lunes, 22 de noviembre de 2021

Las violetas lloran lágrimas azules




1


Al mar de tus ojos


Mar sin fondo donde confluyen todos mis sentidos,

mar de la calma lleno de mis anhelos,

mar de las tempestades de mi corazón y de los verdes sargazos

que se retuercen en mi locura de amor,

mar de esencias carmesíes que encienden mi pasión,

mar de esperanzas que se ahogan en tu profundo seno,

océano de sueños que me hace volar por las profundidades del universo,

piélago de frenesí de fragancias lleno,

déjame beber en la profundidad de tu pasión

los perfumes de unos pétalos

que se derritieron en mis labios

en la noche de los tiempos.

Mar sin fondo donde se baña la niña de tus ojos,

hoy quiero nadar en el iris de tu recuerdo

que trae a mi memoria lágrimas y suspiros

de un sueño muerto en la noche de los tiempos.

Mar sin sombras,

lleno de luces y misterios

que se fueron quedando en el camino

que recorre el viento

por los vastos trigales de las estrellas

hasta la paz del universo.

Profundo mar de mis sueños,

déjame beber tus verdes lágrimas

que me traen amargos recuerdos.










2


Rosa roja por la sangre de mi pasión.

Hoy quiero sembrar rosas al viento en los campos de las estrellas

por donde vagan mis sueños en busca de una sonrisa rota

y de la brisa de tu aroma que embriaga mi pecho

en las mañanas de primavera en pos de tus silencios.

Una fragancia con las alas rotas se desliza por tu mirada

hasta la cresta de las olas que en las rocas se estrellan.

Racimos de sal llenan tu boca y mi boca

bajo un cielo blanco y azul que nos envuelve.

Tu fragancia vuela en las alas de una rosa

hacia los sueños infinitos de mi ilusión loca

y tras su vuelo deja una estela de sal

y un rojo aroma que quema mis sueños.

Rosa roja, hoy quiero arar los campos del viento

y sembrar en sus surcos ilusiones de amor

y vagos recuerdos de la luz de mi infancia,

para que crezcan en ellos flores de esperanza

y ramilletes de aromas que inunden la Tierra

de luces de fantasía y dulces fragancias.

Rosa roja de mi pasión,

haz que olvide este mundo de contienda que me duele

hasta en el suspiro de una flor.

Rosa roja de mi pasión,

quiero beber tu aroma y los suspiros de tus pétalos

hasta que se ahogue mi voz en los labios de tu fragancia

y en las alas del amor.

Rosa roja por la sangre de mi pasión.




3


La noche canta

a mi corazón que lo envuelve

en la ternura de su piel.

Los brazos de la noche acarician mi cuerpo

entre suspiros de estrellas y lágrimas de luceros.

Su boca absorbe la luz de los astros

para que no hiera la piel de mis desengaños.

Sus manos acarician mis labios

que se mueven temblorosos como hojas de álamos.

Acurrucado en los repliegues de su piel oigo

la fragancia de una rosa que suspira a mi lado

con gemidos escarlatas

y llantos colorados

que se pierden en el silencio azul

del tiempo y del espacio.

Mis labios temblorosos sacian su sed

con el jugo de los racimos agrios

que resbala por la ternura de su piel

en su regazo.

El silencio de la noche rompe los susurros del agua

y el aroma de unos senos blancos

que huye hacia las estrellas

a través de los azules topacios.

Mi boca sedienta se queda

de un aroma ácido

que endulzaba la ternura de tu piel

en un corazón de mármol.


4


Me dejaste solo con tu risa escondida en el armario.

Te fuiste en la luz de un lucero

hacia una estrella lejana olvidada en el vasto universo.

En mi almohada hay colgada un sonrisa tuya

y en el aire revolotean tus besos.

Tus labios suspiran los aromas de la noche en mi cama

y la fragancia de tu sonrisa me trae vagos recuerdos

de las horas felices en que

tus palabras y las mías sonaban a dulce silencio.

¡Cuántas veces me hablaste de amor

con el perfume de tus pétalos

en una larga noche estrellada

cargada de amapolas y sentimientos,

que nos incitaba a amarnos sin palabras

sólo con nuestras caricias y nuestros besos!

Hoy mis lágrimas humedecen la almohada de tu sonrisa

en una noche sin palabras y sin besos

en que veo pasar a mi lado

la desidia del tiempo

y la ausencia de tu risa y tu voz

que deleitaban nuestros encuentros.

Tu voz se alejó de mi lado

una noche en que se acariciaban nuestros cuerpos

y desde entonces vivo sumido

en un mar de silencio.



5


Como se queman las estrellas

en la noche de los tiempos,

como se quema la luz del alba

en las alas de mis sueños,

como se queman las mariposas

en el azul del cielo,

como se queman las nostalgias

en los recuerdos de mis recuerdos,

como se quema tu mirada

en el turquesa del océano,

como se quema el aroma de tus labios

en el carmín de tus pétalos,

como se quema tu verde esperanza

en el jardín de mis anhelos,

como se quema el amor

en tus besos y en mis besos.





6


No volveré al jardín de rosas

donde me amaste por primera vez rodeada de estrellas.

Ni los pétalos de tus labios volverán a sangrar

su aroma en el aire para que yo lo beba.

Tu boca de miel ya no volverá a endulzar mis labios

entre los blancos jazmines y el aroma de las madreselvas.

Tu mirada ya no se perderá entre los arreboles de tus pétalos

ni entre el aroma azulado de las violetas,

se irá lejos, muy lejos, en los brazos del viento

hasta ocultarse en la luz de una lejana estrella.

La fragancia de tus labios ya no arderá en la noche

con lenguas de fuego que se queman

en el rescoldo de tu amor.

Se abrasará en el agua de una acequia

que se lleva los rescoldos de mi pasión

a un mar donde se ahogan mis penas.

Ya no volveré al jardín de tu palabra

porque en él se han apagado todas las estrellas.


7


Mi amor muere en unos pétalos

que mece el aura en el regazo de la aurora

cuando la sonrisa de tus labios se aleja

en los brazos de la sombra.

El parpadeo de mi último deseo

se diluye en las alas rotas

de la noche que oculta su mirada

en el color de un aroma.

Por los campos de las estrellas

se pierde mi esperanza rota

entre un murmullo de constelaciones

y el terciopelo de las amapolas

que crecen en el jardín de tus encantos

y en la fragancia de tu boca.

Tus sonrojos vuelan en el susurro de las abejas

con las alas de tus aromas.







8


Las violetas lloran lágrimas azules

en la inmensidad del océano,

mientras tus sentimientos vagan

por la noche de los tiempos.

Hoy busco agua de amapolas y lavanda

en la infinitud de tus ojos negros,

donde nadan peces de ilusiones

y la fragancia de mis recuerdos.

En el piélago de tu mirada

busco los perfumes e inciensos

de las hierbas y flores más aromáticas

que embalsamaron nuestro silencio

para que las estrellas no bebieran

el aroma de nuestros besos.

¡Ay!, las violetas lloran lágrimas azules

en la inmensidad del universo.



9


Como colores sin fragancias encerrados en tus pétalos,

así es la blancura de mi sed.

Tú dentro ahogándote en el agua de la vida

y yo fuera sin poder beber.

Los colores del viento bebieron en tus labios

y mis labios murieron de sed.

Sólo el color de tus aromas

me dará de beber.






10


Te fuiste en alas de fuego

y me dejaste dentro de mi soledad:

tu ausencia es un jilguero

que canta en libertad.

¡Ay!, mi pena vuela entre la tierra y el cielo

para morir en el fondo del mar.




11


Viniste envuelta en aromas

de sal y de rosas.

Tus labios ardían en fuego carmesí

como pétalos de amapolas

que incendiaran el aura matutina

en el beso de la aurora.

Viniste a mí envuelta

en sal y aromas

que caían en cascada

entre las rocas

y luego se perdían en el fondo del mar

arrastrados por las olas…

Viniste a mí

con tu mirada de divina diosa

que acarició mis sueños

y luego se diluyó en la sal y las olas.




12


Como la hija del mar,

te acercaste a mí silenciosa,

envuelta en aromas de sal

y suspiros de olas

con una sonrisa carmesí en tus labios

y un rosario perlado en tu boca.

El aguamarina de tu mirada

encendió la hoguera de mi pasión, que loca

voló con alas de cristal

hasta el arrebol de tu aroma

para beber el fuego de tus ojos

en las llamas de tu boca.

Como la hija del mar,

viniste a incendiar las olas

y te alejaste de mí

envuelta en un racimo de rosas.







13


Los colores del alba han incendiado tu aroma

en las lágrimas de la mañana.

Tu llanto enrojece el color de tus pétalos

que lloran en la aurora racimos de lágrimas

cuando mis sedientos labios quieren beber

el licor carmesí de tu fragancia.

Tus colores acarician la piel de la noche

con los lenes dedos del aura,

que esconde su sonrisa

entre los áureos suspiros de las retamas

cuando ya sonríen al viento

los arreboles del alba.

Tu aroma derrama en los pétalos de las flores

el fuego de sus lágrimas,

que se diluye en los caracoles del céfiro

y en el frenesí de mi boca apasionada.





14


Los miasmas mefíticos del mundo

han incendiado la inocencia de las rosas,

con sus pestilentes exhalaciones

queman la fragancia de los aromas.

El carmín de tus pétalos se diluyó

en los suspiros de la aurora

para alejarse de este olor nauseabundo

que todo lo infecciona.

Tu belleza se refugia en la Arcadia divina

lejos de la Humanidad, que no razona;

va en busca del elixir de los dioses

y de unas fragancias primorosas

que murieron en este mundo

cuando aún sonreían las rosas.

Ya las flores no sonríen

ni se encienden de carmín las amapolas,

las estrellas desde lejos nos miran

con pena silenciosas

y los pájaros cantan melodías de dolor

entre lágrimas de aromas.

El mundo se muere entre miasmas

ahogando la dulzura de las rosas.




15


Tú lloras bajo las lágrimas de la luna

racimos de acordes y fragancias

que gimen con su blancura

hasta la sonrisa del alba.

Tus pétalos —frescura de un día— beben la nieve

que se derrite en la noche de plata

para bañar con su aroma

los labios de la luna que besan el agua.

La ternura de tus besos se licúa

en la sonrisa de la mañana

cuando en tus pétalos de nieve

se ahogan los suspiros de tu fragancia.

Tú lloras bajo la luna

lágrimas que endulzan mi alma.




16


Lágrimas azules anuncian el aroma de la violeta.

Sus alas se esconden en las sombras de la noche.

Gemidos de desesperación se ocultan en la luz de las estrellas.

No veo el dolor que derramas en la ternura de las flores.

Por el aroma azul de tus labios resbala una lágrima.

Tu dolor huye de mis venas hasta el infinito orbe.

¿Por qué las espinas de tu dolor en mi corazón?

¿Dónde tu ternura? ¿Dónde?

¡Ah! Deja que tu dolor se desangre en las estrellas.

Olvida tus lágrimas azules, olvida tu nombre.

Llueve sonrisas de ternura en mi corazón.

Abre el aroma de tus labios a la noche

para que me embriague la púrpura de su fragancia

que bajo la niebla de tus párpados se esconde.

Deja que las lágrimas de tu aroma rompan

el velo azul de la noche,

y que tu ternura se derrame en la luz de las estrellas

y en la fragancia azul de las flores.






17


De aroma se han bañado tus labios.

De luz de estrellas se han tejido mis sueños.

En el piélago profundo de tus ojos

bebo el color azul de tus pétalos.

Una palabra llenó de amargura mis venas.

Un puñal clavó su dolor en mi pecho.

Un pájaro azul se elevó hasta las estrellas.

Una flecha hirió mi corazón con su veneno.

La sangre de mi dolor ruborizó el alba.

Tus lágrimas mis lágrimas encendieron.

Mis labios quisieron besar tus labios

y mis besos se perdieron en tus besos.

Cuando la noche murió en los brazos de la aurora

una paloma alzó su blanco vuelo,

una inmaculada estela atravesó la luz de la mañana

hasta sumergirse en el azul del céfiro.




18


Busqué en el grito de tu mirada

la quietud que debería cubrir la Tierra

con los aullidos de tus aromas

y la blancura de las azucenas.

Busqué en la rosada luz del alba

el somnífero que velara mis penas

con las caricias de tu azulada sonrisa

y la nieve perfumada de la madreselva.

Busqué más allá de los topacios azules

la inextinguible llama de una estrella

que alumbrara a los ojos humanos

la luz de la paz eterna.

Busqué el gemido de un violín

en el silencio azul de las violetas

y sólo hallé las fragancias de la noche

en las lágrimas de mis penas.







19


Una lluvia de estrellas caía en tus labios

como rocío en pétalos malva,

tu sonrisa hería la noche

que moría entre los rizos del alba.

Enjambres de aromas bebían el céfiro

entre azules fragancias

cuando la lenidad de tus labios de púrpura

se diluía en tus lágrimas.

El color de mis labios se arreboló

en la luz de la alborada

cuando en tus pétalos sonreía

el rubor de tu mirada.

Tus labios bebían las perlas del rocío

en la noche malva

y mis labios besaban el aroma

de tus azules lágrimas.




20


Disuelta en las olas del mar

reluce tu mirada.

Ahora sé que sueña en la niña de mis ojos

el azul de una fragancia

desprendida de los labios de una violeta

una noche de luna clara.

Y sé que en la sal de las olas

se baña tu mirada

encendida con la luz de las estrellas

bajo una luna pálida.

Mis sueños se desvanecen

en los labios del alba

como mariposas que buscan en las sombras

los suspiros de una fragancia.







21


El aroma que exhalaste en los labios del alba

para besar el ardor de mi delirio

se licuó en los mares de la nostalgia

y en el piélago del olvido.

Tus besos se derritieron en las caricias del aura,

tu fragancia se desgarró en las ramas de un mirto,

tu voz se quebró en los susurros del viento,

tu mirada se mancilló en la pureza de un lirio.

Aquel aroma murió en la sonrisa de la mañana

y ya jamás pudo ser mío,

murió en los abrazos del tiempo,

murió en los labios del olvido,

murió en los besos del alba, en las fragancias

de tu voz y en las miradas de mis suspiros,

murió en los océanos de mi nostalgia

y en el volcán de mi delirio,

murió en las caricias de mis sueños

que ni son ni han sido.





22


Vas sembrando tus pétalos en el alba

con sus aromas esparcidos al viento,

vas sembrando la blancura de tu fragancia

por la vieja senda de mis recuerdos.

En el jardín de las delicias

un día hallé lágrimas de terciopelo

que caían de la luz de las estrellas

envueltas en suspiros y anhelos.

Quise besar unos pétalos malva

que vertían perlas azules al cielo,

pero tus labios se me anticiparon

para arrojarlas en las olas de mis recuerdos.

Un día te vi llorar a la luz del alba

aromas que se llevaba el viento

a los jardines de las estrellas

y al mar de mis recuerdos.







23


Quisiera entrar en un jardín de flores

donde la reina fueras tú

y dejarme llevar por la senda de sus colores

para envolverme en tu aroma azul.

Una melodía de fragancias danza

por un campo de seda y azur

entre la blancura de la azucena

y esos ojos que tienes tú.

Por tu mirada fluye la risa del alba

y por tus labios el eco de la luz

de un lucero que en las noches se apaga

cuando brillan esos ojos que tienes tú.

Quisiera dormirme en el jardín de las violetas

donde no hubiera odio ni acritud,

donde sólo hubiera colores y aromas,

y una fragancia azul.




24


¿Dónde irán esta noche a morir tus aromas?

¿Dónde la fragancia de tus labios esta noche?

Bajo la pálida luz de las lejanas estrellas

una palabra de amor se esconde

como rayo de luna que se apaga

tras la velada línea del horizonte.

Tus aromas se rompen entre las ramas

que cubren la espesura del nemoroso bosque

para que no pueda acariciar con mis manos

el color de tus olores.

Una sonrisa despierta tu fragancia

entre los lívidos pétalos de las flores

que derraman lágrimas azules al agua

de una fuente que mana amores.

¡Ay, tus fragancias morirán en mis labios

con los besos azules de la noche!





25


Hoy he visto volar una mirada

entre los pliegues de las olas.

Iba vestida de aguamarina, terciopelo,

esmeraldas y un dulce aroma

que llenaba de suaves fragancias

los suspiros de las rosas

cuando el canto del ruiseñor se esconde

en el carmín de las amapolas.

Hoy he visto pasar a mi lado

los inmaculados suspiros de la magnolia

que llenan de dulzor la suavidad de tus labios

para que yo pueda besarla a solas

con tu mirada acariciando mis gemidos

y bebiendo la pasión de mi boca.

Hoy he visto volar una mirada

por la sal de las olas:

era la luz de tus ojos que se rompía

en el océano infinito de mi congoja.




26


¡Oh, venid, venid a mí, colores del alba,

venid a mí con vuestros silencios,

con vuestros tonos verdes y naranjas

en las alas azules del viento!

Que vengan a mí todas las fragancias

que lleva en sus guedejas el céfiro

a las lejanas galaxias

donde se queman la luz y el fuego.

Venid colores y aromas del alba

a iluminar las sombras de mis sueños

para que no se derramen mis lágrimas

en la nostalgia de lejanos recuerdos.

Derramad perlas azules y grana

en el color de vuestros pétalos

y acariciad sus fragancias

con labios de terciopelo.

Colores verdes y naranjas,

encended el aroma de mis sueños.






27


Una caricia besa la luz del alba

en los colores de la primavera,

es el susurro de tus pétalos que se desliza

entre los gemidos de mi pena.

Por el aura corren veloces las fragancias

de los lirios y las azucenas,

con sus labios besan la luz dorada

de las mortecinas estrellas

que se va muriendo en las sonrisas del alba

bajo el perfume de la hierbabuena.

Una caricia besa los dedos del aura

cuando se deslizan por el verdor de la hierba,

es una lágrima azul que derraman

los pétalos de la violeta.

En el alba un aroma llora

entre los colores de la primavera.




28


Vendrán los rigores del verano a agostar tu jardín,

no quedará en él el color de las rosas

ni el blanco perfume del jazmín

que envuelve el océano de tu mirada con su aroma.

Lloverán fragancias azules las violetas

en los lívidos besos que las aprisionan

y sus lágrimas acariciarán mis párpados

como gotas de rocío en el terciopelo de las amapolas.

Tus pétalos ya no derramarán su perfume

en los melancólicos racimos de aromas

ni tus labios beberán el dulce licor

que bebían en los labios de mi boca.

Tu mirada se perderá en los cálidos días de estío

en un mar de verdes olas

y ya no podré beber el perfume de tu jardín

en los pétalos de las rosas.




29


Hoy he visto que tus pétalos

morían en mis labios

y tu sonrisa como suave mariposa

se posaba sobre mis párpados.

Tu fragancia bebía la luz

que quemaba la nieve de unos nardos

cuando la luna lloraba lágrimas de plata

sobre el espejo del lago.

Un ruiseñor cantó una melodía

en el silencio de los álamos

que vino a estrellarse en el agua

justo a nuestro lado.

De tus ojos cayó una lágrima

que quería rodar hasta el lago,

yo la detuve entre mis dedos

para besarla con mis labios.

La luna ocultó su cara

en la fronda de los álamos

y nuestros besos se perdieron

entre las sombras del lago.




30


Y te fuiste alejando en las olas

y en la inmensidad del tiempo

y me dejaste envuelto en mis pasiones

y en la caricia de unos besos.

Tu ternura se deslizó por la sal del agua

hacia la infinitud del universo,

en tu huida te llevaste el amor que ataba

nuestros mudos sentimientos.

Cuando las olas besaban la caricia de tu piel

en la vastedad del océano,

mis lágrimas caían en el aroma de las violetas

y derretían la lividez de sus pétalos.

Te alejaste en las verdes olas de tu mirada

abrazada a los rizos del céfiro

y me dejaste en la amargura del agua

solo con la caricia de tu recuerdo.




31


Las estrellas lloran solitarias

en lo alto del cielo,

escucha el verde silbido que se pierde

en el ramaje del viento.

En el inmenso azul brilla

la luz de un lucero,

escucha cómo arden

las llamas de mis sentimientos.

Una cervatilla blanca escribe su nombre

en la sombra de un abeto,

en sus ojos, como aguamarinas,

se dibuja la imagen del miedo

que vuela solitario por la fronda

en busca de un lejano recuerdo.

Escucha el sonido del rocío

en la fragancia de los pétalos

de una violeta que llora lágrimas azules

herida por el delirio de un ciervo.

Lloran solitarias las estrellas

en lo alto del cielo.




32


Céfiro sembraba flores en el bosque

cuando bebió la dulzura de tus labios

en los pétalos azules de tu fragancia

y en los suspiros de tus párpados.

Tus aromas se deslizaban por la fronda

con pies desnudos y alados,

iban a esconderse en la nieve de los lirios

y en sus perfumes blancos

para embalsamar el nemoroso bosque

entre caricias y halagos.

En la dulzura de aquel edén,

una sonrisa azul besó mis labios

como la caricia del agua

cuando se desvanece en nuestras manos.

El aura sonreía a las flores

un verde amanecer de mayo.







33


Hoy mi tristeza sube hasta las estrellas

en busca de unos delirantes besos

que acariciaron aromas de violetas

en el embrujo de unos ojos negros.

Tus labios de amapola besaron la luz del alba

en medio de un mar de silencio

donde un destello de fragancias azules

iluminaba mis sombríos recuerdos.

Un tenue suspiro de la mañana

vino a romper el muro de silencio

que separaba tus labios de mis labios

y estrellaba tus besos en mis besos.

Un aroma infinito acaricia el fulgor de las estrellas

y luego, con fuerza, se rompe en el agua del espejo,

mientras tus besos se diluyen en la luz del alba

y mis recuerdos beben la amargura de tu recuerdo.





34


¿Quién besó tus lágrimas azules

en el eco de la mañana?

Las alas de una mariposa

y los labios del alba

cuando se encendía la luz de tus ojos

y la del último lucero se apagaba.

¿Quién acarició el sabor de tus besos

en los pliegues de una fragancia?

Unos labios de azucena

que por ti suspiraban

en las horas en que la luna

derrama su última lágrima.

Un beso azul se escapó

tras una fragancia

en una noche llena

de luna y plata.




35


Cuando el viento sepa besar tus labios

en el rocío de la mañana,

yo entraré en el reino del silencio

para acariciar las lágrimas que por tus pétalos resbalan.

Cuando la luna vierta en tu aroma

perlas de plata,

yo volaré hasta las nubes para ver

que el viento se transforma en suave aura

y acaricia tus labios azules

y bebe el color de tu fragancia

en un amanecer de primavera

verde y ámbar.

Volaré hasta la luz de las estrellas

en alas de plata

y beberé el viento azul de tus aromas

sobre un corcel de espuma blanca

que sumerja mis labios en la nieve

de tu escarcha.

Cuando el viento bese tus labios,

yo me zambulliré en tu fragancia.




36


Un beso tuyo nada más.

Un aroma en la blancura de un lirio

o un adiós en el carmín de una rosa:

tus labios y los míos.


Tu mirada y nada más.

Una pasión, un delirio

o una caricia que huye de unas manos:

nuestro amor infinito.



37


Tu ausencia llenó

mi silencio

con el perfume de las madreselvas

y el olvido de mis recuerdos.

Llenaste mis horas de fragancias azules

que embalsamaron la suavidad de tu cuerpo

cuando nuestros labios se encontraron

en la dulzura de un beso.

Tu ausencia se enreda en las hojas

del olvido de tu silencio.




38


En la suavidad de tus aromas

sonríe el color de las flores

entre el gemir del agua

y el latir de dos corazones.

Las lágrimas azules de una violeta

lloran sobre

las verdes olas de tu mirada

que en el mar de tus ojos se esconde.

Tus besos acarician la luz del alba

cuando mis besos en tus labios se rompen

y el amor que vino en dos alas

se fue sin saber a dónde.




39


Como pétalo que cae al agua

roto por la caricia del viento,

así se escapa el color de tu mirada

en el océano de mis recuerdos.

Tus labios, tu sonrisa, tu aroma,

tu piel aterciopelada, tus pétalos…,

todo resbala en la neblina gris

y oscura de mis sueños.

Una fragancia azul se evapora

en las trémulas yemas de mis dedos

como un pájaro de agua y luz

que se desvanece en los colores del cielo.

Una mirada llena de perfumes separa

tus sueños de mis sueños…,

en la lejanía del horizonte se estremece

el color azul de tus pétalos.





40


Tu mejilla acaricia

el perfume de la rosa

en los pétalos azules de la noche

y en los labios de la aurora.

La luna besa las fragancias del arrayán

cuando tu miel endulza mi pasión loca

y tus suspiros beben la blancura del jazmín

que se desliza en la quietud de tu alcoba.

Por la noche azul vuela

la sonrisa de un aroma,

sus labios acarician mis labios,

su boca besa mi boca,

es el delicado perfume

que se le cayó a la rosa

cuando se alejaba de tu cara

para estrellarse en los labios de la aurora.

Tu aroma besa mis labios,

tu fragancia embriaga mi boca.




41


La agonía de la noche muere en tus besos

cuando, dulce y azul, sonríes a la mañana

en los claros días primaverales

en que amanece impertérrita la montaña.

Por tus mejillas fluye el aroma azul

que bebe con frenesí la luz rosácea

en el lento morir de las sombras de la noche

y el último estertor del lucero del alba.

Bajo el verde y rosado amanecer

refulge la luz de tu inquieta mirada,

en el último destello de la postrera estrella

sentí la caricia de tu sedosa cara.

Tus besos azularon la luz del aire

entre los glaucos suspiros de una lágrima,

el silencio del aura escuchó un susurro

como el color azul de tu fragancia.







42


El sol palidece

cuando ve llorar lívidas lágrimas

en el cielo azul de unos pétalos

y en el mar de una fragancia.

En la espesura se esconden los aromas

que acariciar quiere el aura

en los primeros suspiros del día

suspendidos en la verde luz del alba.

Mis labios anhelan el aroma azul

que respira la alborada

entre los lamentos de la aurora

y el eco de luz que se estrella en el agua.

Tus pétalos acarician lágrimas azules

que mueren en un mar de fragancias

cuando mis labios quieren besar

el rubor de tu cara.





43


La quietud de la noche rompe su silencio

en el espejo del agua

cuando la luna acaricia su luz

con un chorro de lágrimas.

La melodía de un ruiseñor

se esconde entre las ramas

de los álamos que arrojan su sonrisa

a la laguna clara

donde bebe la luna

suspiros de plata.

Aromas lívidos de violetas

surcan la piel del agua

entre suspiros de azucenas

y llantos de la milenrama.

Tu silencio, noche estival,

es más azul que mi nostalgia.







44


La fragancia de tu soledad

acaricia mis sentidos

cuando en la noche profunda

tu corazón palpita junto al mío.

El susurro de tu perfume,

blanco como un lirio,

besa la ternura del agua

en los labios del río.

En el corazón azul de la noche

se derrama mi delirio:

una blanca sonrisa

une tus labios a los míos.

La soledad de tus ojos

llora lágrimas de alivio

al hallar nuestros corazones

el amor perdido.





45


La brevedad de tu esencia

hace que pases a mi lado

como el vuelo incierto de la paloma

que desaparece en el tiempo y el espacio.

Naces hermosa a la luz del alba

entre suspiros y halagos,

esparces el rumor de tus aromas

por la piel de mis manos,

luego tu fragancia se marchita

y se rompen tus perfumes violáceos

entre el temblor ajado de la agonía

y los suspiros de unos labios

que, lívidos, van a morir

a la quietud del lago.

Tu hermosura del alba

ya sólo polvo es en el ocaso.






46


Inmóvil está la luna besando

la dulzura de tu perfume con sus labios de plata,

mientras tu sonrisa acaricia mi sueño

en el jardín de nuestra infancia.

Un racimo de aromas

desciende por la corriente del agua

cuando tus lívidos suspiros

se elevan hasta la estrella más alta.

La luna bebe la esencia

que en tu delirio derramas

al acariciar mis labios

con la dulzura de tu fragancia.

Tus besos se estrellan en mis labios

en esta noche clara

que ilumina nuestros pasos

por la senda de la esperanza.



47


Tú que bebes el aroma cálido de las rosas

en el verde despertar del alba,

tú que libas el néctar divino

en copas de amarillas fragancias,

tú que susurras canciones de amor

a la nieve de los lirios y las dalias,

tú que bebes los vientos en las alas

del céfiro y los suspiros del aura,

tú que transformas el color de las flores

en elixir de dioses y miel dorada,

vuela libre por las estrellas azules

en busca de áureas fragancias

que endulcen la amargura del mundo

con el color de la esperanza.







48


En la tierra quemada de vuestras ciudades

no busquéis el canto del ruiseñor que en la noche arde,

ni la luz de las estrellas,

oculta en el aroma de los rosales.

No busquéis el color rojo de las amapolas

que siembra sus lágrimas carmesíes entre los trigales,

ni la inmaculada luz de las azucenas

que deslumbra la blancura de las nieves invernales.

No busquéis la luz de los luceros

entre las cenizas de vuestras ciudades,

ni los pétalos de la rosa

que ya no huele nadie,

ni el silencio azul de la noche,

ni la fragancia carmesí de unos labios que se abren

a los suspiros de una boca

que suplica palabras de amor, pero ya no sabe

dónde se hallan los luceros

ni dónde los mares.

No busquéis las lágrimas azules de las violetas

en la tierra quemada de vuestras ciudades.




49


Aún quedan silencios en este mundo

donde hallar los aromas y los colores,

aún se posa la luz del alba

en la ternura de los corazones

que saben volar hasta las estrellas

y hablar el lenguaje de las flores.

En la blancura de las azucenas

se oyen dorados rumores

que buscan la luz del alba

entre las sombras de la noche,

y en las lágrimas de los sauces

y en el callado susurro de los robles

se oyen dulces melodías

que desgranan los pájaros cantores.

Entre el ruido infernal del mundo

y la locura infinita de los hombres,

aún les quedan lágrimas azules a las violetas

para derramarlas en el silencio de los bosques.






50


La noche acariciaba los pétalos de la rosa

y en ella se confundían sus perfumes con tus besos

cuando contemplábamos, nuestros brazos entrelazados,

la bóveda lapislázuli del cielo.

En el jardín de la naturaleza,

tus fragancias azules elevaban el vuelo

hacia la luz de las estrellas que sembraban

de flores de oro la infinitud del firmamento.

Nuestros labios se acariciaban

con el lívido aroma de tus pétalos

y mis manos, inquietas, buscaban en las sombras

la blancura de tus senos.

En el jardín de la noche se oyó una melodía

en la quietud del silencio:

las violetas lloraban

lágrimas azules de terciopelo.




51



Palabras, y sólo palabras,

buscamos en la explosión de la primavera

y en el fondo del agua.

Palabras como blancas palomas

que se derriten en la nieve azulada

de los claros arroyos

que muerden la montaña.

Palabras como libélulas que revolotean

sobre el espejo del agua

en los aromas de mayo

y en sus cálidas mañanas,

que surcan el aire

con sus traslúcidas alas

y acarician el tiempo

y las sonrisas del aura.

Palabras como abejas que recorren

los colores del alba

y besan en ellos

sus frágiles fragancias

para endulzar las angustias de la vida

y sus penas más amargas.

Palabras como pétalos de flores

que cubren de oro y grana

la vida gris que nos rodea

entre los recuerdos y la nostalgia.

Palabras como aromas que se expanden

por el éter y el agua

como racimos de violetas

con sus azules fragancias

y nos hacen olvidar de este mundo

los fétidos miasmas.

Palabras como trinos celestes

de los pajarillos que cantan

en los bosques nemorosos

los acordes del alma.

Palabras como el amor que une

dos corazones que se aman

bajo el perfume del heliotropo

a la luz de la luna pálida.

Palabras que sueñan, que lloran,

que ríen, que revolotean, que cantan,

palabras que llenan de color,

que aromatizan, que seducen y que aman,

palabras eternas para salvar un mundo

que desfallece sin palabras.







52


Contempla la Tierra desolada

por la locura del hombre,

sus negras cenizas gritan

de este a oeste, de sur a norte.

Las aguas ya no cantan cristalinas

por los ríos de nuestros mayores,

sus cristales de luz y plata

ya sólo son fantasmas en la noche.

Entre las verdes sombras de la fronda

revoloteaban las melodías de los pájaros cantores,

sus trinos ya no se escuchan,

sólo el ruido del hombre.

Por los prados y la floresta

sonreían los perfumes y colores,

¡ay!, ahora lloran lágrimas las violetas

y no ríen las flores.

En la noche se oía la música de las estrellas

y el silencio azul del orbe,

ya no se escucha el silencio

ni se ve la negrura de la noche.





53


El frío de mi boca

ya no alberga palabras.

Se quedaron escondidas

en los recovecos del alma

cuando entre nuestros designios

se interpuso un mar de infamia.

Cerraste tus oídos

a mis súplicas más amargas

por un equívoco

en mis palabras.

Voy dando voces por el océano del silencio

donde nadie oye mis lágrimas

ni nadie me trae el eco

de una furtiva palabra.

Necesito oír de nuevo tu voz

para que en el silencio de mi alma

pueda escuchar otra vez

de las violetas la fragancia.





54


Hoy recuerdo aquellas palabras dulces tuyas

que volaron en la blancura de las azucenas

como aromas de nostalgia

en una tarde eterna de primavera

o como el susurro de las flores

que cautiva a las doradas abejas

entre la fragancia de los heliotropos

y el perfume de la madreselva.

Recuerdo que tus palabras volaron

entre las alas de las libélulas

para besar la ternura del agua

que se alargaba hasta las estrellas.

Tus dulces palabras volaron

con los acordes de amarillas cadencias

que, suspendida en una retama,

desgranaba la alegre filomena.

Hoy recuerdo aquellos besos,

lívidos como pétalos de violeta,

que depositaste en mis labios

una tarde de primavera

cuando nuestros sueños volaban

en las alas de nuestras almas gemelas.

Tus palabras y tus besos se perdieron en un lejano ayer

que olvidar no quisiera

para vivir eternamente un sueño de amor

en el regazo de las estrellas.

Pero ese sueño se esfumó

y hoy sólo su recuerdo me queda

para revivir en sus lenes alas

el amor de una tarde de primavera.


55


Tu música ya se fue

en las alas cristalinas del viento,

quedan tus aromas prendidos

en las ramas del silencio.

Entre los verdes trigales

donde se ruboriza la amapola,

resuenan melodías a raudales

de esos tus ojos verdes como olas

que se van perdiendo en los mares

de tus colores y aromas.

En la tenue luz del alba

quedó amarrado a mis sueños

el sabor de una fragancia

antes de sumergirse en el océano.

Tus colores se disolvieron en el agua,

tus aromas quedaron prendidos en el silencio.









56


Una lluvia muy fina lava tus pensamientos

y acrisola los aromas

que derraman tus pétalos.

Por tu lívida corola

resbalan lágrimas de ensueño

que van surcando las verdes olas

de mis agitados pensamientos.

Perlas de sangre en una amapola

son las lágrimas de mi tedio

cuando muere en la tarde la hora

de olvidar mis recuerdos.

Tus labios llorarán a solas

la fragancia azul de tus pétalos

y mi corazón será la caracola

que celará tu perfume en el océano.



57


Cae tu aroma en la noche

como cendal de luz malva

en el dolor de mi corazón

y en la pena más cárdena.

En el manto azul de la noche

tus pétalos lloran lívidas lágrimas

sobre los párpados violáceos de mis ojos

que se licúan en luz de plata.

Por el tul lapislázuli de la sombra

resbala una tierna fragancia

arrancada de tus labios azules

para caer en el eco del agua.

El dolor azul de mis labios

bebe la lividez de tu fragancia.








58


En los labios de la luna brincaba

el azul de tus pétalos,

y un lívido perfume

llenaba mis sueños

de estrellitas malvas

y violáceos recuerdos.

Un día me perdí

en la inmensidad del silencio

mientras tus labios azules

besaban la luz de un lucero

que esparcía por el bosque

lágrimas de rosas y terciopelo.

Tu perfume malva

por un beso.











59


En la frescura del jardín

escuchaba tu aroma

que caía sobre mis labios

como lluvia de abril.

En tus labios una fragancia violeta

y en mis labios tu aroma,

nuestras bocas se entrelazaban

en la furia de las olas.

Tu mirada se perdió en la noche de abril

y mis manos en la blancura de tus pechos,

fuimos dos rosas que nos amamos bajo la luna

en el ámbar del jardín de nuestros sueños.

Tus labios eran pétalos de violeta

que se deshicieron entre mis besos.










60


Si yo pudiera soñar

un mundo distinto,

en él se hallaría sólo nuestro amor

bajo el perfume de un mirto.

Si yo pudiera soñar

el jardín del paraíso,

en él sólo habría

una rosa y un jacinto.

Si yo pudiera soñar

un océano infinito,

en él nadarían

tus besos y los míos.








61


Tus pétalos,

aroma que relumbra en la noche de mis besos

cuando tu fragancia se deshace

en las caricias de mis dedos.

En el silencio azul de la noche

se mezclan nuestros besos

con el aroma lívido de tus párpados

y la nieve de tus senos.

Mis manos acarician tus miradas

que se deslizan por la sal del océano

entre suspiros de pétalos azules

y lágrimas de terciopelo.

Una fragancia tuya

besé en azul silencio

cuando tu mirada se evaporaba

en los ojos de mis recuerdos.







62


La luna moría en los brazos del alba

mientras tu aroma se deshacía en azules lágrimas

que corrían por tus labios hasta beber la hierba

entre los suspiros de la noche que se escapaba.

En el verde silencio de la aurora,

tus labios exhalaban lívidas fragancias

que envolvían en aire azul el aguamarina

de los primeros suspiros de la mañana

y por los pétalos de tu sonrisa

se deslizaba una furtiva lágrima.

En los topacios del cielo

ya no brilla la luna de plata

que en las sombras de la noche

había besado los labios del agua.

Tus pétalos derraman lágrimas azules

mientras yo bebo tus lívidas fragancias.





63


En el jardín de la naturaleza bebimos juntos

los aromas que lloraban las violetas

en una noche templada de mayo

bajo la mirada azul de las estrellas.

A la luz de un lucero brillaba

el aguamarina de dos preciosas piedras

como dos verdes esmeraldas

engarzadas en el cerco de tus cejas.

Tu verde mirada acariciaba

el color de las violetas,

que lívido se diluía

en violáceas esencias

por el aura azul de la noche

envuelto en tul de seda.

Tus labios se posaron en mis labios

bajo la mirada azul de las estrellas.








64


El ocaso moría en ruboroso celaje

mientras el lívido color de tus pétalos

perfumaba el trino del soto

en la noche de mis recuerdos.

Una tierna sonrisa se rompió

en los labios de mi ensueño

cuando la fragancia de tu voz

se perdió en el rubor del cielo.

Como lluvia de abril

se desvaneció el celaje de fuego

y tus pétalos enmudecieron

en la noche de azul silencio.

Una lágrima violeta rodó por tu cara,

beberla quería el suelo,

pero yo la acaricié con mis labios

y toqué su fragancia con mis besos.




65


La noche pasa de largo

sobre tus lívidos aromas

como el aura que lame

el verdor de las hojas.

Cuando asoma el aguamarina del alba

tus cárdenos perfumes explotan

en el océano de luz y fragancia

que envuelve los pétalos de tu boca.

Una pálida sonrisa se derrama

de esos labios que en mí provoca

un violáceo frenesí que me lleva

hasta el paroxismo de mi imaginación loca.

Mis lágrimas acarician la lividez de tus pétalos

en la ingravidez de tus fragancias y aromas

cuando la noche ya muere

en los labios de la aurora.







66


La noche deshoja su aroma

sobre la lividez de tus labios

bajo una tenue luz de nostalgias

que se derrama por los campos.

Tu sonrisa asciende al éter

entre los suspiros y abrazos

de un perfume que envenena

la lubricidad de tus labios.

Tus suspiros penetran en mi alma

como encendidos dardos

que dispara el arco de Eros

hacia mi corazón enamorado.

En la noche de mis sueños

descubrí la lubridez de unos labios

que iba sembrando suspiros violetas

por la soledad de un corazón enamorado.




67


En la lenidad del alba

sonríe la lividez de tus pétalos

que llora lágrimas de alegría

sobre unos ojos negros.

Una sonrisa malva se desliza

por la penumbra de mis sueños

hacia la lejana lluvia de estrellas

que derrama la luz de un lucero.

Una fragancia azul se deposita

en la blancura de tus senos

para que mis labios puedan acariciarla

con la dulzura de un beso.

En el rubor del alba

brillan unos ojos negros

que derraman racimos de aromas

sobre la lividez de unos pétalos.







68


Tu mirada es azul como el verso,

tus ojos son dos violetas

que desgarran el color de tus pétalos.

Naciste pura en la primavera

como la luz de un lucero

que en sus alas lleva

mis flébiles pensamientos.

Esa mirada azul violeta

grita aullidos lastimeros

bajo el verdor de la hierba

que guarda tu silencio.

Tu mirada se revuelve como fiera

enjaulada en el mudo silencio

del verdor de la pradera.

Tu mirada es pura como mi verso,

que canta tu azulada esencia.




69


Tu perfume aprisiona mis labios

en el primer destello de la mañana

como lívida gota de rocío

que resbala por la luz del alba.

Un beso de amor deposito

en tu azulada fragancia

para sellar esos pétalos violeta

que con su terciopelo acarician mi cara.

Hacia el cielo elevo mis ojos

en busca del aroma de tu mirada

que huye por el infinito

en un rayo de luz de plata.

Mis labios acarician tu aroma

en el despertar de la alborada

cuando se oye cantar la alondra

en el eco del agua.







70


Ingrávido aroma que respiras

la luz azul de tu fragancia

en la sonrisa de la aurora

de labios verde esperanza.

Tu perfume empapa mis sentidos

y acaricia mi pena más amarga

cuando la alondra desgrana su cantar

bajo la mirada del lucero del alba.

Con tu dulzor apaga mis suspiros,

enjuga con tu perfume mis lágrimas,

ábreme el corazón de tus pétalos

para que beba el dolor de mi alma.

Tu aroma suspira en la luz azul

que besa el despertar del alba

cuando oigo en mi eterno soñar

el dulce canto de la calandria.





71


Déjame soñar en el anhelo

de tu sublime y azul fragancia

para volar con alas de cristal al cielo.

A tu lado bebo la dulce añoranza

de aquellos mis años primeros

que llenaron de candidez mi infancia.

Hoy quiero beber el color de tus pétalos

en el cáliz de mis lágrimas

para confundirme con tus besos.

Tu lívido aroma suspira en el alba

lánguidos y lívidos lamentos

que se los lleva la sonrisa del agua.

Un azulado sentimiento

oscurece mi alma

cuando no puedo acariciar en tus pétalos

el color de tu fragancia.






72


Un vaso de ternura derramas en mis labios

cuando viertes tus lívidas lágrimas

en el color de tus pétalos

la noche azul y estrellada.

Tus perlas se diluyen

en tu cárdena fragancia

mientras la noche camina despacio

hacia el abrazo del alba.

Tus ojos brillan a la luz de las estrellas

mientras me sumerjo en tu mirada

como pez que corta las ondas marinas

con aletas de plata.

Mis labios besan el terciopelo

de tus pétalos de grana...,

ay, en el mar de la noche se diluyen

tus lágrimas azules y cárdenas.





73


Ay, sumerge tus pétalos

en un mar de fragancias,

que ya muere la noche

en los brazos del alba.

Tus labios beben el rocío

que resbala por tu mirada

entre la sonrisa de tus ojos

y tu color lívido malva.

Tu perfume hiende el aire

con sus etéreas alas

para inundar de esencias

el azul de la mañana.

Bebe el color de mis sueños,

yo beberé tu mirada

en la sonrisa de unos pétalos

que mueren en un mar de fragancias.






74


Ay, tu aroma venía soñando entre luces malvas

que recorrían el polvo de tu camino,

tu aroma se confundía con los acordes azules

de pájaros que cantaban en sus nidos.

Una nota cárdena vino a posarse,

sola, entre tus labios y los míos,

con una melodía de fragancia azul

que iba a morir en el infinito.

En sus alas de éter se llevó

el beso que nos dimos

aquella mañana de primavera,

mañana dulce en que nos conocimos,

y por el cielo azul se fue soñando

nuestro amor y nuestro cariño.

Ay, tu aroma me acarició una mañana de primavera

entre los pétalos de un lirio,

tu aroma besó mi alma

y enloqueció mi delirio.




75


Mi ojos miran el canto de tu aroma

en el color del alba

cuando te asomas olorosa y lívida

al umbral de tu mirada

con pétalos de cárdeno terciopelo

y una áurea corola perfumada.

Mis ojos oyen la sinfonía azul

de una fragancia

que se escapa de tus cárdenos labios

entre los suspiros del alba.

Por el silencio aguamarina del aire

vuelan gemidos malvas

que trasladan en sus alas etéreas

dos azules lágrimas.

Ay, mis ojos me duelen de contemplar

el color de tu alma.







76


Bebí el aroma de tus labios

en el sonreír del alba

cuando los arpegios del mirlo

rompían la noche estrellada.

Después escuché el silencio

escondido en el verdor de una rama

y el sonido de la libélula

sobre el reflejo del agua.

Una caricia voló por el aire

para estrellarse en tu fragancia

y en el color de un pétalo azul

se posó la voz de una calandria.

Escuché la lividez del perfume

que moría en la luz del aura

mientras en el cielo azul

se perdía tu mirada.





77


Ay, yo sólo te pido

la caricia de una fragancia

que cayó al pozo del olvido.

En el nacer del alba,

cuando recibí de tu boca un suspiro,

vibró toda mi alma

como la blancura de un lirio.

Tus pétalos lloraron azules lágrimas

y mi corazón derramó lágrimas de alivio

cuando en el sonreír de la mañana

tus labios besaron los míos.

Sólo te pido una fragancia

que me devuelva del mar del olvido

los besos azules y malva

que aquel día nos dimos.






78


Bebe la sonrisa del tiempo

en los labios del alba

cuando por el cielo violeta

huye una mirada.

Tus aromas florecen

en el campo de mi nostalgia

como lágrimas azules

que lloran en la madrugada.

Huyen tus lívidos pétalos

por la luz del agua

en un tierno amanecer

de violáceas fragancias.

Bebe el aroma de tus suspiros

en tus azules lágrimas;

por el mar danzan sones

con ramilletes de esperanza.



79


Mis besos se han quedado clavados

en el rocío de tus pétalos

cuando nuestras miradas acariciaban

el fulgor de unos ojos negros.

Por tus labios corrían sonrisas

con andar lívido y soñoliento,

pero, ay, antes de que yo las besara

se las llevó el viento.

Lágrimas azules bañaron tu aroma

en el susurro del silencio,

mientras el aura peinaba

el color de tu terciopelo.

Entre llantos de amapolas

y suspiros que se llevó el céfiro,

se quedó clavado en tu fragancia

el ardor de mis besos.







80


En los rizos del céfiro

huía la fragancia de una rosa,

iba prendida de una sonrisa

que lloraba en los labios de la aurora.

En los párpados del alba

se posó una lágrima de tu aroma,

no quería mancillar

el carmín de las amapolas.

El eco del aura me hirió

con la melodía de una barcarola,

eran los suspiros de tu perfume

entre primaveras y malvarrosas.

Con mis labios quise acariciar

la canción de tu aroma,

pero tus pétalos se alejaron

de los besos de mi boca.





81


En el sueño más profundo de la noche

se esconden azules pájaros

que anidan entre las ramas de la fantasía

en las cálidas nubes de verano.

Sus alas revolotean

en los invisibles vanos

de las ventanas de mis sueños

para llevarme por el infinito espacio.

Por un mar de aromas azules

vuelan mis cansados años

después de navegar por este mundo

en un bajel de suspiros amargos,

cargado de penas y alegrías,

de éxitos y fracasos.

En el sueño más profundo de la noche

bebo un perfume violáceo

que me trae recuerdos de mi niñez

cuando corría por los verdes prados.






82


Mueres en el color de mis sueños

pero tu aroma en mi corazón perdura

como vestigio de una sombra errante

que muerde la acidez de mi amargura.

En los fríos invernales de mi vejez

aún hallo en tus ojos la ternura

de unos ojos que una vez me miraron

en el plateado espejo de mi locura.

El color malva de tus pétalos

depositó en mis labios la frescura

de una fragancia azul rota

por los pálidos rayos de la luna.

En tus labios muere un beso que

vertieron las lágrimas de mi locura

en los lejanos años de mi infancia

bajo un aroma azul a la luz de la luna.




83


Cruzas el alba.

Tus aromas te llevan por los labios de la aurora

mientras en la lenidad del aire un ruiseñor canta.

Llegó la hora.

El velo de la noche se rompe en una sonrisa blanca

y tus pétalos beben la luz azul de tu aroma.

Ay, por el agua

corren los fantasmas de las sombras

que lloran azules fragancias

en los labios de las amapolas

y en la corriente revientan sus lágrimas.

Ahora,

tus labios azules besan la nostalgia

de unos pétalos que añoran

el perfume de la noche estrellada.








84


Pasa un perfume con alas de luz

entre los pétalos de tu fragancia

mientras en el soto umbrío

llora apenada una calandria.

Mis labios besaron racimos de aroma

que fluían de tu boca malva

mientras el aura azul enjugaba

en tus morados párpados una lágrima.

Por el silencio del aire va

volando una nota de nostalgia:

es la melodía azul

que emana de la noche estrellada.

A mi lado pasa un halo de luz

como ala de un ángel que se escapa:

es el aroma azul que lloran

tus labios en los besos del alba.




85


Tu color nace

unido al alba,

en la noche oscura

no eres nada.

Tus pétalos ríen

en los labios del alba

y tu aroma sube

a la cima más alta

con las notas de los pájaros

que con el día cantan.

Tus labios sonríen

en el azul de tu fragancia

y tus ojos refulgen

en el color de tu mirada.

Un beso se posó en mis labios

al nacer el alba:

era la caricia azul

de tu fragancia.


86


Mientras haya un aroma que bese la luz,

tú serás mía,

mientras haya una mirada

que se confunda con la mía

en los brazos de la aurora,

tú serás mía.

Mientras nuestros labios se unan

en dulce armonía,

mientras brille un lucero

en la mañana fría,

mientras ardan nuestros besos,

tú serás mía.

Mientras haya un pájaro que cante

una dulce melodía,

mientras haya una flor en el campo

que nos sonría,

mientras haya un corazón que lata

en el fuego del alma mía,

mientras por tus pétalos resbale una lágrima azul,

tú serás mía.




87


¿No ves cómo sonríe

el aroma de tus pétalos?

Y por la hierba saltan

nuestros besos.

¿No ves cómo llora

la fragancia de un crisantemo?

Y por tus labios resbalan sus lágrimas

hasta la blancura de tus pechos.

¿No ves cómo canta

la voz del jilguero?

Y por el aire vuelan

pájaros de acero

que siembran los campos

de muerte y duelo

entre los suspiros de las amapolas

y las lágrimas de los pensamientos.







88


Por el mar de tus ojos

navega la estela del silencio

sumergida en los suspiros de mi alma

impulsada por las alas del viento.

El suave rumor del aura

abre la fragancia de tus pétalos

cuando el alba sonríe

la muerte de su lucero.

De tus lívidos labios

manan esencias de terciopelo

que alegres van a estrellarse

en la redondez de un beso.

En un mar de morados aromas

nada el sonido del silencio

en busca de unas lágrimas azules

que iba sembrando el céfiro.




89


Te encontré en el silencio

de la tarde,

cuando los ecos morían

entre el gemido de los rosales

y el aroma de la hierbabuena

resonaba en las alas del aire.

Tu boca manaba aromas azules

que se ahogaban en mi sangre

como gotas de lluvia

que caen en el fondo de los mares.

Tus ojos derramaban negras lágrimas,

lágrimas de azabache,

en el silencio de la noche

donde no habita nadie.

Te encontré en la lluvia de abril

y en la sonrisa de los verdes trigales.








90


El verdor de tus sépalos

era lluvia de abril

que caía sobre tus senos.

Abriste tus labios

en el esplendor del alba:

el campo

se hizo fragancia.

Tus cárdenos besos

se estrellaron en mis labios

como lívidos ecos

de los aromas de mayo.

Tus lágrimas violeta

cayeron al río

como las alas rotas

de un amor perdido.






91


El azul de tus aromas

se enrosca en la calma de los colores de la aurora

como el perfume de la madreselva en los labios de la rosa.

Tus fragancias iluminan la negrura de mi sombra

en los recónditos piélagos de azules olas.

Tus besos se derriten en el fluir de tus aromas

por los campos sembrados

de estrellas azules y rojas

en una mañana de primavera,

mañana primorosa,

que me dejó tus lívidos besos

en la caricia de una amapola.

En la fragancia de tus besos

tu boca se licuó en mi boca.






92


Me voy de ti,

con tu aroma en mis manos

y el lívido color que se aleja

por el rubor del ocaso.

Me voy de ti,

con tu sonrisa en mis labios

y una canción que se esconde

entre las flores del campo

una dorada tarde de otoño

que hierve en aromas nostálgicos.

Me voy de ti

por los senderos más ásperos

que recorrimos los dos juntos

unidas nuestras manos

en un eterno abrazo de amor

de dos corazones enamorados.

Me voy de ti,

con tus lágrimas azules en mis manos

al mundo de las estrellas donde siempre

el perfume de nuestro amor bebamos.




93


Tu aroma se quedó prendido en mis manos

cuando pisé la hierba fresca

que cubría montes y prados.

Tu fragancia besan

mis labios

entre suspiros de hierbabuena

y lágrimas de nardos

en un atardecer de primavera,

preludio de mi ocaso.

Tus sonrisas llenan

de alegría mi ánimo

cuando mis labios beben las esencias

de tus labios

y tus ojos se llenan

de lágrimas azules que van volando

por los campos de las estrellas

hasta el infinito espacio.

Tu aroma acarició mis manos

una tarde de primavera,

dorada tarde de lejanos años.




94


El céfiro arroja

en cálices cárdenos

el suspiro de tus besos.

Una sonrisa corre por tus labios

como mariposa que revolotea

entre alhelíes y nardos

en busca de una flor

de pétalos violáceos.

Una fragancia vuela

por el silencio del campo

tras una lágrima derretida

en el azul de unos topacios.

De tus pétalos caen

caricias y halagos

como hojas de otoño muertas

entre suspiros de unos ojos zarcos.




95


Ven a mí

con tu luz violácea

entre suspiros amargos

y frágiles fragancias.

Ven a mí

en los brazos del alba

con tu sonrisa de amapola

y tu voz aterciopelada.

Ven a mí

con tus labios de grana,

tus lívidos besos

y tus lágrimas azuladas.

Ven a mí

en la madrugada

de una primavera en flor

que en tus pétalos se derrama.







96


Hoy sufro tu ausencia

en el frío de mis labios,

hoy sufro tu ausencia

en aquellos besos tan amargos

que bebí en el vacío de tu aroma

un día triste del mes de mayo.

Te alejaste de mí

por el verdor de los prados

con tu perfume violeta

y una lágrima azul cobalto,

y me dejaste solo en la noche,

desnudo y descalzo,

con el silencio de las estrellas

y una sonrisa en tus labios.

Me dejaste solo y te fuiste

por el mar de tus perfumes zarcos.




97


Hallarás en mí a un hombre nuevo

cuando vuelvas a mis brazos,

hallarás en mí el silencio

de un aroma violáceo

que se desprendió de tus azules besos

cuando unimos nuestros labios.

Tu voz se escondió en las estrellas,

tu mirada acarició mis manos,

te fuiste envuelta en un perfume azul

bogando entre las lágrimas que yo había derramado

y me dejaste solo en este vacío

de piel vieja, de huellas sin rastro.

Te fuiste al mundo de las estrellas

que yo para ti había soñado

y me dejaste

aquí solo, triste y abandonado.

Regresa a este mundo que me duele,

regresa a mi lado,

y hallarás un hombre nuevo

que te abre sus brazos.





98


Huirás de la sombra que te oculta

entre violáceos aromas,

huirás en las alas del viento

y en la sal de las olas

para esconderte en el tiempo

del jardín de las horas

y allí tu mirada aguamarina

acariciará las amapolas

que nacieron de los besos

que nuestros labios se dieron a solas.

Huirás a través de los suspiros de la noche

hacia un paraíso de sombras

donde se secarán tus pétalos

porque lágrimas azules ya no lloran.




99


Mis labios ya no podrán beber

las lágrimas que vertieron tus pétalos

en las alegres mañanas de primavera,

mañanas de oro y terciopelo.

Mis labios ya no podrán beber

el aroma que lanzabas al viento

entre azuladas sonrisas

y el color violáceo de tus besos,

porque en esta tarde estival,

tarde caliginosa de hielo,

se han evaporado tus lágrimas

y se han secado mis sueños.

Mis ojos derraman la melancolía

de unas lágrimas que vertieron

unos labios azules que sonreían

fragancias de amor y fuego.







100


Te fuiste por las primaveras del otoño

en alas que batía el viento

hacia un lugar inhóspito

donde todo era invierno.

Tus labios se adelgazaron

hasta la lividez del hielo

para congelar en una línea violeta

el delirio de mis sentimientos.

Mis labios quisieron besar

la palidez de tus pétalos

en los rigores invernales

que herían como el acero,

pero tus aromas se congelaron

en el frenesí de mis recuerdos

derramando lágrimas azules

en la blancura de unos besos.



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