He traspasado la línea blanca de la inocencia para caer
en el límite del dolor.
A mi lado veo batir alas negras que rozan mi corazón
y dejan tatuada la angustia en mis labios.
Una mirada de ira
me envuelve en su manto
y mis ojos se llenan de la blancura de la nieve.
Una lágrima quiso rodar por la orilla
de mi llanto,
pero el llanto se ocultó en la comisura del miedo.
Más allá sólo hay dolor y soledad,
más allá, sólo silencio.
Un bramido como el mar retumba en las paredes
del olvido
y en la ira de la mirada se refleja la mueca del horror.
De lo más hondo de mi angustia huye
un alarido.
De Cárcel de amargura.
© Julio Noel
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