Una verde mirada se perdía
en los aromas de la tarde
como destello de esmeralda
que se diluía en el azul del aire.
Sus flechas herían
los suspiros de mis ayes
en la plácida tarde de primavera
bajo la plateada sombra de un sauce.
Los acerados aguijones,
teñidos en mi sangre,
atravesaron indolentes
el carmín de los rosales
en los efluvios de la primavera
y en las sonrisas del aire.
Una roja fragancia se detuvo
en los labios de la tarde
y el beso del aura se la llevó
por los verdes trigales.
De Sonrisas y lágrimas de primavera
© Julio Noel
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