1
Ocres, rojos y amarillos cubren
la ternura de tus aromas
en los dorados días del otoño
cuando tus labios ya no se sonrojan.
Lastimeros aullidos del viento
derraman el susurro de la hojas
por los nostálgicos atardeceres
de penumbras y sombras.
Ya no perfuman tus sonrisas
los racimos de rosas,
se han ido marchitando
en el lento devenir de las horas.
Ya no siento en mi piel
las caricias de tus aromas,
se las llevan los gemidos del viento
envueltas en susurros de hojas.
2
Saudade
Recuerdo aquel ayer
en que tus aromas
encendían mis sueños de melancolía azul
en un jardín de rosas.
Mis labios se posaban en tus pétalos
como lábiles mariposas
que beber querían la cálida luz
derramada entre las flores más hermosas.
Mis ojos absortos contemplaban
el mar de agitadas olas
que se mecía en tu mirada
en un abrazo de pasión loca.
Mi anhelo acariciaba
el terciopelo de tu boca
que se diluía en el rubor de las flores
y en la fragancia de las rosas.
Hoy me separan de tus besos
infinitas horas
en que las agujas del tiempo
trocaron nuestros labios en secas hojas
que ya no exhalan al viento
rojas fragancias y cálidos aromas,
sólo cárdenos suspiros
y lágrimas rotas.
3
Atardecer vistiéndose de sombras
bajo un velo de lluvia.
Tu mirada se iba diluyendo
en la bruma
que descendía desde la altura de tus ojos
hasta las profundidades de mi locura.
Pájaros negros volaban por los recuerdos
de una fragancia
que brotaba del fuego de una rosa
en el jardín de la añoranza.
Atardecer de otoño,
bajo el velo de la lluvia,
unos pétalos lloran
lágrimas de amargura.
4
Las lágrimas de rocío
que besaban el rubor de tus pétalos
me las trae hoy, ensangrentadas,
la nostalgia de tu recuerdo.
Al azul de la noche,
arropados tan sólo por el silencio,
bebíamos juntos nuestras lágrimas
sumidos en un mar de fuego.
Nuestros labios se unían
entre las caricias de nuestros cuerpos
y nuestro amor se derretía
en el álgido calor del hielo.
Hoy bebo el aroma
de un amargo vino viejo
que me traen en sus alas
las sombras de mis recuerdos.
5
El otoño de mi vida va dejando
olores ocres y cetrinos
por las sendas del pasado
y por el dolor del camino.
Fatigados caminaban mis pies
por el polvo del olvido
cuando en las sendas de los años
una mirada se cruzó conmigo.
Su luz infundió en mí la esperanza
de beber juntos la copa de vino
que temerosa acercaba a nuestros labios
la cruel flecha de Cupido.
Tu mirada se fundió con el mar,
mi mirada, con el azul infinito,
nuestros pasos se alejaron
por la senda del olvido.
Los aromas del otoño me traen
la nostalgia que no bebimos
en la copa de amor
que nos brindó el dios Cupido.
6
Las gotas de lluvia que caen
en la palidez de tus labios
refrescan en mi memoria
los recuerdos de aquellos años
que vivimos en un sueño de color,
donde todo era hechizo y encanto,
donde podíamos acariciar los aromas
con la blancura de nuestras manos.
Volaban como palomas
por los resquicios más arcanos
de un amor que se derretía
en un fuego helado.
Hoy la lluvia de tu boca
me trae besos amargos.
7
Las hojas secas de otoño
juegan con el viento,
acarician sus colores
y se alejan riendo.
Como las hojas de otoño
así te has ido de mis sueños,
me has dejado solo
en este silencio
que derrama su soledad
por todo el universo.
Tus caricias se han quedado
entre las lágrimas de mis recuerdos
y la dulzura de tus labios
ya no escancia aquellos besos
amorosos en mis labios, que llevaban
mi pasión hasta el embeleso.
Ocres sombras de otoño
son ahora tus marchitos pétalos.
8
En mis sueños contemplo una mirada
que se derrama entre las flores
de una lejana primavera
que hoy a mis ojos se esconde.
No quiero recordar los destellos aguamarina
que herían los rubores
de dos corazones que se amaban
en el silencio de la noche.
Cálidos aromas
encendían el fuego de tu nombre
en la gélida hoguera que quemaba
la pasión de nuestros corazones.
En el otoño de mi vida
ya no veo las luces ni los colores
de aquellos ojos en que se derretía
el amor de nuestros amores.
9
Ay, el otoño de mi vida
va dejando
lágrimas de dolor
por los caminos de mi pasado,
por donde juntos fuimos
sembrando
sonrisas al viento,
que se desprendían de nuestros labios
como aladas mariposas
o como cánticos
de pájaros de cristal que venían
a posarse en tu regazo.
En el florecer de la primavera
tus labios se unían a mis labios
y así bebíamos
el elixir apasionado
que se derramaba por los pétalos de las rosas
y por la blancura de los nardos
hasta el paroxismo
de nuestros corazones enamorados.
En la amarillez de mi otoño
ya sólo bebo el vino amargo
del inexorable paso del tiempo
que va dejando mi corazón vaciado
de la pasión loca
con que otrora nos amamos.
Ay, ¿dónde quedaron aquellas sonrisas
que acariciaban el calor de nuestras manos?
10
Mientras avanzan las agujas del tiempo
contemplo la sal de las olas
que se rompe sobre los acantilados
y las aristas de las rocas
en su incesante movimiento.
Mi alma se hunde sola
en el mar del tiempo.
Va buscando aquellas horas
en que bebí con fruición
el carmín de las amapolas
que impregnaba el rubor de tus labios
y saciaba la sed de mi boca.
Mis recuerdos me traen
el color de aquel aroma
que en la primavera de nuestro amor
juntos los dos bebíamos en la misma copa.
En la lontananza del mar
veíamos bogar una góndola
que se alejaba en las alas del viento
como blanca paloma,
para surcar nuestros sueños
por el océano de las sombras
y llevarnos al eterno paraíso
donde ya la barca de nuestro amor no zozobra.
¡Ay, aquellos besos de carmín
que se fundían en mi boca,
que me embriagaban
con tu dulce aroma,
qué lejos quedan ya
de estas horas
que rompen sin cesar
en las aristas de las olas!
11
Hay hojas que tienen triste el color,
como los párpados de los muertos,
y arrojan lágrimas al pasar
y ayes cuando las arrastra el viento.
Son las hojas del otoño,
de color ocre y de un pálido amarillento,
que van dejando ruidos sordos al rozar
el susurro del silencio.
En la lividez de su color se llevan
todos aquellos recuerdos
que del aguamarina de tus ojos
yo tenía en mis sueños.
Hay hojas que se vuelven pálidas
como la lividez de los muertos
cuando se mueren
los sueños.
12
Vienes de la mar de tus ojos
gritando sonidos blancos de silencio,
vienes robando caricias a las flores
envuelta en los pétalos de mis recuerdos.
Dejas en el color de tu mirada
el hielo de nuestros encuentros,
que se fundía en tus labios
como gotas de carmín ardiendo.
Lágrimas de amor van rodando
por el aroma carmesí de tus pétalos
para que el viento azul de la noche
se las lleve lejos, muy lejos.
En el océano de mi memoria
llegan hasta mí los ecos
de pájaros de nieve que volaban
en el rubor de tus besos.
13
Bajo aromas de flores silvestres
se rompe el carmín de tus labios,
que arde como perfumado incienso
para mí solo derramado.
Una tarde de mi otoño
yo seguía soñando
aquellos colores que volaban al viento,
aquellos pétalos colorados
que cantaban sonrisas de cristal
en un paraíso nostálgico.
Tú acariciabas mis sueños
sumergida en un mar de encantos,
y yo bebía tus besos
y tus lágrimas se derramaban en mis manos.
Bajo aromas de flores silvestres
se rompe el carmín de tus labios,
mientras tu sonrisa se derrite
en las alas de mis desengaños.
14
Junto a las olas del tiempo
veo pasar el color de una mirada
que se hundía en el abismo de unos ojos
que para mí solo brillaban.
Una tarde de primavera fui herido
por el color de esa mirada,
allí nació la luz de mis sueños
y el sol de mi esperanza.
Por la senda de los recuerdos
camina a ciegas mi nostalgia,
va siguiendo la luz de aquellos ojos
que para mí solo alumbraban.
Tú eras el sol de mi primavera,
el color de mi esperanza,
la luz de mis ciegos ojos,
luz que ardía en tu mirada.
15
Dorados aromas que vuelan
a la sombra del árbol del tiempo
me traen en sus alas de oro
los más remotos recuerdos:
Rosas de redonda fragancia,
amapolas de terciopelo,
violetas de lágrimas azules,
pájaros de agua y fuego,
sonrisas escarlatas,
rojos labios como pétalos,
alhelíes y siemprevivas...
y unos ojos como el océano.
Un atardecer de oro acariciaba
las sombras del árbol del silencio,
entre sus ramas revoloteaban
las alas de mis sueños.
16
En las lágrimas de mi soledad
lanzo gritos al pasado
en busca de los aromas
que ruborizaban tus labios.
Un viejo perfume me hace recordar
la dulzura de aquellos años
en que la sonrisa de unos pétalos
se derramaba en mis manos.
Tu ternura se estremecía
en el ardor de mis abrazos
y en mis labios se quemaba
el fuego de tus labios.
En esta soledad que hoy habito
ya no hay rescoldos del pasado,
todo ha muerto en estas sombras,
todo en mi vida se ha quemado.
17
Sombras marchitas de otoño
que lleváis en vuestra añoranza mis sentimientos,
dejadme bogar en la niebla del pasado
y en las alas azules de mis sueños.
Dejadme volar entre las lágrimas de las rosas
y entre las fragancias mustias de sus pétalos,
entre los ocres susurros de las hojas
que por el polvo arrastra el viento.
Dejadme volver a los años de mi infancia,
a aquellos años de nostalgias y recuerdos
en que la blancura de la azucena
teñía las alas de mis sueños.
Lívidas sombras de otoño,
dejadme libar un beso
de aquellos labios que me amaban
en el aroma carmesí de unos pétalos.
18
Dime quién soy yo que en el ocaso
camina por una senda de locura,
en compañía de mi soledad,
en busca de la dulce amargura
que me lleve por los mares de la libertad
a aquellos años de cordura
en que conocí una tierna flor
que por mí rompió su ternura.
Ay, aquellos aromas que se derramaron,
y que en mi recuerdo perduran,
ya no volverán a endulzar mis labios
a la pálida luz de la luna,
ni los destellos de sus ojos
volverán a encender la penumbra
de la senda de mi vejez
por donde camina mi eterna locura.
Dime quién soy yo que tu amor
ya mi corazón no procura.
19
Ahora que todo se acaba,
¿dónde puedo buscar tu mirada
si ya no tengo mirada?
No sé dónde buscarte,
copo de fragancia que habitas
en el rumor del agua.
Ahora te miro y ya no me miras,
¿acaso te escondes
en el color de la sonrisa?
¿O acaso te desvaneces
en el fuego de una caricia
que ardía en las abrasadoras
alas de la brisa?
Ya no veo tu mirada
en el dolor de la tarde.
Ya no veo nada.
20
Pero ¿cómo recordar
el color de tu fragancia
si el terciopelo de tus mejillas
se marchitó bajo la sombra del agua?
Una lluvia de tristeza
ensombreció tu cara,
mientras la canción del ruiseñor
huía en el verdor de una rama.
Los aromas de la tarde
derramaron lágrimas
en el carmín de una rosa
que lloraba suspiros de grana.
Jamás podré recordar
el color de tu fragancia,
te desvaneciste en el sueño
de mi nostalgia.
21
¿Cómo recordar tu aroma
si el color de la luz
se estrelló en los labios de la rosa?
Todo
quedó en sombras
cuando el viento azul
besó el carmín de tu boca
y tú te desvaneciste
en el arrullo de las olas.
Quise beber tu perfume
y se rompió la copa.
Ahora ya no me quedan
ni los labios de la rosa.
22
Un mar de emociones donde
la tristeza crece hasta el borde del alma
y la luz de tus ojos muere
en los gritos del agua.
La sombra de tu voz se pierde
en los suspiros de tu mirada
y tu sonrisa se va borrando poco a poco
en la penumbra de mi nostalgia.
Mis labios ya no besan
el susurro de tu fragancia
que apagaba los aullidos del silencio
en los gritos del agua.
En el otoño de mi vida,
en el atardecer de mi añoranza,
sólo veo un mar de emociones donde
la tristeza crece hasta salirse del alma.
23
En mis sueños te veo surgir, rayo de sol,
entre las sombras de la bruma.
Avanzas con cautela
acariciando los besos de la luna.
Ven, me gritas desde el silencio del mar,
pero yo no puedo oír tus palabras,
se pierden en la arena por la blancura
de las olas y el rumor del agua.
Un murmullo de suspiros
se agita en el aire
como música del viento
en el rubor de la tarde.
Sé tú, para mí, gota de agua
que como lluvia de oro
sobre mi frente se derrama.
No te desvanezcas en mis sueños,
no te vayas.
24
Sales del mar como ave de fuego,
surcas sus olas
en la penumbra de mis sueños.
Por el silencio avanzan tus palabras
cuando me llamas en la noche azul
que duerme sobre el agua.
Lejanos recuerdos
rompen las olas de mis sueños
cuando tu palabra
me grita desesperada.
En la noche lejana de los tiempos
amé a un fantasma
de luz que cegó mi pasión
desenfrenada.
Hoy vuelves a mí
en el temblor de esta playa
donde otrora
mis sueños te buscaban.
25
Tu piel de trigo venía gritándome
desde lo alto de las olas,
eran cantos amarillos
que desgarraban las sombras
de mis recuerdos.
La noche brilló con tu aroma
que escondía mi dolor
en las grietas de las rocas,
y un olor a trigo maduro
bañó la aurora
de oros que resplandecían
en tu cara de rosa.
Tu piel dorada
me gritó desde las olas.
26
Una sonrisa azul volaba
entre las olas de mis recuerdos
como lábil mariposa
que se la llevara el viento.
Por su lívida comisura
se deslizaban las horas
en que el carmín de tus pétalos
se derretía en mi boca.
Acariciaste mis ojos
con tu glauca mirada
como las olas del mar
acarician el rumor del agua.
La sonrisa azul se fue
volando con el viento
y yo me quedé a solas
soñando con mis recuerdos.
27
Mis pasos me llevan
al final de mi viaje
entre las caricias de mis sueños
y los suspiros del aire.
En mi ligero equipaje llevo
los labios de tu sonrisa
y el color de tus sentimientos.
Por moneda llevo tu mirada,
por pasaje, tus besos,
por auriga, tu amor,
y por séquito, mis sueños.
Cuando me alejaba
por los suspiros del aire,
tus lágrimas acariciaron
el dolor de la tarde.
28
En el otoño de mi vida
oigo silbar al viento
que me trae recuerdos de mi primavera
y nostálgicos versos.
En mi lejana infancia
volé por la luz del alba,
volé en las alas de mis sueños,
volé en tu redondo aroma,
volé hasta el fin del universo.
Mis labios se posaron en tu fragancia,
como mariposa que pierde el vuelo,
y bebí el color de tu ambrosía
y la dulzura de tus pétalos,
te robé el rubor de tus mejillas,
te robé la blancura de tus senos,
te robé el frío de tu mirada,
te robé el último beso.
En el otoño de mi vida,
cuando me habla el silencio,
a la luz del alba me envuelve
la música de tus recuerdos.
29
¡Qué lejos quedan tus aromas
entre silencios sepultados!
¡Qué lejos aquellos carmines
que encendían mis labios!
Ya no oigo el color de tu risa
que ascendía a lo más alto
entre rojas fragancias
y las caricias de mis manos.
Ya no bebo el aguamarina
que anegaba tus ojos glaucos
en un mar de esperanzas
para mí solo guardado.
¡Qué lejos quedan tus aromas!
¡Qué lejos el frenesí de tus labios!
Ahora ya sólo puedo beber
el amargo acíbar de mi llanto.
30
En el jardín de tus amores
libé el elixir de tus besos
bajo las caricias de la luna
en las alas de mis sueños.
En tus labios se derramaba
la fragancia de unos pétalos
que encendía las brasas de mi pasión
con las llamas de tu fuego.
En aquellas noches incendiadas
bebí el licor de tus sentimientos
bajo las caricias de la luna
y la sonrisa de tus senos.
Ay, aquellos licores volaron
en las alas de mis sueños
y ahora sólo puedo beber
la melancolía de un recuerdo.
31
Oí tu voz en una playa desierta
cuando una ola besaba mis pies,
te busqué por todas partes
y sólo el viento puede ver.
Una suave caricia besó mis labios
a la orilla del mar,
era un suspiro de tu fragancia
que se echó a volar.
Te busqué y no te hallé
en el color de la tarde dorada,
te busqué y no te hallé
en la playa olvidada.
Sentí el beso de tu mirada
en la piel de mi cuerpo,
sentí cómo volaba
en las risas del viento.
32
Desde el oro de la tarde
veo pasar con tristeza el tiempo,
veo pasar la sonrisa de la primavera
que se escondía en el color de unos pétalos,
veo pasar el susurro de una fragancia
y el carmín de unos besos,
el aullido de una mirada
en las olas del océano,
veo pasar la espuma blanca
por las venas de mi tedio,
veo pasar el vuelo de la paloma
que por ir a la mar se fue tierra adentro.
¡Veo pasar tantas cosas:
el agua, el sol, la luna, la vida, el tiempo…!,
pero a ti no te veo pasar.
No sé dónde estás
que ya no habitas mis sueños.
33
Has querido vivir en mí
en la penumbra de un sueño,
pero has habitado en el color de un aroma
y en la fragancia de unos pétalos.
Has bebido los suspiros de la noche
que derramaban sonrisas y lágrimas en el cielo,
y has bebido el rumor de la lluvia
que arrastraba mi llanto hasta el océano,
has bebido la sonrisa del alba
y la blancura de mis versos,
has bebido el frescor del mar
y el color de un beso
y te has alejado de mí
volando en las alas del viento.
Sólo has vivido en mí
en la soledad de un sueño.
34
Descubrí tus ojos
en los colores de la oscuridad,
cuando me estabas mirando
a la vera del mar.
La luna lloraba en los espejos del agua
y sus lágrimas de plata caían como rocío,
y el color de tu mirada se ocultaba
en el candor de unos lirios.
La luna murió en la noche
y sus lágrimas en el rubor del alba,
mis labios besar quisieran
el aroma de una rosa inmaculada.
En el fragor de mi soledad
me enamoré de un delirio,
ahora, en la tarde de mis sueños,
tú te vas como el agua del río.
35
¡Flor que duraste un día
en la quietud de mis sueños!
¡Flor que duraste un día
en la brevedad del tiempo!
¿Dónde han ido aquellas fragancias
que llenaban de luz tus pétalos?
¿Dónde se han escondido los aromas
que encendían de mi pasión el fuego?
¿Dónde se ha ocultado el rubor de tu cara,
dónde la sonrisa que acariciaba los labios del viento,
dónde el mar de tu mirada,
dónde la dulzura de tus besos?
Me abandonaste en el dolor de mi mentira,
me abandonaste en la vorágine del océano,
y ahora, en el otoño de mi vida,
sólo me queda soñar que sueño.
36
En las tardes ocres y amarillas,
tardes de amores ya marchitos,
cabalgo en la grupa de mis sueños,
cabalgo en la ola del olvido.
La pasión que encendió mis labios
una noche de azul idilio,
aquel fuego que helara
los besos que nos dimos,
murió en los aullidos del viento,
murió en la blancura de un lirio,
murió en la sonrisa de la primavera
murió en la exhalación de un suspiro.
Hoy sólo mis recuerdos me quedan
de aquel amor en el que ardimos,
hoy sólo me queda el sabor de los besos
que en el fuego de nuestros labios bebimos.
37
Estos aromas que ahora me envuelven,
aromas amargos,
ya no edulcoran mis sueños
como aquellos licores de antaño.
Ya no beberé tus suspiros,
ni la lujuria de tus labios,
que se los llevó el viento,
¡ay!, hace ya muchos años.
Ya no beberé la sonrisa de tus ojos
ni las caricias de tus manos
ni la blancura de tus senos
ni los besos que en la noche azul nos dábamos.
Ya se secó la fragancia de la flor
en este otoño triste y pálido,
ya se apagó la llama del amor
que ardía en nuestros corazones enamorados.
38
Estos pétalos que ahora perfuman
el color de tus guedejas
pronto morirán en la noche oscura
como luz de apagadas estrellas.
Su llanto rodará por el aroma
que derraman en primavera las flores
y el color de su fragancia
llorará en el viento del norte.
Pétalos que perfuman tus labios
cuando sonríen a la mañana
beberán aromas amargos
entre suspiros y lágrimas.
Estos pétalos que ahora perfuman
el color de tu pelo
morirán en la noche sin luna
cuando ya no llore el viento.
39
Ese mar que ahora oigo
en estas tardes doradas,
¿es el mismo que oíamos juntos
bajo la luna de plata?
¡Ay, no! No es el mar que lloraba...
Sus aromas de espuma blanca
beben el oro
que sobre la arena se derrama.
Y ¿adónde se fueron aquellos susurros
de sal y agua
que en la noche azul mecían
los suspiros de tu alma?
¡Ay!, en este mar de oro
sólo me quedan lágrimas.
40
Sólo tu sonrisa sin las rosas
que te estaban mirando,
sólo el jardín de tus besos
en mis labios.
¡Y qué solos se quedan los aromas
carmesíes en mis manos!
¡Y qué solo se queda mi corazón
esta tarde!
El campo
se cubre de oros y amarillos,
y apenas cantan ya los pájaros.
¡Cómo me hiere tu ausencia
en estos páramos!
¡Cómo lloran las rosas
en el jardín vacío de tus encantos!
¿Volverás otra vez a depositar
tu sonrisa en mis labios?
41
La brisa del atardecer llora
sobre unos pétalos malva
que ayer arrancaban de tu boca
besos de pasión enamorada.
Labios de fuego se encendían
en los rubores del alba
y una lágrima de rocío fluía
por tus mejillas coloradas.
Mis labios bebían tus aromas,
mis besos aleteaban en tu fragancia,
mis manos acariciaban tus manos,
mis ojos se hundían en tu mirada.
La brisa del atardecer llora
sobre los pétalos de mi nostalgia
que me traen viejos recuerdos
de tu boca enamorada.
42
Llora la luna esta noche.
¿O son tus lágrimas las que caen
en el piélago azul de mi alma?
Oigo cantos del ruiseñor
que repican en las risas del agua.
Una voz dorada se escucha
en los colores del viento.
El carmín de tus pétalos
se posa en una fragancia.
Vuelven a mí tus besos.
¿O son tus palabras
que se habían perdido en el azul
de la noche estrellada?
El cielo derrama lágrimas
que envuelven el silencio
en luz de plata.
43
Brotaste como flor de primavera
en los labios del tiempo,
brotaste como pájaro que vuela
en las alas del viento.
Quise beber el licor de tu boca
pero se deshizo en tus pétalos,
quise beber el color de tu mirada
pero se licuó en el océano,
quise beber una gota de tu fragancia
pero se derritió en el fuego,
quise beber tu sonrisa,
quise beber tus besos,
quise beber la ternura
que embriagaba tu cuerpo,
quise estrecharte entre mis brazos
pero te evaporaste como un sueño.
44
¡Qué bellas están las rosas
en primavera!
¡Qué colores tan suaves sonríen
en sus pétalos de seda!
¿Son mariposas azules
las que se posan en las azucenas?
¿No es el aroma de las rosas?
¿No es el llanto de mi pena?
Por el azul se desvanece
el vuelo de las abejas.
¡Qué lejos queda
la fragancia de la rosa
cuando se esconde detrás de las estrellas!
En la tarde de oro
llora mi pena.
45
Era el silencio de la noche
quien derramaba tu sueño.
Era la lluvia de plata
quien acariciaba el viento.
Una sonrisa ascendía
hasta las nubes de fuego
y tras de sí arrastraba
la estela de un beso.
¿Quién deposita lágrimas de fragancia
en el color de los pétalos?
¿Es el silencio de la noche?
¿Es la lluvia de plata?
¿Es la voz del viento?
No. Es la nostalgia
de mis doloridos recuerdos.
46
¡Sólo el aroma de unos labios
que ya se han ido,
sólo el olor de unas flores
a la orilla del río!
Te quedaste sola derramando
lágrimas de rocío
en la noche de luna blanca,
noche de delirio.
La luna se quedó llorando
a la orilla del río,
la luna se quedó llorando
entre lágrimas de rocío,
y tus labios la besaban
en la noche de delirio.
¡Sólo el aroma de unos labios
a la orilla del río!
47
La flor del rocío
sonreía al alba,
la flor del rocío,
¡ay, en el agua!
Al alba sonreía
la rosa blanca,
al alba sonreía
entre albas fragancias.
En el espejo del río
se miraba la cara,
en el espejo del río,
en el espejo del agua.
Por la corriente del río,
por la corriente del agua,
se fue su sonrisa,
se fue la rosa del alba.
En la tarde de oro
yo contemplaba
el espejo del río,
el espejo del agua.
Ya no hay flores
ni rosas blancas,
ya no hay flores...
sólo suspiros y lágrimas.
48
Solos tú y yo y el olor de la rosa
que golpea el aire,
¿o es la sonrisa de tus ojos
en el color de las olas?
En la calle solitaria ya no se ve a nadie.
El aroma es redondo
en tus labios de sangre.
Por la calle del olvido
ya no veo a nadie,
sólo el silencio azul
en el tedio de la tarde.
49
Oigo el tiempo pasar
por mi pena,
una lágrima
en tus pétalos de seda.
Tu sonrisa en una gota de rocío,
un beso en los labios de un lirio.
Una mirada en las olas,
una fragancia con sus alas rotas.
Olas en el mar,
espuma blanca en la arena,
en tus ojos,
¿lágrimas de amor por mi pena?
Un jilguero en la rama,
en la rosa una gota de rocío,
en tus labios una fragancia,
una lágrima de dolor en los míos.
50
¡Qué aroma en el aire es tu sonrisa,
en el oro de la tarde!
¡Qué aroma en el aire!
Por el camino azul se oye un poema,
se oye un cante,
en el oro de la tarde.
¡Cómo titila la luz de tus ojos
en la desierta calle!
¡Cómo titila la luz de tus ojos
en el oro de la tarde!
Por el camino del lucero
se van mis ayes,
¡ay, se van mis ayes!
Por el camino del lucero
se va la sonrisa de la tarde.
51
¿Adónde se ha ido el aroma de tus labios
que ya no puedo beberlo?
¿Adónde se ha ido el color de tus pétalos
que encendía el fuego?
¿Al mar? ¿A la luna? ¿A las estrellas?…
¡No lo sé!
Mi pensamiento
ahora se mece en la lívida brisa
de las flores que aroman mi tedio,
y triste se va en los rumores del agua
hacia las fauces del océano.
¿Dónde se quedaron nuestras caricias?
¿Dónde aquellos besos
que encendían el color de la primavera?
¿Acaso fueron sólo un sueño?
52
Entre el pétalo y el aroma
hay una rosa.
¡Ay!, tus labios bebían
la caricia de una fragancia
en las rosas del jardín
de mi nostalgia.
En las mañanas de abril,
de grana y oro,
yo bebía la fragancia azul
de los heliotropos.
En las tardes
de oro y grana
ya no bebo tu aroma,
ya no bebo tu fragancia.
Entre tus labios y los míos
ya no hay rosas ni lirios.
53
En primavera, tus colores eran cántico
que se deslizaba por tus labios,
y tu fragancia era poesía
de los sueños más gratos
que en alas de cristal al cielo azul
se llevaban los pájaros.
Perlas de rocío derramaban tus pétalos
en mis lívidos labios
y una sonrisa púrpura
se estrellaba en mis brazos,
como el color de la primavera
en las flores de mayo.
En otoño, mis lágrimas se derraman
por los inhóspitos acantilados
de tu ausencia. Te desvaneciste
en la armonía de unos versos soñados.
54
Esta noche no habrá gotas de rocío
en tus labios de terciopelo,
esta noche derramarán mis ojos
lágrimas de fuego.
Esta noche llorará la luna
estrellas de plata,
esta noche morirán mis suspiros
en el fondo del agua.
En los susurros del viento sembrará
notas de dolor el jilguero,
en la fragancia de las rosas
ya no se posará el color de tus besos.
Por la corriente del río
se va mi vida, se va mi alma,
ay por la corriente del río,
esta noche de suspiros y lágrimas.
55
Si en la noche ves pasar
una fragancia que llora,
un suspiro que se aleja
por las tétricas sombras,
un apasionado beso
que busca el néctar de tu boca,
una caricia que se refugia
en la suavidad de un aroma,
un rayo de ternura que ilumina
la faz de una ola,
un fuego que se abrasa
en el color de la amapola,
es mi amor que en el clamor
azul de la noche por ti llora.
56
En el apagado ardor de la tarde
bebo el carmín de una fragancia
que trae a mi memoria el recuerdo
de unos labios que se abrían al alba.
Eran sus cabellos de oro
y sus pétalos de grana,
sus ojos, un océano en que se
hundía mi atónita mirada.
Su aroma me sonreía
en las floridas mañanas,
era la rosa de abril que lloraba
en los suspiros del agua.
Un hálito azul recorre
los repliegues de mi nostalgia
y un mar de bruñidas olas
llenan los ríos de mis lágrimas.
57
¿Era una rosa de primavera
quien volaba de flor en flor?
¿O tal vez era
el canto del ruiseñor?
El color de tu sonrisa
agitaba el viento
y mil mariposas revoloteaban
en mi pensamiento.
Entre lirios y azucenas
se ocultaron unos labios de fresa,
¿o era acaso
de tu risa el arrebol?
Ahora vuelan por cárdenos alcores
mi pena y mi dolor.
58
Este sol de otoño ya no
alumbra como en primavera,
a mi lado todo son sombras
cuando tú no estás cerca.
Ante mis ojos sin luz
veo pasar la noche de tu ausencia
sumergido en el abismo azul
de mi tristeza.
Ya no veo el ardor que encendía
el fuego de nuestras venas,
ya no veo aquella mirada
que se fundía en las estrellas
ni el piélago de tu fragancia
donde se hundía mi pena.
Todo son sombras
cuando tú no estás cerca.
59
Llueve esta tarde de otoño:
está mojada la fragancia de la rosa,
ya no huele como en la primavera
cuando nos besábamos a solas.
El color de tus besos ya no brilla,
ni tu mirada en las olas
que llenaba mis sueños
de luces ignotas.
Llueve esta tarde de otoño,
y mis lejanos recuerdos
se estrellan contra las rocas
del mar de tus pasiones
que anegaba mi boca.
El color de tus pétalos se muere
y ya no derrama su dulce aroma
sobre la luz apagada de mis ojos
que por tu ausencia lloran.
Llueve esta tarde de otoño
y tu sonrisa ya no endulza mi boca.
60
Amor, ¿no te habías ido?
¡Cómo llora en las flores del aire
un labio herido!
¡Cómo llora en en los aullidos del viento
un suspiro!
Tus lágrimas bañan la luna.
Tu mirada se ahoga en el mar.
La voz de la calandria se oye
cuando la luna se va,
¿o eres tú la que canta
a la orilla del mar?
¿Sonríes o lloras
esta tarde de oro?
Beberé en tus labios
la fragancia del heliotropo.
61
Si una lágrima aún despierta
las caricias de tu aroma
en la melancolía malva
de los recuerdos de otrora,
si un suspiro aún besa
los pétalos de una rosa
en la que cabe la primavera
de tus sonrisas y aromas,
si un susurro aún musita
palabras cálidas y amorosas
a la pálida luz de la luna
en el silencio de tu alcoba,
si una mirada aún acaricia
el rumor de las olas
que de tus ojos se escapa...,
es mi amor que por ti llora.
62
Siento mi amor en la noche oscura
fundirse como una vela
que con el paso de las horas se apaga
sin que nadie la detenga.
Siento un dolor que abrasa
el hielo que arde en mis venas
sin que una palabra tuya
apague el fuego que me hiela.
Siento que tus palabras se pierden
tras la luz de las estrellas
sin que se alivie mi dolor,
sin que se curen mis penas.
Siento que una fragancia se derrama
de los pétalos de la rosa más bella,
y siento que mi vida se apaga
como el resplandor de una estrella.
63
En el profundo mar de la noche vi pasar
la estela azul que dejaba el silencio
cuando en alas de cristal volaba
hacia los confines del universo.
Su enronquecida voz me hizo recordar
las horas que pasamos en otro tiempo
junto a las olas del embravecido mar
unidos nuestros labios en puro beso.
Las estrellas semejaban rosas perfumadas
que embriagaban con su fragancia el cielo,
y dos lágrimas tuyas resbalaron de tus ojos
y cayeron al agua como gotas de verde fuego.
Por el mar de la noche voló una caricia
y por la sonrisa de tus labios un beso,
en la fragancia de una rosa se posó un suspiro
cual si de amor ardiera el aroma de sus pétalos.
64
Quisiera apresar la luz de tus ojos
que en primavera bruñía las olas del mar,
y las ondas de la brisa que acariciaban
el aroma de tus labios al pasar.
Quisiera beber el aguamarina de tu mirada
que me sonreía en la dulce mañana,
y el azul del viento
y los colores del alba
y la blancura de tus senos.
Quisiera sentir el fuego de tus labios,
la fragancia de tus pétalos,
las caricias de tus manos.
Quisiera tocar el color de tus besos
y el aroma de tus labios.
Quisiera huir a tu mundo de ensueño.
65
Como un chorro de oro cayó la tarde
en la quietud de tu fragancia,
tus labios se estremecieron
con la sonrisa del aura.
En el carmín de unos pétalos
moría una lágrima
que el delirio de unos ojos verdes
con pasión derramaba.
En la quietud de la tarde
mis labios quisieron atraparla,
pero un suspiro de céfiro
sembró tus pétalos en luz de plata.
¡Ay, qué lejos, qué lejos
queda aquella lágrima
que en otro tiempo
mis labios quisieron besarla!
66
Sonrisas de niños revolotean como mariposas
en las alas de mis recuerdos,
suspiros en el aire
que me traen la fragancia de tus pétalos
y el verdor de una mirada
que acariciaba la piel de mis besos.
Esperanzas rotas en este otoño de mi vida
que cubre de oro nuestro amor ya muerto,
que siembra de color amarillo
el dolor de mis sentimientos,
que entristece con lágrimas grises
los topacios del mar y del cielo.
Sonrisas como niños que juegan a traerme
tu imagen borrosa en las sombras de mis sueños,
sonrisas inocentes que en el otoño de mi vida
me traen las fragancias amarillas del paso del tiempo.
67
Mira cómo se alejan nuestros besos
en las caricias del tiempo,
mira cómo se pierde tu mirada
en las olas del océano.
Una sonrisa tuya
vino a posarse en mis sueños
como alada mariposa
que se mecía en el viento,
y la dulzura de unos labios
vino a deshacerse
en la fragancia de unos pétalos
que acariciaba el rosicler del alba
con la ternura de tus besos.
¡Ay, cómo se alejan nuestras almas
en la inmensidad del tiempo!
68
Me asomé al mar de tus ojos
para ver en él el reflejo de tu mirada
y sólo vi el rumor de las estrellas
que en el silencio de la noche susurraba.
Un aroma cálido como la amapola
acarició la piel de mi nostalgia
que trajo a mi memoria los recuerdos
de un amor que por ti suspiraba.
En el remoto mar de mis sueños,
en una primavera ya lejana,
yo besé en el fuego de tus labios
la caricia de una dulce fragancia.
En este pardo otoño sólo me queda
el recuerdo de tu verde mirada
que me trae el mar de las incesantes
olas en un susurro de nostalgias.
69
Sueños de oro corretean en mi fantasía
entre áureos aromas y árboles desnudos,
bajo su sombra se oculta la soledad
de un amor que acaso no fue de este mundo.
En la palidez del sol mortecino de otoño
veo correr la brisa verde de las olas,
en ella se van mis recuerdos y la caricia
de tu mirada que mi pena llora.
Hay en la noche un silencio azul
que grita el sonido de una fragancia
entre el parpadeo de las estrellas
y el sabor amarillo de mi añoranza.
Lágrimas de plata manan mis ojos
en el otoño de mis melancólicos sueños,
ya sólo sobre el árbol de la nostalgia
volveré a beber el licor de tus besos.
70
¡Qué lejanos quedan
aquellos besos que nos dimos
en las caricias de la primavera
cuando nos conocimos!
En la delicada copa del aura
el aroma de la rosa bebimos,
y entre amapolas y azucenas
enmudecieron nuestros suspiros.
Una abeja revoloteaba
en la blancura de un lirio
mientras el rubor de tus labios apagaba
la sed de los míos.
¡Ay, qué lejano queda tu recuerdo
en este otoño ya marchito,
y qué lejano queda aquel aroma
que una vez juntos bebimos!
71
El silencioso zumbido de la abeja
que revolotea en el oro de la tarde
trae a mis cansados ojos
el color de tus lastimeros ayes.
Entre las lozanas flores de la primavera
crecían frescos tus rosales,
sus aromas embriagaban mis sentidos
y su rubor encendía los suspiros del aire.
Para mí tú sólo eras aroma, eras fuego,
eras suspiro, eras aire,
eras la fragancia de la rosa,
eras la bruma que acaricia los mares.
Para mí tú sólo eras la
llama que habita entre los mortales.
En esta tarde de oro sólo quiero beber
el suspiro de tus ayes.
72
Tus ojos flotan en el océano,
¿o es tu mirada
que se clava en la luz de las estrellas
y en el espejo de mi alma?
En el sopor de la tarde ya no oigo
aquellas fragancias
que perfumaban la soledad de mi huerto
en una primavera lejana.
Tus besos se estrellaban en el aire,
¿o era tu fragancia
que se posaba en los pétalos de las flores
y acariciaba mi cara?
Tu risa ya no besa el oro
de una tarde que muere en llamas.
73
Huirás por las sombras del mar
a la espera de tu regreso,
huirás por los colores de la nostalgia
en busca de aquellos recuerdos
que en el ayer dejaste
olvidados en tu pensamiento.
Blanco y rosa se mecía el aroma
en la sonrisa del viento,
blanco y rosa era el sabor
de unos besos
que acariciaban la piel aterciopelada
de tus senos,
palomas blancas que elevaban su candidez
hasta los topacios del cielo
y se perdían
en la bruma de mis sueños.
Huiré por las sombras del mar
a la búsqueda de tu regreso.
74
Moría la tarde
como mueren los pétalos de la rosa
en los colores del aire.
La sonrisa de una ola
moría en tus ojos
cuando tu mirada se estrellaba en las rocas.
Moría la tarde...
y con ella moría mi esperanza rota
y el color azul de mis versos
en la gris prosa.
Tus tiernos besos
ya no endulzan mi boca,
ni el color de tu sonrisa
trasmina su ruborizado aroma.
75
En la caricia de tus labios
pongo una gota de fragancia
rota en los pétalos
de una violeta bañada en lágrimas.
Con pasos inciertos
me acercaré al agua
para beber en sus cristales
la dulzura de tu boca de grana.
Y me dejaré arrastrar por el viento,
y por la luz del alba,
hasta poder acariciar con mis dedos
la estrella de la mañana.
¡Ay, yo pondría en tus labios
el lucero del alba
si la tarde que ya muere
no besara mis ondas de plata!
76
En este otoño triste
que aflige mis años,
yo te cantaría la ternura de una canción
con la caricia de mis labios.
Te cantaría aquellos versos de primavera
que se deshacían en tus manos
llenos de rosas de abril
y de fragancias de mayo.
Te cantaría a la luz de las estrellas
la canción del verano
que rezumaba grana y carmín
en la pasión de tus labios.
¡Ay, te cantaría tantas cosas
bajo la flor del naranjo…!,
pero mis versos ya han muerto
para esos cánticos.
77
¡Oh, soledad!
Llenas todos los huecos que respiro,
los aromas que murieron en unos labios,
el color de un suspiro.
¡Oh, soledad!
Traes a mi memoria el grito
de aquel silencio que lloraba
en la blancura de un lirio.
¡Oh, soledad!
¡Qué locura vagar por el camino
de una pasión desenfrenada
de un ángel caído!
¡Oh, soledad!
Procúrame tu alivio,
o deja que viva para siempre
en la flor del olvido.
78
En la larga ausencia del mar
he buscado tu mirada
y sólo he podido encontrar
el color de mi desesperanza.
Sobre la burilada superficie
vuela mi pensamiento
en busca de unos ojos verdes
que ya son sólo recuerdo.
En la espuma blanca
de una ola
vuela una sonrisa
del color de la amapola.
¡Ay, quién pudiera posarla
en tus labios!
¡Ay, quién pudiera posarla
para besarlos!
79
En el río de la noche,
en su lecho de sombras,
veo centellear el silencio
de unos ojos que lloran.
Sus suspiros encienden
el carmín de un rosa
que vuela susurrándome
sonrojados aromas.
Por mis labios pasa
la caricia de tu boca
y en mi pecho se enciende
el frenesí de mi pasión loca.
Al agua cae
la fragancia de la rosa
que a la mar se lleva
el dolor de unos ojos que lloran.
80
No volveré a dejar una flor en tus manos,
no volveré a rendirme ante tus ojos glaucos.
Ayer fuiste mía y te estreché
entre mis brazos,
ayer fuiste mía y acaricié la blancura de tus besos
entre lirios y nardos,
ayer besé el aroma de tus pétalos
con el fuego de mis labios,
ayer bebimos el venero del amor
en la fuente de los enamorados.
Hoy sólo eres el recuerdo
de un sueño ya lejano,
hoy sólo eres el pájaro azul
que se escapó de mis manos
cuando quise poner una lágrima de amor
en la sonrisa de tus labios.
81
Abril es la lluvia de aromas
que se escapa de tus manos,
abril es la sonrisa de las flores
que por el aire viene susurrando.
Rosa del amor, la brisa de tu fragancia
acaricia el fuego de mis labios
y el color de tus pétalos vibra en el arpa
azul donde anidan las notas de los pájaros.
Rosa del amor, tus besos eran aromas
que se deshacían entre mis manos
como las gotas de abril
cuando herían el terciopelo de tus labios.
¡Ay!, en este atardecer dorado,
¿quién pudiera beber los besos
de fuego y carmín que yo bebí
en el frescor de nuestros primeros abrazos?
82
Tu sonrisa en el alba
era el color de la amapola
que entre tus labios se deshacía
como la fragancia en la rosa.
Tu mirada se perdía en el azur
y en el piélago morían las olas,
tus manos acariciaban el aire
y mis labios bebían tu aroma.
Una calandria cantaba al albor,
en el aura vibraban sus notas,
tus suspiros volaron al cielo
y mis lágrimas a la mar ignota.
Hoy tu sonrisa ya no es escarlata
ni tu mirada del color de las olas,
sólo has sido un sueño azul
y yo…, tu sombra.
83
Cuando las sombras de la noche
se deshacen en luz de plata
caen tus pupilas sobre mí
como dos verdes gotas de agua.
Cuando la luna ya se oculta
y llega la dulce mañana,
dos corales depositan en mis
labios un suspiro de grana.
Cae la lluvia en tu aroma
como luz que acaricia el alba
en las claras mañanas de abril
donde se pierde tu mirada.
Y sobre mis párpados cae
la luz de la tarde dorada
que a un océano lejano me lleva
donde no hay caricias al alba.
84
Eras violeta que lloraba
lágrimas azules en primavera
y entre la fragancia de los lirios
derramabas tu dolor y tu pena.
Eras amapola que encendía
la luz de las estrellas
en las noches de abril,
noches de ausencia.
Eras rosa perfumada
que exhalaba sus esencias
en las mañanas azules
entre jazmines y azucenas.
¡Ay!, ya no eres violeta que llora
ni amapola que quema
ni rosa que perfuma
los gritos de mi tristeza.
85
Un pétalo rompe tu aroma
que se derrama en estrellas azules
por el esplendor de la rosa.
El aguamarina de tu mirada se hunde
en el tedio de las olas
y mi dolor se alarga hasta el infinito
en la delgadez del viento que se arrebola
en las esquinas de mis sueños.
Unos labios se sonrojan
cuando mis besos acarician su sonrisa
con la ternura de la amapola.
No llores más,
lucero de la aurora,
y déjame beber el elixir
que mana de tu boca.
86
Cae tu luz sobre la ola de agua
que bebe la sed de tu encanto
en el esplendor de la mañana.
Cae tu luz sobre el llanto
de tu aroma que rompe el silencio
del ruiseñor. A lo alto
suben las lágrimas que tus pétalos derraman
en esta tarde de otoño. ¿Cuándo
volverás a sonreír sobre el agua?
Mis lágrimas se deslizan río abajo
en un torbellino de nostalgia.
De tus ojos la luz van buscando,
aquella que cayó en una ola de fragancia
una mañana de mayo.
Cae tu luz sobre el rumor
de mi pena y de mi llanto.
87
En esta tarde fría de otoño
en la que el sol hiela mis huesos,
veo tu imagen volar
por entre las sombras de mis sueños.
Una sonrisa alargada
abre en tus labios un hueco,
tu aroma y mi nostalgia
lo sellan con sus besos.
Entre el turquesa del agua
y el añil de cielo
una paloma blanca vuela
con las alas de mis recuerdos.
En esta tarde de soledad
crecen rosas sin pétalos,
una sonrisa muere en tus labios
y tú te desvaneces en mis sueños.
88
Yo sembré poemas de amor
en los suspiros del viento.
Su música floreció
en la sonrisa de la aurora
para que mil rosales
derramaran en tus labios su aroma.
Eran mis lágrimas
que morían entre las rosas.
En la noche azul escucho
el sonido del silencio,
que en sus alas me trae
los aromas de tu recuerdo.
¿O es el agua del mar
que acaricia tus besos?
Yo sembré versos de amor
en las lágrimas del tiempo.
89
Ilusión que vives en mi mente,
vano fantasma de agua y luz,
dime,
¿quién eres tú?
¿Eres el rubor de la amapola,
eres el suspiro de una fragancia
o eres el viento en la ola?
¿Eres, acaso, flor de un día
que, cuando el aura pasa,
tus pétalos suspiran?
¿O eres el pajarillo que vuela
en el cielo azul
mientras mi corazón sueña?
Vano fantasma de agua y luz,
¿quién eres tú?
90
¿Por qué este perfume de marchitas flores
impregna mi cama,
si tus rojos labios murieron
con la mañana?
¿Dónde están tus esplendores
y aquel verdor que resplandecía
en tu mirada
cuando el escalofrío de tu sonrisa
me besaba?
Ya sólo quedan ruinas
en mi casa.
Sólo puedo recordar
las caricias que me dabas
en las noches de abril.
Ahora tu ternura de mí se escapa.
91
Tus labios se abrieron al amor
como el rocío de la mañana,
tu sonrisa se la llevó el río
y tu perfume, el aura.
Ibas vestida de rosa y azul,
como el nacer del alba,
y tus dorados bucles caían
sobre el arrebol de tu cara.
Rosa y azul se mecía tu sonrisa
en las manos que la acariciaban,
tus labios se abrían al amor
y tus ojos vertían una lágrima.
Llegó la tarde sombría,
tarde grisácea,
un perfume se hundió en la bruma,
¡ay!, y unos ojos verdes lloraban.
92
Te estoy esperando, rosa de la pasión,
te estoy esperando en el umbral de la muerte,
te estoy esperando...
¡y no vienes!
¿Dónde está el color de tu fragancia,
dónde el aura de tu sonrisa,
dónde el océano de tu mirada?
Yo te miraba en los días de primavera
como una rosa delicada
que mis ojos jamás vieran.
Bebí tus lágrimas,
bebí tus besos,
bebí el aroma
que derramaban tus pétalos.
¿Adónde te has ido, rosa mía?
¿Te has borrado como un sueño?
¿Adónde te has ido, alma mía,
que ya no te tengo?
93
En mis recuerdos yo bebía
la blancura de tu fragancia
que en los risueños días de abril
por tus pétalos se derramaba.
Tu sonrisa de terciopelo
mis labios acariciaban
y una estrellita de jazmín puso
una gota de nieve en tu boca de grana.
Yo besé tus besos
como se besa la luz en el agua
y tú te fuiste de mis sueños
cuando la luna se derretía en lágrimas de plata.
Hoy sólo bebo tu ausencia
y el color de tu mirada,
hoy sólo bebo el acíbar de tu memoria
y la amargura de mi nostalgia.
94
Me dejaste sumergido en las lágrimas de la luna
para irte en los brazos del viento,
por los topacios azules sembraste tus aromas
y en la luz amarilla del otoño hundiste tus pétalos.
Nube de agua y luz que llevas en tus ojos
todas las olas que hay en los océanos,
sueña conmigo en la noche de la nostalgia
hasta que nuestros sueños sean un solo sueño.
Llévame contigo por los espacios azules
donde sólo se oiga la voz del viento,
llévame contigo al mar de las estrellas
donde se unan en uno solo nuestros besos.
Me dejaste sumergido en las lágrimas de la luna
y palpaste mi dolor con la caricia de tus dedos,
en la angustia de esta tarde de mi vida
vuelve a mis brazos con tu corazón abierto.
95
¿Dónde te puedo encontrar,
flor de primavera,
que te ocultas bajo la sombra del aire
en un río de piedras?
¿Dónde te puedo encontrar
para que mis ojos te vean
tras el aullido de los cristales
una noche de luna llena?
Te buscaré en los pájaros sin voz,
en la luz de las estrellas,
en la olas sin nombre,
en las playas sin arena.
Te buscaré en la sonrisa de la aurora,
en el grito de mi pena,
en la fragancia de la rosa,
en el rayo que me hiela.
96
Flor del olvido,
paloma errante,
aroma que vuelas
por la luz del Olimpo.
Tu voz, hecha de fragancia y carmín,
se estrelló contra el grito
del silencio
cuando tus labios bebían
la sangre de mi corazón abierto.
Tu sonrisa se derramó
por la blancura de los lirios
manchando su inocencia
de un rubor encendido
y tu mirada rompió
el canto del río.
Flor que lloras lágrimas de fragancia
en el mar del olvido.
97
Volcán de pasión,
sueño de luz,
tus labios brotan
en lo más intenso del azul.
Alas rotas que vuelan
en el rubor del alba
y unos ojos verdes que se llevan
los suspiros de la mañana.
Sueña, alma mía, sueña
entre verdes trigales,
sueña, alma mía, sueña
entre las rosas otoñales.
Remolino de fantasía,
visión de luz,
vana ilusión,
¡eso eres tú!
98
¿Qué me puede embriagar de ti?
¿Acaso el temblor de tu aroma
que asciende por los pilares del viento
en busca de un frenesí?
¿O es la sal de una ola
que en el interior de tus ojos vuela
hacia la luz de abril?
¿Qué es
lo que me embriaga de ti?
¿Es la agitación de tus labios
que huye en el rumor de las sombras
lejos de mí?
¿Qué es, luciérnaga de la noche,
luz del alba,
lo que me atrae de ti?
99
¡Qué ruboroso aroma derramas
en los labios del aire
las mañanas de primavera
cuando tu sonrisa es tan suave!
Tu mirada se pierde
por los verdes trigales
en busca de unos ojos
que no eran de nadie.
Aquellos ojos…
¿no eran de nadie?
¿O eran de un fantasma
de agua y luz que ahora sabe
que tus labios sólo eran
suspiros en el aire?
100
Tu fragancia cabalgó
en la cabellera del viento,
en las lágrimas de la luna,
sobre las olas del océano.
Vi el color de tus ojos derramado
en el cielo
que cubría la noche verde
de mis sueños.
El rojo temblor de tus labios
derritió el fuego
que unía mi ardiente pasión
a tus besos.
Desde la luz amarilla de mi otoño
recuerdo
aquellos aromas que derramabas
en tus pétalos
cuando nuestras miradas se cruzaron
en el delirio de un sueño.
© Julio Noel