1
Al mar de tus ojos
Mar sin fondo donde confluyen todos mis sentidos,
mar de la calma lleno de mis anhelos,
mar de las tempestades de mi corazón y de los verdes sargazos
que se retuercen en mi locura de amor,
mar de esencias carmesíes que encienden mi pasión,
mar de esperanzas que se ahogan en tu profundo seno,
océano de sueños que me hace volar por las profundidades del universo,
piélago de frenesí de fragancias lleno,
déjame beber en la profundidad de tu pasión
los perfumes de unos pétalos
que se derritieron en mis labios
en la noche de los tiempos.
Mar sin fondo donde se baña la niña de tus ojos,
hoy quiero nadar en el iris de tu recuerdo
que trae a mi memoria lágrimas y suspiros
de un sueño muerto en la noche de los tiempos.
Mar sin sombras,
lleno de luces y misterios
que se fueron quedando en el camino
que recorre el viento
por los vastos trigales de las estrellas
hasta la paz del universo.
Profundo mar de mis sueños,
déjame beber tus verdes lágrimas
que me traen amargos recuerdos.
2
Rosa roja por la sangre de mi pasión.
Hoy quiero sembrar rosas al viento en los campos de las estrellas
por donde vagan mis sueños en busca de una sonrisa rota
y de la brisa de tu aroma que embriaga mi pecho
en las mañanas de primavera en pos de tus silencios.
Una fragancia con las alas rotas se desliza por tu mirada
hasta la cresta de las olas que en las rocas se estrellan.
Racimos de sal llenan tu boca y mi boca
bajo un cielo blanco y azul que nos envuelve.
Tu fragancia vuela en las alas de una rosa
hacia los sueños infinitos de mi ilusión loca
y tras su vuelo deja una estela de sal
y un rojo aroma que quema mis sueños.
Rosa roja, hoy quiero arar los campos del viento
y sembrar en sus surcos ilusiones de amor
y vagos recuerdos de la luz de mi infancia,
para que crezcan en ellos flores de esperanza
y ramilletes de aromas que inunden la Tierra
de luces de fantasía y dulces fragancias.
Rosa roja de mi pasión,
haz que olvide este mundo de contienda que me duele
hasta en el suspiro de una flor.
Rosa roja de mi pasión,
quiero beber tu aroma y los suspiros de tus pétalos
hasta que se ahogue mi voz en los labios de tu fragancia
y en las alas del amor.
Rosa roja por la sangre de mi pasión.
3
La noche canta
a mi corazón que lo envuelve
en la ternura de su piel.
Los brazos de la noche acarician mi cuerpo
entre suspiros de estrellas y lágrimas de luceros.
Su boca absorbe la luz de los astros
para que no hiera la piel de mis desengaños.
Sus manos acarician mis labios
que se mueven temblorosos como hojas de álamos.
Acurrucado en los repliegues de su piel oigo
la fragancia de una rosa que suspira a mi lado
con gemidos escarlatas
y llantos colorados
que se pierden en el silencio azul
del tiempo y del espacio.
Mis labios temblorosos sacian su sed
con el jugo de los racimos agrios
que resbala por la ternura de su piel
en su regazo.
El silencio de la noche rompe los susurros del agua
y el aroma de unos senos blancos
que huye hacia las estrellas
a través de los azules topacios.
Mi boca sedienta se queda
de un aroma ácido
que endulzaba la ternura de tu piel
en un corazón de mármol.
4
Me dejaste solo con tu risa escondida en el armario.
Te fuiste en la luz de un lucero
hacia una estrella lejana olvidada en el vasto universo.
En mi almohada hay colgada un sonrisa tuya
y en el aire revolotean tus besos.
Tus labios suspiran los aromas de la noche en mi cama
y la fragancia de tu sonrisa me trae vagos recuerdos
de las horas felices en que
tus palabras y las mías sonaban a dulce silencio.
¡Cuántas veces me hablaste de amor
con el perfume de tus pétalos
en una larga noche estrellada
cargada de amapolas y sentimientos,
que nos incitaba a amarnos sin palabras
sólo con nuestras caricias y nuestros besos!
Hoy mis lágrimas humedecen la almohada de tu sonrisa
en una noche sin palabras y sin besos
en que veo pasar a mi lado
la desidia del tiempo
y la ausencia de tu risa y tu voz
que deleitaban nuestros encuentros.
Tu voz se alejó de mi lado
una noche en que se acariciaban nuestros cuerpos
y desde entonces vivo sumido
en un mar de silencio.
5
Como se queman las estrellas
en la noche de los tiempos,
como se quema la luz del alba
en las alas de mis sueños,
como se queman las mariposas
en el azul del cielo,
como se queman las nostalgias
en los recuerdos de mis recuerdos,
como se quema tu mirada
en el turquesa del océano,
como se quema el aroma de tus labios
en el carmín de tus pétalos,
como se quema tu verde esperanza
en el jardín de mis anhelos,
como se quema el amor
en tus besos y en mis besos.
6
No volveré al jardín de rosas
donde me amaste por primera vez rodeada de estrellas.
Ni los pétalos de tus labios volverán a sangrar
su aroma en el aire para que yo lo beba.
Tu boca de miel ya no volverá a endulzar mis labios
entre los blancos jazmines y el aroma de las madreselvas.
Tu mirada ya no se perderá entre los arreboles de tus pétalos
ni entre el aroma azulado de las violetas,
se irá lejos, muy lejos, en los brazos del viento
hasta ocultarse en la luz de una lejana estrella.
La fragancia de tus labios ya no arderá en la noche
con lenguas de fuego que se queman
en el rescoldo de tu amor.
Se abrasará en el agua de una acequia
que se lleva los rescoldos de mi pasión
a un mar donde se ahogan mis penas.
Ya no volveré al jardín de tu palabra
porque en él se han apagado todas las estrellas.
7
Mi amor muere en unos pétalos
que mece el aura en el regazo de la aurora
cuando la sonrisa de tus labios se aleja
en los brazos de la sombra.
El parpadeo de mi último deseo
se diluye en las alas rotas
de la noche que oculta su mirada
en el color de un aroma.
Por los campos de las estrellas
se pierde mi esperanza rota
entre un murmullo de constelaciones
y el terciopelo de las amapolas
que crecen en el jardín de tus encantos
y en la fragancia de tu boca.
Tus sonrojos vuelan en el susurro de las abejas
con las alas de tus aromas.
8
Las violetas lloran lágrimas azules
en la inmensidad del océano,
mientras tus sentimientos vagan
por la noche de los tiempos.
Hoy busco agua de amapolas y lavanda
en la infinitud de tus ojos negros,
donde nadan peces de ilusiones
y la fragancia de mis recuerdos.
En el piélago de tu mirada
busco los perfumes e inciensos
de las hierbas y flores más aromáticas
que embalsamaron nuestro silencio
para que las estrellas no bebieran
el aroma de nuestros besos.
¡Ay!, las violetas lloran lágrimas azules
en la inmensidad del universo.
9
Como colores sin fragancias encerrados en tus pétalos,
así es la blancura de mi sed.
Tú dentro ahogándote en el agua de la vida
y yo fuera sin poder beber.
Los colores del viento bebieron en tus labios
y mis labios murieron de sed.
Sólo el color de tus aromas
me dará de beber.
10
Te fuiste en alas de fuego
y me dejaste dentro de mi soledad:
tu ausencia es un jilguero
que canta en libertad.
¡Ay!, mi pena vuela entre la tierra y el cielo
para morir en el fondo del mar.
11
Viniste envuelta en aromas
de sal y de rosas.
Tus labios ardían en fuego carmesí
como pétalos de amapolas
que incendiaran el aura matutina
en el beso de la aurora.
Viniste a mí envuelta
en sal y aromas
que caían en cascada
entre las rocas
y luego se perdían en el fondo del mar
arrastrados por las olas…
Viniste a mí
con tu mirada de divina diosa
que acarició mis sueños
y luego se diluyó en la sal y las olas.
12
Como la hija del mar,
te acercaste a mí silenciosa,
envuelta en aromas de sal
y suspiros de olas
con una sonrisa carmesí en tus labios
y un rosario perlado en tu boca.
El aguamarina de tu mirada
encendió la hoguera de mi pasión, que loca
voló con alas de cristal
hasta el arrebol de tu aroma
para beber el fuego de tus ojos
en las llamas de tu boca.
Como la hija del mar,
viniste a incendiar las olas
y te alejaste de mí
envuelta en un racimo de rosas.
13
Los colores del alba han incendiado tu aroma
en las lágrimas de la mañana.
Tu llanto enrojece el color de tus pétalos
que lloran en la aurora racimos de lágrimas
cuando mis sedientos labios quieren beber
el licor carmesí de tu fragancia.
Tus colores acarician la piel de la noche
con los lenes dedos del aura,
que esconde su sonrisa
entre los áureos suspiros de las retamas
cuando ya sonríen al viento
los arreboles del alba.
Tu aroma derrama en los pétalos de las flores
el fuego de sus lágrimas,
que se diluye en los caracoles del céfiro
y en el frenesí de mi boca apasionada.
14
Los miasmas mefíticos del mundo
han incendiado la inocencia de las rosas,
con sus pestilentes exhalaciones
queman la fragancia de los aromas.
El carmín de tus pétalos se diluyó
en los suspiros de la aurora
para alejarse de este olor nauseabundo
que todo lo infecciona.
Tu belleza se refugia en la Arcadia divina
lejos de la Humanidad, que no razona;
va en busca del elixir de los dioses
y de unas fragancias primorosas
que murieron en este mundo
cuando aún sonreían las rosas.
Ya las flores no sonríen
ni se encienden de carmín las amapolas,
las estrellas desde lejos nos miran
con pena silenciosas
y los pájaros cantan melodías de dolor
entre lágrimas de aromas.
El mundo se muere entre miasmas
ahogando la dulzura de las rosas.
15
Tú lloras bajo las lágrimas de la luna
racimos de acordes y fragancias
que gimen con su blancura
hasta la sonrisa del alba.
Tus pétalos —frescura de un día— beben la nieve
que se derrite en la noche de plata
para bañar con su aroma
los labios de la luna que besan el agua.
La ternura de tus besos se licúa
en la sonrisa de la mañana
cuando en tus pétalos de nieve
se ahogan los suspiros de tu fragancia.
Tú lloras bajo la luna
lágrimas que endulzan mi alma.
16
Lágrimas azules anuncian el aroma de la violeta.
Sus alas se esconden en las sombras de la noche.
Gemidos de desesperación se ocultan en la luz de las estrellas.
No veo el dolor que derramas en la ternura de las flores.
Por el aroma azul de tus labios resbala una lágrima.
Tu dolor huye de mis venas hasta el infinito orbe.
¿Por qué las espinas de tu dolor en mi corazón?
¿Dónde tu ternura? ¿Dónde?
¡Ah! Deja que tu dolor se desangre en las estrellas.
Olvida tus lágrimas azules, olvida tu nombre.
Llueve sonrisas de ternura en mi corazón.
Abre el aroma de tus labios a la noche
para que me embriague la púrpura de su fragancia
que bajo la niebla de tus párpados se esconde.
Deja que las lágrimas de tu aroma rompan
el velo azul de la noche,
y que tu ternura se derrame en la luz de las estrellas
y en la fragancia azul de las flores.
17
De aroma se han bañado tus labios.
De luz de estrellas se han tejido mis sueños.
En el piélago profundo de tus ojos
bebo el color azul de tus pétalos.
Una palabra llenó de amargura mis venas.
Un puñal clavó su dolor en mi pecho.
Un pájaro azul se elevó hasta las estrellas.
Una flecha hirió mi corazón con su veneno.
La sangre de mi dolor ruborizó el alba.
Tus lágrimas mis lágrimas encendieron.
Mis labios quisieron besar tus labios
y mis besos se perdieron en tus besos.
Cuando la noche murió en los brazos de la aurora
una paloma alzó su blanco vuelo,
una inmaculada estela atravesó la luz de la mañana
hasta sumergirse en el azul del céfiro.
18
Busqué en el grito de tu mirada
la quietud que debería cubrir la Tierra
con los aullidos de tus aromas
y la blancura de las azucenas.
Busqué en la rosada luz del alba
el somnífero que velara mis penas
con las caricias de tu azulada sonrisa
y la nieve perfumada de la madreselva.
Busqué más allá de los topacios azules
la inextinguible llama de una estrella
que alumbrara a los ojos humanos
la luz de la paz eterna.
Busqué el gemido de un violín
en el silencio azul de las violetas
y sólo hallé las fragancias de la noche
en las lágrimas de mis penas.
19
Una lluvia de estrellas caía en tus labios
como rocío en pétalos malva,
tu sonrisa hería la noche
que moría entre los rizos del alba.
Enjambres de aromas bebían el céfiro
entre azules fragancias
cuando la lenidad de tus labios de púrpura
se diluía en tus lágrimas.
El color de mis labios se arreboló
en la luz de la alborada
cuando en tus pétalos sonreía
el rubor de tu mirada.
Tus labios bebían las perlas del rocío
en la noche malva
y mis labios besaban el aroma
de tus azules lágrimas.
20
Disuelta en las olas del mar
reluce tu mirada.
Ahora sé que sueña en la niña de mis ojos
el azul de una fragancia
desprendida de los labios de una violeta
una noche de luna clara.
Y sé que en la sal de las olas
se baña tu mirada
encendida con la luz de las estrellas
bajo una luna pálida.
Mis sueños se desvanecen
en los labios del alba
como mariposas que buscan en las sombras
los suspiros de una fragancia.
21
El aroma que exhalaste en los labios del alba
para besar el ardor de mi delirio
se licuó en los mares de la nostalgia
y en el piélago del olvido.
Tus besos se derritieron en las caricias del aura,
tu fragancia se desgarró en las ramas de un mirto,
tu voz se quebró en los susurros del viento,
tu mirada se mancilló en la pureza de un lirio.
Aquel aroma murió en la sonrisa de la mañana
y ya jamás pudo ser mío,
murió en los abrazos del tiempo,
murió en los labios del olvido,
murió en los besos del alba, en las fragancias
de tu voz y en las miradas de mis suspiros,
murió en los océanos de mi nostalgia
y en el volcán de mi delirio,
murió en las caricias de mis sueños
que ni son ni han sido.
22
Vas sembrando tus pétalos en el alba
con sus aromas esparcidos al viento,
vas sembrando la blancura de tu fragancia
por la vieja senda de mis recuerdos.
En el jardín de las delicias
un día hallé lágrimas de terciopelo
que caían de la luz de las estrellas
envueltas en suspiros y anhelos.
Quise besar unos pétalos malva
que vertían perlas azules al cielo,
pero tus labios se me anticiparon
para arrojarlas en las olas de mis recuerdos.
Un día te vi llorar a la luz del alba
aromas que se llevaba el viento
a los jardines de las estrellas
y al mar de mis recuerdos.
23
Quisiera entrar en un jardín de flores
donde la reina fueras tú
y dejarme llevar por la senda de sus colores
para envolverme en tu aroma azul.
Una melodía de fragancias danza
por un campo de seda y azur
entre la blancura de la azucena
y esos ojos que tienes tú.
Por tu mirada fluye la risa del alba
y por tus labios el eco de la luz
de un lucero que en las noches se apaga
cuando brillan esos ojos que tienes tú.
Quisiera dormirme en el jardín de las violetas
donde no hubiera odio ni acritud,
donde sólo hubiera colores y aromas,
y una fragancia azul.
24
¿Dónde irán esta noche a morir tus aromas?
¿Dónde la fragancia de tus labios esta noche?
Bajo la pálida luz de las lejanas estrellas
una palabra de amor se esconde
como rayo de luna que se apaga
tras la velada línea del horizonte.
Tus aromas se rompen entre las ramas
que cubren la espesura del nemoroso bosque
para que no pueda acariciar con mis manos
el color de tus olores.
Una sonrisa despierta tu fragancia
entre los lívidos pétalos de las flores
que derraman lágrimas azules al agua
de una fuente que mana amores.
¡Ay, tus fragancias morirán en mis labios
con los besos azules de la noche!
25
Hoy he visto volar una mirada
entre los pliegues de las olas.
Iba vestida de aguamarina, terciopelo,
esmeraldas y un dulce aroma
que llenaba de suaves fragancias
los suspiros de las rosas
cuando el canto del ruiseñor se esconde
en el carmín de las amapolas.
Hoy he visto pasar a mi lado
los inmaculados suspiros de la magnolia
que llenan de dulzor la suavidad de tus labios
para que yo pueda besarla a solas
con tu mirada acariciando mis gemidos
y bebiendo la pasión de mi boca.
Hoy he visto volar una mirada
por la sal de las olas:
era la luz de tus ojos que se rompía
en el océano infinito de mi congoja.
26
¡Oh, venid, venid a mí, colores del alba,
venid a mí con vuestros silencios,
con vuestros tonos verdes y naranjas
en las alas azules del viento!
Que vengan a mí todas las fragancias
que lleva en sus guedejas el céfiro
a las lejanas galaxias
donde se queman la luz y el fuego.
Venid colores y aromas del alba
a iluminar las sombras de mis sueños
para que no se derramen mis lágrimas
en la nostalgia de lejanos recuerdos.
Derramad perlas azules y grana
en el color de vuestros pétalos
y acariciad sus fragancias
con labios de terciopelo.
Colores verdes y naranjas,
encended el aroma de mis sueños.
27
Una caricia besa la luz del alba
en los colores de la primavera,
es el susurro de tus pétalos que se desliza
entre los gemidos de mi pena.
Por el aura corren veloces las fragancias
de los lirios y las azucenas,
con sus labios besan la luz dorada
de las mortecinas estrellas
que se va muriendo en las sonrisas del alba
bajo el perfume de la hierbabuena.
Una caricia besa los dedos del aura
cuando se deslizan por el verdor de la hierba,
es una lágrima azul que derraman
los pétalos de la violeta.
En el alba un aroma llora
entre los colores de la primavera.
28
Vendrán los rigores del verano a agostar tu jardín,
no quedará en él el color de las rosas
ni el blanco perfume del jazmín
que envuelve el océano de tu mirada con su aroma.
Lloverán fragancias azules las violetas
en los lívidos besos que las aprisionan
y sus lágrimas acariciarán mis párpados
como gotas de rocío en el terciopelo de las amapolas.
Tus pétalos ya no derramarán su perfume
en los melancólicos racimos de aromas
ni tus labios beberán el dulce licor
que bebían en los labios de mi boca.
Tu mirada se perderá en los cálidos días de estío
en un mar de verdes olas
y ya no podré beber el perfume de tu jardín
en los pétalos de las rosas.
29
Hoy he visto que tus pétalos
morían en mis labios
y tu sonrisa como suave mariposa
se posaba sobre mis párpados.
Tu fragancia bebía la luz
que quemaba la nieve de unos nardos
cuando la luna lloraba lágrimas de plata
sobre el espejo del lago.
Un ruiseñor cantó una melodía
en el silencio de los álamos
que vino a estrellarse en el agua
justo a nuestro lado.
De tus ojos cayó una lágrima
que quería rodar hasta el lago,
yo la detuve entre mis dedos
para besarla con mis labios.
La luna ocultó su cara
en la fronda de los álamos
y nuestros besos se perdieron
entre las sombras del lago.
30
Y te fuiste alejando en las olas
y en la inmensidad del tiempo
y me dejaste envuelto en mis pasiones
y en la caricia de unos besos.
Tu ternura se deslizó por la sal del agua
hacia la infinitud del universo,
en tu huida te llevaste el amor que ataba
nuestros mudos sentimientos.
Cuando las olas besaban la caricia de tu piel
en la vastedad del océano,
mis lágrimas caían en el aroma de las violetas
y derretían la lividez de sus pétalos.
Te alejaste en las verdes olas de tu mirada
abrazada a los rizos del céfiro
y me dejaste en la amargura del agua
solo con la caricia de tu recuerdo.
31
Las estrellas lloran solitarias
en lo alto del cielo,
escucha el verde silbido que se pierde
en el ramaje del viento.
En el inmenso azul brilla
la luz de un lucero,
escucha cómo arden
las llamas de mis sentimientos.
Una cervatilla blanca escribe su nombre
en la sombra de un abeto,
en sus ojos, como aguamarinas,
se dibuja la imagen del miedo
que vuela solitario por la fronda
en busca de un lejano recuerdo.
Escucha el sonido del rocío
en la fragancia de los pétalos
de una violeta que llora lágrimas azules
herida por el delirio de un ciervo.
Lloran solitarias las estrellas
en lo alto del cielo.
32
Céfiro sembraba flores en el bosque
cuando bebió la dulzura de tus labios
en los pétalos azules de tu fragancia
y en los suspiros de tus párpados.
Tus aromas se deslizaban por la fronda
con pies desnudos y alados,
iban a esconderse en la nieve de los lirios
y en sus perfumes blancos
para embalsamar el nemoroso bosque
entre caricias y halagos.
En la dulzura de aquel edén,
una sonrisa azul besó mis labios
como la caricia del agua
cuando se desvanece en nuestras manos.
El aura sonreía a las flores
un verde amanecer de mayo.
33
Hoy mi tristeza sube hasta las estrellas
en busca de unos delirantes besos
que acariciaron aromas de violetas
en el embrujo de unos ojos negros.
Tus labios de amapola besaron la luz del alba
en medio de un mar de silencio
donde un destello de fragancias azules
iluminaba mis sombríos recuerdos.
Un tenue suspiro de la mañana
vino a romper el muro de silencio
que separaba tus labios de mis labios
y estrellaba tus besos en mis besos.
Un aroma infinito acaricia el fulgor de las estrellas
y luego, con fuerza, se rompe en el agua del espejo,
mientras tus besos se diluyen en la luz del alba
y mis recuerdos beben la amargura de tu recuerdo.
34
¿Quién besó tus lágrimas azules
en el eco de la mañana?
Las alas de una mariposa
y los labios del alba
cuando se encendía la luz de tus ojos
y la del último lucero se apagaba.
¿Quién acarició el sabor de tus besos
en los pliegues de una fragancia?
Unos labios de azucena
que por ti suspiraban
en las horas en que la luna
derrama su última lágrima.
Un beso azul se escapó
tras una fragancia
en una noche llena
de luna y plata.
35
Cuando el viento sepa besar tus labios
en el rocío de la mañana,
yo entraré en el reino del silencio
para acariciar las lágrimas que por tus pétalos resbalan.
Cuando la luna vierta en tu aroma
perlas de plata,
yo volaré hasta las nubes para ver
que el viento se transforma en suave aura
y acaricia tus labios azules
y bebe el color de tu fragancia
en un amanecer de primavera
verde y ámbar.
Volaré hasta la luz de las estrellas
en alas de plata
y beberé el viento azul de tus aromas
sobre un corcel de espuma blanca
que sumerja mis labios en la nieve
de tu escarcha.
Cuando el viento bese tus labios,
yo me zambulliré en tu fragancia.
36
Un beso tuyo nada más.
Un aroma en la blancura de un lirio
o un adiós en el carmín de una rosa:
tus labios y los míos.
Tu mirada y nada más.
Una pasión, un delirio
o una caricia que huye de unas manos:
nuestro amor infinito.
37
Tu ausencia llenó
mi silencio
con el perfume de las madreselvas
y el olvido de mis recuerdos.
Llenaste mis horas de fragancias azules
que embalsamaron la suavidad de tu cuerpo
cuando nuestros labios se encontraron
en la dulzura de un beso.
Tu ausencia se enreda en las hojas
del olvido de tu silencio.
38
En la suavidad de tus aromas
sonríe el color de las flores
entre el gemir del agua
y el latir de dos corazones.
Las lágrimas azules de una violeta
lloran sobre
las verdes olas de tu mirada
que en el mar de tus ojos se esconde.
Tus besos acarician la luz del alba
cuando mis besos en tus labios se rompen
y el amor que vino en dos alas
se fue sin saber a dónde.
39
Como pétalo que cae al agua
roto por la caricia del viento,
así se escapa el color de tu mirada
en el océano de mis recuerdos.
Tus labios, tu sonrisa, tu aroma,
tu piel aterciopelada, tus pétalos…,
todo resbala en la neblina gris
y oscura de mis sueños.
Una fragancia azul se evapora
en las trémulas yemas de mis dedos
como un pájaro de agua y luz
que se desvanece en los colores del cielo.
Una mirada llena de perfumes separa
tus sueños de mis sueños…,
en la lejanía del horizonte se estremece
el color azul de tus pétalos.
40
Tu mejilla acaricia
el perfume de la rosa
en los pétalos azules de la noche
y en los labios de la aurora.
La luna besa las fragancias del arrayán
cuando tu miel endulza mi pasión loca
y tus suspiros beben la blancura del jazmín
que se desliza en la quietud de tu alcoba.
Por la noche azul vuela
la sonrisa de un aroma,
sus labios acarician mis labios,
su boca besa mi boca,
es el delicado perfume
que se le cayó a la rosa
cuando se alejaba de tu cara
para estrellarse en los labios de la aurora.
Tu aroma besa mis labios,
tu fragancia embriaga mi boca.
41
La agonía de la noche muere en tus besos
cuando, dulce y azul, sonríes a la mañana
en los claros días primaverales
en que amanece impertérrita la montaña.
Por tus mejillas fluye el aroma azul
que bebe con frenesí la luz rosácea
en el lento morir de las sombras de la noche
y el último estertor del lucero del alba.
Bajo el verde y rosado amanecer
refulge la luz de tu inquieta mirada,
en el último destello de la postrera estrella
sentí la caricia de tu sedosa cara.
Tus besos azularon la luz del aire
entre los glaucos suspiros de una lágrima,
el silencio del aura escuchó un susurro
como el color azul de tu fragancia.
42
El sol palidece
cuando ve llorar lívidas lágrimas
en el cielo azul de unos pétalos
y en el mar de una fragancia.
En la espesura se esconden los aromas
que acariciar quiere el aura
en los primeros suspiros del día
suspendidos en la verde luz del alba.
Mis labios anhelan el aroma azul
que respira la alborada
entre los lamentos de la aurora
y el eco de luz que se estrella en el agua.
Tus pétalos acarician lágrimas azules
que mueren en un mar de fragancias
cuando mis labios quieren besar
el rubor de tu cara.
43
La quietud de la noche rompe su silencio
en el espejo del agua
cuando la luna acaricia su luz
con un chorro de lágrimas.
La melodía de un ruiseñor
se esconde entre las ramas
de los álamos que arrojan su sonrisa
a la laguna clara
donde bebe la luna
suspiros de plata.
Aromas lívidos de violetas
surcan la piel del agua
entre suspiros de azucenas
y llantos de la milenrama.
Tu silencio, noche estival,
es más azul que mi nostalgia.
44
La fragancia de tu soledad
acaricia mis sentidos
cuando en la noche profunda
tu corazón palpita junto al mío.
El susurro de tu perfume,
blanco como un lirio,
besa la ternura del agua
en los labios del río.
En el corazón azul de la noche
se derrama mi delirio:
una blanca sonrisa
une tus labios a los míos.
La soledad de tus ojos
llora lágrimas de alivio
al hallar nuestros corazones
el amor perdido.
45
La brevedad de tu esencia
hace que pases a mi lado
como el vuelo incierto de la paloma
que desaparece en el tiempo y el espacio.
Naces hermosa a la luz del alba
entre suspiros y halagos,
esparces el rumor de tus aromas
por la piel de mis manos,
luego tu fragancia se marchita
y se rompen tus perfumes violáceos
entre el temblor ajado de la agonía
y los suspiros de unos labios
que, lívidos, van a morir
a la quietud del lago.
Tu hermosura del alba
ya sólo polvo es en el ocaso.
46
Inmóvil está la luna besando
la dulzura de tu perfume con sus labios de plata,
mientras tu sonrisa acaricia mi sueño
en el jardín de nuestra infancia.
Un racimo de aromas
desciende por la corriente del agua
cuando tus lívidos suspiros
se elevan hasta la estrella más alta.
La luna bebe la esencia
que en tu delirio derramas
al acariciar mis labios
con la dulzura de tu fragancia.
Tus besos se estrellan en mis labios
en esta noche clara
que ilumina nuestros pasos
por la senda de la esperanza.
47
Tú que bebes el aroma cálido de las rosas
en el verde despertar del alba,
tú que libas el néctar divino
en copas de amarillas fragancias,
tú que susurras canciones de amor
a la nieve de los lirios y las dalias,
tú que bebes los vientos en las alas
del céfiro y los suspiros del aura,
tú que transformas el color de las flores
en elixir de dioses y miel dorada,
vuela libre por las estrellas azules
en busca de áureas fragancias
que endulcen la amargura del mundo
con el color de la esperanza.
48
En la tierra quemada de vuestras ciudades
no busquéis el canto del ruiseñor que en la noche arde,
ni la luz de las estrellas,
oculta en el aroma de los rosales.
No busquéis el color rojo de las amapolas
que siembra sus lágrimas carmesíes entre los trigales,
ni la inmaculada luz de las azucenas
que deslumbra la blancura de las nieves invernales.
No busquéis la luz de los luceros
entre las cenizas de vuestras ciudades,
ni los pétalos de la rosa
que ya no huele nadie,
ni el silencio azul de la noche,
ni la fragancia carmesí de unos labios que se abren
a los suspiros de una boca
que suplica palabras de amor, pero ya no sabe
dónde se hallan los luceros
ni dónde los mares.
No busquéis las lágrimas azules de las violetas
en la tierra quemada de vuestras ciudades.
49
Aún quedan silencios en este mundo
donde hallar los aromas y los colores,
aún se posa la luz del alba
en la ternura de los corazones
que saben volar hasta las estrellas
y hablar el lenguaje de las flores.
En la blancura de las azucenas
se oyen dorados rumores
que buscan la luz del alba
entre las sombras de la noche,
y en las lágrimas de los sauces
y en el callado susurro de los robles
se oyen dulces melodías
que desgranan los pájaros cantores.
Entre el ruido infernal del mundo
y la locura infinita de los hombres,
aún les quedan lágrimas azules a las violetas
para derramarlas en el silencio de los bosques.
50
La noche acariciaba los pétalos de la rosa
y en ella se confundían sus perfumes con tus besos
cuando contemplábamos, nuestros brazos entrelazados,
la bóveda lapislázuli del cielo.
En el jardín de la naturaleza,
tus fragancias azules elevaban el vuelo
hacia la luz de las estrellas que sembraban
de flores de oro la infinitud del firmamento.
Nuestros labios se acariciaban
con el lívido aroma de tus pétalos
y mis manos, inquietas, buscaban en las sombras
la blancura de tus senos.
En el jardín de la noche se oyó una melodía
en la quietud del silencio:
las violetas lloraban
lágrimas azules de terciopelo.
51
Palabras, y sólo palabras,
buscamos en la explosión de la primavera
y en el fondo del agua.
Palabras como blancas palomas
que se derriten en la nieve azulada
de los claros arroyos
que muerden la montaña.
Palabras como libélulas que revolotean
sobre el espejo del agua
en los aromas de mayo
y en sus cálidas mañanas,
que surcan el aire
con sus traslúcidas alas
y acarician el tiempo
y las sonrisas del aura.
Palabras como abejas que recorren
los colores del alba
y besan en ellos
sus frágiles fragancias
para endulzar las angustias de la vida
y sus penas más amargas.
Palabras como pétalos de flores
que cubren de oro y grana
la vida gris que nos rodea
entre los recuerdos y la nostalgia.
Palabras como aromas que se expanden
por el éter y el agua
como racimos de violetas
con sus azules fragancias
y nos hacen olvidar de este mundo
los fétidos miasmas.
Palabras como trinos celestes
de los pajarillos que cantan
en los bosques nemorosos
los acordes del alma.
Palabras como el amor que une
dos corazones que se aman
bajo el perfume del heliotropo
a la luz de la luna pálida.
Palabras que sueñan, que lloran,
que ríen, que revolotean, que cantan,
palabras que llenan de color,
que aromatizan, que seducen y que aman,
palabras eternas para salvar un mundo
que desfallece sin palabras.
52
Contempla la Tierra desolada
por la locura del hombre,
sus negras cenizas gritan
de este a oeste, de sur a norte.
Las aguas ya no cantan cristalinas
por los ríos de nuestros mayores,
sus cristales de luz y plata
ya sólo son fantasmas en la noche.
Entre las verdes sombras de la fronda
revoloteaban las melodías de los pájaros cantores,
sus trinos ya no se escuchan,
sólo el ruido del hombre.
Por los prados y la floresta
sonreían los perfumes y colores,
¡ay!, ahora lloran lágrimas las violetas
y no ríen las flores.
En la noche se oía la música de las estrellas
y el silencio azul del orbe,
ya no se escucha el silencio
ni se ve la negrura de la noche.
53
El frío de mi boca
ya no alberga palabras.
Se quedaron escondidas
en los recovecos del alma
cuando entre nuestros designios
se interpuso un mar de infamia.
Cerraste tus oídos
a mis súplicas más amargas
por un equívoco
en mis palabras.
Voy dando voces por el océano del silencio
donde nadie oye mis lágrimas
ni nadie me trae el eco
de una furtiva palabra.
Necesito oír de nuevo tu voz
para que en el silencio de mi alma
pueda escuchar otra vez
de las violetas la fragancia.
54
Hoy recuerdo aquellas palabras dulces tuyas
que volaron en la blancura de las azucenas
como aromas de nostalgia
en una tarde eterna de primavera
o como el susurro de las flores
que cautiva a las doradas abejas
entre la fragancia de los heliotropos
y el perfume de la madreselva.
Recuerdo que tus palabras volaron
entre las alas de las libélulas
para besar la ternura del agua
que se alargaba hasta las estrellas.
Tus dulces palabras volaron
con los acordes de amarillas cadencias
que, suspendida en una retama,
desgranaba la alegre filomena.
Hoy recuerdo aquellos besos,
lívidos como pétalos de violeta,
que depositaste en mis labios
una tarde de primavera
cuando nuestros sueños volaban
en las alas de nuestras almas gemelas.
Tus palabras y tus besos se perdieron en un lejano ayer
que olvidar no quisiera
para vivir eternamente un sueño de amor
en el regazo de las estrellas.
Pero ese sueño se esfumó
y hoy sólo su recuerdo me queda
para revivir en sus lenes alas
el amor de una tarde de primavera.
55
Tu música ya se fue
en las alas cristalinas del viento,
quedan tus aromas prendidos
en las ramas del silencio.
Entre los verdes trigales
donde se ruboriza la amapola,
resuenan melodías a raudales
de esos tus ojos verdes como olas
que se van perdiendo en los mares
de tus colores y aromas.
En la tenue luz del alba
quedó amarrado a mis sueños
el sabor de una fragancia
antes de sumergirse en el océano.
Tus colores se disolvieron en el agua,
tus aromas quedaron prendidos en el silencio.
56
Una lluvia muy fina lava tus pensamientos
y acrisola los aromas
que derraman tus pétalos.
Por tu lívida corola
resbalan lágrimas de ensueño
que van surcando las verdes olas
de mis agitados pensamientos.
Perlas de sangre en una amapola
son las lágrimas de mi tedio
cuando muere en la tarde la hora
de olvidar mis recuerdos.
Tus labios llorarán a solas
la fragancia azul de tus pétalos
y mi corazón será la caracola
que celará tu perfume en el océano.
57
Cae tu aroma en la noche
como cendal de luz malva
en el dolor de mi corazón
y en la pena más cárdena.
En el manto azul de la noche
tus pétalos lloran lívidas lágrimas
sobre los párpados violáceos de mis ojos
que se licúan en luz de plata.
Por el tul lapislázuli de la sombra
resbala una tierna fragancia
arrancada de tus labios azules
para caer en el eco del agua.
El dolor azul de mis labios
bebe la lividez de tu fragancia.
58
En los labios de la luna brincaba
el azul de tus pétalos,
y un lívido perfume
llenaba mis sueños
de estrellitas malvas
y violáceos recuerdos.
Un día me perdí
en la inmensidad del silencio
mientras tus labios azules
besaban la luz de un lucero
que esparcía por el bosque
lágrimas de rosas y terciopelo.
Tu perfume malva
por un beso.
59
En la frescura del jardín
escuchaba tu aroma
que caía sobre mis labios
como lluvia de abril.
En tus labios una fragancia violeta
y en mis labios tu aroma,
nuestras bocas se entrelazaban
en la furia de las olas.
Tu mirada se perdió en la noche de abril
y mis manos en la blancura de tus pechos,
fuimos dos rosas que nos amamos bajo la luna
en el ámbar del jardín de nuestros sueños.
Tus labios eran pétalos de violeta
que se deshicieron entre mis besos.
60
Si yo pudiera soñar
un mundo distinto,
en él se hallaría sólo nuestro amor
bajo el perfume de un mirto.
Si yo pudiera soñar
el jardín del paraíso,
en él sólo habría
una rosa y un jacinto.
Si yo pudiera soñar
un océano infinito,
en él nadarían
tus besos y los míos.
61
Tus pétalos,
aroma que relumbra en la noche de mis besos
cuando tu fragancia se deshace
en las caricias de mis dedos.
En el silencio azul de la noche
se mezclan nuestros besos
con el aroma lívido de tus párpados
y la nieve de tus senos.
Mis manos acarician tus miradas
que se deslizan por la sal del océano
entre suspiros de pétalos azules
y lágrimas de terciopelo.
Una fragancia tuya
besé en azul silencio
cuando tu mirada se evaporaba
en los ojos de mis recuerdos.
62
La luna moría en los brazos del alba
mientras tu aroma se deshacía en azules lágrimas
que corrían por tus labios hasta beber la hierba
entre los suspiros de la noche que se escapaba.
En el verde silencio de la aurora,
tus labios exhalaban lívidas fragancias
que envolvían en aire azul el aguamarina
de los primeros suspiros de la mañana
y por los pétalos de tu sonrisa
se deslizaba una furtiva lágrima.
En los topacios del cielo
ya no brilla la luna de plata
que en las sombras de la noche
había besado los labios del agua.
Tus pétalos derraman lágrimas azules
mientras yo bebo tus lívidas fragancias.
63
En el jardín de la naturaleza bebimos juntos
los aromas que lloraban las violetas
en una noche templada de mayo
bajo la mirada azul de las estrellas.
A la luz de un lucero brillaba
el aguamarina de dos preciosas piedras
como dos verdes esmeraldas
engarzadas en el cerco de tus cejas.
Tu verde mirada acariciaba
el color de las violetas,
que lívido se diluía
en violáceas esencias
por el aura azul de la noche
envuelto en tul de seda.
Tus labios se posaron en mis labios
bajo la mirada azul de las estrellas.
64
El ocaso moría en ruboroso celaje
mientras el lívido color de tus pétalos
perfumaba el trino del soto
en la noche de mis recuerdos.
Una tierna sonrisa se rompió
en los labios de mi ensueño
cuando la fragancia de tu voz
se perdió en el rubor del cielo.
Como lluvia de abril
se desvaneció el celaje de fuego
y tus pétalos enmudecieron
en la noche de azul silencio.
Una lágrima violeta rodó por tu cara,
beberla quería el suelo,
pero yo la acaricié con mis labios
y toqué su fragancia con mis besos.
65
La noche pasa de largo
sobre tus lívidos aromas
como el aura que lame
el verdor de las hojas.
Cuando asoma el aguamarina del alba
tus cárdenos perfumes explotan
en el océano de luz y fragancia
que envuelve los pétalos de tu boca.
Una pálida sonrisa se derrama
de esos labios que en mí provoca
un violáceo frenesí que me lleva
hasta el paroxismo de mi imaginación loca.
Mis lágrimas acarician la lividez de tus pétalos
en la ingravidez de tus fragancias y aromas
cuando la noche ya muere
en los labios de la aurora.
66
La noche deshoja su aroma
sobre la lividez de tus labios
bajo una tenue luz de nostalgias
que se derrama por los campos.
Tu sonrisa asciende al éter
entre los suspiros y abrazos
de un perfume que envenena
la lubricidad de tus labios.
Tus suspiros penetran en mi alma
como encendidos dardos
que dispara el arco de Eros
hacia mi corazón enamorado.
En la noche de mis sueños
descubrí la lubridez de unos labios
que iba sembrando suspiros violetas
por la soledad de un corazón enamorado.
67
En la lenidad del alba
sonríe la lividez de tus pétalos
que llora lágrimas de alegría
sobre unos ojos negros.
Una sonrisa malva se desliza
por la penumbra de mis sueños
hacia la lejana lluvia de estrellas
que derrama la luz de un lucero.
Una fragancia azul se deposita
en la blancura de tus senos
para que mis labios puedan acariciarla
con la dulzura de un beso.
En el rubor del alba
brillan unos ojos negros
que derraman racimos de aromas
sobre la lividez de unos pétalos.
68
Tu mirada es azul como el verso,
tus ojos son dos violetas
que desgarran el color de tus pétalos.
Naciste pura en la primavera
como la luz de un lucero
que en sus alas lleva
mis flébiles pensamientos.
Esa mirada azul violeta
grita aullidos lastimeros
bajo el verdor de la hierba
que guarda tu silencio.
Tu mirada se revuelve como fiera
enjaulada en el mudo silencio
del verdor de la pradera.
Tu mirada es pura como mi verso,
que canta tu azulada esencia.
69
Tu perfume aprisiona mis labios
en el primer destello de la mañana
como lívida gota de rocío
que resbala por la luz del alba.
Un beso de amor deposito
en tu azulada fragancia
para sellar esos pétalos violeta
que con su terciopelo acarician mi cara.
Hacia el cielo elevo mis ojos
en busca del aroma de tu mirada
que huye por el infinito
en un rayo de luz de plata.
Mis labios acarician tu aroma
en el despertar de la alborada
cuando se oye cantar la alondra
en el eco del agua.
70
Ingrávido aroma que respiras
la luz azul de tu fragancia
en la sonrisa de la aurora
de labios verde esperanza.
Tu perfume empapa mis sentidos
y acaricia mi pena más amarga
cuando la alondra desgrana su cantar
bajo la mirada del lucero del alba.
Con tu dulzor apaga mis suspiros,
enjuga con tu perfume mis lágrimas,
ábreme el corazón de tus pétalos
para que beba el dolor de mi alma.
Tu aroma suspira en la luz azul
que besa el despertar del alba
cuando oigo en mi eterno soñar
el dulce canto de la calandria.
71
Déjame soñar en el anhelo
de tu sublime y azul fragancia
para volar con alas de cristal al cielo.
A tu lado bebo la dulce añoranza
de aquellos mis años primeros
que llenaron de candidez mi infancia.
Hoy quiero beber el color de tus pétalos
en el cáliz de mis lágrimas
para confundirme con tus besos.
Tu lívido aroma suspira en el alba
lánguidos y lívidos lamentos
que se los lleva la sonrisa del agua.
Un azulado sentimiento
oscurece mi alma
cuando no puedo acariciar en tus pétalos
el color de tu fragancia.
72
Un vaso de ternura derramas en mis labios
cuando viertes tus lívidas lágrimas
en el color de tus pétalos
la noche azul y estrellada.
Tus perlas se diluyen
en tu cárdena fragancia
mientras la noche camina despacio
hacia el abrazo del alba.
Tus ojos brillan a la luz de las estrellas
mientras me sumerjo en tu mirada
como pez que corta las ondas marinas
con aletas de plata.
Mis labios besan el terciopelo
de tus pétalos de grana...,
ay, en el mar de la noche se diluyen
tus lágrimas azules y cárdenas.
73
Ay, sumerge tus pétalos
en un mar de fragancias,
que ya muere la noche
en los brazos del alba.
Tus labios beben el rocío
que resbala por tu mirada
entre la sonrisa de tus ojos
y tu color lívido malva.
Tu perfume hiende el aire
con sus etéreas alas
para inundar de esencias
el azul de la mañana.
Bebe el color de mis sueños,
yo beberé tu mirada
en la sonrisa de unos pétalos
que mueren en un mar de fragancias.
74
Ay, tu aroma venía soñando entre luces malvas
que recorrían el polvo de tu camino,
tu aroma se confundía con los acordes azules
de pájaros que cantaban en sus nidos.
Una nota cárdena vino a posarse,
sola, entre tus labios y los míos,
con una melodía de fragancia azul
que iba a morir en el infinito.
En sus alas de éter se llevó
el beso que nos dimos
aquella mañana de primavera,
mañana dulce en que nos conocimos,
y por el cielo azul se fue soñando
nuestro amor y nuestro cariño.
Ay, tu aroma me acarició una mañana de primavera
entre los pétalos de un lirio,
tu aroma besó mi alma
y enloqueció mi delirio.
75
Mi ojos miran el canto de tu aroma
en el color del alba
cuando te asomas olorosa y lívida
al umbral de tu mirada
con pétalos de cárdeno terciopelo
y una áurea corola perfumada.
Mis ojos oyen la sinfonía azul
de una fragancia
que se escapa de tus cárdenos labios
entre los suspiros del alba.
Por el silencio aguamarina del aire
vuelan gemidos malvas
que trasladan en sus alas etéreas
dos azules lágrimas.
Ay, mis ojos me duelen de contemplar
el color de tu alma.
76
Bebí el aroma de tus labios
en el sonreír del alba
cuando los arpegios del mirlo
rompían la noche estrellada.
Después escuché el silencio
escondido en el verdor de una rama
y el sonido de la libélula
sobre el reflejo del agua.
Una caricia voló por el aire
para estrellarse en tu fragancia
y en el color de un pétalo azul
se posó la voz de una calandria.
Escuché la lividez del perfume
que moría en la luz del aura
mientras en el cielo azul
se perdía tu mirada.
77
Ay, yo sólo te pido
la caricia de una fragancia
que cayó al pozo del olvido.
En el nacer del alba,
cuando recibí de tu boca un suspiro,
vibró toda mi alma
como la blancura de un lirio.
Tus pétalos lloraron azules lágrimas
y mi corazón derramó lágrimas de alivio
cuando en el sonreír de la mañana
tus labios besaron los míos.
Sólo te pido una fragancia
que me devuelva del mar del olvido
los besos azules y malva
que aquel día nos dimos.
78
Bebe la sonrisa del tiempo
en los labios del alba
cuando por el cielo violeta
huye una mirada.
Tus aromas florecen
en el campo de mi nostalgia
como lágrimas azules
que lloran en la madrugada.
Huyen tus lívidos pétalos
por la luz del agua
en un tierno amanecer
de violáceas fragancias.
Bebe el aroma de tus suspiros
en tus azules lágrimas;
por el mar danzan sones
con ramilletes de esperanza.
79
Mis besos se han quedado clavados
en el rocío de tus pétalos
cuando nuestras miradas acariciaban
el fulgor de unos ojos negros.
Por tus labios corrían sonrisas
con andar lívido y soñoliento,
pero, ay, antes de que yo las besara
se las llevó el viento.
Lágrimas azules bañaron tu aroma
en el susurro del silencio,
mientras el aura peinaba
el color de tu terciopelo.
Entre llantos de amapolas
y suspiros que se llevó el céfiro,
se quedó clavado en tu fragancia
el ardor de mis besos.
80
En los rizos del céfiro
huía la fragancia de una rosa,
iba prendida de una sonrisa
que lloraba en los labios de la aurora.
En los párpados del alba
se posó una lágrima de tu aroma,
no quería mancillar
el carmín de las amapolas.
El eco del aura me hirió
con la melodía de una barcarola,
eran los suspiros de tu perfume
entre primaveras y malvarrosas.
Con mis labios quise acariciar
la canción de tu aroma,
pero tus pétalos se alejaron
de los besos de mi boca.
81
En el sueño más profundo de la noche
se esconden azules pájaros
que anidan entre las ramas de la fantasía
en las cálidas nubes de verano.
Sus alas revolotean
en los invisibles vanos
de las ventanas de mis sueños
para llevarme por el infinito espacio.
Por un mar de aromas azules
vuelan mis cansados años
después de navegar por este mundo
en un bajel de suspiros amargos,
cargado de penas y alegrías,
de éxitos y fracasos.
En el sueño más profundo de la noche
bebo un perfume violáceo
que me trae recuerdos de mi niñez
cuando corría por los verdes prados.
82
Mueres en el color de mis sueños
pero tu aroma en mi corazón perdura
como vestigio de una sombra errante
que muerde la acidez de mi amargura.
En los fríos invernales de mi vejez
aún hallo en tus ojos la ternura
de unos ojos que una vez me miraron
en el plateado espejo de mi locura.
El color malva de tus pétalos
depositó en mis labios la frescura
de una fragancia azul rota
por los pálidos rayos de la luna.
En tus labios muere un beso que
vertieron las lágrimas de mi locura
en los lejanos años de mi infancia
bajo un aroma azul a la luz de la luna.
83
Cruzas el alba.
Tus aromas te llevan por los labios de la aurora
mientras en la lenidad del aire un ruiseñor canta.
Llegó la hora.
El velo de la noche se rompe en una sonrisa blanca
y tus pétalos beben la luz azul de tu aroma.
Ay, por el agua
corren los fantasmas de las sombras
que lloran azules fragancias
en los labios de las amapolas
y en la corriente revientan sus lágrimas.
Ahora,
tus labios azules besan la nostalgia
de unos pétalos que añoran
el perfume de la noche estrellada.
84
Pasa un perfume con alas de luz
entre los pétalos de tu fragancia
mientras en el soto umbrío
llora apenada una calandria.
Mis labios besaron racimos de aroma
que fluían de tu boca malva
mientras el aura azul enjugaba
en tus morados párpados una lágrima.
Por el silencio del aire va
volando una nota de nostalgia:
es la melodía azul
que emana de la noche estrellada.
A mi lado pasa un halo de luz
como ala de un ángel que se escapa:
es el aroma azul que lloran
tus labios en los besos del alba.
85
Tu color nace
unido al alba,
en la noche oscura
no eres nada.
Tus pétalos ríen
en los labios del alba
y tu aroma sube
a la cima más alta
con las notas de los pájaros
que con el día cantan.
Tus labios sonríen
en el azul de tu fragancia
y tus ojos refulgen
en el color de tu mirada.
Un beso se posó en mis labios
al nacer el alba:
era la caricia azul
de tu fragancia.
86
Mientras haya un aroma que bese la luz,
tú serás mía,
mientras haya una mirada
que se confunda con la mía
en los brazos de la aurora,
tú serás mía.
Mientras nuestros labios se unan
en dulce armonía,
mientras brille un lucero
en la mañana fría,
mientras ardan nuestros besos,
tú serás mía.
Mientras haya un pájaro que cante
una dulce melodía,
mientras haya una flor en el campo
que nos sonría,
mientras haya un corazón que lata
en el fuego del alma mía,
mientras por tus pétalos resbale una lágrima azul,
tú serás mía.
87
¿No ves cómo sonríe
el aroma de tus pétalos?
Y por la hierba saltan
nuestros besos.
¿No ves cómo llora
la fragancia de un crisantemo?
Y por tus labios resbalan sus lágrimas
hasta la blancura de tus pechos.
¿No ves cómo canta
la voz del jilguero?
Y por el aire vuelan
pájaros de acero
que siembran los campos
de muerte y duelo
entre los suspiros de las amapolas
y las lágrimas de los pensamientos.
88
Por el mar de tus ojos
navega la estela del silencio
sumergida en los suspiros de mi alma
impulsada por las alas del viento.
El suave rumor del aura
abre la fragancia de tus pétalos
cuando el alba sonríe
la muerte de su lucero.
De tus lívidos labios
manan esencias de terciopelo
que alegres van a estrellarse
en la redondez de un beso.
En un mar de morados aromas
nada el sonido del silencio
en busca de unas lágrimas azules
que iba sembrando el céfiro.
89
Te encontré en el silencio
de la tarde,
cuando los ecos morían
entre el gemido de los rosales
y el aroma de la hierbabuena
resonaba en las alas del aire.
Tu boca manaba aromas azules
que se ahogaban en mi sangre
como gotas de lluvia
que caen en el fondo de los mares.
Tus ojos derramaban negras lágrimas,
lágrimas de azabache,
en el silencio de la noche
donde no habita nadie.
Te encontré en la lluvia de abril
y en la sonrisa de los verdes trigales.
90
El verdor de tus sépalos
era lluvia de abril
que caía sobre tus senos.
Abriste tus labios
en el esplendor del alba:
el campo
se hizo fragancia.
Tus cárdenos besos
se estrellaron en mis labios
como lívidos ecos
de los aromas de mayo.
Tus lágrimas violeta
cayeron al río
como las alas rotas
de un amor perdido.
91
El azul de tus aromas
se enrosca en la calma de los colores de la aurora
como el perfume de la madreselva en los labios de la rosa.
Tus fragancias iluminan la negrura de mi sombra
en los recónditos piélagos de azules olas.
Tus besos se derriten en el fluir de tus aromas
por los campos sembrados
de estrellas azules y rojas
en una mañana de primavera,
mañana primorosa,
que me dejó tus lívidos besos
en la caricia de una amapola.
En la fragancia de tus besos
tu boca se licuó en mi boca.
92
Me voy de ti,
con tu aroma en mis manos
y el lívido color que se aleja
por el rubor del ocaso.
Me voy de ti,
con tu sonrisa en mis labios
y una canción que se esconde
entre las flores del campo
una dorada tarde de otoño
que hierve en aromas nostálgicos.
Me voy de ti
por los senderos más ásperos
que recorrimos los dos juntos
unidas nuestras manos
en un eterno abrazo de amor
de dos corazones enamorados.
Me voy de ti,
con tus lágrimas azules en mis manos
al mundo de las estrellas donde siempre
el perfume de nuestro amor bebamos.
93
Tu aroma se quedó prendido en mis manos
cuando pisé la hierba fresca
que cubría montes y prados.
Tu fragancia besan
mis labios
entre suspiros de hierbabuena
y lágrimas de nardos
en un atardecer de primavera,
preludio de mi ocaso.
Tus sonrisas llenan
de alegría mi ánimo
cuando mis labios beben las esencias
de tus labios
y tus ojos se llenan
de lágrimas azules que van volando
por los campos de las estrellas
hasta el infinito espacio.
Tu aroma acarició mis manos
una tarde de primavera,
dorada tarde de lejanos años.
94
El céfiro arroja
en cálices cárdenos
el suspiro de tus besos.
Una sonrisa corre por tus labios
como mariposa que revolotea
entre alhelíes y nardos
en busca de una flor
de pétalos violáceos.
Una fragancia vuela
por el silencio del campo
tras una lágrima derretida
en el azul de unos topacios.
De tus pétalos caen
caricias y halagos
como hojas de otoño muertas
entre suspiros de unos ojos zarcos.
95
Ven a mí
con tu luz violácea
entre suspiros amargos
y frágiles fragancias.
Ven a mí
en los brazos del alba
con tu sonrisa de amapola
y tu voz aterciopelada.
Ven a mí
con tus labios de grana,
tus lívidos besos
y tus lágrimas azuladas.
Ven a mí
en la madrugada
de una primavera en flor
que en tus pétalos se derrama.
96
Hoy sufro tu ausencia
en el frío de mis labios,
hoy sufro tu ausencia
en aquellos besos tan amargos
que bebí en el vacío de tu aroma
un día triste del mes de mayo.
Te alejaste de mí
por el verdor de los prados
con tu perfume violeta
y una lágrima azul cobalto,
y me dejaste solo en la noche,
desnudo y descalzo,
con el silencio de las estrellas
y una sonrisa en tus labios.
Me dejaste solo y te fuiste
por el mar de tus perfumes zarcos.
97
Hallarás en mí a un hombre nuevo
cuando vuelvas a mis brazos,
hallarás en mí el silencio
de un aroma violáceo
que se desprendió de tus azules besos
cuando unimos nuestros labios.
Tu voz se escondió en las estrellas,
tu mirada acarició mis manos,
te fuiste envuelta en un perfume azul
bogando entre las lágrimas que yo había derramado
y me dejaste solo en este vacío
de piel vieja, de huellas sin rastro.
Te fuiste al mundo de las estrellas
que yo para ti había soñado
y me dejaste
aquí solo, triste y abandonado.
Regresa a este mundo que me duele,
regresa a mi lado,
y hallarás un hombre nuevo
que te abre sus brazos.
98
Huirás de la sombra que te oculta
entre violáceos aromas,
huirás en las alas del viento
y en la sal de las olas
para esconderte en el tiempo
del jardín de las horas
y allí tu mirada aguamarina
acariciará las amapolas
que nacieron de los besos
que nuestros labios se dieron a solas.
Huirás a través de los suspiros de la noche
hacia un paraíso de sombras
donde se secarán tus pétalos
porque lágrimas azules ya no lloran.
99
Mis labios ya no podrán beber
las lágrimas que vertieron tus pétalos
en las alegres mañanas de primavera,
mañanas de oro y terciopelo.
Mis labios ya no podrán beber
el aroma que lanzabas al viento
entre azuladas sonrisas
y el color violáceo de tus besos,
porque en esta tarde estival,
tarde caliginosa de hielo,
se han evaporado tus lágrimas
y se han secado mis sueños.
Mis ojos derraman la melancolía
de unas lágrimas que vertieron
unos labios azules que sonreían
fragancias de amor y fuego.
100
Te fuiste por las primaveras del otoño
en alas que batía el viento
hacia un lugar inhóspito
donde todo era invierno.
Tus labios se adelgazaron
hasta la lividez del hielo
para congelar en una línea violeta
el delirio de mis sentimientos.
Mis labios quisieron besar
la palidez de tus pétalos
en los rigores invernales
que herían como el acero,
pero tus aromas se congelaron
en el frenesí de mis recuerdos
derramando lágrimas azules
en la blancura de unos besos.
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