



31


Me miraste:

en el fuego de tu mirada

se quemó la niña de mis ojos

y mi pasión, en tu fragancia.

Ciego de amor quise besar

el aroma de tu cara,

pero se fue desvaneciendo,

derretido en llamas,

hasta las blancas nubes

que de mí se alejaban.

Quise besar

tus labios de grana

que mis labios encendían

con sus brasas,

pero te desvaneciste en mis sueños

como humo que se escapa

y de tu recuerdo

sólo quedó en mí tu fragancia.

Me miraste

y me cegó tu mirada.



32


Dos aromas que se desvanecen,

dos miradas que vagan,

dos palabras que se olvidan,

dos sueños que se acaban,

dos bocas que se queman,

dos suspiros que se escapan,

dos flores que se besan,

dos pájaros que cantan,

dos estrellas que refulgen,

dos luceros que se apagan,

tu mirada y la mía en el cielo azul,

tus ojos y los míos en la añoranza,

tus besos y mis besos,

tus lágrimas y mis lágrimas,

tu piel y mi caricia en la noche,

mi pasión y tu fragancia.

Tú y yo... y después,

la nada.



33


Como alondra que llora al viento

quejas de amor en la madrugada

suspiran en las mañanas de abril

los pétalos de tu cara.

Por entre las rosas del jardín

nadan los efluvios de tu fragancia

en colores que derrama el céfiro

al murmullo del agua.

Entre sonrisas de oro

vi deslizarse dos lágrimas

que manaban de las fuentes

de tus verdes esmeraldas.

La alondra mañanera

sus quejas desgrana

en los labios de abril

bajo la sonrisa del alba.








34


Un aroma se rompe en la luz de la noche

cuando la luna derrama su silencio

por el carmín de unos labios

y por la ternura de unos pétalos.

El rubor de una rosa se esparce

entre el blanco rumor del viento

para volar con sus alas rojas

hasta el resplandor de un lucero

y para dejar en mis labios

el carmín de un beso.

¡Roto aroma que se apaga

en la blancura de un sueño!

En la noche azul se oye

la dulce voz del silencio

que se derrama entre las lágrimas de la luna

para ocultar la mirada de unos ojos negros.




35


Noche negra y sin luna:

oigo sollozar el silencio

entre las risas del agua

y las ondas azules del viento.

Pájaros de cristal vuelan en el vacío

en pos de las flores blancas del invierno

y un tierno beso de amor

se derrama en la fragancia de tus pétalos.

Por la sonrisa de tus labios resbalan

las blancas caricias de mis sueños

que mueren en los brazos de la noche

y en el mar de tus ojos negros.

Un beso de amor se derrama

en la fragancia de unos pétalos

cuando el silencio azul de la noche

hacia las estrellas alza su vuelo.








36


¿Quién pudiera beber los aromas

carmesíes de tus labios?

¡Ay, quién pudiera besar las verdes

caricias de tus ojos glaucos?

Una tarde de primavera

vi llorar ante un espejo

unos ojos que se derretían

en mil fragancias de ensueño.

Quise besar el carmín de sus labios

y beber el aroma de sus pétalos,

y sus lágrimas se evaporaron

en la nube azul de mis sueños.

¡Ay, quién pudiera besar

el aroma de tus labios

una tarde de primavera,

una dorada tarde de mayo!




37


Como abeja que zumba

de una flor en pos de otra,

susurran tus recuerdos

en torno al dolor que me agobia.

Tu fragancia se fue volando

en las blancas alas de una paloma

a los profundos abismos

de una mar remota

y mi pena se queda gimiendo

junto a las marchitas rosas

del perfumado jardín

que tu ausencia llora.

Hoy quisiera volver a besar

el frenesí de tu aroma

como besa el mar

la ternura de sus olas.








38


Hoy contemplo las caricias

del perfume de unos labios

que en el jardín de tus fragancias

se rompen entre mis manos.

Es una mañana de abril,

preludio de las mañanas de mayo,

en la que vuela por el cielo añil

la sonrisa de unos ojos garzos.

Tus miradas se derriten en el viento

y mis lágrimas, en tu regazo

cuando quiero besar

la pasión de tus rojos labios.

Hoy he vuelto a acariciar

la brisa del color de tus pétalos

cuando su fragancia se desleía

entre la yema de mis dedos.




39

Hoy he vuelto a beber

el perfume de tus pétalos

sumergido en el inextricable abismo

de mis aterciopelados sueños.

Tu aroma ascendía por tus labios

hasta encender el ardor de mi deseo

donde se derretía mi frenesí

en el dulce licor de un beso.

Un suspiro de ámbar derramaba

el oro de tus cabellos,

que se diluía en los pliegues de mi piel

y en las caricias de mis dedos,

y una ardiente lágrima mía

hirió la nieve de tu pecho

cuando mis labios quisieron acariciar

la blancura de tus senos.








40


Mis sentidos se sumergen

bajo la lluvia de tu fragancia

una noche de junio

cuando la luna brilla muy alta.

El perfume de tus pétalos

se derrite en la noche estrellada

para que mis labios puedan beber

tus besos de grana.

El susurro de tus aromas se esconde

entre los pliegues del aura

mientras la luna va llorando

sus lágrimas de plata,

y en el silencio de la noche,

bajo el carmín de tu fragancia,

puedo ver en tus ojos

el aullido de tu mirada.




41


En el jardín de mi nostalgia

ardió un día la llama azul de tu aliento

que se derramaba entre las sonrisas

de rosas, alhelíes y pensamientos.

Su fragancia se rompía

en el color añil de tus pétalos

para derretirse en tus labios

y en la ternura de nuestros besos.

Un sabor a miel impregnaba

el estallido del silencio

y nuestras caricias se envolvían

en la dulzura de mis anhelos.

Ya no arde la llama azul de tu aroma

en el jardín de mis recuerdos,

un geniecillo me la ha robado

del sueño de mis sueños.







42


En el mar de tus ojos

bogaba un balandro

con las velas henchidas por los aromas

que derramaban tus labios.

Tu sonrisa tendía sus alas al viento

que mecía mis sueños más lejanos

en el silencio azul

de una cálida tarde de verano.

El jardín de fragancias ceñía nuestros cuerpos

con su bálsamo

y tus pétalos se fundían

en las caricias de mis manos.

Una fragancia azul se posó

en la sombra de tus párpados

y yo quise besarla,

pero te diluiste entre mis labios.






43


¿No ves cómo lloran las estrellas

cuando a la niña de tus ojos se asoman

para beber en la luz de tu mirada

la álgida sonrisa de tu aroma?

Sus lágrimas caen como lluvia

en la transparencia de las sombras

en esta noche negra y sin luna.

Quisiera beber en tu boca

la roja fragancia de tus pétalos

que se licúa en los labios de la aurora

cuando se desvanecen mis sueños.

Quisiera besar las amapolas

que encienden los verdes trigales

y el cálido resplandor de tu corola

en el mar de mis soledades.








44


Recuerdo el aroma puro de tus pétalos

en la lluvia de oro de aquella tarde

que se diluía en los sueños de mi nostalgia

por la vieja senda del aire.

El ámbar de tus guedejas flotaba al viento

entre la fragancia carmesí de los rosales

mientras una nota amarilla se derramaba

por entre las verdes sombras de los árboles.

En tu mirada morían mis sueños,

en tus ojos morían las olas de los mares

y en el frenesí de mi boca

se derretía el fuego de tus corales.

El aroma puro de unos pétalos

caía como lluvia de oro una lejana tarde

en la que la llama de mi pasión

ardía en el fuego de tus corales.





45


En una noche estrellada,

por el jardín de las delicias,

iré a robar las dulces fragancias

del amor de mi vida.

Por un camino de cristal,

donde tus sueños se miran,

iré hasta las olas del mar

para beber la lluvia de tu sonrisa.

En el cáliz de tus aromas

arrojaré lágrimas de desdicha

de unos ojos que lloran

el amor que los olvida.

Iré por las olas del mar,

por una senda desconocida,

hasta besar y besar

la flor de mi vida.







46


¿Te acuerdas de las caricias, de nuestras caricias,

del rubor que recorría los prados,

de la verde brisa que se escondía en la arboleda,

del color carmesí que encendía tus labios?

¿Recuerdas aquellas cadencias que nos cautivaban,

aquellas notas amarillas que besaban nuestro tacto,

aquellas redondas fragancias que inflamaban

la quietud y el silencio de nuestras manos?

Hoy ya no hay fuego en la hierba

ni caricias en las hojas de los álamos

ni cadencias escondidas en el aire

ni amapolas encendidas en tus labios.

Hoy sólo queda la quietud de tu recuerdo

y el sonido de tu silencio amargo

y el sabor de tus ruborizados besos

y la evocación de un sueño de verano.





47


Fluyen ríos de jazmines por tus pétalos,

flores de lis por tus párpados,

racimos de azucenas por tu frente

y aromas carmesíes por tus labios.

El aguamarina se diluye en tu mirada,

el iris de tus ojos en tus encantos,

la blancura de tu piel en la nieve

y las blondas de tu pelo en mis manos.

En el jardín de tu fragancia

me sonríen unos ojos glaucos

que siembran la noche azul

de luceros, estrellas y llantos.

En la noche de mis sueños

me sonríen tus rojos labios

cuando besar quiero

el lirio de tus párpados.







48


Dulce aroma de ambrosía,

pétalos de nívea fragancia,

blancura derretida en tus labios,

nobleza inmaculada.

Mélicos acordes de perfume

vibran en el silencio del aura

cuando en el jardín de mis sueños

suspira tu ternura blanca.

La nieve de tus labios bebo

en el frescor puro de la mañana

como dulce elixir

que de tus senos emana.

Dulce ambrosía

que susurras al alba

melodías de perfume

y gemidos de fragancia.





49


Llegaste en una ola

de luz y ensueño,

llegaste derramando fragancias

en la suavidad de tus pétalos.

Transpirabas rocío

por el candor de tus pechos

y en tus labios se derretía

la lujuria de mis deseos.

Copa llena de luz,

llegaste a mi huerto

en una ola de fragancias

mecidas por el céfiro

y derramaste en mis labios

la dulzura de tus besos.

Llegaste destilando aromas

en el jardín de mis sueños.






50


Busqué tu mirada en los rosales

y tus labios en el carmín de las rosas,

el aguamarina de tus ojos en la lluvia

y tu sonrisa en la dulzura de un aroma.

Tu voz se escondía en el aire,

tu aliento, en los pétalos de las rosas,

tu sonrisa, en mis recuerdos,

tus lágrimas, en las verdes olas.

El céfiro me trae las flores

que llenaron de fragancia tu boca,

el aura me trae los colores

que llenaron tu jardín de aromas.

Busqué tu mirada en los rosales

y el carmín de tus labios en las rosas,

pero sólo hallé tus lágrimas,

ruiseñor, que en la verde sombra lloras.






51


Volviste a mi lado

desvanecida en los brazos del viento,

regresaste de nuevo junto a mí

oculta en el tul de mis sueños.

Una abeja en el rumor libaba

la dulzura de unos rojos pétalos,

en sueños mis labios besaban

el carmín de tus besos.

Me fui delirando por las olas del mar

y soñando por las nubes del cielo,

mientras en tu boca se derretía

el aroma de unos pensamientos.

Como lirio que esfuma su cara

de la cristalina agua en el espejo,

así te alejaste otra vez de mí

en las alas de mis sueños.







52


En tu jardín hay fragancias que rompen el aire,

flores que perfuman tu boca,

colores que hieren mis ojos,

sonrisas que acarician las rosas.

Por tus labios fluye una palabra

de terciopelo y amapola,

que vuela por los aullidos del viento

como mansa paloma.

Sus alas rompen el silencio

que de ternura llena mi alma toda

y me sumergen en las flores de tu jardín

y en el color de sus aromas.

En el silencio de la noche que muere

voy buscando una fragancia rota

que depositó en los labios de mi corazón

el suspiro de una rosa.





53


Llegaste a mí en una ola

que acariciaba el océano,

llegaste cabalgando sobre el agua,

como la ondina de mis sueños.

Tus ojos eran dos esmeraldas,

tus labios encendidos como el fuego,

tu frente era de nácar

y tus guedejas, de terciopelo.

Te acercaste a mí con tu fragancia

derramada en el color de tus pétalos

y depositaste en la nieve de mis labios

el ardor de tus besos.

Tu boca era de ambrosía y miel,

tus labios, de vivo fuego,

tus ojos, dos flechas que matan

como áspides de azul veneno.







54


En tu jardín habitan mis besos

y en tus fragancias, los suspiros del aire,

en los claros días de abril

manan sonrisas los rosales.

Voy buscando tus aromas

en los suspiros del aire,

mientras tu boca se quema

en el rojo carmín de tus corales.

En tus pétalos arde la nieve,

en mis venas se hiela la sangre,

una fría mañana de abril

un corazón llora a raudales.

Yo sé un jardín de besos

donde mis suspiros no los oye nadie,

una ola los ha ocultado

en el fondo de los mares.





55


Todo el color de tus pétalos

brotó en la penumbra de la noche

como agua de luz

que tus labios esconde.

Una flor de agua

vino a posarse sobre

tus párpados azules

que se cerraban donde

las mariposas amarillas

bebían el aroma de las flores.

Toda la fragancia de tus pétalos

se derramaba por el orbe

y las infinitesimales partículas de tu luz

encendían las estrellas en la noche.







56


Mis labios explotaron

en la fragancia de tus senos

y en el carmín de tu boca

de ambrosía y fuego.

Cuando mis manos acariciaban

los rizos de tu pelo,

te alejaste de mí

envuelta en el tul del viento

y me dejaste a solas con mis lágrimas

y con mi tormento.

De mi corazón brotó

un enjambre de lamentos

que hizo llorar a las flores

en el azul del océano.

Mis suspiros rompieron

el color de tus besos

en un jardín de fragancias

y en un mar de ensueños.




57


De tus labios brota la sonrisa

que acaricia el perfume de las rosas

y de tus ojos mana el fuego

que quema la pasión de mi boca.

Un amanecer de abril,

cuando se sonrojaba la aurora,

entre las flores de tu jardín

vi pasar un aroma.

Mi frenesí besó

la ternura de una mariposa

que acaso bebía las sonrisas

de los pétalos de una rosa,

y mi corazón,

como roja amapola,

voló hasta el carmín

que derretía tu boca.







58


Caen tus lágrimas,

cristales de rocío,

en la ternura de tus labios

y en el cáliz de mis suspiros.

Tu fragancia se rompe

como el encanto de un hechizo

cuando beber quiero

las perlas de tu delirio.

Cristal que no es cristal,

sal que se ha derretido

en la luz que resbala

por las sombras del olvido.

Quisiera beber la fragancia

de tus labios en las gotas de rocío

que caen en el mar de tus ojos

cuando en tus lágrimas me miro.





59


Tu jardín se viste de aromas

cuando beso la sonrisa de tu mirada

en los claros días de abril.

Cae una dulce fragancia

en tus pétalos de rosa

que en una lluvia de luz se derrama

por el océano de mis sombras.

Sobre la transparencia del agua

se posa el vuelo de una mariposa

que en la ternura de sus alas

lleva el terciopelo de las amapolas.

Hoy quiero ver tu cara

en la sonrisa de una rosa

que lágrimas azules derrama

mientras el canto de un ruiseñor se posa

en la fragilidad de tu fragancia.






60


El jardín de tus sueños

va sembrando nubes de fragancia

que me traen el recuerdo

de los tiernos años de mi infancia.

En el silencio de tu perfume soñé,

una noche estrellada,

que los ruiseñores de tu jardín

para mí solo cantaban.

El color de su melodía me sonreía

entre las rosas más delicadas

que junto al susurro de la fuente

mi sueño acariciaban.

Soñé que besaba tus labios

y que bebía tu fragancia,

y soñé que volaba por las nubes

en busca de tu blancura inmaculada.

Mi recuerdo murió con la noche

y mis sueños, con la sonrisa del alba.




61


Tus labios me hacen soñar

las noches que viví contigo

bajo la pálida luz de la luna

en las sombras del olvido.

Las blancas fragancias

de las flores de un mirto

acariciaban nuestros besos

llenos de pasión y delirio.

Bajo aquella luz de plata,

entre nardos, rosas y lirios,

fui bebiendo en efímeros sorbos

el aroma de tus suspiros.

Ay, aunque ya no estés a mi lado,

aunque ya no estés conmigo,

en las noches de luna blanca

seguiré soñando contigo.






62


Y se fue el amor llorando

entre lágrimas y suspiros,

y se fue el amor llorando

entre rosas y lirios.

Una sonrisa tuya rompió

la inocencia del paraíso,

y se fue el amor llorando

entre lágrimas y suspiros.

Un beso tuyo cayó

de mi corazón en el abismo,

y se fue el amor llorando

entre rosas y lirios.

Mis lágrimas resbalaron

por la corriente del río

mientras el grito de tu ausencia

hería el candor de mi delirio.

Y se fue el amor llorando

con el corazón malherido.




63


Tus aromas volaban como pájaros

en los días azules

del mes de mayo

cuando mi mirada se perdía

por los yermos páramos.

Era tu fragancia

como la dulzura de unos labios

que se perdía entre los poros de mi piel

y las caricias de mis manos.

Tus ojos quemaban como el fuego

vertido por las fraguas de Vulcano

y tú los clavaste en mi corazón

para romperlo en mil pedazos.

Hoy quiero beber de nuevo

el fuego de tus labios

que abrasó mi corazón

aquel día que nos amamos.






64


La ternura de una flor rompió

tu fragancia en mis manos

cuando en el silencio azul de la noche

sentí el susurro de tus labios.

En las verdes olas del mar

la luna estaba llorando,

mientras una azucena exhalaba

blancos suspiros a mi lado.

El vértigo de tu perfume me arrastró

hasta la vorágine de un fuego álgido,

que inflamó mi pasión

para morir en tus brazos.

La ternura de tus lágrimas se

derramó entre suspiros amargos

y llenó de dulce elixir

la copa de tus labios.






65


Brotaste en la aurora

como el rubor del alba

envuelta en cristalinas caricias

y en sonrisas escarlatas.

Tu aroma besó el céfiro

y tu rubor, el aura,

y por tu carmín fluían

sonrisas y lágrimas.

Tus labios enrojecieron

y mis labios bebieron tu grana

mientras tus pétalos

se diluían en la luz del alba.

El aroma de tus labios

se rompió en luz y fragancia

cuando la noche moría

en los brazos del alba.







66


Aquel aroma se apagó

en los latidos de la tarde que moría

entre oros de alamedas

y lágrimas de siemprevivas.

Tus suspiros gemían al viento,

tus miradas entrelazaban caricias,

mis manos quisieron besar una fragancia,

pero se rompió en los labios de la brisa.

Cuando las sombras de la noche hirieron

el silencio de la alameda dormida,

una lejana estrella iluminó

el carmín de tus labios que me sonreían.

Un aroma se apagó en el atardecer

de unos pétalos que morían

en el jardín de tus fragancias

y en el letargo de mis caricias.





67


Aroma del atardecer,

que lloras al pasar,

déjame tus lágrimas beber

junto a las olas del mar.

Mis labios libaron tu fragancia

cuando tus labios me sonreían,

en ese instante creí soñar

que en tus brazos me moría.

En tus pétalos hallé

la ternura de una caricia

cuando el oro de la tarde

lentamente palidecía.

Aroma del atardecer,

que lloras al pasar,

déjame tus lágrimas beber

en las olas del mar.







68


De ternura eran tus ojos

al despuntar el alba

y de cálido carmín

el canto de la calandria.

Una noche de abril,

noche de dulzura y calma,

vi caer de la luna

un racimo de lágrimas.

Eran suspiros de oro,

eran perlas de plata,

eran los pétalos de tu corola

que se los llevaba el agua.

De la ternura de tus ojos

vi volar el azul de una mirada,

era el sueño de mi vida,

era el suspiro de una fragancia.





69


Eres espuma en la arena,

eres soplo de aire durante el día,

eres fragancia en la noche,

eres melancolía.

Escribiré un verso en el agua,

clavaré en el viento tu sonrisa,

gritaré tu nombre en la noche,

te llamaré en la lejanía.

Tus labios acariciarán mis besos,

tu mirada quemará mi vista,

tu fragancia romperá mi aliento,

tus lágrimas ahogarán mi alegría.

Eres perfume de mayo,

eres flor de un día,

eres néctar de rosas,

eres melancolía.









70


Hoy te sueño

como una rosa perfumada

que aliviara mi sufrimiento.

Un mar de fragancias

se derrama en mi sueño

como la dulzura de la alborada.

Tus labios arden como fuego

de amapolas que incendiara

nuestros besos

en el fluir de la noche estrellada.

Hoy te sueño

como rosa del alba

que acaricia la blancura de tus senos

fundida en su fragancia.





71


Hoy he vuelto a paladear

los aromas encendidos de tus besos

mientras te alejabas de mí

suspendida en las alas del viento.

Hoy he vuelto a contemplar

los carbones encendidos de tus ojos negros

mientras tu sonrisa se escondía

en las estrellas del universo.

Hoy he vuelto a acariciar

la suavidad de tus cabellos

mientras tus lágrimas se fundían

en la infinidad del océano.

Hoy he vuelto a besar

el frenesí de tus pétalos

mientras tu amor se desvanecía

en el sueño de mis sueños.







72


Tu roja fragancia rompe

el carmín de tus pétalos

cuando mis labios acariciar quieren

la ternura de tus besos.

Una sonrisa tuya vuela

con alas de terciopelo

hacia las blancas nubes,

hacia los confines del cielo.

En tu mirada mueren las olas

que cabalgan el azul del océano

y en tus ojos se encienden las brasas

que queman mi pecho.

Rojas fragancias corren

por el jardín de mis deseos

cuando entre sus rosas buscando voy

el amor de mis sueños.





73


Dame tu blancura

en la copa roja de tus pétalos

para que pueda beber el elixir de amor

que para mí manan tus besos.

Como la inocencia de una flor

que con su dulzura acaricia el viento,

así quiero yo besar

la blancura de tus senos.

Por tu jardín vuela una fragancia

en la quietud de un sueño

que yo quisiera alargar

hasta la infinitud del tiempo.

Vuela tu blancura

en el fragor del silencio

para que yo pueda besarla

en tus labios de terciopelo.






74


La fragancia se derrama

en tardes de grana y oro

por la candidez de las flores

y la blancura del heliotropo.

En las delicias de tu jardín,

a la sombra de un arrayán rojo,

besé la ternura de tu cara,

besé la dulzura de tus ojos,

bebí el carmín de tus labios,

bebí el rubor de tu sonrojo,

y cuando mi aliento hería

la delicadeza de tus pétalos rojos,

bebí el aguamarina que anegaba

la niña de tus ojos.

¡Cómo se derrama la fragancia, ay,

por la blancura de tus hombros!






75


Busco la luz de tus ojos

en la vastedad del océano,

busco la fragancia de tu sonrisa

en la dulzura de tus besos.

Tus lágrimas van rodando

por la suavidad de terciopelo

que acaricia el rubor de tus amapolas

y la ternura de tus pétalos.

Mis labios depositar quisieran

en tus ojos un beso

para apagar esas lágrimas

que manan fuego.

Busco en el frenesí de tus labios

el sonido del silencio

para sellar sin palabras

nuestro amor eterno.







76


No sé cómo llegaste hasta mí

para que ardiera tu amor en mi pecho,

no sé cómo llegaste hasta mí

para derretirme en el perfume de tu aliento.

Una noche de primavera,

cuando las estrellas lloraban en el cielo,

un aroma se posó a mi lado

para envolverme entre sus alas de fuego,

una cálida luz se derramó

sobre la negrura de mis sueños

y la pasión encendida de mi amor

besó el arrebol de tus pétalos.

Cuando quise asir entre mis labios

la dulzura de tus besos,

te desvaneciste en la noche

como el espejismo de un sueño.





77


Llegaste a mí en las alas del sueño

con un rojo suspiro en tus labios,

llegaste a mí en un jardín de fragancias

con una gota de almizcle en tus manos.

Tu aroma acarició el viento,

tus lágrimas encendieron de llanto

el perfume de las rosas

que se derramó en mis labios,

y una sonrisa azul

vino a posarse en mis brazos

como suavidad que vuela

por el jardín de los desengaños.

Llegaste a mí como pluma suspendida

en el oro de una tarde de mayo,

llegaste a mí con tu fragancia

derramada en la palma de mis manos.








78


¿Cuántas noches lloramos

nuestro amor no correspondido,

tú con tu orgullo herido,

yo con mis labios sellados?

¿Cuántas noches, bajo el cielo estrellado,

no derramaste tus lágrimas de rocío?

¿Cuántas noches por ver tus ojos fríos

enmudecieron mis labios?

Llegará un día en que tus pétalos

derramen lágrimas de fragancia

que ablanden tu corazón endurecido.

Y mis labios encendidos

arderán en vivas llamas

para apagar mi silencio.




79


Dentro de mí te llevo,

en los mares de mi fantasía,

en el dolor de mi melancolía,

en las alas de mis sueños.

Dentro de mí te llevo,

en la sangre de mis venas,

en la angustia de mis penas,

en el grito de mi silencio.

Estás en mí sin estar

porque te llevo en mi pensamiento,

estás en mí sin estar

porque eres la fragancia de un beso.

Dentro de mí te llevo

como el suspiro de un sueño,

dentro de mí te llevo

hasta el confín del universo.









80


Resplandeciente fragancia

donde se subliman mis sentidos noche y día,

fanal de mi vida

donde arde la luz celeste de tu mirada.

Tú eres la rosa delicada

que desde un inmenso jardín me mira,

tú eres el perfume que se agita

en el silencio azul de la noche estrellada.

Beberé el carmín de tus pétalos

que mana de tus labios

como el rubor de la amapola,

y beberé la dulzura de tus senos

y acariciaré la blancura de tus manos

que se derrama en la sonrisa de la aurora.





81


En la explosión de tu fragancia

quiero estar solo contigo

para beber en sus aromas

el resplandor de tu fuego divino.

Por el color de tus pétalos resbala

una lágrima silenciosa

que besar quisiera con mis labios

y derretir en la pasión de mi boca.

En el silencio azul de la noche

bebo el aroma de los lirios

que se desvanece entre mis manos

cuando a solas estoy contigo.

Y bebo las caricias de tus labios

que se derraman en mi boca

cuando en las noches de amor

tú y yo nos besamos a solas.







82


No sé qué es lo que me llama

desde la pasión de tus labios,

no sé qué es lo que me llama

cuando a solas nos besamos.

El sonido de mi voz

en el infinito se estrella

cuando en las noches de soledad

te llamo para que a mi lado vengas.

Mis gritos mueren en el silencio

y tú no vienes a mi lado

porque el fuego de dos corazones

ya se ha apagado.

No sé qué es lo que se derrama

en el cáliz de tu esencia,

no sé qué es lo que se derrama

que mi dolor acrecienta.





83


En mi soledad contemplo

el color de tu copa,

la fragancia de tus labios

y el fuego de tu boca.

Mi soledad se alarga hasta el infinito

en el aullido del silencio,

mientras por el mar de tus ojos

corren despavoridos mis sueños.

El bordoneo de una abeja acaricia

el carmín de tus pétalos

como la luz de tu mirada

las llamas de mi fuego,

y en mi soledad infinita bebo

la ternura de las amapolas

para apagar la sed

que abrasa mi boca.







84


¡Qué rubor de pétalos!

¡Qué claro manar de ojos!

¡Qué terciopelo de mirada!

¡Qué ternura de labios rojos!

Las tardes de abril doraban

sonrisas de grana y oro

que bebían tu mirada de terciopelo

y besaban el aroma de tu rostro.

El susurro del aura derramaba

la fragancia de los heliotropos

por donde ocultaba tu mirada

el triste latir de mis sollozos.

Una dorada tarde quise besar

la ternura de tus labios rojos,

pero, ay, te evaporaste

en la fragancia de los heliotropos.



85


¿Sabes tú mi nombre

escrito en la lluvia de primavera

con los colores del arcoíris

y las lágrimas de tu ausencia?

¿Sabes tú mi nombre

que como pájaro vuela

por el jardín de los sueños

hasta el mundo de las estrellas?

Yo sé tu nombre escrito en lágrimas de plata

bajo la luz de la luna llena

una noche de abril,

noche de primavera,

cuando en el silencio azul sólo se oye

el canto de la filomena.

Yo sé tu nombre escrito

con el perfume de tu esencia

en el carmín de las rosas

una noche de primavera.





86


Tú me sonríes

en la fragancia de tu jardín

cuando las flores beben

el rocío del alba.

Tú me cautivas

en el mar de tus ojos

cuando el viento verde

se esconde en tu mirada.

Tu presencia se agita

entre las olas del jazmín

y su blanca fragancia,

cuando en el rumor de mis sueños

escucho el sonido del silencio

que a tu corazón llama.

Tú me sonríes

en las noches de insomnio

con tus pétalos de grana.




87


Tu belleza se derrama por tus labios,

es quietud de la noche en las estrellas,

es el olor de una fragancia,

es la luz de la primavera.

Como un aroma que se rompe

con el delicado roce de una abeja,

así tu tierna hermosura se derrite

cuando la luz del sol la besa.

El aroma redondo de tus pétalos

reluce entre las flores más bellas

cuando en el jardín de tus encantos

se esconde, lívida, mi tristeza.

Tu belleza se derrama por tus labios

y mis labios beberla quisieran

en el silencio azul de la noche

bajo la palidez de las estrellas.






88


Te vi vestida de rojo terciopelo

en el amanecer de mi engaño,

sumergida en una copa de perfume,

suspendida en el canto de los pájaros.

Sonreías en las alas del sueño

con arcangelical encanto

mientras las mariposas bebían

el carmín de tus labios.

Tus pétalos derramaban alegría

y dulzura a cántaros

cuando tu ternura se deshacía

entre los dedos de mis manos.

Te vi de rojo terciopelo vestida

entre claveles y nardos

cuando mi mirada se perdía

en el morir de un desengaño.






89


Todo en ti es aroma

y dulce ternura cromática,

tus pétalos son luz

y manantial de fragancia.

Entre todas las flores

tú eres la más delicada,

tus mejillas arden como fuego

en el que tu rubor se abrasa

y cuando tu aroma acaricia mis labios

una leve sonrisa pasa

por la comisura de tu boca

que en mi boca queda reflejada.

Cuando la tarde muere en el horizonte

y el cielo se viste de grana,

tu perfume se vuelve elixir

que en mis labios se derrama.








90


Duerme la brisa de tus pétalos

en los labios de la noche estrellada,

muere el canto del silencio

en el rumor de una fragancia.

En las noches de luna llena,

noches de luz de plata,

se oyen los ayes de tu aroma

por el jardín de la brisa blanca.

En las noches de luna llena

se escuchan en el espejo del agua

los perfumes de tus colores

que a lo lejos un lirio canta.

Duerme la brisa de tus labios

en la noche de luna blanca,

muere el trino del jilguero

que en el silencio se alarga.



91


Cuando te veo

en el jardín lleno de fragancias,

tu respirar se esconde en el color de los pétalos

y en los suspiros que vuelan sin alas.

Regalas sonrisas al viento

y aromas de colores y palabras

que engañan mis sueños

y susurros que acarician el aura.

Tu mirada

se alarga como un cuchillo

que corta la luz del alba

por donde los ojos de mis recuerdos

se pierden en mi infancia.

Cuando te veo

en ese jardín lleno de fragancias,

el aroma de tus senos

me sumerge en aires de nostalgia.



92


Y llegas tú con fragancia de sal

en el mar de tus ojos suspendida

y llegas tú con alas de cristal

soñando en los labios de la brisa.

Cuando a mi lado estás,

cuando junto a mí suspiras,

veo esos ojos que tienes,

veo esos ojos con que me miras.

Dos esmeraldas parecen,

dos hermosas aguamarinas

que relucen en tu cara

como gemas divinas.

Besar quiero esos ojos

llenos de sal marina,

besar quiero esos ojos

que me roban la vida.

No te vayas de mi lado,

no te vayas todavía,

quiero besar eternamente

esos ojos con que me miras.




93


Vuela tu sonrisa como mariposa

por la fragancia de las flores,

vuela como abeja

que la dulzura de sus pétalos recoge.

Un suspiro azul de tus labios se desprende

en las alas de la brisa que se lo llevan donde

habitan la ternura de tu aroma

y el fuego de mis pasiones.

Vuelan tus lágrimas en las caricias de mis manos

hacia la mar azul donde

las olas de sal enmudecen

y tus viejos recuerdos esconden.

Vuela el color de tus besos

hacia las heladas montañas del norte

donde una noche de luz de plata

quemó el amor de mis amores.








94


El carmín de tus labios vuela al viento

como pájaro encendido,

que alicorto y malherido

huye de mi boca de fuego.

Por el jardín de tus fragancias vengo

a beber los besos del olvido

que tantas veces me has prometido

en las noches de mis desvelos.

Un arrebolado perfume

de violetas y rosas

se posa en mi ventana,

que el fuego de mi amor consume

como fragante copa

en el fulgor de la mañana.






95


Gimen tus labios heridos

por el brillo de un aroma

como ayes que rompen al viento

los rubores de una amapola.

Por tus pétalos resbala una caricia

que en mis manos llora:

gemidos que en el aire se pierden

en el lento pasar de las horas.

Tu mirada de terciopelo

en mis ojos se posa

y en un mar de fragancias

mi corazón se inmola.

Lágrimas de rocío gimen

en el carmín de tu corola

y mis sueños se van hundiendo

en el susurro de tus aromas.







96


El rubor de tus besos

se derrama en mi boca

como néctar de dioses

en suspiros de rosas.

En el jardín de tus fragancias

bebí la pasión de mi locura,

no en cinceladas copas de Corintio

sino en tus pétalos de lujuria.

En el frenesí de nuestro amor

me sumergí en un océano

de ternuras y caricias

y de aromas lleno.

El rumor de tu sonrisa

acaricia mis labios

cuando a solas

nos besamos.





97


La primavera sonreía en tus labios:

era la hora de los sueños

que se deshacían entre mis manos

como perfume de pétalos

suspendido en las hojas de los álamos.

Una fragancia azul se desvanecía

en la luz de unos ojos garzos,

y del añil de sus pupilas

fluía un velo álgido

que encendía mi pasión

para beber el rubor de tus labios.

De la blancura de tus pétalos

una paloma voló hasta lo alto

para acariciar la fragancia

que rezumaban tus labios.








98


Tus rojos perfumes vuelan

en el silencio de la noche oscura

en busca de unos labios

que beban tu lujuria.

Derramada en tu boca

hay tanta ternura,

que hasta la fragancia de tus pétalos

se derrite en los labios de mi locura.

Por el dorado trigo que acaricia

la piel de tu cintura

va sembrando Céfiro cándidas flores

y sueños de ventura,

y mis besos se van derritiendo

en gotas de lluvia

que caen como ruborizadas fragancias

en el jardín de tu lujuria.





99


De amargo acíbar

brotó una lágrima en tus ojos

cuando del jardín de tus fragancias

me alejé a un paraje inhóspito.

Como amapolas en llamas

se encendió el rubor de tus pómulos

cuando veloz me alejaba

en las alas de Eolo.

Tus pétalos se derretían

entre ascuas y rescoldos

una tarde que derramaba

lágrimas de grana y oro,

y cuando de tu jardín ya no bebía

la esencia de tus labios rojos,

vi manar lágrimas de acíbar

del mar de tus ojos.








100


No volverá a florecer tu jardín

donde bebía a raudales

la esencia que manaban tus labios

entre jazmines y rosales.

Ya no se derramará por tus pétalos

el carmín de tu fragancia

ni se oirá la melodía de las flores

que para mí cantaban.

Ya se secó el piélago

donde tus ojos se miraban,

ya se secó el hontanar

que mi sed saciaba.

Ya no volverán a sonreír

tus rojos corales,

ya no volverán a sonreír

en el jardín de mis soledades.


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